El futuro. ¿Construirlo o predecirlo?. Por José Ramón Cabañas
La construcción de escenarios es una técnica asociada a la disciplina de prospectiva, la cual se dedica a estudiar procesos de diversa índole, para tratar de conocer y prever la evolución de los acontecimientos y las situaciones que se puedan derivar de ellos.
Existen tantas definiciones de prospectiva como herramientas metodológicas para sustentar diversos escenarios, de los que usualmente se escoge el más probable, para entonces poder hacer recomendaciones y proponer acciones.
El conocimiento de estas técnicas, y la disponibilidad de recursos que debe estar asociada, permite a algunos países construir futuro y condicionar el presente para otros. Los que no poseen el entrenamiento, la información y los recursos no tendrán más remedio que sorprenderse con cada amanecer.
Hay naciones que a pesar de contar con todas las capacidades para hacer predicciones y construir un camino hacia ellas, carecen del tejido social para implementar proyectos que dependen del apoyo de toda la sociedad.
Una de las disciplinas que durante años ha construido escenarios y ha salvado millones de vidas es la meteorología, allí donde no solo existen radares y otros equipos sofisticados, además de la capacidad humana, sino donde están creados los mecanismos para la evacuación temprana, la resistencia y la habilidad colectiva para la recuperación.
El cambio climático es medible, palpable, se puede proyectar su efecto en cotas de tiempo, sin embargo, para tener algún éxito en última instancia habría que ir a contracorriente, en la eliminación de grandes ganancias empresariales ya sea por el uso de combustibles fósiles, o por los negocios inmobiliarios que se desarrollan allí mismo donde ya no se debería construir más.
La Ciencia Política, como se sabe, no es una ciencia exacta y, por lo tanto, puede ser enorme la cantidad de variables que se deben considerar para poder concluir quién puede ganar las elecciones en un país, cómo va a avanzar un proyecto de resolución en organismos internacionales, o cómo va a debilitarse, o fortalecerse una entidad regional.
Sin dudas el ejercicio lleva cierta especialización, volumen de información, conocimiento de las fuentes, capacidad para dejar a un lado lo secundario y disposición para aprender de los errores cometidos en ejercicios precedentes.
Mientras mayor sea el conocimiento en estas técnicas, más escenarios se construirán, eventualmente de carácter excluyente, aunque por una necesidad mínima de preservación como especie deberían complementarse unos a otros. Es decir, será cada vez más difícil que su escenario probable se cumpla y que se puedan concretar las recomendaciones que se han hecho al respecto.
A pesar de ello, habría razones para no dejar de intentarlo. La ciencia, la tecnología y la innovación fueron surgiendo y desarrollándose para transformar la realidad. Por la existencia de las clases sociales estas transformaciones fueron beneficiando intereses particulares cada vez más. En la medida en que se han ido separando los polos resultantes de la redistribución de la riqueza social, hay un significativo sector de la población mundial que va quedando cada vez más incapacitado de construir un futuro para su familia, su ciudad, o su país.
Los sucesos tienen mayor velocidad en su ocurrencia y desenlace, se distorsionan más en su evaluación social y están más influidos por elementos que parecían secundarios.
Entre los años 2020 y 2022 han tenido lugar una serie de hechos, afectados por la carga de virtualidad tecnológica, que van creando nuevos abismos entre grupos humanos, o grupos de países. Sin dudas habrá que interpretarlos en toda su extensión, para poder comprender qué mundo tendremos mañana.
En la primera economía mundial, país que aún se considera con la mayor cantidad de recursos materiales en el planeta parece que. como mismo se desprende una nave espacial del cohete portador, habría una clase de altos ingresos que se desconecta de la suerte que correrán los que están en la base de la pirámide social y caen cada vez más abajo.
No parece haber fuerza política, ni proyecto, que tenga la posibilidad (aunque se lo propusiera) de salvar a todos en aquel país en un viaje en el que habrá cada vez menos salud, educación, vivienda, dignidad, seguridad y recursos económicos para tener una vida decorosa.
Por qué existe una cifra de más de un millón de fallecidos producto de una pandemia, que pudo haber tenido un impacto social mucho menor, si a todos se les hubieran dado las mismas posibilidades, se les hubiera organizado, protegido y preparado de la misma manera.
Igual fenómeno de desconexión de un grupo con el resto parece estar sucediendo en la totalidad de la comunidad internacional. El hasta hace poco tiempo gran hegemón ya no puede construir una globalidad proyectada sobre la base de su dominio militar, tecnológico, financiero y en otros campos. En su lugar se privilegian asociaciones de menos miembros donde participarían aquellos que están dispuestos a seguir al líder sin cuestionamientos, los que le temen y los que creen firmemente que no pueden construir su propio futuro por sí mismos.
Parecería que de pronto cambia el contenido de conceptos tales como interdependencia, soberanía alimentaria, integración, desarrollo sostenible, economía resiliente, inversión social.
Este contexto presenta naturalmente nuevas preguntas para Cuba como país, más aún en las condiciones únicas en las que debe sobrevivir e intentar avanzar en medio de tantos imponderables.
Pero el inicio del camino vuelve a estar ahí, en la capacidad de construir el futuro a partir de un conocimiento profundo de la historia y del presente, de la habilidad que tengamos para comprender las soluciones que se proponen, evaluar las habilidades que tenemos como país, fortalezas y debilidades. Lees al mundo y lograr que nos lea con el mismo interés.
Cuba sigue siendo un país de un enorme prestigio internacional, incluso allí desde donde se proyecta el mayor odio, el país cuenta con uno de los índices más altos de educación y salud social, con una capacidad de resistencia quizás únicamente comparable con su sentido de la solidaridad, con una cultura que nos une y nos hace únicos por la forma que se nutre de otras.
Volveremos una y otra vez a la construcción de los escenarios, ejercicio en el que tendremos mayores probabilidades de éxito, siempre que cada cual desde donde esté, sea en el surco, la minería, o el aula, haga ese ejercicio de inteligencia colectiva, levante la vista, fije una meta en el futuro y ayude a construir con todas sus energías el camino hasta allí.