“El extremo centro”, partidos con mandato neoliberal y sin relación alguna con las personas a quienes dicen representar
La publicación española Diagonal entrevista a Tariq Ali,
 uno de los pensadores más interesantes de las últimas décadas, quien 
 “”alerta del peligro en el que se encuentra la democracia por el auge 
de lo que ha denominado “extremo centro””. Muy oportuno leerlo 
cuando desde EEUU y parte de Europa se e$timula la articulación en Cuba de un “centro” mediático-político, disfrazado de “tercera vía“,
 para la transición al capitalismo en esta Isla, también “con mandato 
neoliberal y sin relación alguna con las personas a quienes dicen 
representar”. 
Tariq Ali: “Ya nadie se toma en serio a las democracias occidentales”
Tariq Ali estuvo en Madrid para 
presentar su último libro. Este pensador y cineasta analiza el fenómeno 
del extremo centro, partidos con mandato neoliberal y sin relación 
alguna con las personas a quienes dicen representar.
Pablo Elorduy, Mariajo Castro
Que Tariq Ali es un hombre informado lo 
demuestra que salpica sus respuestas, cortas y expresivas, con detalles 
de las noticias que ha leído en el periódico. Esta mañana ha visto que Podemos presentaba a su fichaje para defensa, el militar Julio Rodríguez, jefe de estado mayor con el PSOE,
 y Ali lo critica por “oportunismo” y porque cree que “no funcionará” 
presentarse como un partido inofensivo para la OTAN: “intentas cambiar 
tu imagen y pierdes electorado”.
Ha estado en España para presentar El Extremo Centro (Alianza),
 un libro dedicado a Hugo Chávez, en el que Tariq Ali, referente del 
movimiento de la nueva izquierda británica, alerta del peligro en el que
 se encuentra la democracia por el auge de lo que ha denominado “extremo
 centro” una síntesis en forma de partidos políticos que es fruto del 
suicidio o el derrumbe de la socialdemocracia europea. Entre lo que 
plantea Ali, destacamos este párrafo:
“Las élites dirigentes de Estados Unidos y Europa, que tan enérgica y desvergonzadamente publicitaron su sistema político para ganarse el apoyo de los pueblos de Europa oriental, ahora están desembarazándose sigilosamente de ese mismo sistema. El capitalismo contemporáneo requiere un andamiaje jurídico adecuado, tanto nacional como internacional, y árbitros que se pronuncien sobre las disputas entre las empresas y sobre los derechos de la propiedad, pero en realidad no necesita una estructura democrática, salvo como escaparate. Durante cuánto tiempo nuestros gobernantes se tomarán la molestia de preservar las formas de la democracia, al tiempo que la vacían de cualquier contenido real es el argumento de un serio debate.”
¿Cuándo se produce el momento de auge de lo que llamas extremo-centro?
Creo que el extremo centro llegó a su 
auge justo antes del crash de 2008, porque se sentía muy confiado, 
pensaba que nada le afectaba, el capitalismo era un sistema muy exitoso,
 no había alternativa, no se enfrentaba a desafíos reales. Y se comportó
 de esa manera prepotente y altiva. No solo en España, donde está muy 
claro: PP y PSOE tuvieron su propio mecanismo clientelar para pagar, 
sobornar… se enriquecieron, eran corruptos, estaban muy vinculados al 
sector de la construcción.
Pero pasaba lo mismo en otras partes de 
Europa: en Francia se juzgó a varios políticos socialistas por 
corrupción, por sus negocios con oligarcas; en Reino Unido ahora 
sabemos, porque se ha hecho público, que Tony Blair se hizo 
multimillonario usando su puesto de Primer Ministro y que muchos 
integrantes del partido laborista británico propiciaron la privatización
 de empresas en las que luego acabaron trabajando; y en Italia… qué 
vamos a decir: es un culebrón de corrupción.
Alemania, de hecho, posee el extremo 
centro con más tradición en la historia europea por sus orígenes: los 
gobiernos de coalición SPD/ CDU empezaron poco después de la Segunda 
Guerra Mundial; pero era algo excepcional, y ese modelo ya no es 
excepcional.
Y el factor adicional que hay que tener en cuenta es que este nuevo extremo centro se desarrolla durante un periodo de hegemonía estadounidense: hegemonía
 militar, ideológica, política… entonces, la política se 
“estadounidiza”. Así se vio a Veltroni, uno de los líderes del Partido 
Demócrata, gritando en una calle de Roma “Yes we can! Yes we can!” como 
Obama.
¿Qué significa eso para el electorado italiano? Es la política dominada por spin doctors, intervenciones
 mediáticas, etc. Eso empieza a llegar a su fin con la crisis de 2008, 
surgen nuevos retos –algunos fuertes otros débiles–, pero ha perdido su 
auge, y ahora está en crisis. Lo vemos en España, en Gran Bretaña… en 
Francia de la extrema derecha está alcanzando unas cifras elevadas en 
intención de voto… no es que sea la izquierda la única al acoso, pero el
 extremo centro está sitiado.
“Me
 preocupa mucho lo que va a pasar en el Estado español en diciembre. 
Creo que Podemos tomó decisiones equivocadas y cometió errores 
estratégicos”
¿En qué se diferencia de los partidos tradicionales?
Son partidos sin democracia interna… los 
partidos básicamente son grandes aparatos burocráticos con escaso 
contacto cotidiano con las personas que les han votado, sin mecanismos 
de representación del electorado dentro del partido porque los partidos 
han pasado a estar muy aislados de las personas. Esto explica la 
rebelión entre los votantes que, o no votan, o votan por algo distinto; 
la mayoría, todavía no, pero sí una minoría considerable. Eso es lo que 
sucede en la política europea.
Esa rebelión anticipa la gran batalla entre la democracia real y los partidos del extremo centro?
Ahora vemos grandes enfrentamientos 
políticos entre movimientos populares (de derechas e izquierdas) contra 
el extremo centro. El problema de la izquierda es que no puede actuar 
como la derecha populista, primero por su política y, segundo, porque no deberíamos comportarnos como ellos en nada, necesitamos un programa político bien definido. Pero la izquierda ha sufrido una gran derrota en Grecia.
No concuerdo con la postura de [Pablo] 
Iglesias, no se puede decir al público que ni de derechas ni de 
izquierdas, y menos en España, donde el electorado es inteligente y sabe
 de dónde viene cada uno, ¿qué quiere decir que ni derechas ni de 
izquierdas? Nada, y está pensado para no decir nada, solo: “Confía en 
nosotros”. Pero la gente no confía en ti salvo que seas claro con lo que
 vas a hacer.
¿Hay una resaca a partir del derrape de Tsipras en Grecia?
Esa pérdida de confianza ha pasado a ser 
un gran problema con la capitulación de Syriza ante la Troika porque es 
un partido creado por los movimientos, en parte; otra parte, por 
antiguos miembros de la izquierda. No prometió mucho, pero sí dar la 
vuelta a la austeridad. Convocaron un referéndum, que ganaron por el 
61%, contra las exigencias de la Troika. Y Tsipras se asustó de su propio pueblo y aceptó todo.
 Pero si querías hacer eso, ¿por qué el referéndum? ¿Por qué mentir a la
 gente? En las elecciones que ganó Tsipras, el 44% no votó, muchas 
personas.
Entonces, Syriza se ha convertido en 
parte del problema, no de la solución. Creo que Iglesias no tuvo mucha 
visión al ir a felicitarlo. ¿Qué mensaje envía a los españoles? ¿Qué 
apoya esa formación? Si la apoya, ¿qué piensa hacer en España? ¿Qué 
ofrece a los votantes españoles? Aquí tenemos problemas con Podemos.
Siempre fue algo inocente imaginar que 
los medios iba a dar cobertura a Podemos, en la figura de Iglesias, que 
no gusta, así que la derecha creó Ciudadanos, una formación con raíces 
en la extrema derecha española, con gran rapidez, la prensa los cubre… 
Ahora Ciudadanos es tercera fuerza política y con un papel decisivo en 
la coalición que se formará tras las elecciones. Me preocupa mucho lo 
que va a pasar en el Estado español en diciembre. Creo que Podemos tomó 
decisiones equivocadas y cometió errores estratégicos.
¿Qué tipo de organización política se debe construir para el siglo XXI?
Creo que la única manera de que las 
organizaciones políticas del siglo XXI tengan éxito es que mantengan 
contacto habitual con sus bases, no digo todos los días, pero sí una 
asamblea al mes, por ejemplo, en Madrid, por barrios… como sea; en 
algunos momentos, deben realizar una asamblea conjunta.
Y que se comente: “no estamos contentos; o
 sí lo estamos, pero necesitamos que se haga esto o lo otro; o estamos 
enfadados y te votamos para que retiraras la medida tal o cual”. No hay 
razón para no hacerlo, es posible. En Podemos, los círculos tuvieron un 
gran protagonismo en todo esto, pero el líder optó por una estructura 
que dicen es democrática, pero no es democrática salvo que una 
organización política dé espacio habitual a sus militantes, a sus 
activistas, para que participen.
La gente se va, en especial la juventud, 
porque, por su espíritu, los jóvenes no quieren tonterías. Si hay 
demasiada tontería, se van. Y puede estar pasando, si no ha pasado ya, 
con estos mecanismos, con el puesto de secretario general. ¡Qué término 
tan terrible, no trae buenos recuerdos, eso viene de la tradición 
comunista con el secretario general como comandante supremo y la policía
 política, su subordinada!
No es una respuesta correcta, pueden 
decir que son más democráticos porque se les pueden mandar mensajes al 
muro de Facebook, pero eso no basta: puedes tener las redes sociales, 
pero eso no es una respuesta. Necesitas un espacio en el que la gente 
pueda hablar entre ella de una manera no alienante.
“En los medios de todo el mundo se dice que Europa y y EE.UU. son la tierra de la civilización y de la democracia, y eso tiene un efecto en las personas”
¿El auge de estos partidos de ha extendido desde las democracias occidentales?
Si hablamos con alguien que apoye a 
Erdogan, y le decimos: “estáis acabando con la democracia, estáis 
haciendo las cosas muy mal, la policía espía a la gente”, nos dirá: 
“¿Dónde hemos aprendido eso? Mira las elecciones en Europa: dos partidos
 que piensan lo mismo se presentan a unas elecciones, es como una pelea 
de gallos, y luego uno gana y se hace rico. ¿Eso es correcto?” Y no, no 
lo es. De todas maneras, ¿por qué debería ser el modelo? Pero lo es.
Porque en los medios de todo el mundo se dice que Europa y y EE.UU.
 son la tierra de la civilización y de la democracia, y eso tiene un 
efecto en las personas. El espionaje de la NSA que expuso 
[Edward] Snowden, se mantiene, no para. Así que puedes exponer algo así y
 que la gente diga: “bueno, qué se puede hacer, es terrorismo, necesitan
 esa información…”. Por eso, personas como Putin, que lleva un régimen 
autoritario con rostro democrático, dice: “No necesitamos vuestras 
lecciones, muchas gracias, pero no, lo vamos a hacer a nuestra manera”. 
Ya nadie se toma en serio a las democracias occidentales.
Por último, ante este auge de la extremo derecha nos preocupa en qué estado se encuentra ésta. Países del Este de Europa, Francia o Grecia están viviendo un auge de estos grupos.
Se viene la extrema derecha y quiere 
llegar al poder, atacando el extremo centro desde su propia perspectiva 
política e, incluso, robando cosas de la izquierda, como hace Marine Le 
Pen, que defiende el Estado de bienestar.
Nadie en el partido socialista puede 
decir que va a nacionalizar industrias francesas que hayan sido 
privatizadas, sino que lo que dice es que el extremo centro –Le Pen no 
utiliza esa palabra– está saqueando los derechos sociales de la clase 
trabajadora francesa –francesa, no migrante: la clase trabajadora blanca
 francesa– y que hay que devolverle sus derechos.
El discurso más poderoso en el parlamento
 griego contra la capitulación lo hizo un fascista de Amanecer Dorado. 
Me dijeron que todo el mundo en el parlamento estaba hipnotizado, todo 
lo que dijo era cierto, no había manera de rebatirlo. Por eso 
necesitamos una izquierda que luche, que no haga concesiones, 
intransigente.
 
