Honduras, otro régimen de terror impuesto por EU. Por Ángel Guerra Cabrera.
El
 cobarde asesinato de la líder indígena y campesina Berta Cáceres 
mientras dormía en su hogar de La Esperanza, Honduras, muestra 
claramente que en ese país no hay democracia ni estado de derecho y, a 
la vez, una realidad que cada vez se extiende más en nuestra región. 
Esta es la de la segunda conquista de América Latina y el Caribe por las
 grandes potencias, a través de las empresas transnacionales y del 
llamado crimen organizado que son apoyadas por los Estados en sus planes
 expansionistas de creciente y acelerado despojo y depredación de los 
recursos y riquezas naturales. Todo ello mediante la represión, el 
despojo de sus tierras y aguas a comunidades indígenas, 
afrodescendientes y campesinas. Las empresas corrompen autoridades 
locales, regionales y nacionales, que cuando los líderes de los pueblos 
en lucha no se doblegan los meten en la cárcel o los asesinan.
Allí
 está la escandalosa prisión arbitraria de Nestora Salgado, la 
comandanta de la Policía Comunitaria de Olinalá en el Estado mexicano de
 Guerrero quien paga el crimen de meter en cintura a los criminales en 
su territorio y por ello disgustar a las autoridades que los amparaban. O
 la de Milagro Sala, indígena coya y lideresa de la Organización Barrial
 Tupac Amaru en la provincia argentina de Jujuy, el proyecto de 
autogobierno y autogestión comunitaria más grande del país austral, 
únicamente comparable a un Caracol zapatista, todo un desafío al capital y a las autoridades provinciales.
Sería
 interminable la lista de luchadores sociales presos políticos o 
asesinados por los gobiernos neoliberales de América Latina y  el 
Caribe. Sus casos casi siempre pasan inadvertidos pues no se llaman 
Leopoldo López, ni son ricos ni existe el más mínimo interés en difundir
 sus casos por los grandes medios corporativos.  No debe perderse de 
vita que esos medios son propiedad también de grandes empresas 
transnacionales enemigas de nuestros pueblos. 
Después
 del golpe de Estado de 2009 contra el presidente Manuel Zelaya, 
planeado en la base aérea estadounidense de Soto Cano y en el Comando 
Sur de Estados Unidos, Honduras se ha convertido en uno de los países 
más peligrosos y violentos del planeta y en un paraíso para la inversión
 de las grandes trasnacionales y para las organizaciones criminales. El 
país centroamericano compite con México en cuanto a asesinatos de 
periodistas y activistas sociales, nunca aclarados, nunca sancionados 
sus ejecutores y mucho menos los autores intelectuales. Es el reino de 
la impunidad para los crímenes del capital imperialista.
Berta,
 lideresa del lenca, el mayor de los pueblos indígenas de su país, fue 
una de las fundadoras del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e 
Indígenas de Honduras (COPINH) en 1993 y una de las más destacadas 
referentes de organizaciones populares en las protestas iniciales de 
calle al golpe contra Zelaya y firme participante en la resistencia 
contra este.
Su
 aureola de luchadora indoblegable ganó cada vez más prestigio por las 
victorias que obtuvo frente a los megaproyectos de las trasnacionales, 
entre ellas que tuvieran que retirarse y clausurar el proyecto de 
hidroeléctrica Agua Zarca, que habría arrasado con la economía de una 
amplia región del pueblo lenca y de   comunidades campesinas. En el año 
2015 Berta recibió el reconocido premio Ambiental Goldman.
Preguntada
 posteriormente si el galardón podía significar alguna protección para 
su vida esta fue su respuesta: “El gobierno trata ahora de vincular los 
asesinatos de defensores ambientales y de la tierra con la violencia 
común, pero hay suficientes elementos para demostrar que existe una 
política dirigida, planificada, estructurada y financiada para la 
criminalización de la lucha de todos los movimientos sociales y 
populares.
La instalación y expansión de proyectos transnacionales en los territorios no sólo genera conflictividad, sino múltiples formas de violación de los derechos humanos, incluso asesinatos. Ojalá me equivoque, pero creo que en lugar de disminuir, la persecución contra las y los luchadores va a recrudecer”. No se equivocó.
La instalación y expansión de proyectos transnacionales en los territorios no sólo genera conflictividad, sino múltiples formas de violación de los derechos humanos, incluso asesinatos. Ojalá me equivoque, pero creo que en lugar de disminuir, la persecución contra las y los luchadores va a recrudecer”. No se equivocó.
Aunque 
 también es cierto que este crimen ha sido muy repudiado por el pueblo 
hondureño en un momento crítico de su lucha contra el golpe de 2009. La 
diputada Scherly Arriaga, del Partido Libre del ex presidente Zelaya, ha
 dicho: el pueblo de Honduras retoma ahora nuevamente las calles… El 
gobierno de Juan Orlando Hernández entró en crisis… al no haber 
respondido a la seguridad de ella. Creo que otra vez Honduras se 
levanta….”
Twitter:@aguerraguerra
 
