sábado, 28 de agosto de 2021

Afganistán: Radiografía de un fracaso. Por Sergio Rodríguez Gelfenstein por La pupila insomne

 

Afganistán: Radiografía de un fracaso. Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

por La pupila insomne

La semana pasada analizábamos las repercusiones geopolíticas que podría tener la derrota de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán. Por supuesto, es una situación en evolución que todavía no alcanza a mostrar su verdadera dimensión. De ahí que parece justificado el protagonismo que el tema ha cobrado entre analistas y políticos, obviamente visto desde disimiles perspectivas. En esa medida, no deja de causar profundo estupor la superficialidad, banalidad y hasta ignorancia con que se refieren algunos de los líderes occidentales a la situación generada por su propia estulticia que se puede entender solo como expresión de su prepotencia imperial. Causa desasosiego constatar que la paz del mundo está en manos de esta cáfila de irresponsables. La “retirada” de Afganistán lo ha puesto en evidencia.
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Al respecto, el presidente Joe Biden ha afirmado que Estados Unidos está llevando a cabo una de las mayores y más difíciles evacuaciones de la historia asegurando que es “el único país del mundo capaz de proyectar tanta fuerza en un lugar tan remoto”. Además de ser falso, Biden despliega toda su ignorancia en pos de construir un nuevo relato dirigido a incentivar el trabajo de los estudios de Hollywood. Lo más probable es que ya –al igual que en Vietnam- se estén proyectando centenares de películas en las que se mostrará la victoria estadounidense, el heroísmo de sus soldados y la genialidad de sus generales, hasta que surja un nuevo Oliver Stone y otro film como “Pelotón” desmienta y desmitifique tal falacia.

¿Sabrá Biden lo que ocurrió en Dunkerke a finales de mayo de 1940 donde tuvieron que ser retirados 330 mil soldados a Inglaterra? ¿Habrá conocido Biden lo que sucedió a mediados de octubre de 1941 cuando el gobierno soviético y parte importante de la población se vieron obligados a abandonar Moscú en el momento en que las tropas nazis estaban a solo 120 km. de la capital?

Estos dos hechos –que son los que me vienen ahora a la memoria- sí fueron “difíciles evacuaciones en la historia”, se hicieron bajo el ataque incesante y el acoso del ejército alemán, no tras un acuerdo, el apoyo y el visto bueno del “enemigo” que es lo que está aconteciendo ahora en Kabul. No es esa la razón del “desastre afgano”. Querer transformarlo en un hecho épico no es más que la muestra clara de otra faceta de la derrota, a tal punto que el propio Biden ha admitido que aunque el objetivo es organizar una evacuación segura, está consciente de los riesgos, aceptando además que no puede prometer "cuál será el resultado". ¿Cómo es posible que el presidente de la nación más poderosa del mundo que hizo un acuerdo para retirarse de Afganistán, no pueda prometer buenos resultados de tal hecho?

El propio ex presidente Trump, quien fue el “padre” de dicho acuerdo ha expresado que: "La fallida salida de Biden de Afganistán es la demostración más asombrosa de la más absoluta incompetencia por parte del líder de una nación, quizás de todos los tiempos”. Me cuesta coincidir en algo con Trump, pero no queda más que admitir que en este caso, tiene toda la razón.

A su vez, uno de los promotores y organizadores de la invasión de la OTAN al país centro asiático, el ex primer ministro británico Tony Blair, “sangrando por la herida” de su obra fallida ha calificado la retirada como un movimiento "trágico, peligroso e innecesario", asegurando que "no fue impulsada por una gran estrategia sino por la política". En una abierta y destemplada crítica a Biden, Blair incluso se permitió aseverar que las fuerzas se retiraron "en obediencia a un lema político imbécil sobre el fin de 'las guerras eternas'”, refiriéndose así a la denominación dada por Biden a la presencia de Estados Unidos en Asia Occidental. Blair opinó que la decisión de retirarse de la región afectará tanto al propio Afganistán como a Occidente.

A pesar de haber transcurrido solo un poco más de una semana de la ocupación de Kabul por los talibán, ya se comienzan a conocer los entresijos del fracaso. En este sentido, Yossi Melman, periodista especializado en temas de inteligencia y columnista del periódico israelí Haaretz ha opinado que la “lección importante que Israel debe extraer de esta situación es que la era de la implicación norteamericana en Oriente Medio está llegando a su fin”.

La opinión del comunicador sionista deja ver el impacto que la derrota estadounidense está teniendo entre sus aliados. El diario estadounidense The Hill publicado en Washington, ha hecho una nota el pasado 22 de agosto en la que hace mención a esta situación. Dice que la debacle en Afganistán “está provocando un efecto dominó de preocupación entre los aliados que dependen de Washington para su protección militar”. Tal secuela ha sido tema de debate urgente en altas esferas políticas, militares y de inteligencia en el propio Israel, en Taiwán, y en otros países como Corea del Sur, Japón, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, cuya estabilidad depende de la presencia de las fuerzas armadas de Estados Unidos.

La inquietud expresada por los aliados de Estados Unidos superó las fronteras nacionales y llegó a Washington, donde tanto el Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, como el vocero del Departamento de Estado, Ned Price, se vieron obligados a dar pruebas de fe, asegurando que Estados Unidos va a cumplir los compromisos contraídos con sus socios en el mundo.

Los hechos de Afganistán dan cuenta de un fracaso que no solo se exterioriza en el terreno militar habida cuenta que los talibán no pudieron ser derrotados, también se manifiesta en el ámbito diplomático en el que Estados Unidos falló en informar a sus aliados acerca de los planes de retirada. En este sentido, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, manifestó que para la organización fue una “total sorpresa” la llegada al poder de los talibán. Sin ocultar su estupor el líder atlántico dijo que: "La rapidez del colapso de los líderes políticos y militares afganos y de las Fuerzas Armadas no fue prevista” aseverando que ahora se hacía necesaria una evaluación para saber “qué salió mal, así como en qué tuvimos éxito". En otra manifestación insólita de descontrol e irresponsabilidad explicó que desconoce qué proporción de las armas de los países miembros de la organización quedó en manos de los talibán tras la salida de la alianza del país. Es decir, que hoy miles de millones de dólares gastados en armas se encuentran bajo control de fuerzas desconocidas pudiendo fácilmente llegar a las organizaciones terroristas que la OTAN decía combatir.

En otra manifestación de total ausencia de una supervisión que hubiera evitado el caos y la anarquía que hoy impera en Kabul, el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, ha declarado que es "imposible" para Estados Unidos y sus aliados europeos evacuar a su personal y familias afganas de Kabul antes del 31 de agosto, culpando a las tropas estadounidenses en el aeropuerto de la ciudad de obstaculizar las tareas de evacuación.

Esta situación ha creado una nueva zozobra al ya ineficiente operativo estadounidense que ha recibido como un balde de agua fría la declaración del mando talibán que ha asegurado que no habrá extensión del período de evacuación que vence el 31 de agosto. En un hecho que podría resultar risible sino estuvieran en juego la vida de miles de inocentes, incluyendo mujeres, ancianos y niños, Bruselas se ha quejado a Estados Unidos de que su seguridad en el aeropuerto de Kabul era demasiado estricta y obstaculizaba el ingreso de afganos que trabajaban para los europeos. “Les hemos pedido que fueran más flexibles" agregó un balbuceante Borrell en una manifestación típica de su talante cuando se dirige a Washington.

El fracaso de Estados Unidos también se manifiesta en el terreno del trabajo de las agencias de inteligencia, aunque no se sabe a ciencia cierta en cuál de los tres errores habituales incurrió el gobierno estadounidense en este ámbito: si aplicaron la política de falsos positivos, es decir se elaboraron informes imaginarios para que los jefes “fueran felices” a cambio de ascensos, premios y prebendas; si los informes eran errados porque no sabían realmente lo que estaba ocurriendo en el terreno o, si eran correctos pero fueron desestimados por los decisores. En cualquiera de los tres casos, la labor de estos entes que cuentan con presupuestos multimillonarios ha concluido en un fiasco gigantesco.

Finalmente, es un fracaso en el terreno de la confianza. Está visto que Estados Unidos está dispuesto a aceptar cualquier hecho, por muy aberrante que sea, siempre que apunte al sostenimiento de sus objetivos de seguridad nacional. En este ámbito se hicieron de la vista gorda ante once informes del inspector general para la reconstrucción de Afganistán (Sigar, por sus siglas en inglés), una figura creada en 2008 por el Congreso, que ha venido a comprobar que las crecientes inyecciones de fondos en el país centro asiático cayeron en saco roto. Así mismo, veinte documentos desclasificados fueron publicados el pasado viernes 20 de agosto por el Archivo de Seguridad Nacional, una ONG ligada a la Universidad George Washington, donde se revela cómo las fuentes en el terreno contradecían de forma permanente el optimismo que transmitía el Pentágono en sus informes.

Hoy, cuando han tomado nota de la desaparición irreversible de miles de personas, afganas y extranjeras y se han gastado 2,2 billones de dólares, que en el contexto pareciera una inversión a fondo perdido, se rasgan las vestiduras, a pesar que la corrupción creciente en el país centro asiático había sido denunciada en 2019 por John F. Sopko, el inspector general designado por Barack Obama en 2012.

Pero las susceptibilidades en torno a la capacidad de liderazgo de Estados Unidos también se hizo patente de forma brutal, tras una declaración del mismo Consejero de Seguridad Nacional cuando trató de explicar que Washington tardó con la evacuación de Kabul –luego de que los talibanes tomaran el control de la capital– por miedo a desencadenar "una completa crisis de confianza" en las autoridades del anterior gobierno de Afganistán, lo cual sin embargo, no pudo evitar el colapso. Es decir que ya ocupado Kabul por los talibán, ya huido el presidente Ghani, Estados Unidos todavía pensaba que el gobierno títere era salvable: un error de cálculo de dimensiones colosales que expone la incapacidad de un aparato altamente tecnificado, dotado de grandes recursos financieros, pero ineficiente en magnitud superlativa.

Afganistán. Por Federico Engels por La pupila insomne En estos momentos en que los sucesos de Afganistán son objeto de la atención mundial he pensado que pudiera ser de interés el artículo AFGANISTÁN (1) escrito en inglés por Federico Engels en 1857 para la The New American Cyclopaedia en el cual hace énfasis en la guerra sostenida en 1838-1842 por los afganos contra la invasión británica. Para escribir este artículo Engels tomó como fuente principal el libro History of the War in Afghanistan (2 vol., 1 346 páginas) del autor británico Jhon W. Kayes, publicado en 1854.del cual hizo una reseña que fue publicada en alemán. Esta traducción del mencionado artículo será incluida como anexo en el libro en preparación "Federico Engels, el General: Su obra como historiador y analista militar" Gustavo Placer Cervera 02-regimiento-britanico-gandamak-afganistan_b5db3054_1200x630 Unos sesenta miembros del 44º Regimiento de Infantería británico, rodeados a las afueras de la aldea de Gandamak, lucharon hasta ser totalmente masacrados. Óleo por William B. Wollen. 1898. Afganistán, es un extenso país de Asia, situado al noroeste de la India. Está ubicado entre Persia y la India, y en la otra dirección, entre la cordillera de Hindu Kush y el Océano Índico. Inicialmente, incluía las provincias persas de Khorasán y Kohistán, junto a Herat, Baluchistán, Cachemira y Sinde, y una considerable parte de Punjab. En sus presentes límites, su probable población es de unos 4 millones de habitantes. La superficie de Afganistán es muy irregular, - muy altas mesetas, enormes montañas, profundos valles y hondonadas. Como todos los países tropicales montañosos presenta una gran variedad de climas. En el Hindu Kush, hay nieve durante todo el año en las elevadísimas cumbres, mientras en los valles la temperatura llega a los 130º F (cerca de 50º C). El calor es mayor en el este que en las regiones occidentales, pero el clima es generalmente más fresco que el de la India; y aunque las fluctuaciones de la temperatura entre el invierno y el verano, y entre el día y la noche, son muy grandes, el país es, en general, saludable. Las enfermedades más corrientes son las fiebres, los catarros y la oftalmia. En ocasiones la viruela ha sido muy destructiva. Los suelos son de una fertilidad exuberante. Las palmas datileras florecen en los oasis de las vastas regiones arenosas; la caña de azúcar y el algodón en los cálidos valles, y las frutas europeas y los vegetales crecen, de manera lujuriosa, en las terrazas de las elevaciones hasta una altura de 6 000 a 7 000 pies. Las montañas están cubiertas de tupidos bosques, los cuales son frecuentados por osos, lobos y zorros, mientras el león, el leopardo y el tigre, son encontrados en las regiones que congenian con sus hábitos. Los animales útiles al hombre no son escasos. Abunda una variedad de oveja persa de pelo largo. Los caballos son de buena talla y sangre. Los camellos y asnos son empleados como bestias de carga, y los perros y gatos son muy numerosos. Cercanas al Hindu Kush, la cual es una continuación del Himalaya, hay una cadena montañosa denominadas Montañas de Soliman, en el suroeste y entre Afganistán y Balkh, hay una cadena montañosa conocida como Cordillera de Paropamisan, de la que hay poca información en Europa. Los ríos son pocos en número siendo el Helmand y el Kabul los más importantes. Ambos nacen en el Hindo Kush. El Kabul fluye hacia el este y desemboca en el Indo cerca de Attock; el Helmand corre hacia el oeste, a través del distrito de Seiestán y desemboca en el lago Zurrah. El Helmand tiene la peculiaridad de inundar sus riberas anualmente, como el Nilo, proporcionando fertilidad al suelo, el cual, más allá del límite de las inundaciones, es un desierto arenoso. Las principales ciudades de Afganistán son Kabul, la capital; Ghuznee, Peshawar, y Kandahar. Kabul es una bella ciudad, situada en Lat. 34º 10` N., 60º 13` E., a orillas del río del mismo nombre. Los edificios son de madera, limpios y espaciosos, y la ciudad, rodeada de bellos jardines, tiene un aspecto placentero. Está rodeada de villas y situada en el centro de una larga planicie que circundan pequeñas colinas. El monumento principal es la tumba del emperador Baber. Peshawar es una ciudad grande, con una población estimada en 100 000 habitantes. Ghuznee, una ciudad de antiguo renombre, fue la capital del gran sultán Mahmoud, ha perdido su grandeza y es ahora un lugar pobre. En sus cercanías, está la tumba de Mahmoud. Kandahar fue fundada recientemente, en 1754. Se encuentra en el lugar de una antigua ciudad. Fue, durante algunos años, la capital, pero en 1774, la sede del gobierno fue trasladada a Kabul. Se calcula que tiene unos 100 000 habitantes. Cerca de la ciudad se encuentra la tumba de Shah Ahmed, el fundador de la ciudad., y un asilo tan sagrado que aún el rey no puede sacar de él un criminal que haya alcanzado refugio dentro de sus muros. La posición geográfica de Afganistán, y el peculiar carácter de su gente, confiere al país una importancia política en los asuntos del Asia Central que no puede ser subestimada. El gobierno es una monarquía, pero la autoridad del rey sobre sus fogosos y turbulentos súbditos, es personal y muy insegura. El reino está dividido en provincias, cada una de las cuales es gobernada por un representante del soberano, que colecta los impuestos y los remite a la capital. Los afganos son de una estirpe valiente, vigorosa e independiente; prefieren las ocupaciones agrícolas y pastoriles, rehusando las comerciales que dejan desdeñosamente a los hindúes y otros habitantes de los pueblos y ciudades. Entre ellos, la guerra es un estimulante que les alivia de la monotonía de las ocupaciones laborales. Los afganos están divididos en clanes2 sobre los cuales los jefes ejercen una suerte de supremacía feudal. Su indómito aborrecimiento de las reglas, y su amor por la independencia individual impide que se conviertan en una nación poderosa; pero su irregular e impredecible actuar los convierte entonces en unos vecinos peligrosos, susceptibles de ser llevados por los vientos del capricho, o instigados por intrigantes políticos que, de manera insidiosa, exciten sus pasiones. Las dos principales tribus son las de los duranios y guilguies quienes están siempre enemistadas entre si. La tribu durania es la más poderosa y en virtud de esa supremacía su emir o khan se hizo a si mismo rey de Afganistán. Tiene una renta de unos $10 000 000. Su autoridad es suprema sólo en su tribu. Los contingentes militares afganos son compuestos principalmente por duranios: el resto del ejército es formado bien por los otros clanes, o por aventureros militares que se alistan en el servicio con promesas de pago o saqueo. En los pueblos y aldeas la justicia es administrada por los cadíes (jueces civiles), pero los afganos muy raramente acuden a la ley. Sus khanes tienen el derecho de castigo, inclusive el de perdonar la vida o muerte. La venganza de sangre es un deber familiar. A pesar de ello, se dice que son un pueblo generoso y liberal cuando no se les provoca, y los derechos de hospitalidad son tan sagrados entre ellos que un enemigo mortal que se haya acogido a ella, aunque sea una artimaña, es considerado sagrado y puede inclusive solicitar la protección de su huésped contra todos los demás peligros. La religión predominante es la islámica, principalmente de la secta sunita; pero no son fanáticos intolerantes y no son raras las alianzas entre sunitas y chiitas3. Afganistán ha sido sometido alternativamente al dominio de los mogoles4 y los persas. Antes de la llegada de los británicos a las costas de la India las invasiones foráneas que barrieron las planicies del Indostán procedieron siempre de Afganistán. El Sultán Mahmoud el Grande; Gengis Khan, Tamerlán, y Nadir Shah, siguieron todos esa ruta. En 1747, después de la muerte de Nadir, Ahmed Shah, quien había aprendido el arte de la guerra bajo el mando de este aventurero militar, determinó sacudir el yugo persa. Bajo su mandato Afganistán alcanzó la cima de su grandeza y prosperidad en tiempos modernos. Pertenecía a la familia de los Sudosis, y su primer acto fue el de apoderarse del botín que su antiguo jefe había capturado en la India. En 1748 logró expulsar al gobernador mogul de Kabul y Peshawar, cruzó el Indo e invadió rápidamente el Punjab. Su reino se extendió desde Khorasan hasta Delhi, y llegó a enfrentarse a las fuerzas de los Maharatta5. No obstante, esas grandes empresas no le impidieron cultivar algunas artes de paz, y fue reconocido como poeta e historiador. Falleció en 1772, y dejó su corona a su hijo Timur, quien, sin embargo, fue incapaz de sostener tan pesado cargo. Timur abandonó la ciudad de Kandahar, que había sido fundada por su padre y que se había convertido, en pocos años en un centro rico y populoso y trasladó la sede del gobierno de nuevo a Kabul. Durante su reinado, se revivieron las disensiones tribales internas que habían sido reprimidas con mano firme por Ahmed Shah. En 1793 falleció Timur y fue sucedido por Siman Shah. Este príncipe concibió la idea de consolidar el poder islámico en la India, y este proyecto, que podía constituir un serio peligro para las posesiones británicas, fue considerado tan importante que Sir John Malcolm fue enviado a la frontera para mantener a los afganos bajo observación y contenerlos, en caso de que hicieran cualquier movimiento, y al mismo tiempo, se iniciaron negociaciones con Persia, con cuyo apoyo podía ponerse a los afganos entre dos fuegos. Estas precauciones fueron, sin embargo, innecesarias: Siman Shah estaba más que suficientemente ocupado por conspiraciones y disturbios internos y sus grandes planes, tuvieron que ser olvidados. Un hermano del rey, Mahmud, se aventuró hacia Herat con el propósito de crear allí un principado independiente pero fracasó en el intento y huyó a Persia. Siman Shah había sido apoyado en la obtención del trono por la familia Bairukshee, cuyo jefe era Sheir Afras Khan. El nombramiento por Siman de un vizir impopular excitó el rechazo de sus antiguos aliados quienes organizaron una conspiración que fue descubierta y Sheir Afras resultó muerto. Mahmud fue llamado por los conspiradores, Siman fue tomado prisionero y le sacaron los ojos antes de darle muerte. En oposición a Mahmud, quien fue apoyado por los doranios, Sujá Shah recibió el apoyo de los Ghilgies, y sostuvo el trono por algún tiempo; pero fue derrocado, debido principalmente a la traición de sus propios partidarios, y se vio forzado a buscar refugio entre los sikhs6. En 1809 Napoleón envió al General Gardane a Persia con la esperanza de inducir al shah a invadir la India, y el gobierno indio envió un representante a la corte de Shah Sujá para crear una oposición a Persia. En esta época, Runject Singh alcanzó poder y fama. Con su genio este jefe sikh logró la independencia de su país de los afganos y erigió un reino en el Punjab, obteniendo para si el título de Maharajá (Rajah jefe), y el respeto del gobierno anglo-indio. El usurpador Mahmud estaba, sin embargo, destinado a no disfrutar su triunfo por largo tiempo. Futteh Khan, su vizir, quien había fluctuado alternativamente entre Mahmud y Shah Sujá, fue capturado por el hijo del rey, Kamran, le sacaron los ojos y se le dio muerte de manera cruel. La poderosa familia del vizir asesinado juró vengar su muerte. El títere Sujá Shah fue empujado de nuevo y Mahmud fue expulsado. Sujá Shah, fue rápidamente depuesto y otro hermano coronado en su lugar. Mahmud huyó a Herat, del cual continuó en posesión y en 1829, cuando murió, su hijo Kamran le sucedió en el gobierno de dicho distrito. La familia Bairukshee que habia alcanzado ahora el poder dividió el territorio entre sus miembros, pero siguiendo la usanza nacional las disputas y riñas eran omitidas sólo en presencia de un común enemigo. Uno de los hermanos, Mohammed Khan, asumió el control de la ciudad de Peshawar, por lo cual pagó tributo a Runject Singh, otro tomó Ghuznee; un tercero, Kandahar, mientras que, en Kabul, asumió el gobierno el más poderos miembro de la familia, Dost Mohammed. Ante este príncipe, fue enviado como embajador británico, en 1835, el capitán Alexander Burnes, cuando Rusia e Inglaterra intrigaban, cada una contra la otra, en Persia y Asia Central. Burnes ofreció una alianza que Dost Mohammed hubiera aceptado gustoso si no fuera porque el gobierno anglo-indio lo demandaba todo de él y no ofrecía absolutamente nada a cambio. Mientras tanto, en 1838, los persas, con ayuda y asesoramiento ruso, pusieron sitio a Herat, la llave de Afganistán y la India7; un agente persa y otro ruso arribaron a Kabul, y Dost Mohammed, debido a los constantes rechazos de cualquier acuerdo favorable por parte de los británicos, se vio, al final, compelido a escuchar las proposiciones de las otras partes. Burnes se marchó y Lord Auckland, entonces gobernador general de la India, influenciado por su secretario W. Mc Naghten, decidió castigar a Dost Mohammed y resolvió destronarlo y colocar en su lugar a Sujá Shah, ahora un pensionado del gobierno indio. Se concluyó un tratado con Sujá Shah, y con los Sikhs, el shah comenzó a reunir y organizar un ejército, pagado por los británicos y provisto de oficiales y jefes británicos, y una fuerza anglo-india se concentró en Sutlej. McNaghten, secundado por Burnes, acompañó la expedición en calidad de enviado británico en Afganistán. Entretanto, los persas habían levantado el sitio a Herat, con lo que la única razón válida para intervenir en Afganistán había desaparecido, no obstante lo cual, en Diciembre de 1838, el ejército inició su marcha hacia Sinde, cuya región fue forzada a someterse y al pago de una contribución en beneficio de los sikhs y de Sujá Shah8. El 20 de Febrero de 1839, el ejército británico cruzó el río Indo. Consistía de una fuerza de unos 12 000 hombres, con unos 40 000 civiles de aseguramiento, junto a los nuevos reclutas del shah. El Paso de Bolán fue atravesado en Marzo, la falta de provisiones y forraje comenzó a ser sentida: los camellos caían por cientos, y una gran parte del bagaje se perdió. El 7 de Abril, el ejército entró en el Paso de Khojak, lo atravesó sin resistencia y el 25 de Abril entró a Khandajar, la cual fue abandonada por los príncipes afganos, hermanos de Dost Mohammed. Después de un descanso de dos meses, Sir John Keane, el jefe de las fuerzas invasoras, avanzó con el cuerpo principal del ejército hacia el norte, dejando una brigada, al mando de Nott, en Khandajar. Ghuznee, la inexpugnable plaza fuerte de Afganistán, fue tomada en Julio 22. Un desertor proporcionó la información de que la puerta de Kabul era la única que no estaba tapiada; por lo que fue derribada y la plaza fue asaltada. Después del desastre, el ejército que Dost Mohammed había reunido se desbandó y Kabul también abrió sus puertas. El 6 de Agosto, Sujá Shah fue instalado en el trono con todas las formalidades, pero la dirección real del gobierno estaba en manos de Mc Naghten, quien también pagó todos los gastos de Shah Sujá con fondos del tesoro de la India. La conquista de Afganistán parecía lograda y una considerable parte de las tropas fue enviada de vuelta. Pero los afganos no estaban, de ninguna manera, contentos de ser gobernados por los Feringhee Kaffirs (infieles europeos), y durante todo el año 1840 y el 1841, una insurrección sucedió a otra en todas las partes del país. Las tropas anglo-indias se vieron obligadas a un constante movimiento. Aún así, Mc Naghten declaró que ese era el estado normal de la sociedad afgana e informó a las autoridades británicas que todo iba bien y que el poder de Sujá Shah se estaba consolidando. Las advertencias de los oficiales del ejército y otros agentes políticos fueron en vano. Dost Mohammed se había rendido a los británicos en Octubre de 1840 y fue enviado a la India; todas las insurrecciones del verano de 1841 fueron reprimidas exitosamente y llegando Octubre, Mc Naghten, nombrado gobernador de Bombay, planeaba marcharse hacia la India, llevando consigo otro contingente de tropas. Pero entonces estalló la tormenta. La ocupación de Afganistán costó al tesoro a India ₤ 1 250 000 por año. Más de 16 000 militares anglo-indios y de Shah Sujá tenían que ser pagados en Afganistán; 3 000 más permanecían en Sinde y en el Paso de Bolan, los esplendores reales del Sujá Shah, los salarios de sus funcionarios y todos los gastos de su corte y su gobierno fueron pagados a expensas del tesoro de la India, y finalmente, los jefes afganos eran subsidiados y muchas veces sobornados para evitar sus travesuras, con fondos provenientes de esa misma fuente. McNaghten fue informado de la imposibilidad de continuar con ese ritmo de gastos e intentó disminuirlos drásticamente pero la única manera posible de lograrlo era cortar las concesiones a los jefes. El mismo día en que lo intentó los jefes comenzaron a conspirar para la exterminación de los británicos y del propio McNaghten. De esa manera se alcanzó la concertación de las fuerzas insurreccionales, las cuales, hasta ese momento luchaban aisladamente contra los invasores, sin unidad ni concierto; aunque es también cierto que, para ese instante, el rechazo al dominio británico entre los afganos había alcanzado su punto más alto. Los ingleses en Kabul estaban bajo el mando del general Elphinstone, un anciano gotoso, irresoluto y completamente incapaz, cuyas órdenes se contradecían unas a otras constantemente. Las tropas ocupaban una suerte de campamento fortificado, el cual era tan extenso que la guarnición era escasamente suficiente para cuidar los baluartes y murallas y mucho menos para destacar fuerzas que actuaran en el terreno. Los trabajos de fortificación eran tan imperfectos que las zanjas y parapetos podían ser saltados por un caballo. Y si esto no fuera suficiente, el campamento estaba dentro del alcance de tiro de mosquete desde las alturas dominantes cercanas, y para culminar lo absurdo del dispositivo, todas las provisiones y depósitos de medicinas se encontraban en dos fuertes aislados a cierta distancia del campamento del cual estaban separados, además, por jardines amurallados y otro pequeño fortín no ocupado por los ingleses. La ciudadela de Bala Hisar en Kabul hubiera ofrecido un espléndido y sólido cuartel de invierno para todo el ejército, pero para complacer a Sujá Shah, no fue ocupada. El 2 de Noviembre de 1841, estalló la insurrección. La casa de Alexander Burns, en la ciudad, fue atacada y el enviado británico fue asesinado. El general Elphinstone no hizo nada, y la insurrección creció con fuerza e impunidad. Elphinstone, totalmente inútil, a la merced de toda suerte de avisos y noticias contradictorias hizo, en tal confusión lo que Napoleón describe con tres palabras: ordre, contreordre, désordre9. Bala Hisar no fue, aún así, ocupada. Unas pocas compañías fueron enviadas contra los miles de insurgentes y, por supuesto, fueron aniquiladas. Esto hizo que los afganos se envalentonaran aún más. El 3 de noviembre los fuertes cercanos al campamento fueron ocupados por los afganos. El 9, los insurgentes tomaron el fuerte que servía de almacén de provisiones (defendido por sólo 80 hombres) y los británicos fueron así reducidos a la inanición. El día 5, Elphinstone ya había hablado de comprar un paso libre hacia el exterior del país. De hecho, a mediados de Noviembre, su irresolución e incapacidad había desmoralizado tanto a las tropas que ni europeos ni cipayos10 estaban dispuestos a enfrentar a los afganos en campo abierto. En esas circunstancias, comenzaron las negociaciones. Durante las mismas McNaghten fue asesinado, cuando asistía a una conferencia con jefes afganos. La nieve comenzó a cubrir la tierra, las provisiones eran ya muy escasas. Al fin, el 4 de enero, los ingleses capitularon. Todo el dinero en efectivo que poseían los británicos, unas ₤ 190, 000, fue entregado a los afganos. Otras ₤ 140,000 fueron firmados en pagaré. Toda la artillería, excepto 6 cañones de 6 libras y 3 cañones de montaña, fue entregada. Todo Afganistán debía ser evacuado. Los jefes, por su parte, prometieron un salvoconducto, provisiones y bestias de carga. El 5 de Enero, los británicos iniciaron su retirada, 4 500 combatientes y 12 000 civiles de apoyo. Un solo día de marcha bastó para disolver los últimos remanentes de orden, y mezclar a los soldados y civiles en una desesperada confusión, haciendo imposible cualquier resistencia. El frío y la nieve y la falta de provisiones actuaron como en la retirada de Napoleón de Moscú. Pero si en aquella situación los cosacos mantuvieron una respetuosa distancia, en esta los británicos fueron hostigados por enfurecidos francotiradores afganos, armados con mosquetes de largo alcance, que ocupaban cada altura. Los jefes que firmaron la capitulación no pudieron ni quisieron contener a las tribus montañesas. El paso de Kord – Kabul se convirtió en la tumba de casi todo el ejército, y sólo un pequeño remanente de menos de 200 europeos, logró llegar al Paso Jugduluk. Solamente un hombre, el Dr. Brydon, logró llegar a Jalalabad para contar la historia. Sin embargo, muchos oficiales habían sido capturados por los afganos y mantenidos en cautividad. Jalalabad estaba ocupada por la brigada de Sale. La capitulación demandaba su abandono pero este jefe se negó a evacuar la ciudad hasta que no lo hiciera Nott en Kandahar. Ghuznee había caído, allí no había un solo hombre de la guarnición que entendiera algo de artillería, y los cipayos de la guarnición habían sucumbido a causa del clima. Entretanto, las autoridades británicas en la frontera, al tener noticias sobre el desastre de Kabul, habían concentrado en Peshawar las tropas destinadas a la ayuda de los regimientos de Afganistán pero no había transportes y gran número de los cipayos cayó enfermo. En Febrero, el general Pollock tomó el mando y a finales de Marzo de 1842, recibió refuerzos adicionales. Forzó entonces el Paso de Khyber y avanzó para ayudar a Sale en Jalalabad; aquí Sale había logrado derrotar completamente, varios días antes, al ejército afgano que lo sitiaba. El nuevo gobernador general de la India, Lord Ellenboroug, ordenó el regreso de las tropas pero tanto Nott como Pollock se excusaron en el argumento de la carencia de transportes. Al final, a comienzos de Julio, la opinión pública de la India forzó a Lord Ellenborough a hacer algo para recuperar el honor nacional y el prestigio del ejército británico. En consecuencia, el gobernador autorizó el avance sobre Kabul tanto desde Kandahar como desde Jalalabad. A mediados de Agosto, Pollock y Nott llegaron a un acuerdo respecto a sus movimientos, y el 20 de Agosto, Pollock inició su movimiento en dirección a Kabul, alcanzó Gundamuck, y el 23 batió un cuerpo de tropas afganas alcanzando el Paso de Jugduluk el 8 de Septiembre. El 13 de Septiembre derrotó a una agrupación de tropas enemigas en Tezeen y acampó el 15 bajo las murallas de Kabul. Mientras esto ocurría, Nott había evacuado Kandahar el 7 de Agosto, y marchado con todas sus fuerzas hacia Ghuznee. Después de varios encuentros menores, derrotó una fuerte agrupación afgana, y el 30 de Agosto, tomó posesión de Ghuznee, la cual había sido abandonada por el enemigo. El 6 de Septiembre, destruyó las obras y la ciudad en Alydan y en Septiembre 17 llegó cerca de Kabul, donde Pollock había establecido comunicación con él. Sujá Shah había sido asesinado, mucho antes, por algunos de los jefes, y desde entonces no existía un gobierno regular en Afganistán. Nominalmente, el hijo de Sujá Shah, Futch Jung, era el rey. Pollock envió un cuerpo de caballería en pos de los prisioneros de Kabul pero estos habían logrado sobornar a sus guardias y lo encontraron en el camino. Como señal de venganza, fue destruido el bazar de Kabul, los soldados saquearon parte de la ciudad y masacraron a numerosos de sus habitantes. El 12 de Octubre, los británicos abandonaron Kabul y marcharon por Jalalabad y Peshawar hacia la India. Futeh Jung, desesperado en su posición, les siguió. Dost Mohamed fue liberado de su cautiverio y retornó a su reino. Así terminó el intento Británico de colocar un príncipe de su propia hechura en el trono de Afganistán. Notas: 1 Escrito en Julio y la primera decena de Agosto de 1857; publicado por primera vez en The American Cyclopaedia, Vol. I, 1858. Tomado de, Karl Marx, Frederick Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscow, 1981, Vol. 18, pp. 40- 48; traducción al español y notas de Gustavo Placer Cervera, 21.12.2009. 2 Engels utiliza el término “clan”, difundido en la Europa Occidental , para designar los heli (grupos tribales en los que estaban divididos las tribus afganas) 3 Sunitas y Chiitas – miembros de las dos principales sectas islámicas. Estas surgieron en el siglo VII como resultado de conflictos entre los sucesores de Mahoma, fundador del Islam. 4 Mogoles: invasores que llegaron a la India desde el este del Asia Central a comienzos del siglo XVI y en 1526 fundaron el Imperio del Gran Mogol en el Norte de la India. Sus contemporáneos les recordaban como descendientes directos del los guerreros mongoles de Gengis Khan, de ahí el nombre “Mogoles”. A mediados del siglo XVII el Imperio Mogol incluía la mayor parte de la India y parte de Afganistán. Más tarde, sin embargo, el Imperio comenzó a declinar debido a rebeliones campesinas, el crecimiento de la resistencia del pueblo indio contra los conquistadores islámicos y el incremento de las tendencias separatistas. En la primera mitad del siglo XVIII el Imperio del Gran Mogol dejó virtualmente de existir. 5 Mahrattas: Grupo étnico que vivía en el Noroeste de Deccan. A mediados del siglo XVII comenzaron la lucha armada contra el Imperio del Gran Mogol contribuyendo así a su declinación. En el curso de la lucha, los mahrattas formaron un estado independiente, cuyos dirigentes pronto emprendieron guerras de conquista. A fines del siglo XVII su estado se debilitó como consecuencia de rivalidades feudales internas, pero a comienzos del siglo XVIII se formó una poderosa confederación de principados mahrattas bajo el mando de un gobernador supremo, el peshwa. En 1761 sufrieron una aplastante derrota a manos de los afganos en la lucha por la supremacía en la India. Debilitados por esa lucha y por rivalidades feudales internas, los príncipes mahrattas fueron presa de la East India Company británica y fueron subyugados por esta como resultado de la guerra anglo-mahratta de 1803-1805. 6 Sikhs: Secta religiosa que apareció en el Punjab (Noroeste de la India). Su creencia en la igualdad se convirtió en la ideología de los campesinos y los estratos bajos urbanos en su lucha contra el Imperio del Gran Mogol y los invasores afganos a fines del siglo XVII. Subsecuentemente, entre los sikhs fue emergiendo una aristocracia local y sus representantes encabezados por los principados sikhs. A comienzos del siglo XIX estos principados se unieron bajo Ranjit Singh cuyo estado Sikh incluía el Punjab y algunas otras regiones adyacentes. Las autoridades británicas de la India provocaron un conflicto armado con los sikhs en 1845 y en 1846 lograron convertir al estado sikh en vasallo. Los sikhs se rebelaron en 1848, pero fueron subyugados en 1849. 7 El sitio de Herat por los persas duró desde Noviembre de 1837 a Agosto de 1838. Con el propósito de incrementar la influencia británica en Afganistán y disminuir la de Rusia en Persia, el gobierno británico declaró que las acciones del Shah persa eran hostiles a Gran Bretaña y demandó que el sitio contra Herat debía ser levantado. Para amenazarlo, el gobierno británico envió una escuadra naval al Golfo Pérsico en 1838. El Shah fue forzado a someterse y aceptar un tratado unilateral de comercio con Gran Bretaña. Karl Marx describió el sitio de Herat en su artículo “La Guerra contra Persia” que se publicó, por primera vez, en el periódico New York Daily Tribune el 14 de Febrero de 1857. 8 Durante la guerra anglo-afgana la East India Company acudió a amenazas y la violencia para obtener el consentimiento de los señores feudales de Sind, una región del noroeste de la India (ahora en Pakistán) fronteriza con Afganistán para el paso de tropas británicas por su territorio. Tomando ventaja de esto, los británicos demandaron en 1843 que los príncipes feudales locales se proclamaran vasallos de la Compañía y después de aplastar la rebelión de las tribus baluchi, nativas del Sind, declararon la anexión de toda la región a la India Británica. 9 Orden, contraorden, desorden (en francés en el original) 10 Cipayos: Soldados mercenarios del ejército anglo-indio reclutados entre la población india y mandados por oficiales británicos. Fueron utilizados por los colonialistas británicos para subyugar a la India y pelear en sus gurerras de conquista contra Afganistán, Birmania y otros estados vecinos. Sin embargo, compartían el descontento general de la población india con el régimen colonial y tomaron parte en la insurrección de liberación nacional de la India en 1857-1859. Gustavo Placer Cervera (La Habana, 1941). Graduado de la Academia Naval (Navegante), de la Universidad de La Habana (Licenciado en Matemáticas, 1981) y de la Academia de las FAR (Mando y Estado Mayor, 1986). Doctor en Ciencias Históricas. Es investigador titular del Instituto de Historia de Cuba y miembro del Tribunal Nacional para el otorgamiento de Grados Científicos de Historia. Es miembro de número de la Academia de la Historia de Cuba; miembro correspondiente de la Academia Uruguaya de Historia Marítima y Fluvial (2008) y miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC), de la Sección de Literatura Histórico-Social de la Unión Nacional de Escritores y Artistas (UNEAC) y de la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe (ADHILAC). Durante treinta años (1961-1991) prestó servicios como oficial de la Marina de Guerra Revolucionaria donde alcanzó el grado de Capitán de Fragata. Estuvo destinado 10 años en el Servicio Hidrográfico: Participó en la Expedición Oceanográfica Cubano Soviética que de 1970 a 1972 realizó el levantamiento hidrográfico de las costas y bahías del Archipiélago Cubano participando directamente en los trabajos de sondeo realizados en Cárdenas, Varadero, Matanzas, La Habana, Mariel, Cabañas, Bahía Honda, Santa Lucía, Bahía de Siguanea y Guayabal así como en la determinación de los nombres geográficos a incluir en las cartas y planos náuticos. Ejerció la docencia en la Academia Naval de la MGR y en la Academia de las FAR, donde impartió entre otras disciplinas, Meteorología y Oceanografía, Análisis Matemático, Teoría de Probabilidades y Estadística Matemática, Historia del Arte Naval Militar, Geografía Naval y Métodos Matemáticos Aplicados. Es autor de los libros de texto Historia del Arte Naval Militar y Métodos Matemáticos Aplicados a la Táctica Naval. Ha publicado los siguientes libros: El Bloqueo Naval Norteamericano a Cuba en 1898 (CID-FAR, premiado en el IX Forum Nacional de Ciencia y Técnica en 1995), Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana. Operaciones Navales (Ed. Ciencias Sociales, 1997), La Explosión del Maine. El Pretexto (Editora Política, 1998), Los Defensores del Morro (Ediciones UNIÓN, 2003), El estreno del Imperio: La Guerra de 1898 en Cuba, Puerto Rico, Filipinas.(Ed. Ciencias Sociales, 2006), Premio “Andrés González Lines”) Inglaterra y La Habana: 1762 (Ed. Ciencias Sociales, 2007, Premio de la Crítica Científico-Técnica 2007). Ejército y Milicias en la Cuba colonial (1763-1783), 2009. Agencia Española de Cooperación. Premio de la Academia de Ciencias de Cuba 2010. Reeditado en 2015 por la Editorial de Ciencias Sociales. Cronología de la vida y obra del General Enrique Collazo Tejada, Editora Historia, La Habana, 2011. “El conflicto Malvinas. Una visión cubana” Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2019. (Reeditado en la República Argentina por la Editorial Acercándonos en 2021). Ha publicado además más de 30 artículos en revistas especializadas de Cuba, España (Revista Española de Defensa, Revista de Historia Militar, Revista de Historia Naval, Revista General de Marina), Puerto Rico, Brasil, México y Uruguay (Revista Naval) y más de 80 artículos en la prensa nacional. Ha participado en eventos científicos e impartido conferencias en universidades y centros de altos estudios de Cuba, España, Puerto Rico y Austria. La pupila insomne | 27 agosto, 2021 a las 18:11 | Etiquetas: Federico Engels, GUstavo Placer Cervera | Categorías: Historia, Literatura | URL: https://wp.me/p10AwN-jO9 Comentario Ver todos los comentarios Cancelar la suscripción para no recibir entradas de La pupila insomne. Modifica los ajustes de tu correo electrónico en Administrar suscripciones. ¿Problemas para hacer clic? 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Grandes temas cubanos de hoy: La economía socialista. Por Agustín Lage por La pupila insomne

Grandes temas cubanos de hoy: La economía socialista. Por Agustín Lage por La pupila insomne En la nota de la semana pasada que titulamos “Fidel y los grandes temas nacionales de hoy” subrayábamos tres que se discuten en todos los espacios de la sociedad y que son estos: Las posibilidades de la economía socialista (propiedad social, planificación y equidad distributiva) para construir prosperidad. La potencialidad de nuestro sistema político para reforzar consensos, incorporar la crítica y multiplicar la participación ciudadana. El futuro del diferendo histórico entre Cuba y los Estados Unidos. Estos grandes temas subyacen casi siempre a las discusiones sobre muchos y diversos asuntos particulares. Es imprescindible reforzar el consenso sobre estos temas, precisamente para poder cambiar, sobre esas bases, todo lo demás que deba ser cambiado, y ampliar aun más la participación ciudadana sobre las maneras de construir la sociedad que queremos todos. No es que olvidemos la importancia de los detalles particulares (“el diablo trabaja en los detalles”, dice la sabiduría popular), pero tampoco debemos permitir que polémicas (imprescindibles) sobre temas particulares nos fragmenten el consenso sobre las esencias. Los grandes temas esenciales siempre son pocos y simples, y el traspaso en continuidad del liderazgo histórico hacia las nuevas generaciones requiere reforzar esos consensos básicos. Abundemos ahora sobre el primero de estos temas: Las posibilidades de la economía socialista para construir prosperidad. La supuesta incapacidad del socialismo para construir prosperidad material es uno de los ejes principales de esa guerra mayor de pensamiento que nos hacen los enemigos de nuestro proyecto social. Para eso inventaron (reconocido por ellos mismos) el bloqueo económico, para impedir la construcción de prosperidad y echarle la culpa al socialismo, y con ese objetivo lo mantienen. Pero tendríamos nosotros que ser tontos para tragarnos esa profecía auto-cumplida; y sucede que no lo somos. El capitalismo es un sistema global, cada vez más interconectado, y es un sistema socialmente ya fracasado. Es el sistema que produjo las sangrientas guerras del siglo XX, creó indecentes desigualdades de ingreso entre países y dentro de los países, excluyó a millones de personas de su participación en la economía y causó el deterioro del medio ambiente que hoy nos amenaza a todos. La humanidad no podrá sobrevivir sin superar el capitalismo. Tenemos cultura suficiente para entender el panorama completo, no los fragmentos e imágenes que intencionalmente nos escogen y nos envían: Del capitalismo son los barrios de clase media de los países ricos, y son también las favelas marginales: Ambos se condicionan mutuamente. Del capitalismo es el nivel de consumo europeo, y también las penurias de África: Ambos se condicionan mutuamente. Desde 1963 Fidel Castro había expresado: “Marx concibió el socialismo como resultado del desarrollo. Hoy para el mundo subdesarrollado el socialismo es ya incluso una condición del desarrollo”. La batalla de ideas es ahora para fortalecer el consenso sobre los procedimientos específicos que necesitamos para alcanzar nuestros objetivos, procedimientos que no son ni la transferencia espontánea de la propiedad estatal hacia el sector privado o la inversión extranjera, ni tampoco el control burocrático sobre la creatividad de las instituciones y sobre los necesarios procesos de exploración de alternativas en un contexto mundial de incertidumbres. Esa exploración está ocurriendo en los momentos mismos en que se escriben estas notas. Hace apenas unos días la Gaceta Oficial (Nº94 del 19 de agosto) publicó 4 Decretos-Ley del Consejo de Estado que contienen nuevas decisiones sobre el trabajo por cuenta propia, las micro, pequeñas y medianas empresas, las cooperativas no-agropecuarias y el sistema tributario. En mayo el Decreto-Ley 34 expuso nuevas ideas sobre la organización y funcionamiento del sistema empresarial estatal. Esa labor legislativa concreta el concepto de que el socialismo no es un sistema de gestión vertical centralizada, sino un sistema de propiedad social, de participación y de equidad distributiva. Estamos en movimiento, haciendo revolución dentro del socialismo, cambiando lo que deba ser cambiado, con sentido del momento histórico, como definió Fidel abriendo las puertas hacia el siglo XXI cubano. Habrá socialismo y habrá cambios. Pero esos cambios los vamos a hacer nosotros, los cubanos, a partir de nuestras raíces históricas, de nuestros valores y de nuestra soberanía, que es el derecho a ser diferentes. Podemos triunfar. Y eso explica la desesperación que muestran nuestros enemigos de siempre, en los laboratorios de ideas de su “complejo militar-cultural”, apurados por fragmentar la cohesión social en Cuba y erosionar el consenso construido. Se les acaba el tiempo. La pupila insomne | 24 agosto, 2021 a las 8:03 | Etiquetas: Agustín Lage, economía | Categorías: Cuba | URL: https://wp.me/p10AwN-jNE

viernes, 27 de agosto de 2021

Afganistán: Radiografía de un fracaso. Por Sergio Rodríguez Gelfenstein por La pupila insomne

 

Afganistán: Radiografía de un fracaso. Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

por La pupila insomne

La semana pasada analizábamos las repercusiones geopolíticas que podría tener la derrota de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán. Por supuesto, es una situación en evolución que todavía no alcanza a mostrar su verdadera dimensión. De ahí que parece justificado el protagonismo que el tema ha cobrado entre analistas y políticos, obviamente visto desde disimiles perspectivas. En esa medida, no deja de causar profundo estupor la superficialidad, banalidad y hasta ignorancia con que se refieren algunos de los líderes occidentales a la situación generada por su propia estulticia que se puede entender solo como expresión de su prepotencia imperial. Causa desasosiego constatar que la paz del mundo está en manos de esta cáfila de irresponsables. La “retirada” de Afganistán lo ha puesto en evidencia.
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Al respecto, el presidente Joe Biden ha afirmado que Estados Unidos está llevando a cabo una de las mayores y más difíciles evacuaciones de la historia asegurando que es “el único país del mundo capaz de proyectar tanta fuerza en un lugar tan remoto”. Además de ser falso, Biden despliega toda su ignorancia en pos de construir un nuevo relato dirigido a incentivar el trabajo de los estudios de Hollywood. Lo más probable es que ya –al igual que en Vietnam- se estén proyectando centenares de películas en las que se mostrará la victoria estadounidense, el heroísmo de sus soldados y la genialidad de sus generales, hasta que surja un nuevo Oliver Stone y otro film como “Pelotón” desmienta y desmitifique tal falacia.

¿Sabrá Biden lo que ocurrió en Dunkerke a finales de mayo de 1940 donde tuvieron que ser retirados 330 mil soldados a Inglaterra? ¿Habrá conocido Biden lo que sucedió a mediados de octubre de 1941 cuando el gobierno soviético y parte importante de la población se vieron obligados a abandonar Moscú en el momento en que las tropas nazis estaban a solo 120 km. de la capital?

Estos dos hechos –que son los que me vienen ahora a la memoria- sí fueron “difíciles evacuaciones en la historia”, se hicieron bajo el ataque incesante y el acoso del ejército alemán, no tras un acuerdo, el apoyo y el visto bueno del “enemigo” que es lo que está aconteciendo ahora en Kabul. No es esa la razón del “desastre afgano”. Querer transformarlo en un hecho épico no es más que la muestra clara de otra faceta de la derrota, a tal punto que el propio Biden ha admitido que aunque el objetivo es organizar una evacuación segura, está consciente de los riesgos, aceptando además que no puede prometer "cuál será el resultado". ¿Cómo es posible que el presidente de la nación más poderosa del mundo que hizo un acuerdo para retirarse de Afganistán, no pueda prometer buenos resultados de tal hecho?

El propio ex presidente Trump, quien fue el “padre” de dicho acuerdo ha expresado que: "La fallida salida de Biden de Afganistán es la demostración más asombrosa de la más absoluta incompetencia por parte del líder de una nación, quizás de todos los tiempos”. Me cuesta coincidir en algo con Trump, pero no queda más que admitir que en este caso, tiene toda la razón.

A su vez, uno de los promotores y organizadores de la invasión de la OTAN al país centro asiático, el ex primer ministro británico Tony Blair, “sangrando por la herida” de su obra fallida ha calificado la retirada como un movimiento "trágico, peligroso e innecesario", asegurando que "no fue impulsada por una gran estrategia sino por la política". En una abierta y destemplada crítica a Biden, Blair incluso se permitió aseverar que las fuerzas se retiraron "en obediencia a un lema político imbécil sobre el fin de 'las guerras eternas'”, refiriéndose así a la denominación dada por Biden a la presencia de Estados Unidos en Asia Occidental. Blair opinó que la decisión de retirarse de la región afectará tanto al propio Afganistán como a Occidente.

A pesar de haber transcurrido solo un poco más de una semana de la ocupación de Kabul por los talibán, ya se comienzan a conocer los entresijos del fracaso. En este sentido, Yossi Melman, periodista especializado en temas de inteligencia y columnista del periódico israelí Haaretz ha opinado que la “lección importante que Israel debe extraer de esta situación es que la era de la implicación norteamericana en Oriente Medio está llegando a su fin”.

La opinión del comunicador sionista deja ver el impacto que la derrota estadounidense está teniendo entre sus aliados. El diario estadounidense The Hill publicado en Washington, ha hecho una nota el pasado 22 de agosto en la que hace mención a esta situación. Dice que la debacle en Afganistán “está provocando un efecto dominó de preocupación entre los aliados que dependen de Washington para su protección militar”. Tal secuela ha sido tema de debate urgente en altas esferas políticas, militares y de inteligencia en el propio Israel, en Taiwán, y en otros países como Corea del Sur, Japón, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, cuya estabilidad depende de la presencia de las fuerzas armadas de Estados Unidos.

La inquietud expresada por los aliados de Estados Unidos superó las fronteras nacionales y llegó a Washington, donde tanto el Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, como el vocero del Departamento de Estado, Ned Price, se vieron obligados a dar pruebas de fe, asegurando que Estados Unidos va a cumplir los compromisos contraídos con sus socios en el mundo.

Los hechos de Afganistán dan cuenta de un fracaso que no solo se exterioriza en el terreno militar habida cuenta que los talibán no pudieron ser derrotados, también se manifiesta en el ámbito diplomático en el que Estados Unidos falló en informar a sus aliados acerca de los planes de retirada. En este sentido, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, manifestó que para la organización fue una “total sorpresa” la llegada al poder de los talibán. Sin ocultar su estupor el líder atlántico dijo que: "La rapidez del colapso de los líderes políticos y militares afganos y de las Fuerzas Armadas no fue prevista” aseverando que ahora se hacía necesaria una evaluación para saber “qué salió mal, así como en qué tuvimos éxito". En otra manifestación insólita de descontrol e irresponsabilidad explicó que desconoce qué proporción de las armas de los países miembros de la organización quedó en manos de los talibán tras la salida de la alianza del país. Es decir, que hoy miles de millones de dólares gastados en armas se encuentran bajo control de fuerzas desconocidas pudiendo fácilmente llegar a las organizaciones terroristas que la OTAN decía combatir.

En otra manifestación de total ausencia de una supervisión que hubiera evitado el caos y la anarquía que hoy impera en Kabul, el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, ha declarado que es "imposible" para Estados Unidos y sus aliados europeos evacuar a su personal y familias afganas de Kabul antes del 31 de agosto, culpando a las tropas estadounidenses en el aeropuerto de la ciudad de obstaculizar las tareas de evacuación.

Esta situación ha creado una nueva zozobra al ya ineficiente operativo estadounidense que ha recibido como un balde de agua fría la declaración del mando talibán que ha asegurado que no habrá extensión del período de evacuación que vence el 31 de agosto. En un hecho que podría resultar risible sino estuvieran en juego la vida de miles de inocentes, incluyendo mujeres, ancianos y niños, Bruselas se ha quejado a Estados Unidos de que su seguridad en el aeropuerto de Kabul era demasiado estricta y obstaculizaba el ingreso de afganos que trabajaban para los europeos. “Les hemos pedido que fueran más flexibles" agregó un balbuceante Borrell en una manifestación típica de su talante cuando se dirige a Washington.

El fracaso de Estados Unidos también se manifiesta en el terreno del trabajo de las agencias de inteligencia, aunque no se sabe a ciencia cierta en cuál de los tres errores habituales incurrió el gobierno estadounidense en este ámbito: si aplicaron la política de falsos positivos, es decir se elaboraron informes imaginarios para que los jefes “fueran felices” a cambio de ascensos, premios y prebendas; si los informes eran errados porque no sabían realmente lo que estaba ocurriendo en el terreno o, si eran correctos pero fueron desestimados por los decisores. En cualquiera de los tres casos, la labor de estos entes que cuentan con presupuestos multimillonarios ha concluido en un fiasco gigantesco.

Finalmente, es un fracaso en el terreno de la confianza. Está visto que Estados Unidos está dispuesto a aceptar cualquier hecho, por muy aberrante que sea, siempre que apunte al sostenimiento de sus objetivos de seguridad nacional. En este ámbito se hicieron de la vista gorda ante once informes del inspector general para la reconstrucción de Afganistán (Sigar, por sus siglas en inglés), una figura creada en 2008 por el Congreso, que ha venido a comprobar que las crecientes inyecciones de fondos en el país centro asiático cayeron en saco roto. Así mismo, veinte documentos desclasificados fueron publicados el pasado viernes 20 de agosto por el Archivo de Seguridad Nacional, una ONG ligada a la Universidad George Washington, donde se revela cómo las fuentes en el terreno contradecían de forma permanente el optimismo que transmitía el Pentágono en sus informes.

Hoy, cuando han tomado nota de la desaparición irreversible de miles de personas, afganas y extranjeras y se han gastado 2,2 billones de dólares, que en el contexto pareciera una inversión a fondo perdido, se rasgan las vestiduras, a pesar que la corrupción creciente en el país centro asiático había sido denunciada en 2019 por John F. Sopko, el inspector general designado por Barack Obama en 2012.

Pero las susceptibilidades en torno a la capacidad de liderazgo de Estados Unidos también se hizo patente de forma brutal, tras una declaración del mismo Consejero de Seguridad Nacional cuando trató de explicar que Washington tardó con la evacuación de Kabul –luego de que los talibanes tomaran el control de la capital– por miedo a desencadenar "una completa crisis de confianza" en las autoridades del anterior gobierno de Afganistán, lo cual sin embargo, no pudo evitar el colapso. Es decir que ya ocupado Kabul por los talibán, ya huido el presidente Ghani, Estados Unidos todavía pensaba que el gobierno títere era salvable: un error de cálculo de dimensiones colosales que expone la incapacidad de un aparato altamente tecnificado, dotado de grandes recursos financieros, pero ineficiente en magnitud superlativa.

lunes, 16 de agosto de 2021

[Exclusiva] “Ni sublevación ni dictadura. Invito a las personas de buena fe que no crean todo lo que se publica sobre Cuba": Gustavo Machín, embajador

 [Exclusiva] “Ni sublevación ni dictadura. Invito a las personas de buena fe que no crean todo lo que se publica sobre Cuba": Gustavo Machín, embajador

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“Ni sublevación ni dictadura. Invito a las personas de buena fe que no crean todo lo que se publica sobre Cuba": entrevista en exclusiva a Gustavo Machín

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Cubainformación.- Gustavo Machín es el actual embajador de la República de Cuba ante el Reino de España. Pronto dejará este cargo y esta exclusiva es una de sus últimas entrevistas en Madrid.  "¿Qué les diría Vd. a quienes llevan días y días leyendo y escuchando que en Cuba ha habido una `rebelión ciudadana contra la dictadura´?", es la primera de las preguntas.

Ver este mismo vídeo en You Tube

Cubainformación TV también pregunta a Machín, entre otros asuntos, "¿cómo va a salir Cuba de esta “tormenta perfecta” contra la economía cubana (bloqueo multiplicado más ausencia de turismo)?"; "Joe Biden ha dicho que está dispuesto a llevar vacunas a Cuba, ¿qué le parece?"; "Cree que este nuevo escenario pone en peligro el actual Acuerdo de Diálogo y Cooperación Unión Europea-Cuba?" o "Si tuviera que elegir solo una, ¿cuál sería la clave, el factor, que pueda hacer mover al poder de EEUU hacia el levantamiento del bloqueo?"

Ver teaser de esta entrevista: Este jueves, entrevista a Gustavo Machín, embajador cubano saliente: "No necesitamos vacunas, necesitamos el fin del bloqueo" (+Subtítulos en Italiano)

Grabación: José Luis García de Mingo y Javier García Proenza. Edición: Ferrán Calbet. Redacción: José Manzaneda.

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José Manzaneda

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