sábado, 30 de enero de 2016

EEUU y U:E. (Estados de Europa) una banda de criminales que nos llevan al kaos y a la destrucción total del planeta y a toda la humanidad.

Estados fallidos y el fracaso de Estados Unidos
“Destruimos sus ciudades para salvarlos” y otros titulares futuros


Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

Uno de los atractivos del futuro es su poderoso componente de imprevisibilidad, su capacidad de sorprendernos de maneras encantadoras o de golpearnos inesperadamente en el trasero. La mayor parte de los futuros que imaginaba de niño, por ejemplo, no han llegado a la altura de mis expectativas, por lo que ni me desplazo en mi vehículo volador privado sobre los rascacielos de Nueva York ni voy de vacaciones a la Luna. Por otro lado, ¿quién podría haber imaginado Internet, por no hablar de los medios sociales y el ciberespacio (a menos que hubiera leído hace 30 años la novela de William Gibson “Neuromante”)? ¿Quién podría haber soñado que el aparato de inteligencia de una sola nación pudiera escuchar o interceptar y revisar no solo las conversaciones y los mensajes de sus propios ciudadanos –imagínense los regímenes totalitarios del siglo XX- sino los de cualquier habitante del planeta, desde los campesinos de Pakistán hasta los de al menos 35 presidentes de grandes y pequeños países de todo el mundo? Ese es, por supuesto, nuestro presente distópico, basado en avances tecnológicos que ni siquiera los escritores de ciencia-ficción imaginaron.¿Y quién iba a prever la irrupción de la Primavera Árabe, del movimiento Occupy Wall Street o, si vamos al caso, un califato del terror en el corazón de Oriente Medio o que un candidato presidencial como Donald Trump cosecharía éxito tras éxito, por no citar más ejemplos de otras noticias cubiertas por los medios libres de las que apenas nos enteramos? (Un pequeño consejo: no se haga adivino; es un infierno).
Podemos considerar que todo esto son las malas noticias sobre el futuro, pero también las buenas. En un mundo cada vez más desalentador que parece llevar marcado el fracaso en toda su extensión, las sorpresas que pueden acarrear los años venideros, los cambios de rumbo inesperados, los nuevos inventos, rebeliones e intervenciones permiten tener un resquicio de esperanza, al menos hasta que suceden. Por otra parte, hay un aspecto del futuro de ese mismo mundo desalentador que no puede ser más deprimente: la repetición de muchas cosas que podríamos pensar que nadie querría que se repitieran. Estoy hablando de toda la gama de titulares del mañana que podrían escribirse hoy y poseen una dolorosa razonable verisimilitud.
Estoy seguro de que usted podría escribir su propia versión de dichos titulares futuros en diversas áreas, pero estos son los que yo imagino en relación con las guerras, intervenciones y conflictos notoriamente imposibles de ganar en la zona de Oriente Medio y, cada vez más, en África.
De qué hablamos cuando hablamos de “victoria”
Empecemos con un acontecimiento ocurrido en Irak a finales de 2015 y que generó titulares que incluían la palabra “victoria”, un término que los estadounidenses pocas veces han visto utilizar en el siglo XXI, excepto, claro está, en boca de Donal Trump. (“Vamos a ganar tantas veces, victoria tras victoria, tras victoria, que vais a empezar a suplicarme: “por favor, presidente, perdamos alguna vez. No podemos soportarlo más”. Y yo voy a deciros: “De eso nada. Vamos a seguir ganando. No vamos a perder. Nunca, jamás, vamos a perder”). Me refiero a la “victoria” conseguida en Ramadi, una ciudad de la provincia de al-Anbar que los militantes del Estado Islámico (EI) arrebataron al ejército iraquí en mayo de 2015. Con el respaldo de la Fuerza Aérea Estadounidense (hubo más de 600 ataques aéreos de EE.UU. sobre Ramadi y sus alrededores en los meses anteriores a dicha victoria) y con unidades iraquíes especiales entrenadas y financiadas por EE.UU., el ejército iraquí recuperó la ciudad plagada de minas y bombas-trampa, expulsando a los militantes del EI fuertemente atrincherados el pasado mes de diciembre. La noticia supuso un evidente alivio para el gobierno de Obama y fue la que produjo dichos titulares.
Y estos fueron los resultados de esa victoria: según el ministro de defensa iraquí, al menos el 80% de la ciudad de 400.00 habitantes está destruido. Reducido a escombros. Arrasado. Puede que todavía la llamen “ciudad”, pero difícilmente se la podría catalogar como tal. Según el periodista del New York Times Ben Hubbard, que visitó Ramadi poco después de la “victoria”, pocos de sus habitantes permanecían en ella. Le acompañaba un general iraquí destinado a una unidad contraterrorista, de quien Hubbard escribe:
“Al llegar a uno de los barrios se encontró con un panorama tan desolador que ni siquiera estaba claro dónde se levantaban los edificios originales. Al preguntarle cuándo regresarían los residentes a sus casas, se detuvo y dijo: ¿casas?, no quedan casas”.
Hubbard citaba los datos proporcionados por el gobierno provincial de al-Anbar, según el cual “serían necesarios 12.000 millones de dólares para la reconstrucción de la ciudad”. (Otros funcionarios iraquíes sitúan la cifra en 10.000 millones). Nadie tiene ese dinero y menos el gobierno iraquí, cada vez más ahogado por el derrumbe de los precios del petróleo. Y tengamos en cuenta que estamos hablando de una única comunidad. Las victorias anteriores de los kurdos en Kobane y Sinjar, en Siria, también apoyados por la potencia devastadora de la fuerza aérea de EE.UU., produjeron una destrucción parecida, al igual que las bombas de barril arrojadas por las fuerzas de Bashar al-Assad en zonas de la ciudad de Alepo y en la ciudad actualmente destruida de Homs, en Siria Central, por ejemplo. Los rusos, por supuesto, también se han sumado a la pelea al estilo estadounidense, con bombardeos y asesores.
Añadamos algo más antes de escribir nuestros futuros titulares. El día posterior al último discurso sobre el estado de la nación del presidente Obama, el secretario de defensa Ashton Carter visitó la División Aerotransportada 101 en Fort Campbell, Kentucky. Próximamente, 1.800 miembros de esa división serán destinados a Irak para apoyar a unidades del ejército iraquí en su intento de recuperar partes del país ocupadas por el Estado Islámico. Carter se dirigió a esos futuros asesores explicando con cierto detalle los planes del presidente y sus previsiones sobre el avance del conflicto. Incidiendo en la imagen del EI como un cáncer que se reproduce, afirmó:
“El tumor primario del Estado Islámico tiene dos centros: Raqqa en Siria y Mosul en Irak. El EI ha aprovechado su control sobre dichas ciudades y el territorio circundante como base de poder para conseguir considerables recursos financieros, mano de obra e influencia ideológica. Constituyen su centro de gravedad militar, político, económico e ideológico”.
“Ese es el motivo por el que el mapa de nuestros planes de campaña muestra grandes flechas apuntando tanto a Mosul como a Raqqa. Comenzaremos destruyendo el control del EI sobre ambas ciudades para continuar luego con operaciones de eliminación en otros territorios ocupados por el EI en Irak y en Siria”.
La realidad es que dicha campaña otorgaría al término “operaciones de eliminación” un significado nuevo, que supondría prácticamente la eliminación literal de la infraestructura urbana de una parte significativa de la región. Tres son las ciudades actualmente consideradas como blanco: Faluya (con una población de unos 300.000 habitantes), la otra ciudad importante controlada por el EI en la provincia de al-Anbar, Mosul (segunda ciudad de Irak, con una población actual estimada entre 1 y 1’5 millones), y Raqqa, la “capital” siria del Estado Islámico, que ahora se supone repleta de refugiados (más de 200.000 habitantes). Si unimos todas ellas tenemos para 2016 una serie de campañas en Irak y Siria (apoyadas por EE.UU.) basadas en la misma fórmula que la toma de Ramadi: bombardeos estadounidenses masivos en apoyo de fuerzas operativas especiales iraquíes bien entrenadas y asesoradas o, en el caso de Siria, de milicias kurdas de peshmerga y de una mezcla de rebeldes sirios y kurdos. Si añadimos a ello las ganas del Estado Islámico de convertir las áreas urbanas bajo su control en bombas gigantes, lo que obtenemos es un plan integral para continuar reduciendo a escombros otras ciudades de la región.
Por supuesto, se ha hablado mucho de una ofensiva para retomar Mosul desde que un grupo relativamente reducido de combatientes del EI arrebataran la ciudad a decenas de miles de tropas iraquíes que se dieron a la huída en junio de 2014. Hubo, por ejemplo, una ofensiva primaveral de la que se habló mucho a inicios de 2015, pero que nunca llegó a producirse, así que es imposible estar seguro de que el ejército iraquí, estresado y poco efectivo por lo general, llegue a recuperar Mosul en 2016, o de que “botas” no estadounidenses estén dispuestas a tomar Raqqa, especialmente porque dicha ciudad se asienta muy lejos de cualquier imaginable futuro Kurdistán. Aún así, si asumimos que todo salió “bien”, podemos suponer lo que nos depara el futuro: “victorias” al estilo de Ramadi.
Como resultado, los titulares de finales de año sobre las operaciones conjuntas estadounidenses y de rebeldes iraquíes/kurdos/sirios (adaptada de la tristemente célebre frase de un oficial del ejército estadounidense en Vietnam, después de que EE.UU. machacara la capital provincial de Ben Tre) serían: “Destruimos sus ciudades para salvarlos”.
Si nos basamos en Ramadi, podríamos calcular una futura estimación global sobre el coste de la reconstrucción de dichas ciudades: Faluya, 10.000 millones de dólares; Raqqa, 7.000 millones; Mosul, de 20.000 a 25.000 millones. Evidentemente, se trata de cifras imaginarias, pero lo importante es que el “triunfo” y la “victoria” sobre el Estado Islámico convertirán sin duda alguna a gran parte de la región en un moderno Cartago. ¿Y quién pagará los nuevos Ramadi, Mosul, Faluya o Raqqa, por no hablar de todos juntos y de otros más?
Dicho de otra manera, la “victoria” supondría que Irak tendría menos ciudades habitables y un número todavía mucho mayor de desplazados y refugiados cuyo asentamiento indudablemente estaría sujeto a las tensiones étnicas que alimentaron el nacimiento del Estado Islámico. Esta situación representa un futuro razonablemente predecible, que debería resultar suficientemente obvio a ojos de cualquiera que estudie los hechos de manera mínimamente seria. Con toda seguridad, debería resultar obvio para Ashton Carter, así como para los estrategas del Pentágono y del gobierno Obama. Y, sin embargo, los planes continúan adelante como si “victoria” fuera un término cargado de significado en las actuales circunstancias.
Así son las cosas: podemos colaborar con el Estado Islámico en la destrucción completa de Siria y partes de Irak y luego expulsar de los escombros a sus combatientes, pero estaremos destrozando los medios de subsistencia de una inmensa cantidad de población, que vive una situación cada vez más inestable. Pero lo que no conseguiremos hacer en este proceso es destruir a un movimiento iniciado en una prisión estadounidense de Irak y que siempre ha sido un conjunto de ideas. Sencillamente estaremos creando una leyenda.
Rienda suelta a las Operaciones Especiales y a los drones
Ahora, vamos a considerar otra serie potencial de futuros titulares relacionados con los planes actuales y la experiencia del pasado. El secretario de Defensa Carter afirma que la estrategia estadounidense contra el Estado Islámico se basa en la creación de una “inestabilidad política en la región”, lo que significa no solo en los campos de batalla de Irak y Siria, sino en todo Oriente Medio en su acepción más amplia. Tal y como declaró ante los miembros de la División Aerotransportada 101:
“Ahora, déjenme que les explique la lucha fuera de Irak y de Siria. Mientras trabajamos para destruir el tumor primario en Irak y en Siria, debemos reconocer que el EI está desarrollando metástasis en áreas como el norte de África, Afganistán y Yemen. La amenaza constituida por el EI y grupos similares evoluciona continuamente, cambiando su foco y su ubicación. Por tanto, exige que nuestra respuesta sea flexible, ágil y de amplio alcance”.
Para ello, cuenta con dar rienda suelta a las fuerzas operativas especiales estadounidenses no solo en Siria, sino en cualquier otro lugar, para realizar misiones con el fin de asesinar a las figuras fundamentales del Ejército Islámico o a quienes dirigen sus franquicias lejanas. También tiene la intención de enviar drones por toda la región en “operaciones antiterroristas contra objetivos especialmente valiosos”, para “actuar con decisión y prevenir que los socios del EI supongan una amenaza tan grande como el propio tumor primario”.
Existe un punto de referencia en la región para la futura toma de ciudades en Siria e Irak. En su libro “Kill Chain”, Andrew Cockburn denomina “la estrategia del cerebro” a este acercamiento al enemigo. Se utilizó por primera vez en la guerra contra las drogas en Sudamérica y América Central en la década de los noventa y, posteriormente, tras el 11-S, adaptado a los drones armados y las fuerzas de operaciones especiales. La idea consistía en desmantelar los cárteles de la droga o los grupos terroristas posteriores desde arriba hacia abajo, eliminando a sus cabecillas.
La realidad, según demuestra Cockburn, es que tanto en la guerra contra las drogas como contra el terrorismo, los resultados de esta estrategia han sido desastrosos una y otra vez. Los drones, por ejemplo, han demostrado tener la capacidad de “eliminar” tanto a la dirección de los grupos terroristas y sus “principales “tenientes” como a otras figuras influyentes de dichas organizaciones, pero las consecuencias han sido de lo más desalentadoras, ya que dichas organizaciones (al igual que los cárteles del narcotráfico anteriormente), ante la presión de los drones y de los ataques de fuerzas especiales, se han limitado a reemplazar a sus líderes muertos con otros a menudo más jóvenes y agresivos, mientras aumentaban sus ataques y los propios grupos, en lugar de replegarse, se extendían por toda la región de Oriente Medio y aledaños, llegando hasta África. El uso de drones implica “daños colaterales” relativamente generalizados, que incluyen la muerte de un gran número de niños, aterrorizando a las sociedades sobre las que actúan, por lo que han demostrado ser un cartel de reclutamiento ideal para los mismos grupos terroristas que pretenden combatir.
Así pues, primero de forma improvisada en la era Bush y posteriormente de un modo sistemático en los años de Obama, las campañas de asesinatos con drones en Pakistán, Afganistán, Yemen, Irak, Siria, Libia y Somalia han acabado con la vida de importantes líderes a la vez que contribuían a extender las organizaciones terroristas contra las que actuaban. Es decir, han formado parte no de la guerra contra el terror sino de la guerra del terror. Si observamos la expansión de esos grupos terroristas, incluyendo el creciente número de “franquicias” del Estado Islámico, es evidente que de las misiones con operaciones especiales a los asesinatos con drones, de las invasiones a gran escala a la destrucción de ciudades, los más de 14 años de diversas estrategias y tácticas militares estadounidenses han contribuido repetidamente a crear el terror arrastrando a gran parte de la región al torbellino.
Lo más sorprendente al escuchar al secretario de defensa Carter es que, por raro que resulte, nada de esto parece llegar hasta Washington. De otro modo, ¿cómo se explica la ausencia de cualquier seria reconsideración de las acciones de EE.UU., siendo el único debate que existe el de los partidarios de continuar con las acciones de un modo más discreto (entre los que está el propio Obama) y sus críticos republicanos partidarios de aumentar la escala de las operaciones? En otras palabras, en 2016 vamos a contemplar un nuevo pulso entre lo que conocemos y la esperanza de que suceda algo diferente. Como esto último es poco probable, para la siguiente serie de titulares futuros recurra al pasado conocido y substituya, cuando sea necesario, el nombre del futuro dirigente terrorista: “al-Qaeda en la Península Arábiga anuncia la muerte de [rellene el nombre] en un ataque con drones de Estados Unidos”; “EE.UU.: el número 2 del Estado Islámico eliminado mediante un ataque con dron en Irak”, “El cuerpo de élite del ejército Delta Force acaba con la vida del dirigente del EI [rellene nombre] mediante un osado ataque con dron en Siria”; “El Pentágono confirma la muerte de un dirigente de al-Qaeda en una operación con dron”, y así más o menos ad infinitum.
El área de inestabilidad
Recientemente, cuando aún rondaba por mi cabeza la estrategia para la “estabilidad” de Ashton Carter, capté una frase en un reportaje informativo que no oía desde hace mucho. Un periodista analizaba el reciente ataque terrorista de al-Qaeda en el Magreb Islámico contra un hotel en Burkina Faso, un país de África Occidental que hasta ahora había sido relativamente estable, en el que murieron al menos 30 personas, principalmente extranjeros. El periodista hablaba de extender el “área de inestabilidad” en la región.
En los primeros años de este nuevo siglo, las autoridades del gobierno Bush y los neocons que le apoyaban solían usar esa frase para describir el “Gran Oriente Medio”, desde Pakistán hasta el norte de África. Por extraño que parezca, la frase desapareció en los años posteriores a la invasión de Irak y se mantuvo ausente los años de Obama, mientras la desastrosa intervención en Libia, la campaña de asesinatos con drones orquestada por la presidencia y otras acciones contribuyeron a transformar aun más el “Gran Oriente Medio” en una auténtica “área de inestabilidad”.
En la actualidad, la región está repleta de Estados fallidos o en camino de serlo (algo que hubiera resultado inimaginable en 2002-2003), de Afganistán y Siria a Yemen, Libia y Mali. Aunque tal vez Irak no llegue a ser un Estado fallido, ya tampoco es exactamente un país como tal, sino una especie de entidad tripartita. Así son las cosas y así seguirán siendo, por supuesto, si Estados Unidos arroja (como hizo en 2015) otras 23.000 bombas y miles de otras municiones en la región, o muchas más, como parece indicar la presión para aumentar la guerra contra el Estado Islámico.
Como es lógico, no podemos saber qué países serán los próximos en fracasar. No obstante, bien podemos suponer que mientras la estrategia de Obama (o la de Hillary Clinton, Ted Cruz, Donald Trump, Marco Rubio o quienquiera que le suceda) suponga más –o mucho más- de lo mismo, seguirá ocurriendo lo mismo o mucho peor. Como resultado, similares titulares ocuparán las cabeceras de los diarios, mientras los países se disuelven de distintas maneras y el Estado Islámico, grupos como al-Qaeda en el Magreb Islámico o nuevos grupos terroristas cobran fuerza en medio del caos. En ese caso, solo hace falta indagar en el pasado reciente para encontrar los titulares futuros y adaptarlos ligeramente: “El Ejército Islámico construye guaridas en [nombre del país], advierte el secretario de defensa Warns”; “El EI gana terreno en [nombre del país] en competencia con al-Qaeda”; “El EI cobra fuerza [nombre del país] incorporando a los yihadistas locales”, y así sucesivamente.
Junto a lo tristemente predecible coexisten, claro está, muchas incógnitas. La principal es que, en este momento de la historia, no tenemos ni la menor idea de las consecuencias que tendrá convertir una región, ciudad por ciudad, país por país, en algo así como un inmenso Estado fallido y continuar bombardeando los escombros. ¿Cómo empezar a imaginar lo que puede surgir en un mundo así de las ruinas de esa región fallida, de un área de inestabilidad mucho mayor que cualquier cosa que hayamos contemplado desde la Segunda Guerra Mundial? No me gustaría tener que pronosticar los titulares que podrían darse algún día a partir de esa situación, pero sean cuales sean las sorpresas que nos aguardan, la mera posibilidad de un futuro tal debería ser suficiente para helarnos la sangre en las venas.
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la misma.
Fuente del original en inglés: http://www.tomdispatch.com/blog/176094/

Guerras criminales del capitalismo: Los eufemismos que intentan tapar los horrores de la guerra - La escalada de tensión que han provocado los atentados yihadistas en París y la internacionalización del conflicto sirio vuelve a poner al mundo al borde de una guerra abierta que los Estados intentan hacer pasar como 'justa'. - Un nuevo 'Diccionario de la guerra, la paz y el desarme' intenta desenmascarar los eufemismos sobre la guerra y proponer una reflexión sobre las intervenciones militares

Marineros del portaaviones 'Charles de Gaulle', el buque insignia de la Marina Francesa, esperan la llegada en helicóptero de Pierre de Villiers, general en jefe de la ofensiva contra el Estado Islámico. A. C. POUJOULAT / AFP

MADRID.- Los países occidentales ya no hacen la guerra. Entran en conflictos justos, y solo por razones humanitarias. Las víctimas civiles que provoca un bombardeo no son muertos o heridos, sino daños colaterales. Un soldado que protege un pozo de petróleo en un país extranjero no sirve a unos intereses económicos, sino que lucha por su patria. Así mismo, aquellos que se oponen a las actuaciones armadas de este tipo (antimilitaristas) podrán ser considerados antipatriotas. Y España no vende armas a países que no respetan los derechos humanos, sino material de doble uso. 


Son solo algunos ejemplos del lenguaje político utilizado para que los ciudadanos toleren las intervenciones militares de los Estados y la muerte y destrucción que éstos provocan. No en vano, la verdad es la primera víctima de la guerra. "Si habláramos de las guerras centrándonos en sus consecuencias, en el daño que provocan en la gente y las poblaciones o en la inseguridad que generan a largo plazo, ¿quién se atrevería a empezar una? Sería lo más impopular del mundo", explica Jordi Calvo, coordinador del Centre Delàs d'Estudis per la Pau y miembro de la junta del International Peace Bureau.  

"Cuando bombardean en Siria, no nos dicen que dentro de 5 ó 10 años esa campaña nos puede traer nuevos atentados, guerras futuras, más gasto militar…Es una espiral de violencia que nunca acaba"
"Pero claro, esto no nos lo dicen. Cuando bombardean en Siria, no nos dicen que dentro de cinco, diez o veinte años, esa campaña de bombardeos nos puede traer más ataques terroristas, nuevos atentados, guerras futuras, más gasto militar…", continúa el economista e investigador sobre paz, desarme y economía de la defensa en una conversación con este medio. "Es una espiral de violencia que nunca acaba", denuncia. 


Desenmascarar el lenguaje que oculta la guerra, sus motivaciones y sus consecuencias es uno de los objetivos del Diccionario de la guerra, la paz y el desarme (Icaria) en el que Calvo coordina junto a Alejandro Pozo las aportaciones de 18 expertos sobre la paz y el conflicto. Cien definiciones en total, desde Guerra contra el terror, a pacifismo, pasando por guerra justa o patriotismo. Todas pasadas por un "filtro de cultura de paz" que, para los investigadores, es el prisma de "la mayoría": "¿Quién diría que no es pacifista, que no está por la paz, o que no quiere que las cosas se solucionen sin violencia? Hemos intentado ser coherentes con la opinión pública", afirma Calvo. 



La guerra justa

A punto de cumplirse dos semanas de los atentados del 'viernes negro' en París, François Hollande ha conseguido la prórroga del estado de emergencia en Francia por tres meses. A la vez, enfrenta la muerte que el yihadismo llevó a la capital francesa con la muerte de sus bombardeos sobre Siria, maniobrando para lograr una alianza internacional con EEUU y Rusia para combatir al Estado Islámico en el país. La misma táctica que emprendió George Bush contra Al Qaeda, provocando el caos en la región. Idéntica, a su vez, a la de Vladimir Putin, cuyos bombardeos en apoyo del régimen de Al Asad han provocado ya más víctimas civiles que bajas terroristas.
"Es un modelo de lucha que suspende derechos civiles. Niega el debate racional sobre lo ocurrido y hace que los totalitarios triunfen sobre la democracia"
"Es un modelo de lucha que suspende derechos civiles básicos. El antiterrorismo niega el debate racional sobre lo ocurrido y sus causas. Supone la victoria de los totalitarios sobre la democracia: el antiterrorismo acaba equiparándose a lo que dice combatir", escribe el catedrático de Opinión Pública Víctor Sampedro en este medio.


En esta línea, este martes el ministro de Sanidad, Antonio Alonso, ha censurado a los firmantes de un manifiesto contra la guerra en Siria. "Introducir esos mensajes de confusión, mensajes agresivos contra nosotros mismos, contra nuestros aliados y contra lo que es Europa, termina justificando la acción del criminal", ha opinado el conservador sobre la iniciativa 'No en nuestro nombre', respaldada por personalidades como Ada Colau, Manuela Carmena o José María González, alcaldes de Barcelona, Madrid y Cádiz.

Analizar las causas que llevan a un gobierno a deslegitimar un movimiento contra la guerra y justificar la intervención militar es otra de las motivaciones del Diccionario impulsado por el Centre Delàs. "Reflexionar acerca de la credibilidad de un sistema político y económico que hace interpelación a la guerra y a la violencia, en resumen, al empleo de la fuerza armada, cuando constata que ha perdido la fuerza de la razón", concluye en este caso Arcadi Oliveres, reputado activista pacifista.

viernes, 29 de enero de 2016

La economía mundial al borde del abismo

Portada 1Después de meses de propaganda vendiendo las bondades de la recuperación, la Gran Recesión, tal como predijimos, presenta señales cada vez más alarmantes. La entrada en ebullición de la economía china, el hundimiento de los emergentes y la caída en picado del precio del petróleo —por citar algunos de los aspectos más relevantes— suponen una vuelta de tuerca de consecuencias incalculables.
En términos globales, el terremoto financiero mundial inducido desde China ha sido de escala 10: desde junio de 2015 hasta finales de diciembre, la capitalización bursátil global se ha reducido un 18%, es decir 12 billones de euros se han evaporado (una cifra equivalente al 15% del PIB mundial). Pero estos datos palidecen al saber que, en los primeros quince días de enero de 2016, ya se han esfumado otros 4 billones de euros y la previsión no hace sino empeorar. Si el derrumbe de las subprime fue la punta del iceberg que anunciaba la Gran Recesión en EEUU y Europa, el seísmo bursátil en China señala la extensión de la crisis de sobreproducción por los vasos comunicantes de su economía, con efectos dramáticos para el resto del mundo.
La economía china: sobreproducción y burbujas especulativas
Como hemos analizado en diferentes materiales, la burocracia maoísta tomó buena nota de la descomposición del estalinismo en la URSS para asegurar la transición a la economía de mercado mediante un acuerdo estratégico consensuado por sus capas dirigentes. Las medidas socialistas de la revolución de 1949 fueron liquidadas progresivamente —tanto el monopolio del comercio exterior como la planificación económica—, mientras la apertura a las inversiones extranjeras y las privatizaciones de empresas y servicios públicos, facilitaban una rápida acumulación de capital. La dirección del PCCh también legisló a favor de la propiedad privada de los medios de producción y el derecho de herencia. Con estas medidas, y en un clima de apoyo o cuando menos neutralidad por parte de las masas de la clase obrera, la burocracia dio los pasos decisivos para transformarse en la nueva burguesía poseedora, apoyándose en las poderosas palancas de la economía estatal y en el monopolio del poder político heredado del periodo estalinista.
crisis 2Durante más de dos décadas, las fuerzas productivas chinas avanzaron a un ritmo colosal: con tasas de crecimiento anuales superiores a dos dígitos, la inversión productiva, que representaba un 35% del PIB en 2000 y un 44% en 2009, se disparó por encima del 50% en los años posteriores (2010, 2011). En comparación, el consumo interno apenas superó el 30% durante este período. En 30 años, el porcentaje de población urbana ha pasado del 23% al 54%. Según datos de International Cement Review, solo entre 2011 y 2013, el gigante asiático usó más cemento que Estados Unidos en todo el siglo XX. En ese mismo periodo, China llegó a producir el 48% de todo el acero que se fabrica en el mundo, pero en la actualidad, fuentes oficiales reconocen una sobrecapacidad de 280 millones de toneladas anuales.
China catapultó a los países exportadores de materias primas gracias a su demanda voraz, y permitió a los grandes monopolios occidentales invertir sus capitales excedentes con extraordinarios beneficios. Cuando la crisis arreció en el resto del mundo, el gran superávit comercial de China y los sucesivos programas estatales de estímulo ayudaron temporalmente a evitar la caída abrupta de su economía y echar una mano al resto. Según el FMI, entre 2010 y 2015, China aportó el 35% del aumento del PIB mundial. Pero el círculo virtuoso está colapsando. China se topa con los problemas derivados de la gigantesca inversión en bienes de producción, y el régimen duda en eliminar la sobrecapacidad productiva —como se ha hecho en EEUU y Europa a través de despidos masivos, recortes y austeridad— por miedo a un estallido social descontrolado. De hecho, la burguesía se enfrenta a una clase trabajadora que ha protagonizado un gran movimiento huelguista en los dos últimos años, en demanda de mejores condiciones de vida y que ha logrado un crecimiento de los salarios reales en torno al 7,4% 2015.
En definitiva, a pesar de todas las medidas de corte keynesiano adoptadas por el gobierno (un paquete de inversiones estatales de 586.000 millones de dólares en 2008 y otros dos semejantes en años posteriores), China no puede desacoplarse de la dinámica de la economía mundial: En 2015 el PIB chino ha crecido un 6,9%, la cifra más baja de los últimos 25 años, aunque hay economistas occidentales que cuestionan las estadísticas oficiales y no creen que haya aumentado más del 4%). La sobreproducción es una realidad y, al igual que ocurrió en EEUU y Europa, provoca que miles de millones de dólares se desvíen hacia la bolsa y el sector inmobiliario, hinchando la deuda y la burbuja especulativa. La deuda pasó de 7 billones de dólares en el año 2007 a 28 billones de dólares a mediados de 2014, un 282% del PIB, más grande que la de Estados Unidos o Alemania. Y una parte de este apalancamiento se debe al crecimiento descontrolado de la banca en la sombra, shadow banking, que más adelante trataremos.
Una vez que el proceso ha empezado, los indicadores negativos se multiplican: el Banco Central chino (PBOC) ha desvelado que a lo largo de todo 2015 las reservas de divisas se han reducido hasta los tres billones de euros, perdiendo medio billón respecto a 2014. La caída se explica por tres factores: por el retroceso de las exportaciones (1,6% en 2015), por la masiva compra de yuanes desde el Banco Central para evitar una devaluación descontrolada —especialmente desde que comenzaron los crash bursátiles— y por la fuga de capitales que, según estimaciones del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), supuso en 2015 la salida de 676.000 millones de dólares, el 90% de todos los flujos que abandonaron los mercados emergentes (735.000 millones).
La apuesta por alentar el consumo doméstico para sostener el crecimiento — receta por la que claman los imperialistas norteamericanos y europeos — es todavía un sueño: La renta percapita anual en Shanghái fue de 42.174 yuanes en 2013 (unos 6.000 euros), cuatro veces más que los 9.747 yuanes (1.370 euros) que consiguen de media los habitantes de Tíbet, pero muy lejos de la de EEUU o las principales potencias europeas. A finales de 2014 aún quedaban 70 millones de pobres en China, y la brecha entre la ciudad y el campo se ha agrandado en los últimos 30 años.
En la medida en que el mercado interno no puede resolver los desequilibrios orgánicos de su economía, la burguesía china ha emprendido la devaluación competitiva de su moneda respecto al dólar, un 4% a mediados de agosto y en enero de 2016 otro 1,4%, buscando restaurar la competitividad de sus exportaciones. Pero todas las naciones en dificultades, Rusia, Australia, Brasil, Sudáfrica y muchas más, recurren a ellas, así que sus efectos beneficiosos tenderán a neutralizarse a corto plazo. De hecho, las exportaciones no han aumentado en términos globales y el comercio mundial sigue registrando aumentos muy débiles desde 2013. Dato tras dato, los paralelismos con el crack de 1929 son irresistibles.
A medio plazo, la apuesta fundamental del régimen chino es aumentar sus inversiones de capital en el extranjero y desarrollar una agresiva política imperialista. La Inversión Extranjera Directa (IED) en China prácticamente se iguala con la IED de China en el exterior. Entre las iniciativas adoptadas en los últimos años destacan algunas de gran valor estratégico, como la “nueva ruta de la seda”, una gigantesca red de transporte que conectaría a China con Europa pasando por Asia Central y Oriente Medio, o la construcción de un canal que a través de Nicaragua una el Pacífico y el Atlántico. En esa misma línea está la reciente creación —con el liderazgo de Pekín— del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, que cuenta con la participación de 57 países, muchos de ellos aliados claves de EEUU como Reino Unido, Alemania y Francia. Una institución que no oculta su intención de competir contra el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) o el Banco Mundial (BM) bajo control estadounidense.
Un nuevo ciclo dentro de la gran recesión
crisis 3La desaceleración de la economía china impulsa el derrumbe de las bolsas internacionales, hunde las economías emergentes, y coloca a las potencias industriales ante una perspectiva muy complicada, bloqueando la exportación de sus manufacturas y capitales al gigante asiático. El pantano en el que se mueven los grandes centros del capitalismo mundial es innegable.
En Europa no hay signos de reactivación, sino una persistente recaída en la crisis; y no se trata de la periferia europea, son los países centrales los que muestran un cuadro de agotamiento y retroceso, con tasas de desempleo que aumentan. Según las previsiones del FMI la economía alemana y francesa, tras haber acabado 2015 con un avance estimado del 1,5% y 1,3% respectivamente, crecerán para 2016 un 1,7% y un 1,3%. Las cifras son irrisorias. En conjunto, y según las previsiones del FMI, la economía de la zona euro crecerá para este año un 1,7% después de acabar 2015 con un raquítico 1,5%. El hecho de que el Estado español aparezca encabezando el crecimiento del continente (2,7% para 2016, por debajo del 3,2% de 2015), da la medida de lo que hablamos.
La situación en EEUU es levemente mejor que en Europa, pero las dudas sobre la solidez de su recuperación aumentan cada día. Bajo la administración Obama se ha garantizado dinero barato con tipos de interés próximos al cero, y gastado billones de dólares en las diferentes operaciones de salvamento de la banca y en los programas de Expansión Cuantitativa (EQ en sus siglas en inglés) de la Reserva Federal (FED). Los elevados costes de esta actuación — empezando por el crecimiento de la deuda pública, que a principios de 2015 rondó los 18 billones de dólares, equivalentes al 103% de su PIB— no compensan los resultados. La tan cacareada creación de empleo sigue siendo débil y por debajo de las expectativas creadas. Un mercado laboral precario, esconde un desempleo real muy superior a la tasa oficial del 5% con que cerró 2015.
Según el National Employment Law Project “el crecimiento del empleo sigue estando muy concentrado en industrias con salarios más bajos”. La propia FED admitía en septiembre del año pasado que el ingreso promedio de los hogares de EEUU se redujo un 12% desde 2007 a 2013, una disminución de casi 6.400 dólares al año para la familia media americana. El crecimiento ininterrumpido de la desigualdad y la pobreza ofrecen una panorámica mucho realista del tipo de recuperación económica que atraviesa EEUU que los datos oficiales: según el Census Bureau’s Supplemental Poverty Measure, la mitad de la población norteamericana es pobre o casi pobre, y la ONU apunta a que EEUU tiene la cuarta tasa más alta de pobreza infantil de los 29 países más desarrollados.
crisis-4En cuanto al corazón de su aparato productivo, los signos no son positivos: la producción industrial cayó un 0,4% en diciembre, y sectores como el manufacturero, el petrolero o el agrícola están acusando la caída de precios. Todo ello lleva a reconocer a la Reserva Federal que la recuperación está siendo “modesta”: en 2015 no sobrepasó el 2,5%, y para 2016 se espera, en el mejor de los casos, repetir el dato. El aspecto central sigue siendo la anémica inversión productiva y la caída de la productividad del trabajo, que, según diferentes fuentes, sigue siendo débil, en torno al 0,6% en 2015, muy lejos de los incrementos de los años cincuenta y sesenta, donde superaba el 2,5% anual.
La caída de China y el desplome del precio del petróleo están golpeando duramente la economía norteamericana en diferentes planos. Los mercados financieros despidieron 2015 con el peor resultado desde el derrumbe de Lehman Brothers, y en los primeros 20 días de 2016 el índice S&P 500 ya ha caído un 6,7%. Pero es en el empleo de la industria norteamericana donde los efectos están siendo más demoledores: la petrolera Chevron anunció el despido de 7.000 trabajadores; Schlumberger, la mayor compañía mundial de servicios petroleros, ha eliminado 20.000 puestos de trabajo; Baker Hugs, otra de las empresas más importantes del sector, prevé la destrucción de otros 10.500, mientras Halliburton sumó otros 9.000. Dentro del sector tecnológico, Hewlett-Packard (HP) informó de sus planes para eliminar entre 25.000 y 30.000 puestos de trabajo. El gigante tecnológico Microsoft despedirá a 7.800 trabajadores, equivalente al 6 % de su plantilla, y la compañía de tarjetas de crédito American Express comunicó la reducción de más de 4.000 empleos, por no hablar de los grandes bancos de Europa y Estados Unidos, que recortaron 100.000 puestos de trabajo en 2015 y esperan decenas de miles más en los próximos meses.
El estancamiento de Japón es otra nota negativa. A pesar de los Abenomics, los mayores paquetes de ayuda estatal de la historia del país, y la barra libre de liquidez (0% en los tipos de interés), se está muy lejos de revertir la dinámica de crisis. Con un crecimiento para 2015 que no superará el 0,6%, el año pasado hubo episodios recesivos entre junio y septiembre (una caída del 0,8%). Para 2016 se prevé un panorama similar, con un avance por debajo del 1%. Las razones de este estancamiento prolongado están completamente ligadas a la marcha de la economía mundial: la caída de la demanda china y el estancamiento de Europa han enfriado la inversión productiva, que volvió a caer en 2015, mientras la productividad del trabajo en Japón, que fue la bandera de su crecimiento exponencial en la década de los setenta y ochenta del siglo pasado, no deja de disminuir.
Capital financiero y capital ficticio
Hay muchos fenómenos que demuestran el caos actual en que se desenvuelve la economía capitalista, su debilidad acusada, y la profundidad de la crisis de sobreproducción que la atenaza.
Crisis 5Por un lado, la tendencia insoslayable a la concentración del capital ante la reducción de la actividad y los mercados. Según datos de Thomson Reuters, en 2015 se batieron todos los récords en el mercado de fusiones y adquisiciones hasta alcanzar los 4,2 billones de dólares (3,97 billones de euros), superando la mayor cota, registrada en 2007 justo antes del estallido de la Gran Recesión. Por otro, el crecimiento exponencial del capital financiero, alimentado por los planes de EQ y el desarrollo de una nueva burbuja especulativa global. En EEUU, Japón y la UE, el chorro inyectado por estas expansiones cuantitativas desde 2008 supera los 12 billones de dólares, una montaña de liquidez que no ha revertido el retroceso de la inversión productiva. El caso de Europa es especialmente lamentable. Con un mercado crediticio en dique seco, el dinero depositado por la banca de la zona euro en el Banco Central Europeo (BCE) sumaba 212.415 millones en la primera semana de enero de 2016, un 8,3% superior al del cierre de 2015. Pero lo más significativo es que los depósitos pagan unas tasa negativa del 0,3% ¡¡Aunque pierdan dinero prefieren tenerlo a buen recaudo!!
Además del ejemplo anterior, una parte fundamental de la liquidez disponible se ha utilizado en la compra de duda soberana de los Estados, un negocio redondo hasta ahora, cuando las tasas de interés que pagan países como Alemania o Suiza son negativas. ¿Qué hacer entonces con tanto dinero? La respuesta es todo un clásico: invertir en operaciones bursátiles y en fondos de alto riesgo, reproduciendo el mismo comportamiento que llevó al crack de 2008. Entre 2008 y 2015, la capitalización del mercado bursátil mundial creció en 48 billones de dólares, sobrepasando en junio del año pasado el total de 73 billones, una cifra sin precedentes en la historia. ¿Como es posible que el mercado de valores casi triplique sus activos mientras la economía real retrocede? Es una auténtica locura, pero tiene su lógica.
La liquidez sólo ha servido para aumentar la deuda de las naciones y facilitar la creación de nuevos canales especulativos que la transforman en capital ficticio gracias a la ingeniería financiera moderna, como pone de ejemplo la llamada banca en la sombra o shadow banking. Calificada como “el sistema de intermediación crediticia conformado por entidades y actividades que están fuera del sistema bancario tradicional” la banca en la sombra engloba el tinglado tan bien conocido en EEUU y Europa a partir del estallido de las hipotecas subprime de 2007: hedge funds, deuda titularizada y bonos de alto riesgo high yield, que según el FSB alcanzaban 36 billones de dólares al cierre de 2014 (14,2 billones de dólares en EEUU y 4,1 en Gran Bretaña, y creciendo como la espuma en China). Si además incluimos los fondos de pensiones, aseguradoras y otras instituciones financieras de capital riesgo, situadas en el perímetro difuso de las actividades de la shadow banking, el monto alcanzaría los 137 billones de dólares. No es extraño que Georges Soros señale que el ambiente actual le recuerda mucho al de 2008.
Los precios de las materias primas y del petróleo colapsan.
El hundimiento de los emergentes
La caída del precio del petróleo tiene efectos catastróficos: arrasa con la estabilidad presupuestaria de los países productores, alimenta el desplome de las bolsas, y agudiza la tendencia recesiva de la economía, destruyendo decenas de miles de empleos en el sector y socavando la inversión mundial en producción y exploración petrolera (una reducción de 150.000 millones de dólares en 2015). Además, según cifras del FMI, la deuda total de las empresas petroleras asciende a 3 billones de dólares, de los que 247.000 millones de dólares corresponden a bonos basura de empresas estadounidenses.
A mediados de enero, el precio del barril Brent, de referencia en Europa, se situó por debajo de los 28 dólares, y existe la opinión de que el desplome puede proseguir en los próximos meses. Las razones son obvias: hay un brutal exceso de oferta ante una demanda mundial que se contrae por la caída de la actividad económica (China es el segundo consumidor mundial de petróleo ), a lo que se suman otros factores, como la guerra en Siria y el enfrentamiento que mantiene Arabia Saudí con Irán. En éste último caso, el régimen de Riad ha respondido con contundencia al levantamiento de las sanciones contra Irán y su vuelta al mercado petrolero. Lejos de reducir la producción, Arabia la ha aumentado inundando Europa y el mundo con crudo barato para defender su cuota de mercado.
Crisis 6Todos los factores fundamentales convergen en un mismo sentido. Las llamadas naciones emergentes (BRICS) Brasil, Rusia, India, Sudáfrica, incluso Turquía, se convirtieron en el santo grial de la recuperación económica mundial, pero la ilusión no ha tardado en esfumarse. Desde 2008, estos países han acumulado una burbuja crediticia de 9,1 billones de dólares (alimentada por los bajos tipos de interés y la emisión de bonos en moneda extranjera por parte de los estados), que ahora es mucho más difícil devolver. Este lastre alimenta una nueva época de recortes y estallidos sociales.
Turquía se ha visto envuelta en la mayor oleada de movilizaciones obreras y juveniles de los últimos treinta años, mientras su economía se deprime. La polarización política y la crisis del régimen, han empujado a Erdogan hacia medidas bonapartistas salvajes, reactivando las prácticas del terrorismo de Estado y guerra sucia de los años setenta para combatir a la izquierda y el movimiento kurdo. Sudáfrica creció en 2015 un modesto 1,3%, pero el desempleo aumentó hasta el 25% y entre la juventud al 35%, según cifras oficiales, aunque otras estadísticas sitúan el paro juvenil por encima del 60%. En este contexto de crisis se han producido encarnizadas luchas obreras, escisiones en el COSATU y un ambiente muy crítico contra la alianza tripartita del ANC, COSATU y SACP (Partido Comunista). La caída de los precios de las materias primas está golpeando duramente a Rusia: En 2015 su PIB ha retrocedido un 3,5%, y las perspectivas para 2016 son escabrosas. Putin ha tenido que meter un recorte del 10% al presupuesto en 2016, pero la sangría será aún mayor considerando que el presupuesto se ha elaborado partiendo del precio del barril de petróleo a 50 dólares. Ya se ha anunciado una nueva oleada de privatizaciones de empresas estatales y el rublo ha experimentado una devaluación severa: de 33 rublos el dólar en enero de 2014, a 78,66 rublos en enero de 2016. En estas condiciones los problemas de financiación y el aumento de la deuda que arrastra Rusia crecen exponencialmente, mientras los capitales huyen del país.
La caída en la depresión es posible
En definitiva, el panorama es desalentador. Economistas liberales como Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, han señalado que “…Las causas que originaron la actual crisis económica no solo no se han corregido sino que han empeorado. Los niveles extremos de deuda implican quiebras al estilo de los años 30 […]”. Los planes permanentes de austeridad y recortes, rebajas salariales y precariedad laboral, hunden la demanda y han aumentado a niveles sin precedentes la desigualdad en todo el mundo. Los avances tecnológicos actuales, Internet y redes sociales, comercio online, la robótica y la microelectrónica, son menos significativos, en términos de aumento de productividad, que los que tuvieron lugar durante la segunda revolución industrial de finales del siglo XIX o tras la Segunda Guerra Mundial.
La economía mundial sigue empantanada en un ciclo recesivo del que es incapaz de salir y un descenso hacia una depresión más profunda es una perspectiva real. La brutal destrucción de fuerzas productivas de estos últimos ocho años, incluyendo una devastación sin precedentes del medio ambiente, señala la decadencia del modo de producción capitalista y marca un punto de inflexión en la historia. Las posibilidades para transformar la sociedad en líneas socialistas son indiscutibles, pero la marcha de los acontecimientos no se decide sólo por la crisis en la base material de la sociedad. Otra vez más, la historia señala la completa madurez para el socialismo que han alcanzado las fuerzas productivas, y también la debilidad (o inmadurez) del factor subjetivo —la ausencia de un partido marxista de masas—. La resolución de esta contradicción es la tarea fundamental de los revolucionarios en los próximos años.
NOTAS
1. Según la web China Labour Bolletin, el año 2015 registró 2.774 protestas, el doble de las 1.379 de 2014.
2. Obviamente los imperialistas estadounidenses no se están quedado con los brazos cruzados ante este desafió y han respondido con el Acuerdo de Asociación Transpacífico, o TPP según sus siglas en inglés, que agrupará a una serie de países (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, EEUU y Vietnam) cuyas economías suponen casi el 40% del PIB mundial. Su principal objetivo es asegurar una posición de control sobre las relaciones comerciales en toda la zona del Sudeste Asiático y el Pacífico, frenando las aspiraciones chinas. El presidente Obama lo explicaba perfectamente al declarar que “cuando más del 95% de nuestros potenciales clientes viven fuera de nuestras fronteras no podemos permitir que países como China escriban las reglas de la economía global”. Estados Unidos busca cerrar también otros acuerdos de “libre comercio” con similares objetivos, como en el caso del TTIP en Europa.
3. Esta realidad es la que ha llevado al ex-secretario del Tesoro estadounidense, y ex-asesor de Obama, Larry Summers, a formular su teoría del “estancamiento secular, una forma elegante de reconocer que el capitalismo no puede remostar la crisis y esperar un periodo de auge como en el pasado, sino tasas de crecimiento muy modestas con desempleo crónico.
4. En este sentido es de destacar la decisión de la burguesía estadounidense de recurrir a la producción de crudo utilizando técnicas no convencionales, como el fraking (fracturación hidráulica) para asegurarse el abastecimiento frente al fracaso de sus incursiones en Oriente Medio. Gracias a estas medidas, la producción estadounidense de petróleo aumentó de cinco millones de barriles por día en 2008 a 9,3 millones de barriles en 2015 (lo que ha propiciado el endeudamiento de las petroleras del país).
5. Entre 2009 y 2015, el incremento del consumo de petróleo de China supuso casi la mitad del crecimiento total de la demanda global, cifra que se estima caerá un 30% en 2016.
6. Arabia Saudí no ha dejado de aumentar la producción hasta una media de 10,33 millones de barriles diarios en noviembre de 2015, desatando una verdadera guerra de precios. Un movimiento paralelo a otras iniciativas, como su brutal intervención militar en Yemen, dejando claro a Irán, y a EEUU, que no renuncia a la hegemonía regional. Pero estas maniobras están provocando a su vez convulsiones internas: el déficit presupuestario se elevó a 98.000 millones de dólares en 2015 (16% de su PIB), y ha llevado al gobierno a plantear recortes en los subsidios sociales, en agua y luz.
7. Según el último estudio del Credit Suisse, el 1% de la población mundial, aquellos que tienen un patrimonio valorado de 760.000 dólares (667.000 euros o más), poseen tanto dinero líquido o invertido como el 99% restante de la población mundial.

La Audiencia Nacional adelanta 27 días la liberación de Otegi; saldrá en un mes

La Audiencia Nacional ha adelantado la salida de prisión de Arnaldo Otegi del 28 al 1 de marzo al tener en cuenta el tiempo que el lider abertzale, pasó en sus comparecencias ante los jueces de forma cautelar.
Esta revisión del tiempo de su condena se ha producido tras la petición de Otegi de que se tuviera en cuenta esa circunstancia, una solicitud que fue aceptada por el juzgado central de vigilancia penitenciaria. 

El Tribunal estima que la hermana del Rey debe seguir en el banquillo como imputada.

La Audiencia Provincial de Baleares ha acordado mediante un auto que la Infanta Cristina continúe en el banquillo de los acusados y sea juzgada como cooperadora necesaria de dos delitos fiscales en el marco del caso Nóos.
El Tribunal ha rechazado de este modo aplicar la doctrina Botín sobre la hermana del rey Borbón Felipe VI.

España vende armas Arabia saudí, Estado que asesina personas inocentes a hachazos la dictadura petromedieval más sanguinaria. Y que financia a los yijadistas más criminales, no creyentes musulmanes, que nada tienen que ver con esos criminales. Comunicado del Centro Delàs Armas españolas a Arabia Saudí, armas para la guerra y la represión Centre Delàs d’Estudis per la Pau



Ventas controvertidas de armas españolas (pinchar en la imagen para agrandar)
Desde el Centro Delàs queremos expresar nuestro rechazo y preocupación sobre la posible venta de cinco corbetas Avante 2200 por parte de la empresa española Navantia a la armada de Arabia Saudí. Denunciamos el riesgo de que estas corbetas puedan ser utilizadas para estrechar el bloqueo naval al que la coalición de países liderada por Riad ha sometido a Yemen des de Marzo de 2015, con consecuencias catastróficas para su población. Un hecho que supone por parte del Estado español una clara violación del derecho humanitario y la legislación nacional sobre exportaciones de material de defensa y doble uso, además de la normativa europea y el Tratado internacional sobre el Comercio de Armas. Los criterios susceptibles de no ser respetados en las transferencias de armas a Arabia Saudí son: el criterio 2, por la vulneración del derecho internacional humanitario y la comisión de graves violaciones de derechos humanos; el 4 por contribuir a agravar la situación regional; y el criterio 7 por el riesgo manifestó de desvió en el uso, al poder ser utilizado para cometer violaciones de derechos humanos o perpetrar crímenes de guerra en Yemen o por su posible reexportación a otros conflictos como el de Siria.
Aprovechamos también para recordar que el Estado español es precisamente uno de los principales suministradores de armamento al régimen saudí, a través de empresas como Navantia que además es de titularidad pública De hecho, durante los últimos años, Arabia Saudí se ha consolidado como uno de los principales compradores de armas fabricadas en el Estado español, con un volumen total de compras de 744 millones entre 2010 y 2014. Últimamente, en el periodo 2010-2014, Riad se ha situado como el tercer principal comprador de armas españolas, con un 10% de las exportaciones totales.
En el 2015 el volumen de ventas de armas producidas por empresas españolas al régimen saudí se ha disparado, con 447,6 millones de euros durante el primer semestre del año, una cifra que supone un 26% de todo el material de defensa exportado por el Estado español en ese periodo.
Arabia Saudí es socio preferente de España en los países del Golfo, pero también uno de los principales importadores mundiales de armamento y potencia militar en los conflictos de Oriente Próximo, suministrando armamento al régimen sirio e interviniendo con ataques aéreos en el Yemen, causando muertes civiles. Y eso sin olvidar las graves y sistemáticas violaciones de derechos humanos en el país. Por último, exigimos el fin de todos los contratos de venta de armamento con Arabia Saudí, como han hecho por ejemplo Bélgica y Suecia, y con todos los demás clientes de la industria armamentística española en el Golfo Pérsico, involucrados en conflictos militares y/o hayan cometido violaciones de derechos humanos como los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar o Bahréin.
Un mundo más seguro no se construye llenando de armas una de las zonas más convulsas del planeta.
Fuente: http://www.centredelas.org/es/industria-y-comercio-de-armas/2642-comunicado-del-centro-delas-armas-espanolas-a-arabia-saudi-armas-para-la-guerra-y-la-represion

El politólogo Manolo Monereo y la activista Lara Hernández participan en un acto del Frente Cívico-Valencia “El capital financiero quiere las cabezas de Rajoy y Pedro Sánchez” Enric Llopis Rebelión

El politólogo Manolo Monereo y la activista Lara Hernández participan en un acto del Frente Cívico-Valencia
“El capital financiero quiere las cabezas de Rajoy y Pedro Sánchez”

“No tendrían que negar la posibilidad de un gobierno si no pueden hacerlo ellos”; “Las actitudes inmovilistas y las liquidacionistas estrechan el margen para propuestas de reforma muy necesarias”; “Vivimos un final de ciclo. No sabemos ni adónde vamos ni quiénes somos. Falta un proyecto reformista para España”; “Podemos actúa desde posiciones parecidas a la de sus aliados en Venezuela, pero lo oculta  de manera oportunista. Son puro leninismo 3.0”; “Los dirigentes de Podemos –respecto a sus votantes- quieren liquidar, no reformar, el marco democrático de convivencia y, de paso, a los socialistas”. Son frases extraídas de la entrevista publicada el 28 de enero al expresidente del Gobierno, Felipe González, por el diario El País.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, suele calificar al dirigente del PSOE como “mayordomo” del archimillonario mexicano, una de las principales fortunas del mundo, Carlos Slim. El politólogo Manolo Monereo recuerda en un acto organizado por el Frente Cívico-Valencia, titulado “Cambio político y movimientos sociales, ¿qué hacer?”, que González fue el político que convenció a Juan Carlos de Borbón de que debía abandonar el trono, ya que el auge de Podemos apuntaba a cambios en la política española. Se inauguraba, de hecho, un nuevo escenario, con posibilidades para el advenimiento de la República, según  trasladó González al entonces monarca.

Así, abunda Monereo, “Felipe González es el hombre que representa al régimen, mejor que la derecha y la oligarquía”. Durante muchos años el dirigente andaluz ha encarnado este rol y no sólo por la relación con el GAL, la corrupción o las conexiones con los “bajos fondos” de la economía mundial. González ha marcado la divisoria entre “izquierda” (que se asociaba al PSOE) y “derecha” al demandar una y otra vez (“a veces sólo, en otras ocasiones con Alfonso Guerra”, matiza el politólogo) el voto “útil” contra el PP. De ese modo se ponía freno a un posible crecimiento de IU y a que se forjara en España una mayoría electoral de izquierdas por un acuerdo entre el PSOE e Izquierda Unida. El exsecretario general del PSOE se convirtió, así, en el gran bastión del bipartidismo y el régimen del 78. El sistema electoral maquinado en la Transición resultó uno de sus grandes aliados.

En el escenario político actual, los poderes económico y político no coinciden exactamente en sus estrategias, por tanto, se presenta una coyuntura muy singular y abierta, que el autor de “Por Europa y contra el sistema euro” analiza en un reciente artículo del periódico “Cuarto Poder” y en el acto del Frente Cívico en la Sociedad Coral El Micalet de Valencia. Hoy, “el capital financiero quiere las cabezas de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez”. Rajoy fiaba su futuro a unos próximos comicios dentro de tres meses, en los que las encuestas internas le auguraban un súbito crecimiento. “Pero en ese caso saldría perjudicado Ciudadanos –explica el escritor andaluz-, partido creado por el poder económico para contrarrestar el avance de Podemos”. Por esta razón se está planteando un golpe de estado dentro del PP o la liquidación del actual presidente del Gobierno en funciones.

Por otro lado, “Pedro Sánchez no es tan enemigo de Felipe González como se afirma”. Además, “ha salido como triunfador después de cosechar los peores resultados de la historia del PSOE”. Sánchez se ha visto obligado a dialogar con Podemos para “neutralizar” a esta formación, y evitar así que el régimen se siga “desangrando” por la izquierda. Sin embargo, Pablo Iglesias observó la “jugada”, apunta Monereo, y planteó una oferta al PSOE incluso con ministros y vicepresidencias de Podemos. “Desde entonces se habla otra vez en España de crisis, nubarrones y amenazas bárbaras”. En este punto crítico de desarmonía entre política y finanzas, el gran desafío es “trabajar con el sujeto popular y pasar de seis a ocho millones de votos, aunque nuestra debilidad reside en que no haya agitación en la calle; sin embargo, esta movilización puede producirse también por una convocatoria electoral”. Es un momento político abierto a todo tipo de nuevos escenarios: “La oportunidad que tenemos ahora va a durar muy poco, es más, la coyuntura te puede situar en lo más elevado o lo más bajo en cuestión de meses”. Y no faltan razones para la esperanza: “El bipartidismo, y los poderes económico y mediático, también se equivocan, de lo contrario ganarían siempre y no habría situaciones revolucionarias”.

Monereo parte de una premisa que considera inapelable: el régimen del 78 se halla en una crisis irreversible, pero puede evolucionar hacia algo todavía peor. Ante una realidad política crítica, espiga entre las declaraciones de políticos del bipartidismo, que en ocasiones ofrecen pistas. Por ejemplo, la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, ha afirmado que es necesario organizar una “segunda transición política”. La cuestión es quién la dirige. De inmediato, la expresidenta de Castilla-La Mancha apeló a las fuerzas “constitucionalistas”.

Habría, por tanto, que huir de las “rastas” y los “piojos” (en referencia a los diputados de Podemos), según palabras de otra veterana política del PP, Celia Villalobos. Sólo hay una batalla real, señala el miembro del Frente Cívico, “y lo demás es retórica, monserga y literatura”. Por un lado, la opción de una nueva restauración borbónica, “como siempre que se produce una crisis de régimen en España”. “La monarquía constitucional en este país no es como la de Suecia o Dinamarca, aquí el rey gobierna, manda y se corrompe como nadie”, critica el autor de “De la crisis a la revolución democrática”. “Ha sido uno de los reyes más corruptos de la historia de España y se ha ido de rositas, nos ha dejado a su hijo”. La alternativa se plantea, así pues, en términos de ruptura democrática y Proceso Constituyente.

El político conservador Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón dejó caer otra pista en torno a las claves políticas en una tertulia radiofónica, en la que compartía micrófono con Santiago Carrillo. Explicó la relevancia del sistema electoral diseñado en la Transición por “los que mandaban”, recuerda Manolo Monereo. Una de las piedras angulares fue el sistema electoral, después constitucionalizado, en el que se consagraba el bipartidismo político, aunque imperfecto (se requería el apoyo de CIU y del PNV) mientras se dejaba fuera al adversario (el PCE y el PSUC). “Esto ha permitido desde 1978 la reproducción del sistema, más que por la Ley D’Hondt, por los efectos en la representación electoral de las circunscripciones provinciales”.

¿Qué rol desempeña, en el actual contexto, la Unión Europea? “Sin el golpe de estado de la UE ningún estado se hubiera mantenido durante más de seis meses, además, hoy los golpes no los perpetran los ejércitos sino los bancos”. Pero sobre todo la Unión Europea representa una garantía de “estabilidad”, como reconocía Luis María Ansón en un artículo publicado en El Mundo el 15 de octubre de 2015. “Se desmorona el régimen”, advertía el exdirector de ABC, y ante esa realidad que desbordaba a Rajoy, el periodista se felicitaba por la firmeza que demostraba la UE y la solidez del euro. “Nos queda Europa” y, gracias a ello, en España no se reproduce el contexto social de los años 30. El estado español se halla, para alivio de Ansón, alineado con las 15 potencias económicas del mundo e integrado en la supranacionalidad europea.

Ante el actual galimatías de posibles pactos, guiños, declaraciones, gestos, posicionamientos que apuntan hacia lo contrario de lo que se afirma, Manolo Monereo propone centrarse en que hoy existe un conjunto de fuerzas políticas que le están “disputando el gobierno al poder”. “Esto es hoy lo decisivo, somos el pueblo parte activa, y esto va más allá de Podemos, Ada Colau o las Mareas Atlánticas; estamos movilizados y dando la batalla a la resignación, que es el gran mal de este país”. En otras palabras, “sálvate de manera individual que colectivamente cada vez vivirás peor”, predica el sistema. También ha participado en el acto del Frente Cívico-Valencia la activista y exresponsable de confluencias de IU, Lara Hernández, quien ha hecho hincapié en que tras las elecciones del 20 de diciembre “ha quedado delimitada la frontera del conflicto”. “Ha surgido una alternativa por la izquierda que se enfrenta al poder económico”, remata.