| Atrapados por el odio. Por Teresa Melopor La pupila insomne | 
Hace años, en un evento en el extranjero, 
una participante dijo que los artistas cubanos éramos muertos de hambre.
 Respondí que como al saber que estaba muerta pedía disculpas porque les
 hablara un cadáver. Aquella ni siquiera conocía
 Cuba. Suerte que luego fuimos adonde un joven trovador me dedicó su 
concierto con canciones de Silvio. No lo olvido, café Melancolía. No hay
 posibilidad de diálogo con los atrapados en el odio fanático.
Poetisa cubana Teresa Melo
Leo, ante publicaciones
 respetuosas, comentarios con las peores ofensas, malas palabras, 
imágenes degradantes. No puedo explicármelo cuando son cubanos: aplaudir
 actos contra Cuba de quienes los
 ven como ciudadanos de quinta categoría. Parece que debo decirlo más 
claro: NO admito en mis espacios a quienes se alegran de ver quemar la 
bandera cubana; a quien ignore la entrega de nuestros médicos, como los 
he visto en sitios adonde nadie más acude; a
 quien me llama “oficialista” pero muestra su “arte” politizando con la 
bandera americana (si no crearan estos escándalos ¿irían a verlos en una
 galería?); a quien aplaude las supuestas damas (diccionario, por favor)
 que vi personalmente arrastrar nuestra bandera
 y subir tranquilas al transporte: hicieron su foto, cobraron; a quienes
 expresan odio por color de piel, elección sexual o ideas; a quien da su
 like a un paisaje y queda indiferente ante un bombardeo, violación, 
muerte de niños o el mismo paisaje incendiado;
 a quien no condena actos y palabras de curas pederastas porque fue un 
ser humano y no dios. Incluyo a los que por aquí se solapan tras falso 
patriotismo para enmascarar un alma capitalista; a quien niega la 
relevancia de nuestras instituciones pero vive de
 ellas; al que destruye lo que con esfuerzo se construye y al que mira 
indolente.
Y más… A quien 
bloqueo aquí, ya lo he bloqueado en mi vida. Si creen que me quedaré sin
 amigos: tengo orgullo del excelente grupo que me acompaña en las redes,
 en el trabajo cultural y en la vida, donde
 están todos los credos, ideas, colores, profesiones, fe de vida, 
elecciones y valentías: diversos y respetuosos por lo que nos une. Esta 
frase de Paul Valéry ha tenido muchas lecturas: “El león está hecho de 
cordero digerido”. Hoy le doy esta: ni esos que
 reseño son leones ni yo soy cordero, así que a mí no me pueden comer.
 
 
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