Los
líderes indígenas han denunciado el impacto en sus comunidades de los
homicidios, las desapariciones y los desplazamientos forzados
perpetrados por grupos armados.
Los líderes indígenas han denunciado el impacto en sus comunidades de los homicidios, las desapariciones y los desplazamientos forzados perpetrados por grupos armados.
Unos 4.000 manifestantes pertenecientes a varias etnias indígenas marcharon el viernes en el municipio de Altamirano, estado mexicano de Chiapas, para exigir el retorno con vida de más de una veintena de líderes secuestrados el pasado martes por grupos armados.
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Según las autoridades, los contingentes estaban integrados por familiares de los secuestrados y los habitantes de más de 100 comunidades indígenas que salieron a protestar en medio de un estado de violencia provocada por grupos paramilitares, delincuencia organizada y fuertemente armadas como autodefensas.
Jenyfer Sánchez, familiar de uno de los secuestrados señaló que: “Esta marcha es la voz del pueblo que clama justicia, y es el pueblo que asiste por la voluntad misma, que el Gobierno entregue con vida a nuestros hermanos indígenas, que el día 10 de octubre fueron secuestrados en el tramo carretero Chanal-Huixtan”.
Los líderes de los pueblos originarios han denunciado el impacto en sus comunidades de los homicidios, las desapariciones y los desplazamientos forzados perpetrados por grupos armados en particular contra comunidades indígenas afines al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Habitantes de la zona destacaron que entre los secuestrados están los representantes de la comunidad, marcada por el acoso, los asesinatos y la extorsión practicada constantemente por el grupo denominado "Autodefensa 14 de agosto", al que señalan por usar armas contra la población civil.
Los manifestantes, que también cuestionaban el abuso de poder y desatención de los gobernantes de Altamirano, portaron pancartas, mantas y globos blancos en que se leía: “Alto al secuestro, la pronta liberación” y “Gobernador voltea a ver a Altamirano, exigimos la liberación inmediata de nuestro compañero”.
El hecho ocurrió cuando unos 100 indígenas regresaban de Tuxtla Gutiérrez, la capital de Chiapas, tras reunirse con autoridades y legisladores para resolver los conflictos que aquejan a la región y fueron interceptados por hombres armados, con capuchas, chalecos y ropa militar táctica.
Al término de la marcha, realizaron una protesta frente a la Presidencia Municipal, en la que acusaron al gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, de la difícil situación y lo hicieron responsable de la seguridad y el bienestar de los secuestrados.
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