Ya
se escucha el fuerte sonido de los tambores. No el de nuestros
aborígenes caribeños o del sur del continente, que en celebraciones y
protestas vibran al son de sus reclamos o consignas. Estos que ahora se
escuchan son los redoblados por el Imperio Norteamericano, que se
apresta a lanzar una ofensiva generalizada contra nuestros pueblos, al
sur del Rio Grande.
No, no están conformes con el estado de cosas al que se enfrentan. Pensaron que con un nuevo liberalismo encabezado por los Bolsonaro, Piñera, Abdo Benítez, Duque, Moreno, Hernández, Bukele, Giammattei y otras malas hierbas habían liquidado o al menos contenido la resistencia de nuestros pueblos. Pero no ha sido así. Las próximas elecciones en el Ecuador, incluso en el legendario Perú, pueden fortalecer un bloque de países progresistas integrado ya por México, Argentina, Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba y proporcionar un golpe demoledor al “ministerio de colonias” yanki, la OEA, restableciendo una Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, libre de tutelajes imperiales.
El Almirante pretende construir un frente de guerra, con Brasil y sus militares golpistas al frente y al menos neutralizar a los países del Sur. Sería una acción militar combinada por ambas fronteras venezolanas, que liquidara al estilo de los ejércitos hitlerianos, de un golpe, la resistencia de sus fuerzas armadas, sus milicias y al pueblo organizado, algo que, es impensable, porque cuando un pueblo asume su dignidad, defensa y soberanía es capaz, como los espartanos de la antigua Grecia de vencer y derrotar los invasores de Darío en las Termopilas. Y estamos seguros, de que nuestros hermanos de punta a punta del continente, los derrotarán enarbolando el sable de Bolívar y el verbo y la acción de Chávez, Kirchner, Evo, Correa, Lula, Dilma y todos los combatientes que nos antecedieron.
Los objetivos estratégicos del Imperio, continúan siendo los mismos, aun después de Trump, ahora con Biden. Ellos saben que están derrotados estratégicamente no solo militar, sino económicamente. Rusia, China e Irán le han plantado cara y aceptado el reto. La otrora poderosa Unión Europea, devenida en “perrito faldero” de Norteamérica, se encuentra como decía un chiste español de mis tiempos: “como el curro en la fiesta, que no se puede ir, ni tampoco quedarse”, amarrada por importantes intereses económicos a Rusia y el acceso a un mercado chino inagotable, innovador y barato. Sin embargo, acusa, ataca, calumnia y amenaza a nuestros pueblos: le sirven de comparsa al Imperio en su novedosa ofensiva latinoamericana.
Por su parte, los yankis han preparado lo que han denominado guerra de cuarta generación, que en dos palabras, asume todas las modalidades empleadas hasta entonces por los “señores de la guerra”. Entre ellas, la poderosa “guerra sicológica”, es decir, el ablandamiento de la conciencia de nuestros pueblos, con el objetivo de confundir, engañar, manipular, sus sentimientos, opiniones y conductas, en suma anular su conciencia social, su rebeldía, su historia de luchas, sus anhelos por un porvenir que no dependa de esas dramáticas caravanas de emigrantes obligados por el hambre y engañados por la propaganda, que marchan hacia el Norte, en busca de un futuro mejor.
El escenario político militar se prepara activamente. No es de extrañar que pronto aparezca en la frontera venezolano colombiana un Juan Guaidó con casco de guerra y empuñando un fusil, imagino que de palo, pues el otro lastimaría sus cuidadas manos.
Sin embargo, en Cuba, en su ejemplo, en sus hombres y mujeres, continúa la responsabilidad de proteger la llama de la Revolución continental. Por ello, el nuevo gobierno yanki encabezado por Biden no se apura en revisar su política hacia nuestro país, quizás esperando que ocurra el milagro de un desmerengamiento al estilo de la Europa del Este de los años 90. ¿Por qué? Ellos saben que pésele a quien le pese, Cuba continúa siendo el faro de luz que encendiera Fidel Castro aquella gloriosa mañana del 1ero de enero de 1959; solidaria, cuando da a otros lo que no tiene, la vencedora de Girón, de la Crisis de Octubre y mil batallas, la de las brigadas Henry Reeve, la de los programas de alfabetización “yo sí puedo”, la de las operaciones sanitarias Milagros y Barrio Adentro, la del combate al Ebola, la que venció junto a sus hermanos angolanos y Namibios al odioso apartheid en África del Sur, la del eterno Comandante en Jefe, aquel que en su testamento político, nos indicó, entre otras, dos ideas esenciales, como si su obra no fuera monumental, inigualable: cámbiese todo lo que deba ser cambiado, puntualizando, Revolución es sentido del momento histórico. Y es ese, el sentido de este momento, el que señala el camino, cambiando, renovando, atrayendo a las nuevas generaciones de cubanos a este combate desigual y a la vez victorioso.
A fuerza de luchas y combates, los cubanos tenemos alguna experiencia en estas lides, no en balde Estados Unidos nos ha bloqueado, agredido, aterrorizado, lanzado campañas terroristas y de toda índole por más de 60 años. No creo que existan precedentes en la historia de la Humanidad. Claro, ahora nos encontramos en una situación particular, en un proceso de tránsito generacional, acosados económica y políticamente, sufriendo al igual que la Humanidad una de las más terribles pandemias conocidas por siglos.
La guerra sicológica fue la primera receta empleada contra la Revolución cubana, aprovechando el analfabetismo aun existente, los prejuicios con el socialismo y las esperanzas vanas con las cuales sus medios machacaban a nuestra población con el “sueño americano”, la sociedad de consumo desarrollada como el “dorado” que debíamos alcanzar.
A penas unas semanas después del triunfo de la Revolución, Estados Unidos y su Agencia de Informaciones acusó a Cuba de “violar” los derechos humanos de los asesinos y torturadores detenidos. Sin embargo, aquellos criminales de guerra eran juzgados por sus asesinatos, en tribunales, en los cuales se les garantizaba el debido proceso y eran públicos y televisados.
El Imperio orquestó a todos los medios masivos de difusión existentes en el país, aún en manos de la oligarquía criolla, para hacer coro a sus consignas y no contento con esto, construyó en una isla del caribe hondureño una poderosa planta radial de 50 KW de potencia que transmitía las 24 horas del día, encadenando en horarios estelares, las radio emisoras de la Florida, transmitiendo mensajes aterradores al pueblo cubano, sobre los objetivos de la Revolución, sus líderes y el proyecto político, social y económico que se estaba poniendo en marcha. La falsa ley sobre la Patria Potestad, hizo creer a un sector de la población que el Estado le quitaría la atribución a los padres sobre sus hijos, provocando el éxodo a Estados Unidos, de más de 15,000 infantes, que muchos jamás se reencontraron.
El siglo XXI y la aparición de la Internet y las redes sociales van a cambiar dramáticamente estas operaciones de guerra sicológicas, o mejor sus conceptos y estrategias. Se podría decir, que se han masificado las acciones de guerra sicológica y cualquier persona con un teléfono con acceso a la red, puede participar en ella.
Estados Unidos y sus aliados, desde mucho antes, habían creado “laboratorios” para dirigir y orientar las acciones que en este sentido se proponían, por cierto, gracias en cierta medida, a su funesta y fracasada experiencia contra la Revolución cubana. La USAID, NED, Freedom House, Reporteros sin Fronteras, la fundación Albert Einstein, etc. los cuales son abastecidos económicamente por el Congreso de ese país, organizan programas que van dirigidos hacia sectores específicos de la sociedad. Ello no es aleatorio, sino resultado de un estudio “científico” que busca las debilidades, nuestros errores, los flancos descuidados, para entonces dirigir el golpe en esa dirección.
En nuestro caso, temas como el cansancio, el agotamiento social, “hasta cuándo hay que sacrificarse”, “cuándo la Revolución va a satisfacer todas las necesidades de la población”, “cuándo podemos tener apartamentos de lujo y autos de último modelo”, son conceptos con los cuales han estado martillando la conciencia de nuestras jóvenes generaciones, como si alcanzarlo fuera posible, como si alguna sociedad en el Mundo lo hubiera logrado, como si el trabajo, diario y esforzado no fuera la única fuente de satisfacción al menos de las necesidades inmediatas, y como si la sociedad cubana, ésta que tenemos, no tuviera uno de los estándares sociales más elevados en nuestro continente, como si la seguridad social, la salud, la educación en todos los niveles, el desarrollo de la cultura en sus múltiples esferas, la nutrición básica, la seguridad ciudadana, la vacunación temprana de los infantes, el desarrollo científico alcanzado, con la organización del enfrentamiento a la pandemia del covid, con la SOLIDARIDAD a otros pueblos que en más de 60 años hemos brindado, porque no hemos dado lo que nos sobra, sino que como indicó el Nazareno, compartimos lo que tenemos, lo poco que tenemos. Y creo que ello no tiene comparación alguna con ningún otro ejemplo pasado, de un pueblo que construye o intenta construir una sociedad más justa, humana y equitativa, rodeado, agredido, bloqueado. No, no recuerdo otro en la historia de la humanidad. Hoy estamos en proceso producir cinco vacunas contra el covid. Imaginar que este pequeño país, cercado y agredido pueda hacer algo tan importante como ello, que salvará millones de vidas, porque como siempre, Cuba solidaria, no piensa hacerse millonaria, -como sí aspiran los grandes consorcios farmacéuticos que hoy producen vacunas-, sino ayudar a sus hermanos, a nuestros pueblos, porque ese fue el legado de Martí y de Fidel, su trabajo, cuando dijo que este pueblo sería de hombres de ciencias y además forjó las condiciones para ello.
Los contrarrevolucionarios de los primeros años, tenían que abastecerse de armas y explosivos para actuar, correr riesgos, atacar, dar la cara de manera frontal, sin embargo eso ha cambiado en esta época. Ahora, se hacen periodistas "independientes" en Internet para sus reportajes y noticias calumniosas, otros más arriesgados se inscriben en programas de las organizaciones antes citadas y proponen ladinamente cuáles deben ser los focos de las agresiones contra su Patria, nuestros costados débiles, presentando un proyecto en el que se explica detalladamente cómo organizar la agresión, una "disidencia", acciones plásticas, protestas de jóvenes “artistas” descontentos etc., para que les paguen el presupuesto y entonces con ese dinero, actuar. El denominado Movimiento de San Isidro es un ejemplo en el cual un sujeto, que no tiene nociones de arte, se sienta en un inodoro, arropado con las banderas cubanas y norteamericanas y proclama el acto como un hecho cultural, de protesta antigubernamental.
Y entonces, comienza el maratón de noticias falsas: violación de derechos humanos, reportajes acusatorios de “periodistas independientes”, memes burlando a los dirigentes en las redes, canciones compuestas por artistas conocidos que en su exilio dorado y pagado, producen música y letras para darle “color” y voz a las “protestas” contra el “régimen cubano”
El escenario está listo. Antes, Trump, en sus últimos días, nos declaró un Estado terroristaas- y ahora aparece el Secretario de Estado norteamericano con un informe donde afirma que en Cuba se violan los derechos humanos y por tanto, se infiere, o infiero, que ninguna de las 242 medidas anticubanas tomadas por el anterior presidente contra este pequeño y agobiado país, serán modificadas, si no se hace concesiones, es decir, se pide perdón, se arrodilla e implora al nuevo emperador-presidente Joe Biden clemencia y se promete rendirse.
¿Y cuál es el antídoto a estas agresiones, a esta guerra sicológica, cultural, económica, social, multilateral y total que ejecuta el enemigo contra nuestro pueblo?
Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras, nos indicó José Martí, y después, durante esta larga guerra contra el Imperio, desde aquellas trincheras, entablar la Batalla de Ideas a la cual nos convocó Fidel. A la guerra de ideas nos enfrentamos con las ideas, con la verdad, con el desarrollo de la conciencia revolucionaria, comprendiendo el momento histórico, defendiendo la unidad nacional, -quebrarla es el objetivo enemigo-, porque sin esa unidad estamos perdidos, criticando todo lo que deba ser criticado, rectificando todo lo que deba serlo, armando esa conciencia con pensamiento novedoso e incorporando a las nuevas generaciones, que aportan sus ideas, que tienen su óptica, positiva por demás, -aunque distinta a la nuestra, ya un poco desgastada en los combates-, sin continuismo pero con continuidad, con renovación, utilizando todo el caudal de las organizaciones sociales, sindicales, fraternales, en fin todas, armándolas de los conceptos e ideas de nuestro socialismo, con las que Fidel, tan vigente hoy, nos indica el camino.
Hoy
más que nunca debemos combatir a la ofensiva, no dejar que el enemigo
nos rodee, dentro del cerco que el bloqueo impuso, porque dentro del
mismo nos aniquilan. Llevar el combate a su propio terreno, allí donde
precisamente no nos esperan. Usar el estilo guerrillero que nos legó el
Ché y Fidel. Recordar, que cada cual debe tener el derecho a defender la
Revolución cómo sabe, como puede, con las uñas si es preciso, sin
dogmas, desde sus propias ideas y trincheras.
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