lunes, 30 de marzo de 2020

El verdadero cristianismo es omitido y no lo explican en las Iglesias los supuestos cristianos. Y sobre todo la Iglesia Católica, se deja lo más importante

Como debe ser la conducta y ética cristiana. Por Mercedes Díaz García, mi madre.

En efecto, el amor edifica al prójimo con palabras y acciones altruistas, Corintios 2/8:1.

Fomenta la colaboración, no la competencia. El espíritu del Yo primero no cabe entre los siervos de Jehová.

La palabra de Dios dice a los cristianos verdaderos que no hagan nada movidos por el espíritu de la contradicción ni por egoísmo sino considerando con humildad mental que los demás siervos de Dios son superiores a ellos. Felipenses 2/3:4.5.

Que cada uno siga buscando no su propia ventaja sino la de las otras personas. Corintios 1/10:24.

Los discípulos de Jesús tuvieron que aprender, pues eran adultos cuando se hicieron sus seguidores, y tenían cierto grado del espíritu de competencia de este mundo. Cuando la madre, de dos de ellos, trató de conseguir un puesto de prestigio para sus hijos, Jesús les dijo. “Los gobernantes de las naciones se en enseñorean de las personas y los grandes ejercen autoridades sobre ellas. No es así entre ustedes y el que quiera ser primero entre ustedes tiene que ser esclavo de ustedes. Así como el hijo del hombre Jesús no vino para que se le ministrara sino para ministrar y para dar su alma en rescate a cambio por muchos”. Mateo 20 hasta 28.

Cuando Jesús dijo a sus discípulos que no usaran títulos par tratar de ensalzarse, añadió, todos ustedes son hermanos Mateo 23:8.

Los verdaderos seguidores de Jesús son siervos de sí, esclavos de sus hermanos cristianos. Gálatas 5:13

Ese es el caso sobre todo nunca deben disputar por destacar o conseguir poder no han de enseñorearse de los que son la herencia de Dios sino hacerse ejemplos del rebaño Pedro 1/5:3.

Impactos y vulnerabilidades en tiempos del coronavirus

La llegada del coronavirus ha generado ya a nuestro país un enorme impacto y nuestra capacidad de reacción está condicionada por grandes debilidades estructurales: somos vulnerables ante el riesgo. Los efectos de la crisis, ya sean inmediatos o a largo plazo, serán diferentes dependiendo de cómo reaccionemos ahora y cómo seamos capaces de gestionar los recursos disponibles. Pero partimos de una situación precaria debido a los recortes y privatizaciones derivados de la anterior crisis económica del 2008.
El lunes 30 de marzo, con más de 85.000 enfermos y 7.300 muertes por coronavirus en España, estamos confinados y en estado de shock colectivo. El impacto de la pandemia genera espanto y asombro ante la magnitud de lo que está pasando. Las debilidades con las que afrontamos la crisis generan preocupación, pero también indignación, pues son el resultado de los recortes sociales que se han hecho en las últimas décadas. Existe una ventana de oportunidad que nos podría permitir salir de esta crisis con un nuevo paradigma económico basado en la defensa de los servicios públicos. Pero esta oportunidad no durará mucho y, por ello, hay que actuar rápido y construir una nueva correlación de fuerzas que genere esperanza y sirva para defender cambios estructurales que posibiliten salir de esta nueva crisis con recetas opuestas a las del 2008.
Sanidad pública
Todos los días a las ocho, aplaudimos al personal sanitario. Es un gesto de agradecimiento y ánimo para aquellos que con su trabajo van a conseguir que superemos esta crisis. Y hacen su trabajo en condiciones muy difíciles, con falta de material para atender a los enfermos y para protegerse ellos mismos del contagio: ya son más de 10.000 sanitarios contagiados en España, el mayor porcentaje a nivel mundial respecto al número de enfermos. El origen de nuestras debilidades ante el impacto del coronavirus está, en gran medida, en los enormes recortes al sistema público de salud que se han realizado, aplicando políticas neoliberales desde hace décadas cuyo resultado es que tenemos el menor número de personal médico, auxiliares de enfermería y camas de hospital por habitante de toda Europa. En España, en 2018 se invirtieron 1.600 euros en gasto público en sanidad por persona, en Francia, 3200, y en Alemania, 3.800; y eso que se recuperó algo desde 2015, pues los recortes de la crisis de 2008 lo habían dejado en 1.400. Tenemos 3 camas de hospital por cada 1.000 habitantes (bajando desde las 4.6 que había 1990), en Francia tienen 6.5 y en Alemania, 8 (han bajado desde 10 y 10.3 respectivamente en 1990).
Nunca estuvimos en la media europea, y aunque los recortes se vienen aplicando desde los años 90 y se intensificaron en 2008 golpeando a todos los sistemas sanitarios europeos, en España nos golpearon aún más y aumentaron las diferencias respecto a nuestro entorno. Cuando hayamos superado la crisis del coronavirus gracias al esfuerzo y la entrega incondicional del personal sanitario, debemos recordar el origen de nuestras debilidades y luchar para superarlas.
Habrá que conseguir un gran consenso entre todos los partidos en defensa de la sanidad, pues es obligatorio aumentar el gasto del Estado en salud pública, acercarlo al de Alemania o Francia (9% de su PIB) e incluso ir más allá. Ahora estamos en el 6,24% de nuestro PIB dedicado a gasto público en salud. Necesitamos un aumento de 35.000 millones de euros para acercarnos a los países de nuestro entorno. Esto supone algo más de un tercio de los avales que se han prometido para las empresas, que son 100.000 millones. Por tanto, es un objetivo realizable si hay voluntad política para ello, pero habrá que actuar rápido, pues si pasan un par de años, nos olvidaremos de esta crisis sanitaria y desaparecerá el consenso. Solo ante el asombro provocado por el impacto del coronavirus se abre una ventana de oportunidad para recuperar el apoyo a la sanidad pública; pronto se cerrará esa ventana y nos vendrán con las recetas neoliberales de las últimas décadas: más sanidad privada y más recorte del gasto público.
Economía y empleo
Nadie discute que la máxima prioridad es salvar vidas, es decir, afrontar y minimizar el impacto del coronavirus en nuestra salud colectiva. Pero esa prioridad está en competencia con el intento de minimizar el impacto de la pandemia en la economía. Ésta ha sido la discusión hasta ahora. Se ha mantenido la actividad económica en todos los sectores, salvo en algunos considerados de "alto riesgo" (hostelería, educación, ocio, turismo), que se han cerrado por decreto. Se ha intentado proteger el empleo con la figura de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (los ERTE), que obligan a volver a contratar a los trabajadores afectados una vez finalizada la crisis. Pero dado que la epidemia sigue evolucionando negativamente, el Gobierno ha decretado el cierre de toda actividad económica no esencial para combatir el coronavirus y el impacto económico será todavía mayor. Esperemos que esa medida vaya acompañada de medidas efectivas para proteger a los trabajadores.
Y de nuevo el impacto provocará efectos que dependen de nuestra debilidad económica actual, sobre todo en el empleo: la reforma laboral ejecutada durante la crisis de 2008 ha provocado que ya se haya podido despedir ya a un millón de empleados temporales, como denuncian los sindicatos.
El pasado 27 de marzo, el Gobierno decretó por fin la prohibición del despido por causas objetivas (algo similar a lo que ya había hecho Italia), aunque esta prohibición no es retroactiva. Los ERTE, cuyo coste lo paga mayoritariamente el estado, son la herramienta que se ha propuesto para salvar el empleo. Pero es la precariedad laboral previamente existente la que ha permitido que se esté destruyendo tanto empleo ahora. Solamente las empresas que hayan mantenido el empleo y aplicado los ERTE de manera no fraudulenta deberían ser las beneficiarias de todos los mecanismos financieros que el Gobierno ha creado: 100.000 millones de avales públicos y otras medidas para garantizar flujo de caja en los próximos meses. Ese colchón lo suministra el Estado. Es al Estado a quien se acude para los rescates en tiempo de crisis, y esto habrá que compensarlo con una fiscalidad empresarial en línea de la media europea: de nuevo hay una ventana de oportunidad para hacerlo ahora, y será obligado para el próximo presupuesto de 2021 (el de 2020 probablemente ya ni se plantee, manteniéndose todavía la prórroga del último presupuesto del tándem Rajoy-Montoro).
Europa fracasa una vez más
Tanto para el impacto sanitario como para el económico, Europa ha sido de nuevo incapaz de generar una acción colectiva verdaderamente solidaria. El primer ministro de Portugal, Antonio Costa, lo resumió bien. Tal y como se indica en eldiario.es, Costa señaló la actitud "repugnante" del gobierno holandés y no ocultó su irritación ante declaraciones "repulsivas", "sin sentido" y "totalmente inaceptables" con respecto a la crisis del coronavirus hechas por el ministro de Economía holandés, negando la ayuda a los países que más la necesitan.
Lo mismo podría decirse ante la negativa alemana a crear un instrumento financiero colectivo a nivel europeo: emisión de bonos mancomunados para afrontar juntos la crisis económica. O de la negativa a enviar material sanitario a Italia cuando allí estaba comenzando el brote de coronavirus. Una vez más, se aplica el “sálvese quien pueda”; es un nuevo fracaso del intento de construir una Europa que vaya más allá de cada uno de los estados que la componen. Otro fracaso más, y tras el Brexit ya no habrá muchas más oportunidades, pues los pueblos de Europa están hartos de la falta de solidaridad cuando llega una crisis como la que ahora enfrentamos.
Cuando hayamos superado la emergencia sanitaria del coronavirus, nos quedará la crisis económica. Ojalá en ese momento recordemos lo que nos parecía tan evidente cuando estábamos todavía impactados por la magnitud de lo acontecido: sólo recuperando nuestros servicios públicos y construyendo una economía al servicio de las personas en una Europa solidaria será posible alcanzar un futuro mejor.

El despilfarro de los gastos criminales para matar y la escasez de inversiones sociales sanitarias para la vida y el bienestar de las personas, y encima le seguimos el juego con los cuentos de los "enemigos", esos magnates inmorales que se enriquecen con el dolor, el sufrimientos y la muerte de las personas humildes, las matan de hambre y con guerras, eso es el fin del capitalista, enriquecerse a costa del prójimo, del otro sin escrúpulos de ninguna clase. Esos son los verdaderos enemigos de la humanidad.


Comparación entre Gastos Militares y Necesidades Sociales

Sábado.14 de marzo de 2020  - Va a hacer falta mucho dinero para enfrentar las secuelas del coronavirus, y sabemos de dónde se puede sacar.
Recuperamos este estudio de Tortuga, publicado en mayo de 2007, porque ahora, con la crisis del coronavirus parece que va a hacer falta mucho dinero para reforzar la sanidad, evitar que se hunda la pequeña economía y necesidades similares. Es solo por dar alguna idea sobre cuales son las partidas de gasto estatal perfectamente prescindibles de las que se podría sacar el dinero. Nota de Tortuga.


Grupo Antimilitarista Tortuga
Navegando por Internet hemos recopilado datos sobre lo que cuesta poner en marcha determinados servicios básicos que se juzgan de gran utilidad por parte de la ciudadanía, y hemos establecido la comparación con el coste de algunos artefactos bélicos de esos que se utilizan para matar personas.

El coste de unos y otros está redondeado, ya que según unas páginas u otras hay pequeñas variaciones. Decir que el coste de la maquinaria bélica lo hemos obtenido de páginas relacionadas con empresas de armamento o foros de entendidos en esta cuestión nada sospechosos de simpatizar con nuestras ideas antimilitaristas.

Llama la atención el descomunal precio de algunos armamentos, y más si se tiene en cuenta todo lo que podría hacerse en la sociedad si se eliminara este inútil gasto. Por ejemplo, si se dedicara a la investigación contra el cáncer sólo la mitad de lo que se invierte en investigación militar, es de prever que la lucha contra esta enfermedad estaría muy desarrollada. De la misma manera, si no malgastáramos el erario público en estos costosos aparatos, es tremenda la cantidad de nuevos hospitales, centros deportivos, educativos etc. que podríamos tener.

Esta lista es escasa e incompleta. Rogamos a quien tenga datos sobre lo que cuestan estas cosas que nos los vaya remitiendo a ver si entre todas creamos una buena base de datos. Muchas gracias.





¿Qué valen las siguientes cosas?

Necesidades sociales
Un colegio de primaria con todas sus dotaciones: 4.800.000 €
Una escuela infantil: 1.500.000 €
Un hospital: 35.000.000 €
Un centro cultural: 800.000 €
Un pabellón polideportivo: 484.000 €
Atención social durante un año a 3.000 personas en necesidad extrema: 1.200.000 €

Caprichos de los militares
Un misil Tomahawck 1.000.000 €
Un cazabombardero Eurofighter Typhoon: 25.000.000 €
Un cazabombardero F-16: 23.000.000 €
Un cazabombardero F-22 (sin armamento): 110.000.000 €
Un avión “invisible” B-2: 1.900.000.000 € (mil novecientos millones; es el avión más caro del mundo)
Un helicóptero Eurocopter Tigre: 12.000.000 €
Un helicóptero Apache: 13.000.000 €
Un tanque Leopard 2-A4: 1.200.000 € (son una ganga comparados con lo que cuestan los tanques yankis)
Un tanque M1 A1 Abrams 4.300.000 €
Una fragata F-100: 600.000.000 €
Un portaviones con propulsión nuclear: 3.200.000.000 €
Un submarino S-80: 450.000.000 €


Y ya con la calculadora en la mano, por ejemplo nos salen estas comparaciones:
- Un misil Tomahawck equivale a 0’20 ESCUELAS DE PRIMARIA PERFECTAMENTE DOTADAS (5 misiles = 1 escuela)
- Un tanque M1 A1 Abrams a 0’89 escuelas (casi una)
- Un helicóptero Eurocopter Tigre a 2’50 escuelas
- Un cazabombardero Eurofighter Typhoon equivale a 5’20 escuelas
- Un submarino S-80 a 94 escuelas
- Una fragata F-100 a 125 escuelas
- Un avión “invisible” B-2 a 396 escuelas
- Un portaviones con propulsión nuclear a 667 escuelas
- Un misil Tomahawck equivale a 0’02 HOSPITALES (35 misiles = un hospital)
- Un tanque M1 A1 Abrams a casi 0’12 hospitales (8 tanques = 1 hospital)
- Un helicóptero Eurocopter Tigre a 0’34 hospitales (3 helicópteros = 1 hospital)
- Un cazabombardero Eurofighter Typhoon equivale a 0’71 hospitales (3 cazas = 2 hospitales)
- Un submarino S-80 a 13 hospitales
- Una fragata F-100 a 17 hospitales
- Un avión “invisible” B-2 a 54 hospitales
- Un portaviones con propulsión nuclear a 91’5 hospitales
- Un misil Tomahawck equivale a LA ALIMENTACIÓN DE 2.500

PERSONAS EN NECESIDAD EXTREMA DURANTE UN AÑO
- Un tanque M1 A1 Abrams a la de 10.750 personas
- Un helicóptero Eurocopter Tigre a la de 30.000 personas
- Un cazabombardero Eurofighter Typhoon equivale a la de 62.500 personas
- Un submarino S-80 a la de 1.125.000 personas
- Una fragata F-100 a la de 1.500.000 personas
- Un avión “invisible” B-2 a la de 4.750.000 personas
- Un portaviones con propulsión nuclear a la de 8.000.000 personas

El verdadero cristianismo es omitido y no lo explican en las Iglesias los supuestos cristianos. Y sobre todo la Iglesia Católica, se deja lo más importante


Como debe ser la conducta y ética cristiana. Por Mercedes Díaz García, mi madre.

En efecto, el amor edifica al prójimo con palabras y acciones altruistas, Corintios 2/8:1.

Fomenta la colaboración, no la competencia. El espíritu del Yo primero no cabe entre los siervos de Jehová.

La palabra de Dios dice a los cristianos verdaderos que no hagan nada movidos por el espíritu de la contradicción ni por egoísmo sino considerando con humildad mental que los demás siervos de Dios son superiores a ellos. Felipenses 2/3:4.5.

Que cada uno siga buscando no su propia ventaja sino la de las otras personas. Corintios 1/10:24.

Los discípulos de Jesús tuvieron que aprender, pues eran adultos cuando se hicieron sus seguidores, y tenían cierto grado del espíritu de competencia de este mundo. Cuando la madre, de dos de ellos, trató de conseguir un puesto de prestigio para sus hijos, Jesús les dijo. “Los gobernantes de las naciones se en enseñorean de las personas y los grandes ejercen autoridades sobre ellas. No es así entre ustedes y el que quiera ser primero entre ustedes tiene que ser esclavo de ustedes. Así como el hijo del hombre Jesús no vino para que se le ministrara sino para ministrar y para dar su alma en rescate a cambio por muchos”. Mateo 20 hasta 28.

Cuando Jesús dijo a sus discípulos que no usaran títulos par tratar de ensalzarse, añadió, todos ustedes son hermanos Mateo 23:8.

Los verdaderos seguidores de Jesús son siervos de sí, esclavos de sus hermanos cristianos. Gálatas 5:13

Ese es el caso sobre todo nunca deben disputar por destacar o conseguir poder no han de enseñorearse de los que son la herencia de Dios sino hacerse ejemplos del rebaño Pedro 1/5:3.

El Imperio y el capital no cierran en domingo

El Imperio y el capital no cierran en domingo

Rafael Poch de Feliu, periodista catalán experto en asuntos internacionales
Sobre los dilemas e inercias de los gobernantes durante la pandemia
Ante una crisis de gran alcance histórico en la que hay millones de vidas humanas potencialmente en juego como la que estamos entrando, el sentido común le sugiere a la lógica imperante una pausa, un receso, una jornada de descanso como la que el propio creador se concedió. Nada de eso: el Imperio no cierra en domingo.
Felices eran los días en los que nos preocupaba el riesgo de que Trump desencadenase una guerra contra Irán, la virulencia de las artificiales tensiones con Rusia, la intensa guerra comercial y propagandística contra China, o los incendios de California o Australia.
Se evitó el bombardeo americano de Irán, pero las sanciones de Washington -el Secretario de Estado, Mike Pompeo, acaba de anunciar su refuerzo- están incrementando allá los efectos de la pandemia.
Es imposible comprar medicinas y suministros esenciales cuando, según la reputada Universidad Sharif de Tecnología de Teherán, ya se están produciendo; una muerte cada diez minutos, 50 nuevos afectados por hora (viernes,20 de marzo), y se barajan escenarios de 3,5 millones de muertos. Eso sería más del triple de la mortandad causada por la guerra con Irak de los ochenta. En la actual coyuntura -y eso vale igual para Cuba, Venezuela, Corea del Norte, Siria y otros- las sanciones son puro terrorismo.
Mientras en California se están abriendo las cárceles en previsión de un contagio generalizado, en Gaza hay dos millones de palestinos -con 60 UCIs para todos y 1,2 camas por mil habitantes- encerrados y privados por Israel de suministros fundamentales. La inercia es la de siempre.
UE: Había una vez un circo
En Europa el espectáculo es sobresaliente. El 4 de marzo Alemania decretó una prohibición de exportación de artículos de protección médica al resto de la UE. El ministro de sanidad alemán, Jens Spahn, respondió dos días después a las críticas de Bruselas, diciendo que la UE debía prohibir tal exportación al exterior de su espacio en lugar de criticar. Ante el escándalo, Alemania introdujo el día 12 algunas excepciones en su prohibición, entre indicios de que su principal agencia de control y prevención de enfermedades, el Robert Koch Institut está embelleciendo a la baja las cifras de muertos y afectados en el país.
En esas circunstancias, Italia dirigió su petición de ayuda a China, Cuba y Venezuela -países objeto de sanciones europeas- después de que “ni un solo país de la UE” respondiera a sus peticiones, según el embajador italiano ante la UE, Maurizio Massari. Instalada en una “lógica nacional” hacia sus socios, Alemania, “se ha cargado las últimas ilusiones” sobre la UE, se lee en un diario tan europeísta como La Repubblica.
Las prohibiciones exportadoras de la UE eran citadas por el Presidente serbio Aleksandr Vucic en una carta a Xi Jingping en estos términos: “la prohibición nos ha llegado de la misma gente que nos aleccionaba diciendo que no debíamos comprar productos chinos”. En la crónica europea se echan a faltar informes sobre Grecia, cuyo sistema de salud fue particularmente devastado por la inflexibilidad europea.
El 12 de marzo Trump anunciaba su prohibición de viajar a Estados Unidos para los ciudadanos de la zona Schengen. Bruselas denunció la medida como una estupidez populista. Cuatro días después, el 17 de marzo, Bruselas prohibía todos los viajes entre países no europeos y la UE durante 30 días…
La pandemia retrata a cada uno. A Trump, por ejemplo, ofreciendo mil millones a la empresa alemana CureVacpara hacerse con la exclusiva de un supuesto tratamiento contra el virus. En esa foto de grupo, China es la que sale más favorecida, pese a la masiva reeducación de los uigures, a la falta total de complejos a la hora de instalar su sistema de vigilancia ciudadana por puntos y al resto de la lista que la realidad -y también la propaganda- acumula contra ella. Como lamenta un comentarista del Wall Street Journal: “hay indicios de que China espera usar la crisis para fortalecer su posición global”.
Otro observador de mayor calidad, Patrick Cockburn, resume así la situación: “Al fracasar en una respuesta coherente ante la amenaza y acusar a los extranjeros por su difusión, Trump ha arrinconado a Estados Unidos y socavado el papel hegemónico que ha desempeñado desde la Segunda Guerra Mundial. Incluso si Biden es el próximo presidente, en el mundo post pandemia Estados Unidos habrá perdido su indiscutible primacía”.
Dilemas y estrategias de los gobiernos
Con su estricta política de contención en el foco inicial e intenso intercambio de información con el resto del mundo, China ayudó a Occidente a prepararse. Brindó tiempo. El hecho de que esa política exitosa fuera también practicada en lugares como Taiwán o Corea del Sur, invalida el tontorrón argumento de la “ventaja de la dictadura”.
La diferencia que habrá que explorar apunta más bien a mentalidades colectivas, prácticas de buen gobierno y prioridades gubernamentales. No se trata de China, sino de lo que podríamos llamar “estrategia de Asia Oriental”.
Sea como fuere, Occidente ha perdido un tiempo precioso al vacilar a la hora de aplicar una política que al final no ha sido de estricto confinamiento a la china, ni de control generalizado a base de test, sino de relativa restricción de movimientos. Ahora ya, uno tras otro, los gobiernos europeos, en Italia, España, Francia, Austria… , se pronuncian por la ampliación temporal de sus medidas restrictivas que los científicos califican de insuficientes y claman desesperadamente como causa de futuros males mayores.
La vacilación de los gobiernos occidentales también tiene que ver con el enorme dilema que esta crisis plantea: para contener la pandemia hay que matar la economía. Si se trata de dos o cuatro semanas de quietud, como pensaban inicialmente en la UE, el asunto era serio, pero si se trata de seis semanas, o de algunos meses, entonces a lo que se enfrentan los gobiernos es a un colapso económico con hundimiento del sector servicios, depreciación bursátil, contracción del consumo y las exportaciones, y, finalmente, millones de despidos laborales.
Tal es el dilema al que se enfrentan hoy los que mandan en Occidente: o se opta por una larga hibernación, con lo que la pandemia se contendrá pero la “economía” se hundirá, o se opta por la actual restricción soft con la economía en apuros y una gran mortandad. Al día de hoy seguramente nadie sabe cual de las dos opciones es más dañina, pero lo que está claro es que lo primero no es computable para quienes representan políticamente los intereses de los más ricos, porque el Capital tampoco cierra los domingos.
Mientras en Francia, Italia y España, los gobernantes, aprueban dineros y subsidios especiales, discursos y actitudes como las de Boris Johnson, Angela Merkel, Donald Trump, Jair Bolsonaro y otros, evidencian, la opción por el “abierto las 24 horas”: cualquier cosa menos el colapso económico. Johnson, y al parecer también los holandeses y suecos, ha dibujado un cierto “laissez faire” a la pandemia. Merkel ha añadido un cierto fatalismo.
Todo ello cosido por la sugerencia del darwinismo social: que sobrevivan los más fuertes, confiémonos en la “inmunidad colectiva”, etc. En su discurso del miércoles, la canciller alemana no propuso nada, ninguna medida. Cero. “Estoy completamente segura de que superaremos esta crisis, pero ¿cuantas víctimas habrá? ¿cuantos seres queridos perderemos?” dijo, antes de apelar a la “disciplina de cada cual”. Y ahí lo dejó.
Opciones como suprimir los planes de rearme de la OTAN (400.000 millones para los 29 estados miembros en los próximos cuatro años), o subir un 20% los sueldos de los más expuestos, profesionales de la sanidad, repartidores, dependientes de comercio, conductores, son medidas de sentido común que deberían estar en los discursos de todos.
La crisis económica y social que se dibuja abrirá ciertamente algunas oportunidades, hemos dicho, desde nuestra ligera ignorancia, que la pandemia contiene ciertas oportunidades de cambio, , pero lo que va a abrir a corto plazo, y con toda certeza, es un sufrimiento humano enorme, y muy especialmente entre los más débiles, pobres y vulnerables.
De la misma forma en que no es lo mismo el confinamiento en un piso-colmena del extrarradio que en una amplia villa con jardín, tampoco es lo mismo vivir con la mitad para los que tienen mucho, o suficiente, que para quienes no llegan a fin de mes o están en precario. Somos una sociedad dividida en clases.

Coronavirus El virus que convierte a neoliberales en 'socialcomunistas': liberales acudiendo ahora al Estado que menguaron

Coronavirus El virus que convierte a neoliberales en 'socialcomunistas': liberales acudiendo ahora al Estado que menguaron


El gobernador de Nueva York llamando a nacionalizar empresas, el FMI pidiendo a España que invierta en sanidad, economistas liberales llamando al Estado a actuar con más medios, ¡¡¡Luis de Guindos hablando de una renta mínima de emergencia!!! ¿Qué está pasando? Pues que parece que el coronavirus tiene un nuevo síntoma: convierte a los neoliberales en socialcomunistas (que dicen algunos ahora).

Desde que la emergencia comenzó a tomar entidad, hemos visto a políticos y opinólogos de derechas, orgullosos defensores del libre mercado, e incluso en países que simbolizan el capitalismo más salvaje, clamar a los Estados medidas sanitarias y económicas. A organizaciones políticas que menguaron la sanidad pública pedir al Estado rapidez en conseguir más medios y a gente que suele bramar contra las ayudas a los más desfavorecidos pedir ayudas públicas para las empresas. Medidas que son muy necesarias pero que parecen un chiste cuando son pedidas por según quién y que demuestran que, al igual que sucedió en la crisis de 2008, cuando las aguas vienen turbias, el defensor más aguerrido del 'laisser faire' se agarra al Estado que ha ido ayudando a adelgazar.

Así en los últimos días, efectivamente, hemos visto como, el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), y exministro de Economía, Luis de Guindos, ha defendido una ‘renta mínima de emergencia’. También ha asegurado que "no se deben escatimar esfuerzos para hacer frente a la emergencia sanitaria". Precioso.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), por su parte, ha pedido a España que "el sector sanitario disponga de suficientes recursos", al tiempo que ha reclamado que la política fiscal sea "flexible" también para las empresas. Atrás quedan esos tiempos cuando el FMI pedía a España el copago sanitario, recortes en gasto social o cuando se preocupaban por "el riesgo de que la gente viva más de lo esperado".

La CEOE, que hace nada pretendía presionar a los médicos de familia para reducir el número de bajas por enfermedades comunes, pide ahora todo tipo de ayudas al Estado para los empresarios, al tiempo que aprovecha para pedir que no se derogue la reforma laboral.
En EEUU, hemos visto al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, entonar el 'exprópiese': este domingo pidió al Gobierno federal "nacionalizar de inmediato" las empresas que fabrican equipo médico, y que lo distribuya según las necesidades de los Estados.

Las redes también se han fijado en este curioso 'síntoma' del coronavirus: