El Foro de Sao Paulo en Venezuela (I)
Venezuela,
 primera trinchera mundial hoy en la lucha contra el imperialismo 
estadounidense, las oligarquías y el neoliberalismo fue sede de la XXV 
edición del Foro de Sao Paulo (FSP) entre el 25 y el 28 de julio. ¿Qué 
mejor escenario que la heroica patria de Bolívar y Chávez podían tener 
los debates de la organización, fundada por Lula da Silva y Fidel 
Castro, que agrupa a los partidos de izquierda y movimientos populares 
de nuestra región? Venezuela no solo es el país al que las fuerzas 
democráticas y progresistas latinocaribeñas y del mundo entero, están en
 el deber y la necesidad impostergable de ofrecer la mayor solidaridad 
posible en su épica lucha contra la agresión imperialista y por el 
socialismo. Pues del desenlace que ella tenga dependerá en gran medida 
que la elite estadounidense pueda, o no, salirse con la suya en la 
reedición de la Doctrina Monroe, dirigida a controlar férreamente los 
gobiernos y recursos naturales de América Latina y el Caribe, a la vez 
que continúa su insaciable ejecutoria de dominación de naciones y 
destrucción, no solo de Estados nacionales e identidades, sino de los 
cada vez más escasos medios de reproducción de la vida en la Tierra. Venezuela,
 y tal vez ese sea su mayor mérito, ha devenido también un 
extraordinario, fecundo y creativo  laboratorio de revolución y 
transformación social, donde, hasta los militantes más experimentados de
 otras tierras, pueden encontrar experiencias únicas de las que aprender
 por su esencia profundamente democrática, solidaria, comunal, de poder 
auténticamente popular,  de revolucionarias experiencias educativas y 
culturales, de justicia social, de colorida y generosa diversidad, de 
rumbo antipatriarcal, de salud de masas,   de defensa miliciana de sus 
conquistas.   Si no hubiera conseguido estos formidables logros y la 
ejemplar unión cívico militar sería inexplicable que la Revolución 
Bolivariana hubiese derrotado hasta hoy cada uno de los embistes de la 
más cruel, sistemática y prolongada guerra híbrida que se haya 
desencadenado contra un pueblo. Una guerra que tiende a matar por hambre
 y enfermedades al pueblo venezolano, a destruir su Estado nacional, 
desmembrar su sociedad y, a la vez inocularle, con millonarios recursos 
de guerra sicológica, el virus de la desesperanza, la desolación, la 
banalidad, y el culto por el extinto american dream. La 
declaración final del FSP se propone la más estrecha unidad 
antiimperialista como táctica y estrategia de la victoria.  Y es que sin
 unidad de las fuerzas progresistas y de izquierda no sería posible el 
irrenunciable objetivo superior de derrotar la feroz ofensiva actual del
 imperialismo estadounidense y las oligarquías contra el movimiento 
emancipador desencadenado en 1999, a partir de la llegada de Hugo Chávez
 a la presidencia de Venezuela. Hemos sufrido derrotas, constató la XXV 
edición del FSP. Fueron derrocados mediante golpes de Estado los 
gobiernos progresistas en Honduras, Paraguay y Brasil. En Argentina, una
 desenfrenada campaña de terror mediático y errores de conducción 
propios desembocaron en la derrota electoral por estrecho margen del 
Frente para la Victoria. En Ecuador, la vil traición del candidato 
electo a la presidencia por Alianza País, está llevando al 
desmantelamiento de las conquistas del correísmo y a uncir al país al 
carro de guerra imperialista corporizado en el Grupo de Lima y la 
Alianza del Pacífico. En El Salvador experimentamos otra sensible 
derrota electoral. Pero Venezuela, Cuba y Nicaragua resisten la más 
brutal embestida de Washington y además buscan soluciones frente a las 
odiosas, ilegales y dañinas sanciones. El modelo neoliberal hace agua y 
ya su magro arsenal de recetas se agotó. Piñera, Macri, Duque, Bolsonaro
 son detestados por sus pueblos y enfrentan situaciones insuperables. 
Pero a pesar de eso no es fácil derrotar a los neoliberales en las tres 
elecciones que vienen en octubre próximo.  En el caso de Argentina, 
Macri recurrirá a la “ingeniería electoral”, al control mediático y el 
acoso judicial contra el dúo Fernández-Fernández; lo mismo harán sus 
adversarios contra la indispensable reelección de Evo en Bolivia. 
También en Uruguay, el Frente Amplio tiene una cita en las urnas y la 
derecha recurrirá a cualquier truco para derrotar a su fórmula 
presidencial.  
Las 
organizaciones que forman el FSP han gobernado gran parte de América 
Latina desde su fundación en 1990 y en varios casos han conseguido 
logros económicos políticos y sociales inéditos.  Surgieron en medio de 
la desmoralización y las confusiones creadas a raíz de la caída del muro
 de Berlín, la desintegración de la Unión Soviética, el derrumbe del 
experimento socialista europeo y la euforia neoliberal. Su travesía 
arroja un balance muy positivo. Ahora, con el modelo neoliberal en 
crisis terminal y la experiencia adquirida de las derrotas y de los 
errores, podemos esperar que el FSP saque el mayor provecho del estado 
de rebelión que viven los pueblos de Nuestra América.
Twitter:@aguerraguerra
 
