La extinción del PedroJotasaurio Rex, Ignacio Escolar
 Es el único ser humano del planeta que puede 
presumir de haber pasado más tiempo de su vida dirigiendo periódicos que
 como civil. En un mes tendrá 62 años y ya ha cumplido 33 como director.
 Llegó a ese puesto con 28 años y hasta hoy se mantenía como una 
anomalía de la Transición, el último dinosaurio; uno de los pocos que 
había sido capaz de mantener su influencia y su poder en el máximo nivel
 durante más de tres décadas. Los presidentes pasaban y Pedro J. 
permanecía. Ganaba todas las batallas, hasta hoy.
 
Pedro J. ha sido desbancado de la dirección del periódico que fundó por 
dos motivos. El primero, que la empresa que dirige está en unas pérdidas
 pavorosas, insoportables para cualquier editor. El segundo, las 
presiones de un Gobierno al que no le gusta nada la libertad de prensa y
 que ha utilizado todos los resortes del poder a su favor. El PP ha 
aprovechado la debilidad económica de la empresa editora de El Mundo, 
Unidad Editorial, para rematar a su director.
 No han 
echado a Pedro J. porque los ministros no fuesen a sus entregas de 
premios. Eso era solo simbólico. Las presiones han sido mucho más 
sencillas: han consistido en cortar el grifo de la publicidad 
institucional. Según cálculos internos de Unidad Editorial, la guerra 
desatada por el escándalo Bárcenas –especialmente por los SMS del 
presidente del Gobierno al extesorero del PP– le ha costado al grupo 
unos 18 millones de euros en publicidad institucional. 
 Todas las administraciones gobernadas por el PP, desde el Ministerio de
 Empleo hasta el Ayuntamiento de Sevilla, pasando por Castilla-La Mancha
 o la Comunidad de Madrid, han secado las subvenciones a El Mundo. Todo 
ese dinero público, que el PP reparte arbitrariamente y utiliza para 
domesticar a los medios de comunicación, ha pasado de El Mundo al ABC. Y
 de la misma manera que hace unos años Esperanza Aguirre se cargó a José
 Antonio Zarzalejos, hoy Mariano Rajoy ha desbancado a Pedro José.
 Por ahora, parece que el Grupo Planeta no comprará El Mundo, pero no descarten que lo haga más tarde. Sin  bicho
 dentro, el periódico es mucho más interesante para el dueño de Antena 
3, Onda Cero, La Sexta y La Razón. Hay tres diarios impresos en la 
derecha y no hay sitio siquiera para dos.
 ¿Es Pedro 
J. una víctima de la libertad de expresión? Tampoco nos pongamos 
estupendos. Esas mismas subvenciones públicas en forma de publicidad 
institucional que ahora le retiran antes jugaron a su favor. El 
exdirector de El Mundo ha chapoteado durante años en un pantano que 
ahora no tiene autoridad para denunciar. Desde hace meses, consciente de
 cuál era la situación, Pedro J. ha estado tejiéndose el traje de mártir
 de la censura. Lanzó una guerra abierta contra esos mismos poderes con 
los que tantas veces antes había pactado. Sabía que solo había dos 
finales posibles y que si perdía, como ha sucedido, al menos podría 
presentarse como el vencedor moral y cobraría una jugosa indemnización.  
 Como director de periódicos, Pedro J. ha sido capaz de lo mejor y lo 
peor. Y su gran mancha siempre será su conspiración del 11M, un 
atropello imperdonable: manipular el peor atentado terrorista de la 
historia de España –y a sus víctimas– para salvarle la cara a Aznar.
 En el juego de tronos o ganas o mueres, y a Pedro J. Ramírez esta vez 
le ha tocado perder. ¿Habrá segunda parte de esta guerra? Muy 
probablemente. Hace años que registró junto con su antiguo editor, 
Alfonso de Salas, la marca El Universal. Está ya cantado –él mismo lo ha
 dicho públicamente– que su próximo proyecto será digital. Aún no está 
claro si tendrá que esperar un tiempo –los detalles sobre su salida aún 
no están definidos–, pero sin duda más tarde o más temprano lo lanzará. 
Será interesante de ver.
 Pedro J. es Darth Vader: la 
fuerza es muy intensa en él y es una lástima que esté en el lado oscuro.
 Decía Ryszard Kapuściński que para ser buen periodista hay que ser una 
buena persona y el exdirector de El Mundo no pasaría por esta 
definición. Pero Pedro J. Ramírez, para bien y para mal, es sin duda el 
periodista español más influyente de la historia reciente; el último 
dinosaurio de la era de la Transición.
 
 
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