Una Europa a la deriva, ¡un terremoto en Francia!
 
 
 
Democracia Socialista
 
La victoria del Front National (FN) 
constituye una sacudida histórica para Europa y un terremoto para 
Francia. El resultado de las elecciones europeas confirma la grave 
crisis política que atraviesa Europa. Estamos frente a una onda de 
choque cuya amplitud aún es difícil de valorar. Si bien hay que evitar 
realizar una lectura “francesa” de los resultados electorales europeos 
(según la situación política de cada país, las relaciones de fuerzas 
varian de un país a otro), estas son las grandes tendencias se desgajan 
sobre el telón de fondo de la crisis y de la degradación de las relación
 de fuerzas para el movimiento obrero: abstención masiva, crecimiento de
 la extrema derecha, retroceso de la derecha tradicional, debilitamiento
 considerable de la social-democracia y estabilidad de la izquierda 
radical con el ascenso de Syriza en Grecia y Podemos en el Estado 
español.
1. Una abstención masiva
Se trata de una tendencia fuerte en 
todas las consultas electorales, en particular en las elecciones 
europeas, y aún cuando no progrese, el partido de la abstención es el 
primer partido en Europa (cerca del 57% de abstención). Estas elecciones
 confirman el rechazo masivo de la Unión Europea por parte de las clases
 populares. Desde su inicio, la construcción europea ha estado reservada
 a las clases dominantes, a los gobiernos y a las élites tecnocráticas; 
los pueblos nunca han sido tomados en cuenta. Actualmente la conjunción 
de este modelo de construcción y las políticas de austeridad que 
estrangulan a los pueblos conduce a un rechazo masivo, poniendo al 
descubierto la enorme crisis de representación política que afecta a 
casi todos los países de Europa y abriendo un fase de crisis política 
aguda, no sólo en las instituciones europeas sino también en las 
relaciones intra-europeas.
La abstención ha sido particularmente 
fuerte en los barrios populares. Es normal, ¿cómo sumarse a es “bella 
idea de Europa” cuando para millones de personas la Unión Europea que 
promueven los gobiernos significa más austeridad, más paro y más 
pobreza?
En muchos casos es esta abstención la que ha favorecido los resultados de los partidos populistas o neofascistas.
2. Crecimiento de la extrema derecha, de los partidos populistas y de los neofascistas
La expresión más significativa de este 
crecimiento es el primer puesto alcanzado por el Front National en 
Francia. Supone una sacudida sin precedentes. En la historia europea se 
ha hablado a menudo de la “excepción francesa” para evocar las luchas y 
las revoluciones populares. En esta ocasión existe una excepción, pero 
esta vez va contra los movimientos populares.
El FN toma arraigo en la sociedad 
francesa. Según los sondeos, ha cosechado el voto del 43% de los 
obreros, del 38% de los empleados y del 37% de los parados. Las listas 
del PS, por su parte, el 8% de los obreros, el 16% de los empleados y el
 14% de los parados. ¡Un joven sobre tres ha votado al FN! Es verdad que
 el auge de la extrema derecha o de los “partidos eurófobos” afecta a 
todo el continente, pero es Francia donde provoca la crisis política más
 aguda. En primer lugar, porque Francia es, junto con Alemania, una de 
las dos potencias claves de la Unión Europea. En segundo lugar, porque 
el ascenso del FN viene acompañado en Francia de la caída del resto de 
las formaciones políticas. La derecha tradicional se hunde bajo los 
escándalos de corrupción y una crisis de dirección abierta. ¿quién puede
 decir donde terminara la UMP -derecha tradicional- en los meses que 
vienen? En cuanto a la izquierda, globalmente está en sus peores 
resultados: apenas alcanza el 34% de los sufragios. De golpe, se pasa de
 una situación bipolar, derecha/izquierda, a una situación tripolar o 
tripartita: derecha/ PS/ FN.
Ahora bien, la progresión de las 
formaciones de extrema derecha o populistas no se limita a Francia: el 
Partido del Pueblo en Dinamarca logra el 27% de los sufragios, el UKIP 
de Gran Bretaña se sitúa a la cabeza con el 37%, el FPO austriaco supera
 el 20%, y eso sin contar los partidos “anti-Europa” -en Alemania, 
Polonia o Suecia- que salen reforzados. Por último, hay que indicar que 
las organizaciones abiertamente fascistas como Amanecer Dorado en Grecia
 con el 10% de los votos o el partido Jobbik húngaro que supera a la 
socialdemocracia con cerca del 15%, también van a pesar en la situación 
política de sus países.
Aún cuando se puedan dar otras 
situaciones, como el retroceso del partido islamófobo de Wilders en 
Holanda que tiene que ver con la recuperación económica del país, se 
tratade una tendencia de fondo
En el Estado español y en Portugal, las 
formaciones neo-fascistas apenas existen, lo que se puede explicar por 
el profundo rechazo popular a las dictaduras policiales tras decenios de
 franquismo y salazarismo. Señalemos, en todo caso, la presencia de una 
derecha extrema en el Partido Popular de Rajoy que, con la presión de la
 jerarquía católica, explica los proyectos de ley para poner en cuestión
 el derecho al aborto.
Este progreso general es fruto del 
ascenso de los nacionalismos en una situación de crisis económica y de 
debilitamiento histórico del movimiento obrero. La identidad social 
retrocede frente a la identidad nacional, los conflictos de clases dejan
 lugar a la “etnizacion” de las relaciones sociales, el racismo gana a 
sectores de masas de las clases populares. “Es más fácil emprenderla con
 un inmigrante que con un banquero”… No es la primera vez en la historia
 de Europa que estamos confrontados al ascenso de la extrema derecha. En
 los años treinta, tanto por los imperativos de una crisis, que exigía 
la superexplotación del trabajo para garantizar las ganancias de los 
grandes grupos capitalistas, como por la necesidad de contener el 
ascenso revolucionario vinculado a la fuerza propulsiva de la revolución
 rusa, condujeron a las clases dominantes a optar por el fascismo.
Otra referencia que marca las tensiones 
sobre el continente es la crisis ucraniana. Y las posibles dislocaciones
 nacionales en Europa central pueden incluso traer a la memoria las 
confrontaciones nacionalistas de antes de la guerra del 14-18. Por 
supuesto, las situaciones no son comparables y cuando se hace referencia
 a los años 1930, hay que hacerlo desde el punto de vista de los “años 
30 al ralentí”. Ahora bien, es preciso añadir que la configuración del 
mundo, de las clases y de la relación de fuerzas no son las mismas. A 
diferencia de ese períodos histórico marcado por las opciones 
nacionalistas de las burguesías europeas, actualmente las clases 
dominantes optan claramente por la integración en la globalización 
capitalista y no existen amenazas revolucionarias que les obliguen a 
optar por soluciones fascistas para la destrucción violenta del 
movimiento obrero y de las libertades democráticas.
Las especificidades de la situación 
actual condicionan una determinada configuración de la que dependen las 
fuerzas de extrema derecha. Existe toda una variedad de ellas. Algunas, 
como la Alianza Nacional de Italia, se han integrado completamente en el
 juego parlamentario y han roto con sus amarras fascistas. Otras son 
abiertamente profascistas e incluso neo-nazis, como Amanecer Dorado en 
Grecia y el partido Jobbik en Hungria. En Europa del Norte, estas 
formaciones adquieren un perfil populista y alimentan la histeria 
anti-inmigración e islamofoba. En Francia, el FN combina la “dirección” y
 la “matriz neo-fascista” con objetivos de integración en el juego 
político tradicional que a la larga pueden crear tensiones y 
diferenciaciones en su seno. Es cierto que desde el punto de vista de 
los temas que plantea como del de sus dirigentes el FN ha evolucionado: 
ya no se trata de la organización fascista de los años 80; ahora bien, 
esta evolución no ha llegado al punto de romper con los orígenes de la 
matriz neofascista, lo que hace que, de un lado, el FN se “desdiabolice”
 y, de otro, ampare corrientes abiertamente fascistas en su seno o en su
 periferia. Por último, el ascenso del -FN provoca un fenómeno doble: 
una presión sobre la derecha tradicional y espacios para grupos 
fascistas extraparlamentarios que agreden a los militantes de todas las 
fuerzas de izquierda.
También hay que sumar a esta categoría 
de “populistas” a las formaciones llamadas “eurófobas” como el UKIP de 
Gran Bretaña, el AfD alemán o el partido “Derecho y justicia” polaco. En
 toda esta galaxia nacionalista y populista existen sectores, segmentos 
fascistas que en determinadas circunstancias de agudización de los 
conflictos sociales y políticos pueden pasar a atacar a la población 
inmigrada y a las organizaciones democráticas. La situación de Grecia, 
con el desarrollo de Amanecer Dorado muestra bien el papel de estas 
bandas contra la izquierda y la población inmigrante.
Pasando a otro registro, el Movimiento 
de las 5 estrellas de Beppe Grillo que no procede de la extrema derecha,
 aunque que se reclama abiertamente del populismo, ha obtenido casi el 
24% de votos, lo que pone de manifiesto la continuidad de la crisis 
política e institucional en Italia. Se sitúa delante del partido de 
derechas Forza Italia, pero deja la primera plaza al Partido Demócrata 
italiano. El eclecticismo de sus posiciones -rechazo de las políticas de
 austeridad de la Unión Europea, pero también posicionándose contra la 
inmigración- así como su funcionamiento interno muestran que, si bien 
contribuye a la crisis italiana, no puede constituir uno de los 
elementos de una alternativa política.
Conclusión política: mientras las clases
 dominantes necesitan partidos o coaliciones estables de partidos en el 
poder orientados a la integración en la economía mundial -es decir, 
partidos de la derecha tradicional parlamentaria o de la 
socialdemocrácia- se encuentran frente a una desestabilización política 
profunda marcada por el ascenso de los partidos nacionalistas, 
populistas o neo-fascistas. ¿Qué consecuencias tendrá, por ejemplo, el 
ascenso del UKIP Gran Bretaña si el referéndum sobre “la pertenencia a 
Europa” termina con la salida del Reino Unido de la UE? ¿Qué sería la UE
 sin el Reino Unido? ¿No estaríamos asistiendo al principio de su 
desintegración?
Los intereses “bien entendidos” de la 
burguesía no empujan hacia el fascismo, pero las múltiples crisis a las 
que está confrontada le lleva a orientarse cada vez más hacia soluciones
 autoritarias. Las clases dominantes tienen otras soluciones diferentes 
al fascismo para meter en vara a los asalariados y asalariadas, a la 
juventud y a las clases populares. Las instituciones europeas son 
antidemocrática y las de la democracia parlamentaria a nivel nacional 
están vacías de contenido; las diversas intervenciones de la Troika en 
el Sur de Europa han mostrado como se pisotean los parlamentos 
nacionales. Estas soluciones autoritarias pueden darse con coaliciones 
de la derecha con la extrema derecha.
Esta larga fase de descomposición 
económica, social y política de las sociedades europeas, la crisis 
histórica de representación y de dirección política, el preocupante 
debilitamiento del movimiento obrero, la propia crisis de Europa, pueden
 conducir ahora a situaciones imprevisibles, a cambios bruscos, que 
propulsen la extrema derecha a las puertas del poder.
3. La derecha tradicional
La derecha tradicional retrocede, 
incluso aunque haya confirmado su mayoría en el Parlamento europeo 
obteniendo 213 contra 190 diputados del Partido socialista europeo. 
Aliándose con el centro y los liberales, controlará el próximo 
parlamento.
La Democracia cristiana alemana continúa
 conservando el liderazgo político de las derechas europeas e inspira 
las políticas de los gobiernos de unión nacional con la izquierda social
 en varios países.
En algunos países existen coaliciones 
entre la derecha, el centro y la izquierda liberal: Alemania, Holanda, 
Austria, Irlanda, Grecia, Italia, Bélgica y Finlandia. La derecha 
tradicional continúa siendo el eje de dominación de las clases 
dominantes bastantes países.
Pero más allá de esos resultados, la 
derecha parlamentaria tradicional sale debilitada. De entrada sobre la 
cuestión de Europa, con la división entre quienes desean una integración
 óptima en la UE y las llamadas fuerzas “euroescépicas”, en determinados
 países bajo la presión de la extrema derecha.
Los partidos demócrata cristianos, las 
derechas populares y diversos partidos de centro se sitúan a menudo a la
 cabeza, pero es necesario señalar que la crisis mina las bases sociales
 políticas y electorales de esos partidos que ya no son más que máquinas
 electorales. Confrontados a la presión de la extrema derecha y del 
nacionalismo, la derecha se radicaliza y se fragmenta: se radicaliza 
bajo la influencia de la extrema derecha, sobre todo en lo que se 
refiere a la inmigración, provocando divisiones internas, y se fragmenta
 entre sectores de la “derecha fuerte” y los que desean aliarse con el 
centro. Un centro a su vez atraído por la social-democracia. Terminar 
señalando que en Francia, ¡una vez más!, la dirección del UMP se 
encuentra en plena tormenta debido a escándalos de corrupción que pueden
 debilitarla de forma duradera, lo que beneficia una vez más al Frente 
Nacional.
4. La social-democracia ha retrocedido 
No será mayoritaria en el Parlamento 
europeo. En Francia, donde el conjunto de la izquierda se encuentra a su
 nivel más bajo (alrededor del 34%), ha recibido un fuerte varapalo. En 
la historia de Francia es raro encontrar un presidente que haya tenido 
una base electoral tan mermada: menos del 15%. Sufre derrota tras 
derrota en todas las citas electorales y sólo se mantiene gracias al 
presidencialismo de las instituciones de la V República.
En un sentido más profundo, las 
elecciones muestran los cambios estructurales de la social-democracia en
 Europa. La crisis actual a acelerado su adhesión a las políticas 
neo-liberales y la campaña electoral de Martin Schultz, definida como 
“anti-austeridad”, no ha podido camuflar esta realidad. En una contexto 
dominado por el capital financiero, la socialdemocracia, siempre 
cuidadosa de respetar los equilibrios capitalistas, ha abandonado las 
fórmulas keynesianas clásicas. La convergencia de las políticas de los 
gobiernos de derecha e izquierda liberal es manifiesta a los ojos de 
millones de trabajadores.
En Francia, las instituciones 
bonapartistas de la V República impiden la constitución de un gobierno 
de unión nacional entre la derecha y la izquierda; si bien ésta se 
materializa a través del sucedáneo del acuerdo entre el gobierno y la 
patronal francesa sobre el “pacto de responsabilidad”.
De ese modo, cara a la crisis, lo 
esencial de las fuerzas de derecha y la social-democracia convergen a la
 hora de gestionar la crisis en el marco de la Unión Europea, respetando
 los intereses de los mercados financieros y de las multinacionales.
Más allá de esta secuencia electoral, 
son los fundamentos de la social-democracia los que están en cuestión. 
Si los PS guardan aún vínculos históricos y políticos con los 
social-demócratas de antaño, su transformación social liberal está a 
punto de llegar a término. Los PS mutan: se convierten en el equivalente
 del partido demócrata americano, instrumento de la alternancia 
burguesa. En ese proceso, lo que aún queda del “origen social-demócrata”
 está en vías de extinción.
En efecto, el principal pilar de la 
social-democracia europea, el SPD alemán mantiene sus posiciones pero 
mantiene una posición subordinada al CDU en la Gran Coalición. Esta 
situación no sólo es debido a formar parte de esta coalición, sino de la
 situación económica de Alemania y su liderazgo europeo. Allí donde los 
partidos socialistas se han hecho cargo de las políticas de austeridad, 
se hunden progresivamente, como es el caso del PASOK en Grecia.
En Francia, el PS, bajo la batuta de 
Hollande y Valls, conoce una verdadera derrota y acumula una dinámica de
 derrotas que puede provocar un crash en los meses que vienen o durante 
las próximas elecciones presidenciales en 2017.
En Italia, para sorpresa general, el 
Partido Demócrata de Renzi ha obtenido más del 40% de votos y frena el 
ascenso del Movimiento de las 5 estrellas de Beppe Grillo. Estos 
resultados ¿hay que ponerlos en la cuenta de la capacidad de iniciativa 
del Primer Ministro italiano y de determinadas medidas como la reducción
 de impuestos? Es muy pronto para decirlo, pero estas elecciones 
confirman que el Partido Demócrata que ya no tiene nada de comunista ni 
de socialista, en el sentido social-demócrata, sino que es un partido 
burgués… como el resto.
En el Estado español, el PSOE retrocede 
de forma neta: pasa de más de 6 millones de votos en 2009 a 3,5 millones
 en estas elecciones. En Portugal, tras años ejerciendo el poder y 
sufrir un retroceso neto, el encontrarse en la oposición ha dado al PS 
una salud electoral, aunque de proporciones limitadas.
La crisis de la socialdemocracia produce
 divisiones internas pero pocas fracturas o rupturas. En los últimos 
años, sólo corrientes en torno a Oskar Lafontaine en Alemania y 
Mélenchon en Francia han dado paso para crear sus propios partidos. En 
general, la presión es tal que siempre hay voces que, aquí y allí, se 
contra tal o cual medida de los gobiernos socialistas que asumen, sin 
complejos, las políticas de austeridad. Incluso puede haber cambios en 
los equipos de dirección, pero la cosa no va más allá. Todas las 
tendencias asumen, poco más o menos, la adaptación social liberal. A 
diferencia de otros períodos históricos, actualmente, la crisis de la 
socialdemocracia no ha cristalizado en corrientes de izquierda en el 
seno del PS. Por último, si bien se ha dado el hundimiento del PASOK, el
 resto de partidos socialdemócratas retroceden pero no se hunden. 
Incluso pueden recuperarse en la oposición ante el descrédito de la 
derecha. Será necesario hacer seguimiento de lo que ocurra en los meses 
que vienen en el PS de Francia, porque la continuidad en sus políticas 
de austeridad le pueden hacer caer.
5. Los ecologistas
Confirman la realidad de la ecología 
política en Europa. Obtienen una cincuentena de escaños y sus resultados
 rondan el 10% en una serie de países como Francia, Austria y Alemania. 
La dimensión sistémica de la crisis actual, la crisis ecológica y el 
riesgo nuclear nutren políticamente a las corrientes ecologistas. Se 
apoyan tanto en una red impresionante de asociaciones como en una 
integración cada vez mayor en el juego institucional que les lleva a la 
participación o al apoyo de coaliciones dominadas por la 
social-democracia. En determinados sectores de la juventud, de capas 
superiores del asalariado o de la pequeña burguesía, los partidos 
ecologistas continúan estando entre “los partidos más europeos”, lo que 
les puede dar una base social y electoral. Sin embargo es necesario 
anotar el carácter volátil de ese electorado: en Francia, los 
ecologistas han perdido más de 6 puntos en relación a 2009, tras la 
retirada de la escena electoral europea de Daniel Cohn-Bendit.
6. La Izquierda radical
Mantiene sus posiciones, consolidándose y progresando en Grecia, en el Estado español y en Bélgica.
Syriza ha obtenido más del 26% de votos.
 Confirma que es una alternativa al poder de la coalición de Nueva 
Democracia y el Pasok. Apoyándose en las movilizaciones y en las redes 
de solidaridad social en todo el país, aparece como la primera fuerza 
política. Más allá de determinadas declaraciones de sus dirigentes que 
buscan vías de acuerdo con la UE, se mantiene como la fuerza 
anti-austeridad radical del país. Ha exigido elecciones anticipadas. 
Syriza se encuentra ahora entre la espada y la pared: bien defiende una 
política anti-austeridad consecuente anulando la deuda y rechazando de 
todos los memorandums o bien cede a las presiones de la burguesía griega
 y de la Unión Europa. En esta batalla, la izquierda de Syriza que 
propone un gobierno de izquierda con el KKE y Antarsya juega un papel 
decisivo.
Los resultados electorales muestran que 
en los países del Sur de Europa en los que se han desarrollado luchas 
masivas contra la austeridad se da una traducción política con 
resultados significativos a la izquierda de los social-liberales.
En el Estado español, Podemos ha 
obtenido 7,9% de votos y cinco escaños. No se puede entender este 
resultado sin tomar en cuenta las jornadas de movilización nacional, las
 Mareas (blanca, verde…) y la emergencia de un movimiento como los 
Indignados. Es preciso añadir a ello la crisis política e institucional 
del modelo político de la transición post-franquista de 1978.
En el Estado español, el bipartidismo 
también sufre los avances de IU y Podemos. Entre estas dos formaciones 
políticas suman el 18% de los votos; un resultado que pone sobre la mesa
 la cuestión de las relaciones unitarias. La fuerza de Podemos tiene sus
 referencias a los procesos de lucha y autoorganización de estos últimos
 meses en el Estado español. Este movimiento puede jugar un papel 
fundamental en la reconstrucción de una perspectiva social y política 
unitaria que pese en el conjunto de la izquierda. Para las y los 
revolucionarios que forman parte del mismo constituye todo un desafío.
Añadamos a ellos los buenos resultados 
del PTB-Gauche d’ouverture en Bélgica que con el 5,48% de votos avanza 
significativamente en la Bélgica francófona. En estos países el rechazo a
 las políticas de austeridad ha cristalizado en fuerzas anticapitalistas
 o antiliberales.
En Francia, el Front de Gauche obtiene 
los mismos resultados que en 2009, pero muy por debajo de lo esperado. 
El mismo Mélenchon había previsto que su formación se situaría por 
delante del PS en estas elecciones. Die Linke obtiene el 7,5%. Hay que 
anotar que los partidos comunistas mantienen sus posiciones e incluso 
progresan, como en Portugal -el PCP ha obtenido el 12% de los sufragios 
mientras que el Bloco d’Esquerda se sitúa un poco por encima del 4%- 
pero retroceden en Grecia en beneficio de Syriza y no obtienen los 
resultados esperados en el Estado español donde Podemos se sitúa al 
mismo nivel que Izquierda Unida.
Mencionemos también el retroceso de la 
izquierda revolucionaria, sobre todo en Francia, donde el NPA -privado 
de la propaganda electoral por motivos económicos presentándose sólo en 5
 circunscripciones sobre 8- no alcanza el 1% y Lutte Ouvrière obtiene el
 1,4%. El NPA participa del retroceso general de todas las listas de 
izquierda y ve retroceder sus propias posiciones en relación a las 
últimas citas electorales tras haber jugado un papel importante en la 
manifestación unitaria contra la austeridad el 12 de abril y a pesar de 
una buena campaña. No logra obtener unos resultados que se correspondan a
 su papel en la lucha de clases.
7. ¿A dónde va Europa?
Es la cuestión que está al orden del 
día. Hemos entrado en una fase de crecimiento débil o de recesión de 
largo alcance. Si los gobiernos y la BCE se han dotado de instrumentos 
para evitar una nueva crisis bancaria, nadie puede poner la mano en el 
fuego descartando la crisis de alguno de los grandes bancos. ¿Hasta que 
punto el reembolso de la deuda puede seguir sangrando las economías de 
una serie de países del Sur y de países intermediarios como Italia o 
Francia?
En el plano político, la crisis de 
dirección es total. Europa continua siendo el continente más rico, pero 
pierde peso en el mundo. Las políticas de austeridad al igual las 
diferentes trayectorias de las economías europeas agravadas por la 
crisis, tienden a hacer estallar el marco europeo. Una vez más, tras los
 resultados de UKIP en Gran Bretaña, nadie puede prever las consecuencia
 de una salida de este país de la Unión Europa. Es cierto que el poder 
de los intereses económicos de las clases dominantes, el margen de 
maniobra que detentan los gobiernos así como las direcciones de los 
grandes bancos y las multinacionales, o la solidez de las instituciones 
de los Estados europeos, contienen la crisis, pero el tipo de 
construcción actual de la UE (sin verdadera democracia, sin políticas 
social, fiscal, presupuestaria, sin cohesión gubernamental salvo para 
las políticas de austeridad sin fin), vacía los proyectos europeos de 
todo contenido.
En gran parte, es el debilitamiento del 
movimiento obrero el que concede estos márgenes de maniobra a las clases
 dominantes europeas. Aquí también existe una contradicción entre la 
opción de la globalización capitalista de sectores claves de la 
burguesía europea y el ascenso del nacionalismo reaccionario que se 
encarna en los partidos neofascistas y populistas, pero que 
desgraciadamente irriga también a otras formaciones políticas de 
derechas e izquierdas. Las fórmulas y propuestas de un Sarkozy para 
salir de Schengen expresan esa salida nacionalista. Las propuestas de 
patriotismo económico o las salidas de unos y otros contra la “Europa 
alemana” traducen también la presión nacionalista.
Frente al ascenso del nacionalismo 
reaccionario, es necesario, una vez más en la historia, unir todas a las
 corrientes, asociaciones, partidos militantes que se oponen al peligro 
populista o neofascista. La cuestión de la unidad de acción, de la unión
 en las luchas así como en la construcción de una oposición políticas 
unitaria anti-austeridad, es central. También habrá que estar atentos 
para diferenciar la movilización unitaria de masas de una parte y el 
llegar a acuerdos políticos o programáticos que autolimiten la lucha 
anticapitalista, por otro.
En esta situación es necesario “ponerse a
 trabajar sin descanso”, oponer la urgencia social y democrática a las 
políticas de austeridad patronal y gubernamental, redoblar la lucha 
contra la derecha y la extrema derecha, no ceder en la independencia 
respecto al social-liberalismo -ninguna alianza gubernamental o 
parlamentaria con el PS- y mantener el rumbo de una política 
internacionalista, rompiendo con la Unión Europea actual, pero 
defendiendo una Europa cooperativa y solidaria de los pueblos y de los 
trabajadores y trabajadoras.
Fuente: http://www.democraciasocialista.org/?p=3180
 
 
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