viernes, 29 de mayo de 2015

Cita con el Poder Popular

Fecha: 3 de Junio del 2015
Hora: 19 horas
Lugar: Librería Asociativa Traficantes de Sueños, C/ Duque de Alba ,

nº13, Madrid
A comienzos del 2013 en Madrid y sus alrededores se materializó un
proyecto político, Unidad Popular de Clase –UPK-, que pretendía la
construcción del poder popular a través de diferentes organizaciones y
personas independientes. En su breve vida política, apenas año y
medio, se desarrolló una experiencia unitaria que nos puede dar
enseñanzas y claves para poder entender y afrontar la realidad
político-organizativa futura.

Las experiencias políticas deben convertirse en herramientas útiles
para analizar y trabajar la construcción de poder popular. No pueden
quedarse en algo endogámico ni perdido en la memoria deben estar
presentes en las diferentes luchas, ya que es necesaria la autocrítica
en las izquierdas a través de las experiencias que indiquen el camino
a seguir. A la vez tenemos que comenzar a trazar nuevas líneas de
construcción para edificar el deseado poder popular que pueda llevar a
la organización de la clase obrera, y por ende, a la toma de poder de
nuestra clase.

La obra que tienen en sus manos se hace irremediablemente necesaria en
el momento actual en el que nos encontramos, ante una grave crisis en
el movimiento popular. El ciclo de movilizaciones ha disminuido
considerablemente y las perspectivas políticas de cambio sólo se ven
por parte de un sector de las izquierdas en los diferentes escenarios
electorales. Ante esta situación de crisis organizativa e ideológica
en las izquierdas, tenemos que trabajar discutiendo las distintas
experiencias del movimiento obrero y las líneas a seguir que ayuden a
organizarnos y a empoderarnos desde nuestra propia clase. Es decir, la
creación de poder popular.

Índice
Prólogo
Primera parte
Análisis sociopolítico sobre la creación de Poder Popular
El tiempo de los intentos Ángeles Maestro
Medios de comunicación y poder Ángeles Diez Rodríguez
Poder popular, desde el feminismo Begoña Zabala
Fuera de la literatura Constantino Bértolo
La música y el poder popular Carlos Tena
La recontracultura: cultura popular vs cultura de masas Carlo Frabetti

Segunda parte
Experiencias de lucha en la construcción de Poder Popular
Las Brigadas Internacionales: la conciencia antifascista de Europa Alberto Cruz
Una construcción de poder popular en Madrid: Eduardo Hernández
Errekaleor Bizirik! Desde la memoria a la utopía Amparo Lasheras
Gamonal: El poder popular a través del conflicto Javier Fernández Rincón

Anexo
Documentación de Unidad Popular de Clase — UPK

La Guardia Urbana de Barcelona temen QUE HAGA JUSTCIA (según ellos "venganza") Ada Colau por sus salvajes actuaciones policiales.

La Guardia Urbana de Barcelona teme "venganza" de Ada Colau por las actuaciones policiales

El sindicato mayoritario en la Guardia Urbana de Barcelona,SAPOL, ha señalado su "preocupación" ante el próximo relevo en el Ayuntamiento con Ada Colau al frente. En declaraciones a Catalunya Ràdio, el portavoz del sindicato, Marcos González, teme, ha dicho, que Barcelona en Comú busque "una venganza" por enfrentamientos anteriores de miembros de la candidatura con agentes policiales.
El portavoz ha lamentado que "lo único" que han recibido por parte de "algunas personas" de la candidatura han sido "críticas feroces" y alerta de que BC pueda intentar "deshacer unidades simplemente como si fuera una venganza", en referencia a la propuesta de BC de reorganizar la Guardia Urbana para evitar duplicidades con los Mossos. "Nos han llamado prácticamente torturadores a toda la Guardia Urbana. Como usted comprenderá, estamos un poco preocupados", ha dicho.
En la misma emisora, el número 4 de la lista de Colau, Jaume Asens, ha respondido al sindicato con un mensaje de tranquilidad: "Los agentes de la Guardia Urbana no deben tener ninguna preocupación. La mayoría trabajan de forma honesta". Asens ha aclarado que lo que BC ha dicho es que revisarán los protocolos y harán "todo lo posible para evitar casos de mala praxis como en el pasado". "Nosotros estamos dispuestos a reunirnos con todos", ha asegurado.

¿Cuál es el objetivo de la ofensiva contra internet del Ministerio del Interior?. El opusdeista Fernández Díaz detiene a más de una veintena de internautas


Máximo Relti.  Canarias-semanal.org

El Partido Popular está decidido a controlar la comunicación vía Internet. Desde hace meses, el Ministerio del Interior desata, de manera recurrente, auténticas campañas de amedrentamiento social en contra de la libre comunicación a través de la Red.

Este tipo de operaciones resultan coherentes con los fenómenos que se están produciendo en la comunicación en todo el planeta. Los medios de comunicación en papel se hunden en caída libre. Ya es tan sólo una exigua minoría social la que se decide a adquirir cotidianamente periódicos o revistas. La gente prefiere recurrir a fuentes informativas más fiables que las que proporcionan los medios convencionales, controlados por la banca y los grandes consorcios económicos. Y estas fuentes se encuentran en la Red

Con la vertiginosa innovación electrónica, las cadenas televisivas también están viendo invadidos sus hasta ahora indisputados territorios por la televisión vía Internet, en la que el control ideológico resulta cada día más difícil de imponer. De igual forma, a través de la comunicación interpersonal importantes sectores de la población mundial intercambian ideas, opiniones e iniciativas.

La comunicación constituye una herramienta imprescindible para el poder. A través de ella las clases dominantes construyen la opinión de importantes sectores sociales, a los que tratan de domeñar ideológicamente, utilizándolos para crear una suerte de nuevo "sentido común" que, mágicamente, logra que lo injusto parezca justo, los opresores, benefactores, y los oprimidos, gente peligrosa a la que hay que vigilar y castigar.

Contrariamente a lo que no pocos piensan, las persecuciones internáuticas ordenadas por el ministro del Interior, Fernández Díaz, en el curso de las últimas fechas, no son sólo la expresión de la vesania de los ultraconservadores del PP. Con el PSOE, o con cualquier otro partido que tenga como objetivo la preservación del orden establecido, habría sucedido lo mismo. Y es así porque quienes están situados en la trastienda del Sistema, es decir, la Banca y los grandes grupos económicos, se aperciben de que ya no resulta tan fácil reconducir a la opinión pública como lo era hace tan sólo unos pocos años.

Las ideas se transmiten a velocidad de vértigo a través de las redes sociales y los medios de comunicación alternativos al sistema. Las verdades incuestionables se van erosionando gradualmente. El temor a pensar de forma diferente se esfuma inexorablemente. ¿Alguien puede creer que eso pasa desapercibido para los think tanks del sistema?

Las clases hegemónicas son conscientes de que si llegan a perder la batalla ideológica se verán obligadas a defender sus privilegios de clase a través de la violencia. Y no es que tengan escrúpulos a la hora de desencadenarla, como ha mostrado la historia reiteradamente, pero desatar esa violencia contra una parte importante de la sociedad implica siempre riesgos severos para la preservación de los intereses intangibles de la burguesía. Esa es la razón, - y no la que pretexta el Ministerio del Interior - , de la inquietud que provocan en los gladiadores y custodios del Poder las nuevas formas de comunicación.

Pero para los trabajadores, para la mayor parte de la sociedad, empieza a resultar imprescindible un cambio de óptica en relación con los medios a los que solemos llamar "alternativos". Creemos que ha llegado la hora de que éstos dejen de ser meros transmisores de la "otra opinión". Ante la ofensiva que se avecina, se hace preciso que a partir de ahora empiecen a convertirse en núcleos que no sean solamente portavoces de colectivos, sino verdaderos vehículos para la organización social.

A estas alturas, cuando el poder se apresta a iniciar una intensa ofensiva en contra de la libre opinión expresada a través de Internet, resulta obsoleta la imagen de unos órganos de prensa digitales de clase constituidos tan sólo por los miembros que integran sus respectivas redacciones. Se hace perentoria la necesidad de articular a través de ellos tanto la resistencia como la ofensiva popular. Nos va en ello no solo la libertad para pensar y la posibilidad de transmitir ideas. Están en juego las escasas libertades formales todavía existentes.

Las tres Latinoaméricas

Las tres Latinoaméricas
Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

 omo el foie gras, la Declaración de los Derechos del Hombre y la guillotina, América Latina es un invento francés. Aunque se ha naturalizado y hoy parece un simple recorte geográfico, la idea surgió en 1860, como resultado de las ambiciones de Napoleón III de incorporar al continente americano a la esfera de influencia de Francia a través del establecimiento en México de la monarquía de Maximiliano de Austria. En los planes del emperador de la farsa, el decisivo apoyo francés consolidaría un México independiente que funcionaría como barrera frente al expansionismo de Estados Unidos, garantizaría los intereses coloniales de París en el Caribe y permitiría abrir los mercados de Centroamérica y el Norte de América del Sur (1).Aunque el Segundo Imperio Mexicano terminó en un fracaso y Maximiliano fue fusilado tres años después de asumir el trono, la idea de América Latina como la región que comprende a todos los territorios no anglófonos de América se fue afianzando. El bolivarianismo, con sus mil interpretaciones posibles, operó como el ideal doctrinario de un latinoamericanismo que, de Martí al Che, tuvo sus hazañas y sus héroes, sus aportes originales al pensamiento (la teoría de la dependencia, por ejemplo) y sus instituciones (la ALADI y la Cepal tal vez sean las más relevantes).

Ya en los 90, en pleno auge de la globalización pos-caída del Muro y con el ALCA aún en el horizonte, la región fue redescubierta por el capitalismo como un potencial mercado unificado (América Latina como target), cuyos emblemas más característicos fueron, por supuesto, la CNN en español y la MTV Latinoamérica, que comenzó a emitir el 1 de octubre de 1993 con “Sudamerican rockers”, el hit de los chilenos Los Prisioneros, una banda que asumía con alegría su des-nacionalización (aparecían tocando delante de una serie de banderas de países inexistentes) tanto como su condición periférica:

No nos acompleja revolver los estilos mientras huelan a gringo y se puedan bailar

El estribillo mezclaba inglés y francés:

We are sudamerican rockers Nous sommes rockers sudamerican

Fracturas

Hoy América Latina se encuentra fracturada en tres sub-regiones cuyas fronteras resultan totalmente nítidas, si se les presta atención. La primera tiene como límite una línea imaginaria que podríamos situar a la altura del Canal de Panamá. Salvo Cuba, todos los países ubicados de allí hacia el Norte se encuentran atados, para bien o para mal, a Estados Unidos, que absorbe la mayor parte de sus exportaciones (73,9 por ciento en el caso de México), provee casi toda la inversión extranjera directa y recibe a la mayoría de los migrantes (dos millones y medio de salvadoreños, de una población de menos de siete millones, viven en territorio estadounidense).

El costado formal de esta imbricación material son los tratados de libre comercio. Primero a través del TLCAN, firmado entre Estados Unidos, México y Canadá, y luego por medio del DR-CAFTA, suscripto por los países centroamericanos y República Dominicana, la región ha ido conformando un área comercial unificada. Definitivamente norteamericanizada en términos económicos, delimita el segundo perímetro de seguridad estadounidense, con todas sus presiones de terrorismo y narcotráfico, consolidando una fuerza de atracción tan poderosa que supera la orientación política de los gobiernos, como demuestra el hecho de que ni el sandinista Daniel Ortega ni los salvadoreños Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, ambos pertenecientes al Frente Farabundo Martí, denunciaron, una vez en el poder, los acuerdos con Washington.

Pero la mayor novedad no se sitúa aquí sino en el mundo andino, que en la última década atraviesa una etapa de mutaciones más profundas que las de cualquier otra zona del continente. La vieja Comunidad Andina de Naciones (CAN), integrada en su momento por Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela, se encuentra sumida en una crisis terminal. Lanzada en 1969 e inspirada en la Comunidad Económica Europea, la CAN pasó por momentos turbulentos, que incluyeron el retiro de Chile en 1979, pero sobrevivió como una zona de libre comercio dotada de dos instancias supranacionales tempranamente construidas: una secretaría general con sede en Lima y un tribunal de justicia situado en Quito.

Como un zombi que camina pero en realidad está muerto, la CAN sobrevive sólo en los papeles. Comenzó a extinguirse en abril de 2006, cuando Hugo Chávez anunció el retiro de Venezuela con el objetivo de incorporarse como miembro pleno al Mercosur. Con su decisión, tan unipersonal como audaz, Chávez no sólo estaba optando por una de las varias identidades de un país que es a la vez andino, caribeño y amazónico; también estaba introduciendo una nueva línea de fractura regional y provocando una reacción en sus antiguos socios. Por un lado, los gobiernos de Bolivia y Ecuador comunicaron su intención de seguir el ejemplo venezolano y sumarse al Mercosur, un proceso que de todos modos demorará años y que exige no sólo un engorroso trabajo de armonización aduanera y verificación de pautas comerciales, sino también un mínimo de sintonía política: recordemos que la incorporación de Venezuela recién se aprobó cuando Paraguay, que frenaba su ingreso, fue suspendido a raíz del desplazamiento irregular de Fernando Lugo, como si el bloque sólo pudiera ampliarse a costa de golpes blandos en alguno de sus Estados-miembro.

Al tiempo que Venezuela, Bolivia y Ecuador se acercaban al Mercosur, Colombia, Perú y Chile anunciaban, junto a México, la creación de la Alianza del Pacífico. Sin pretensiones de coordinación política ni mayores ambiciones que las que derivan de la prosperidad económica, la Alianza del Pacífico aparece como un proceso de integración típico del siglo XXI, como la APEC en Asia-Pacífico o la futura ATCI atlántica. Todos sus integrantes firmaron acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, como parte de una estrategia de integración hacia el Este y el Norte que, igual que en Centroamérica, se mantiene a pesar de los cambios de gobierno: recordemos que el TLC entre Chile y Estados Unidos fue suscripto por el socialista Ricardo Lagos y que Ollanta Humala mantuvo la adhesión de Perú una vez que llegó a la Presidencia.

El perfil de la Alianza del Pacífico es diferente al del Mercosur, aunque menos por la voluntad de sus líderes que por la fisonomía productiva de los países que la integran. Sucede que la estructura de sus economías descansa fundamentalmente en la exportación de commodities (petróleo en Colombia y México, minerales en Perú, cobre en Chile), lo que las exime de la necesidad de proteger a sectores industriales significativos, como sucede en Brasil y Argentina. De hecho, los países de la Alianza expresan, sumados, el 35 por ciento del PBI latinoamericano, pero explican más del 50 por ciento de las exportaciones, dato que confirma la orientación exportadora y el perfil abierto del proceso de integración (2).

Nuestro lugar

¿Qué lugar ocupa Argentina en esta América Latina fracturada? Desde al menos tres décadas, Argentina apuesta a una relación estratégica con Brasil, relación que comenzó con la decisión de los gobiernos de Raúl Alfonsín y José Sarney de desnuclearizar el vínculo bilateral, continuó con el lanzamiento del Mercosur por parte de Carlos Menem y Fernando Collor de Mello y sumó componentes de coordinación política desde la llegada al poder de Néstor Kirchner y Lula. Lo más parecido a una política de Estado que tenemos por aquí, la asociación con Brasil es un activo estratégico que todo gobierno debería cuidar. Y que en los últimos años contribuyó a la paz y la estabilidad regional gracias a operaciones diplomáticas cuidadosas en países como Bolivia, Venezuela, Ecuador y Colombia (aunque no siempre, como demostró el caso de Paraguay, efectivas).

Si la amistad con Brasil se ha fortalecido, los cambios en el escenario internacional afectaron otros aspectos del patrón histórico de relaciones exteriores de Argentina. En un mundo cada vez más descentrado, el dato más relevante es el peso decreciente de los vínculos con Europa y Estados Unidos, evidenciado en la disminución del intercambio comercial y en un progresivo alejamiento político, que sin embargo no implica un deslizamiento hacia posiciones radicalmente anti-estadounidenses ni, menos aun, anti-occidentales. Una forma de comprobarlo es el relevo de los votos en la Asamblea de Naciones Unidas: aunque a partir de 2003 las coincidencias entre Argentina y Estados Unidos disminuyeron, la distancia es similar a la de otros países de la región, como Brasil, Chile y Uruguay, e incluso a la de aliados estratégicos de Washington, como Colombia y México, y por lo tanto atribuible al unilateralismo de George W. Bush antes que a un giro radical del kirchnerismo. De hecho, desde la asunción de Barack Obama las coincidencias aumentaron (3).

Finalmente, la mayor novedad en la agenda internacional es el acercamiento a nuevas potencias como Rusia y, por supuesto, China, convertida en el segundo socio comercial de Argentina. La relación tiene tantas luces como sombras: si por un lado permitió sostener las exportaciones en momentos de desaceleración económica del primer mundo, contribuyó a la estabilidad monetaria a través de los swaps de monedas y ayudó a emprender grandes obras de infraestructura con financiamiento de largo plazo, por otro acumula un déficit comercial alarmante, que el año pasado llegó a 6.300 millones de dólares, bajo un patrón de intercambios que no podemos calificar sino en términos de centro-periferia: Argentina exporta a China commodities (básicamente, soja) e importa productos con valor agregado (textiles, juguetes, electrónica).

El futuro

Rebobinemos antes de concluir. Luego de algunos años en los que los diferentes países latinoamericanos parecían converger sin matices en torno a los ideales de la democracia y el libre mercado, la región comenzó a exhibir una serie de grietas que hoy definen tres espacios nítidamente recortados. En este panorama fracturado, Argentina conforma junto a Brasil un eje atlántico que apuesta a la integración económica, la estabilidad política y una cierta autonomía decisoria, tanto en la definición del modelo de desarrollo como en su inserción internacional. Esto, por supuesto, no quiere decir que no existan problemas: el Mercosur, por ejemplo, es un proceso estancado, con los dos socios menores sometidos a la permanente tentación de los acuerdos de libre comercio con otros países (no es casual, en este sentido, que Uruguay y Paraguay se hayan incorporado como observadores a la Alianza del Pacífico).

Por eso conviene mirar las cosas con cuidadoso pragmatismo. Como todo en la vida, la política exterior es un balance tenso entre valores e intereses, tal como demuestra el caso de la relación entre Argentina y Venezuela, siempre a tiro de las críticas opositoras. Pero una mirada desapasionada no tardaría en comprobar que el comercio bilateral se multiplicó geométricamente, de 150 millones de dólares en 2002 a cerca de 2.000 millones el año pasado, con una orientación claramente ventajosa para nuestro país, tanto por el superávit comercial como por su estructura (Argentina exporta bienes de alto valor agregado, como alimentos procesados, maquinaria agrícola e insumos químicos, e importa commodities, básicamente petróleo). En suma, lo que cualquier manual de comercio exterior sugeriría hacer.

1. Mónica Quijada, “Sobre el origen y difusión del nombre América Latina”, Revista de Indias, Vol. LVHI, Nº 214, 1998. 2. Cecilia Pérez Llana, “La ofensiva del Pacífico”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Especial América Latina, mayo-junio de 2014. 3. Roberto Russell y Juan Gabriel Tokatlian, “La política exterior del kirchnerismo”, en Carlos Gervasoni y Enrique Peruzzotti (eds), ¿Década ganada?, Debate, 2014.

* Director de Le Monde diplomatique.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

http://www.eldiplo.org/191-argentina-en-el-nuevo-mapa-mundial/las-tres-latinoamericas/ 

ISRAEL: ¡Por qué no debería existir!, Garry Leech Counter Punch


Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Sugiriendo que no debería existir del Estado de Israel no soy antisemita. Estoy, sin embargo, siendo antisionista. Hay una clara diferencia. Un antisemita es alguien que tiene prejuicios contra los judíos. Un antisionista, por el contrario, se opone a ese sector de la población judía que considera un derecho concedido por Dios establecer un estado judío en la Tierra Santa a expensas del pueblo palestino que ha vivido allí por dos mil años.
La creación de un Estado judío en medio del mundo árabe no solo representa la continuación del colonialismo europeo en Palestina, sino que también ha consistido en la limpieza étnica de los palestinos y el establecimiento de un sistema de segregación por parte de una nación canalla que viola repetidamente las leyes internacionales. Teniendo en cuenta esta realidad y el hecho de que Palestina es la tierra santa de tres religiones, la única solución justa para el proyecto sionista del Estado de Israel y sus aliados occidentales está en el establecimiento de un solo país: un estado democrático laico de Palestina en el que los judíos, árabes y cristianos tengan los mismos derechos.
El auge del movimiento sionista
El movimiento sionista surgió en Europa a finales del siglo XIX y alentó a los judíos europeos a escapar del antisemitismo mediante la emigración a Palestina, que estaba gobernada por los turcos otomanos en ese momento, con el objetivo de crear un Estado judío en la Tierra Santa. Esta migración aumentó la población judía en Palestina del 4 % en 1850 a 11 % en 1917, año en que la Declaración Balfour efectuada por el Gobierno británico declaró: "El Gobierno de Su Majestad favorece el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y utilizará sus mejores esfuerzos para facilitar la consecución de este objetivo".
Después de la derrota del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, los países de la región fueron gobernados por Gran Bretaña y Francia bajo mandatos de la Sociedad de las Naciones (antecesora de las Naciones Unidas). Pero la Segunda Guerra Mundial provocó la caída de los imperios europeos mientras las colonias en todo el mundo se independizaron. En consecuencia el Líbano (1943) y Siria (1946) obtuvieron la independencia de Francia mientras Jordania (1946) se liberaba del dominio británico. La excepción fue Palestina, que había sido gobernada por Gran Bretaña desde 1922.  
Según todos los derechos, Palestina, al igual que sus vecinos, debería haberse convertido en una nación independiente después de la Segunda Guerra Mundial, pero el proyecto sionista apoyado por Occidente impidió la emancipación. De conformidad con la Declaración de Balfour, Gran Bretaña y Estados Unidos trataron de garantizar la creación de un Estado judío en Palestina. Bajo el dominio británico, la población judía en Palestina había aumentado del 11 % en 1922 al 32 % en 1948 y muchos de ellos llegaron desde el final de la guerra.
En 1947, las flamantes Naciones Unidas adoptaron el Plan de Partición de Palestina sin ninguna consulta con el pueblo palestino. El plan requería que el 56 % de Palestina se convirtiera en el Estado judío de Israel y en el 43 % del territorio un Estado palestino. A pesar de una gran mayoría árabe en Palestina, la parte del territorio de Israel era más grande con el fin de acomodar el aumento de la migración anticipada de judíos europeos. El restante 1 % de Palestina, que consiste en la Ciudad Santa de Jerusalén, iba a ser un territorio internacional administrado por las Naciones Unidas.
Los grupos judíos apoyaron el plan de partición, pero los palestinos y los estados árabes vecinos se opusieron por considerar que violaba los principios de la autodeterminación nacional de la Carta de las Naciones Unidas por los cuales los palestinos deberían tener el derecho de decidir su propio destino. El plan no se implementó. Sin embargo la población judía en Palestina anunció unilateralmente la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948.
El nuevo colonialismo europeo
Según el historiador israelí Ilan Pappe, a finales de 1949 Israel había destruido más de 400 pueblos palestinos, había masacrado a miles de civiles y había desplazado por la fuerza a ​​casi un millón de palestinos que acabaron en campos de refugiados en los países árabes vecinos. En otras palabras, habiendo sufrido el pueblo judío los horrores del Holocausto, los sionistas estaban ahora llevando a cabo, de acuerdo con Pappe, la limpieza étnica del pueblo palestino.
Este proceso de limpieza étnica permitió a Israel ampliar y ocupar el 77 % del territorio palestino, todo menos Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza. En los siguientes tres años 700.000 judíos emigraron a Israel, en su mayoría de Europa. Esta colonización judía de Palestina representó una continuación del colonialismo europeo de manera que el ejercicio del poder sobre el pueblo palestino pasó del Gobierno británico a los judíos europeos en la forma del nuevo Estado de Israel.
Tras la guerra de 1967 contra varios estados árabes (Siria, Jordania y Egipto), Israel ocupó militarmente el 23 % restante de Palestina (Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza). El Consejo de Seguridad de la ONU respondió aprobando la resolución 242 que exigía la "retirada de las fuerzas armadas israelíes de los territorios ocupados en el reciente conflicto". Estados Unidos ha utilizado su poder de veto en el Consejo de Seguridad en 41 ocasiones para asegurarse de que las numerosas resoluciones de la ONU condenando la ocupación ilegal de Israel nunca se aplicaran.
No fue sino hasta después de que los palestinos se vieron obligados a existir bajo la ocupación militar ilegal de Israel tras la guerra de 1967, que la Organización de Liberación de Palestina (OLP) decidió hacer de la lucha armada la pieza central de su campaña para lograr un estado palestino. Y no fue sino hasta después de 20 años de soportar una ocupación militar opresiva y la falta de voluntad de la comunidad internacional para hacer cumplir las resoluciones de la ONU, que los sectores de la sociedad palestina se volvieron cada vez más radicales y se formó el grupo islámico Hamás. Este comenzó a utilizar los atentados suicidas como táctica a principios de 1990, ya que no podía luchar contra un Estado israelí militarmente muy superior, respaldado por EE.UU. en una guerra convencional. A partir de 2001, también comenzó a lanzar cohetes primitivos sobre Israel desde sus bastiones de Gaza.
A pesar de que Israel retiró sus fuerzas armadas de Gaza en 2005, se implementó un bloqueo militar en el pequeño territorio al año siguiente a través del cual se controlan estrictamente todos los accesos de personas, alimentos, medicinas y otros materiales. Algunos analistas afirman que el bloqueo permanente de Israel sobre 1,8 millones de habitantes de Gaza ha creado la prisión más grande del mundo.
Mientras tanto Israel no sólo ha continuado su ocupación ilegal de Cisjordania y Jerusalén Este, sino que ha violado el derecho internacional aún más al desplazar por la fuerza a las comunidades palestinas y alentar a los judíos a entrar en los territorios ocupados. En la actualidad se estima que casi medio millón de judíos vive en asentamientos ilegales en Cisjordania y Jerusalén Este a pesar de las resoluciones de la ONU que exigen que esos asentamientos se desmantelen.
Israel también ha construido un muro gigante conocido como el muro de separación en Cisjordania con el fin de separar los asentamientos ilegales de las comunidades palestinas y restringir la circulación de los palestinos. Mientras tanto, además de establecer los asentamientos ilegales, Israel también ha construido en Cisjordania zonas industriales en la que los trabajadores palestinos se ven obligados a soportar los bajos salarios y las malas condiciones de trabajo.
La discrepancia flagrante de los derechos otorgados a los colonos judíos en comparación con los palestinos que viven en los territorios ocupados constituye un sistema de apartheid. De hecho como ha señalado John Dugard, abogado de derechos humanos de Sudáfrica y ex Relator Especial de la ONU, "No tengo ninguna duda en decir que los crímenes de Israel son infinitamente peores que los cometidas por el régimen del apartheid de Sudáfrica".
En 1947, el año anterior a que Israel se declarara Estado soberano, los palestinos vivían en el 94 % de Palestina. Hoy habitan solo el 15 %, mientras unos cinco millones viven en campos de refugiados en Cisjordania y países vecinos. La densidad de población en los campamentos de refugiados palestinos se encuentran entre las más altas de cualquier lugar de la tierra. Por ejemplo, más de 10.000 refugiados viven en un kilómetro cuadrado en el campo de Al-Amari, en Cisjordania, lo que equivale a cinco veces la densidad de población de la ciudad de Nueva York. Como manifestó uno de los refugiados de tercera generación en el campo de Al-Amari: "Tenemos el sueño de regresar a nuestras tierras. Cuánto tiempo va a tomar y en qué generación será, no sabemos".
El desproporcionado número de palestinos muertos en el conflicto de larga duración es una realidad oculta para muchos en Occidente. En los últimos 15 años, según la organización israelí de derechos humanos B'Tselem, 8.701 palestinos han sido asesinados por los israelíes frente a 1.138 israelíes eliminados por los palestinos. La disparidad del número de niños palestinos muertos es aún mayor con un total de 1.772 muertos durante ese período frente a 93 niños israelíes.
Teniendo en cuenta esta historia, la afirmación repetidamente hecha por los Estados Unidos y otras naciones occidentales de que las acciones militares de Israel no son más que actos de autodefensa contradice la realidad sobre el terreno. Sin duda, la violencia llevada a cabo por personas obligadas a vivir bajo una ocupación militar ilegal violenta y el bloqueo es lo que debe considerarse un acto de defensa propia. Después de todo, la resistencia francesa a la ocupación nazi de Francia durante la Segunda Guerra Mundial se considera una lucha heroica por la liberación nacional. En marcado contraste, a los resistentes palestinos se les etiqueta de "terroristas"'.
A pesar de los mejores esfuerzos de los Estados Unidos y otros gobiernos occidentales, así como de los medios de comunicación para establecer a Israel como la víctima en este conflicto, las cifras evidencian quién está cometiendo la mayor parte de los asesinatos y causando la mayor parte de los muertos. El hecho de que a las personas obligadas a vivir bajo una ocupación militar extranjera ilegal sean acusadas de agresoras constituye un impresionante ejemplo del doble lenguaje orwelliano.
Colaboración con los colonizadores
Esta expansión violenta del control israelí sobre toda Palestina cumple el sueño sionista europeo iniciado en el siglo XIX. Lamentablemente, en el último par de décadas algunos líderes palestinos han sido cómplices del proyecto sionista. El proceso de paz de Oslo, durante la década de 1990 vio a la OLP reconocer al Estado de Israel y, a cambio, Israel permite a los palestinos un limitado autogobierno en algunas partes de la Ribera Occidental y Gaza. Sin embargo, el llamado proceso de paz pospuso abordar la cuestión crucial del "derecho de retorno" para los refugiados palestinos.
Las primeras elecciones parlamentarias palestinas en virtud de los Acuerdos de Oslo se celebraron en 1996 y las ganó Fatah, el partido político de la OLP, que luego lideró el nuevo Gobierno de la Autoridad Palestina. La Autoridad Palestina comenzó a recibir ayuda significativa de los gobiernos occidentales. A cambio la Autoridad Palestina ha controlado a la población palestina a favor de Israel en las áreas de los territorios ocupados que gobierna. En otras palabras, de la misma manera que los administradores y la policía india gubernamentales supervisaron el día a día de la India colonial en nombre de los colonizadores británicos, la Autoridad Palestina ha servido a los colonizadores israelíes de los territorios ocupados a cambio de la ayuda occidental y una reducida presencia militar israelí.
La entrada de ayuda extranjera, especialmente la financiación de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), está destinado a lograr la "paz económica" al permitir que algunos sectores de la población palestina alcancen cierto bienestar material sin desafiar la ocupación israelí ni la continua la expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este, que violan tanto los Acuerdos de Oslo como el derecho internacional. En referencia a la larga duración y el estancamiento de las conversaciones de paz , el ex Relator Especial de la ONU Dugard declaró recientemente: "Creo que la estrategia de Israel, y también de Estados Unidos, es simplemente permitir conversaciones por siempre, mientras Israel se anexiona más tierra y se hace cargo de los territorios palestinos".
Mientras tanto, el modelo económico emergente en Cisjordania no es sostenible, ya que es casi totalmente dependiente de la ayuda extranjera y las ONG internacionales. Además, los beneficios del modelo económico se restringen en gran parte a Ramallah, la sede del gobierno de la Autoridad Palestina, creando lo que se conoce en la Ribera Occidental como la "burbuja Ramallah". Como explica el doctor Hanan Chehata, profesor de derecho y excorresponsal del Monitor del Medio Oriente:
...mientras los que están en Ramallah actualmente pueden viajar por esa pequeña ciudad relativamente sin impedimentos, los palestinos en el resto de la región están sometidos a la humillación diaria en los bloqueos de las carreteras israelíes y puestos militares de control. También tienen que soportar detenciones indiscriminadas e interrogatorios injustificados que los somete con frecuencia a la tortura y a veces hasta la muerte. Mientras los residentes de Ramallah pueden ir a trabajar en el día razonablemente con la certeza de que van a volver a casa por la noche para una comida caliente y a sus bien descansados miembros de la familia, otros palestinos abandonan sus hogares sin saber si sus casas aún estarán de pie cuando regresan o si habrán sido demolidas por las excavadoras de los israelíes con el fin de hacer espacio para nuevos asentamientos israelíes.
En otras palabras, si la Autoridad Palestina y sus partidarios cooperan con los colonizadores israelíes, reciben recompensas económicas y se libran de la brutalidad excesiva ejercida por el ejército israelí. Pero los que insisten en resistirse activamente a los colonizadores soportarán todo el peso de la agresión israelí. No en vano a los ojos de muchos palestinos la Autoridad Palestina se ha vendido a los colonizadores por connivencia con Israel y Estados Unidos para lograr la "paz económica" a expensas de la liberación nacional.
El creciente descontento con la Autoridad Palestina se hizo evidente en las elecciones generales de 2006, cuando Fatah fue derrotado cómodamente por Hamás. Después de la elección, Fatah se negó a entregar el poder en Cisjordania y, con el apoyo de Israel y las naciones occidentales, no ha dejado de gobernar durante los últimos nueve años como un gobierno, mientras que en Gaza Hamás ha gobernado por ser un gobierno elegido.
Los únicos lugares en los que se ha autorizado la celebración de elecciones han sido las universidades y se consideran un barómetro que refleja los puntos de vista políticos de la población palestina en general. En las elecciones del consejo estudiantil de la Universidad de Birzeit en Ramallah del mes pasado, el Islamic Wafaa 'Bloc, afiliado a Hamás derrotó a la lista de estudiantes de Fatah y ganó la mayoría de los escaños. Nadine Suleiman, una estudiante de administración pública de cuarto año, explicó por qué votó a Hamás: "Detesto la corrupción de la AP [Autoridad Palestina], la coordinación de la seguridad con Israel que implica arrestar y matar palestinos que están en la lista de palestinos requeridos por Israel mientras los palestinos no obtienen nada a cambio. La AP solo está interesada en mantener su riqueza y privilegio".
Las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina financiadas por Estados Unidos respondieron rápidamente a los resultados de las elecciones de la Universidad de Birzeit arrestando a cuatro estudiantes que pertenecen al partido ganador para luego interrogarlos y golpearlos. En total 25 estudiantes de toda Cisjordania fueron arrestados y las elecciones programadas en la Universidad Nacional de An-Najah y la Universidad de Hebrón se pospusieron. Según Human Rights Watch, "Es muy preocupante que las fuerzas palestinas detengan a los estudiantes sin otra razón que su conexión con Hamás o sus opiniones".
Así, mientras en el frente internacional la Autoridad Palestina ha desafiado a Israel mediante la obtención de la membresía en la Corte Penal Internacional (CPI), en el terreno, en Cisjordania hace regularmente detenciones, interroga, encarcela y tortura a los palestinos que parecen simpatizantes de Hamás o que agresivamente desafían la ocupación israelí en su búsqueda de la liberación. Como resultado de su incapacidad para convocar nuevas elecciones, su corrupción en relación con el manejo de la ayuda exterior y su complicidad con la ocupación ilegal israelí, muchos palestinos ya no ven legítimo el Gobierno de la Autoridad Palestina.
Por el contrario muchos palestinos consideran a Hamás la resistencia activa contra Israel y es esta percepción y su relativa falta de corrupción lo que está en la raíz de su apoyo popular. Esta resistencia ha llevado también a Israel a lanzar tres asaltos militares a gran escala contra Gaza en los últimos siete años (2008, 2012 y 2014). De acuerdo con las Naciones Unidas, siete semanas de invasión militar israelí en Gaza el año pasado dio como resultado la muerte de 2.025 palestinos, entre ellos 1.483 civiles de los cuales 521 eran niños. Mientras tanto, 71 israelíes murieron, de los cuales 66 eran soldados. Además más de medio millón de palestinos fueron desplazados por la fuerza de sus hogares por el asalto.
La solución de un solo Estado
La Autoridad Palestina ha aceptado la solución de dos estados propuesta como parte del proceso de paz de Oslo. La idea básica es que la Ribera Occidental y Gaza constituirían un Estado palestino (sólo el 23 % de Palestina), quedando el resto para Israel. Pero el apoyo de la Autoridad Palestina para una solución de dos estados es contrario a los deseos de la mayoría de los palestinos. En una encuesta realizada el año pasado, el 60 % de los palestinos cree en una solución de un solo Estado, mientras solo el 27 % apoyó la opción de dos estados.
La solución de dos estados constantemente promocionada por los Estados Unidos y otras naciones occidentales, y con el respaldo de la Autoridad Palestina, está completamente fuera de la realidad en Cisjordania y Jerusalén Este. Según Tariq Dana, profesor de la Universidad de Birzeit en Ramallah, "una solución de dos estados no es posible. No es viable dada la realidad sobre el terreno".
La realidad a la que Dana se refiere es la constante expansión de los asentamientos judíos ilegales que son ahora el hogar de casi medio millón de judíos. Los asentamientos ahora cubren más del 40 % de Cisjordania, dominando las mejores tierras agrícolas y el acceso al suministro de agua principal de la región. Como Daniella Weiss, exalcaldesa sionista de un asentamiento judío en Cisjordania, admitió hace unos años: "Creo que los asentamientos impiden el establecimiento de un Estado palestino en la tierra de Israel. Este es el objetivo. Y esta es la realidad". Es evidente que cualquier solución de dos estados que cree un Estado palestino viable requeriría el desmantelamiento de estos asentamientos y la retirada de los colonos de lo que los sionistas consideran que es su Tierra Santa.
Lejos de desmantelar los asentamientos, las políticas de Israel los están afianzando aún más. Con la construcción del muro de separación, el Gobierno israelí está tratando de anexar los asentamientos al Estado de Israel, lo que dejaría a los palestinos con tres pequeños trozos inconexos de tierra árida y rocosa que carecen de acceso a los suministros esenciales de agua. Tal resultado no constituiría un Estado palestino viable.
Muchos palestinos apoyan el establecimiento de un solo Estado en el que los árabes y los judíos tuvieran los mismos derechos. El Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), el segundo miembro de la OLP después de Fatah y grupo terrorista a los ojos de los Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, ya que aboga por la lucha armada, se opone tanto a la Palestina gobernada por la Autoridad como a la solución de dos estados. Según el FPLP:
El movimiento de liberación palestino no es un movimiento racial con intenciones agresivas contra los judíos. No se dirige contra los judíos. El objetivo del movimiento de liberación palestino es establecer un Estado nacional democrático en Palestina en el que tanto árabescp,p judíos vivan como ciudadanos con igualdad de derechos y obligaciones y constituyan una parte integral de la presencia nacional progresista democrática árabe que vive en paz con todo fuerzas del progreso en el mundo.
Hamás también ve la solución de un Estado como la única respuesta, aunque sea un Estado islámico en el que los derechos de los judíos estén protegidos. Pero la creación de una Palestina islámica simplemente sustituiría un estado religioso (Israel) por otro. Habida cuenta de que Palestina es la Tierra Santa de las tres religiones (islam, judaísmo y cristianismo) y el hecho de que una parte significativa de la población palestina apoya un Estado laico, la solución a este conflicto aparentemente insoluble podría ser la sustitución de un Estado sionista por una nación democrática laica en la que todos los ciudadanos, judíos, cristianos y musulmanes, tengan los mismos derechos y responsabilidades.
Conclusión 
El establecimiento de un Estado sionista en medio del mundo árabe para los inmigrantes judíos de Europa sólo fue posible gracias al apoyo de las potencias imperialistas occidentales, entre ellas Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá. Y la propia existencia y la continua expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este constituye la continuación del colonialismo europeo en el siglo XXI a expensas del pueblo palestino que ha vivido allí dos mil años.
Ante esta realidad el Estado judío de Israel debe considerarse ilegítimo y otra de las consecuencias catastróficas del imperialismo occidental. La única solución justa a este conflicto arraigado es permitir, finalmente, a los palestinos establecer el estado independiente que deberían haber alcanzado tras la Segunda Guerra Mundial y permitir el retorno de todos los refugiados. En otras palabras, un solo Estado palestino, laico en el que judíos, cristianos y musulmanes compartan todos los mismos derechos. Tal solución de un Estado no es antisemita, es sensata.
Garry Leech es un periodista independiente y autor de numerosos libros, entre ellos Capitalism: A Structural Genocide   (Zed Books, 2012); Beyond Bogota: Diary of a Drug War Journalist in Colombia   (Beacon Press, 2009); y Crude Interventions: The United States Oil and the New World Disorder (Zed Books, 2006). ). También es profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Cape Breton en Canadá.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2015/05/19/why-israel-should-not-exist/