Petro y el Estado colombiano, ese aparato diseñado para impedir reformas sociales
En lo que va del Gobierno de Gustavo Petro han ocurrido hechos de gran significado o, mejor dicho, acontecimientos históricos. Si revisamos la historia reciente, comprobaremos que nunca se habían registrado estos sucesos de tan excepcional importancia, al menos en los Gobiernos de las dos o tres últimas décadas del país.
Al ser un Gobierno de transición democrática, el del Petro tiene que ser y parecer un mandato de garantías de participación democrática real. Es apenas normal que el establecimiento de un Gobiernos popular en Colombia inspire la más feroz oposición en los grupos de poder del país, tan alérgicos al valor civil.
Uno de estos acontecimientos es que por primera vez en décadas hay un fiscal que no es de bolsillo de este Gobierno. Le contesta al Presidente de la República para decirle que él no es su jefe. No se le queda callado al Primer Magistrado de la Nación. Se pone de tú a tú con el jefe, sí, con el Jefe de Estado, no el suyo. El hecho habla bien del mandatario nacional en el sentido de que deja sin argumentos a los que lo señalaban de no respetar la división de poderes ni la institucionalidad colombiana.
Cabe destacar que los Organismos de Control del Estado colombiano cuya función es de control disciplinario, fiscal y, en principio, defender al pueblo, como la Procuraduría General de la Nación y Contraloría General de la República, están atrapados por miembros de los partidos de derecha, que se han declarado en oposición al Gobierno de Petro.
No podemos pasar por alto tampoco las protestas que los exmilitares hicieron, bajo el engaño de que el presidente Petro les había quitado la mesada 14, cuando fue en el Gobierno de la Seguridad Democrática que se eliminó el susodicho pago adicional que le permite a la persona recibir un doble pago.
También hay que traer a cuento las manifestaciones que los asalariados de derecha hicieron contra Petro, dado que el mandatario nacional buscaba devolverles las horas extras a través de la reforma laboral, la misma que permite dignificar la vida de los trabajadores colombianos.
Con todo, Petro ha hecho cosas como Presidente. Ha logrado bajar la inflación, la matrícula gratis en universidades públicas para personas de escasos recursos económicos. Para implementar las reformas sociales, que son sus propuestas de campaña, plan de Gobierno, el Presidente colombiano se ha enfrentado con barreras enormes, que a la vez le han exigido cambiar la forma de su aplicación, pues los grupos económicos dominantes tienen sus alfiles quirúrgicamente colocados para defender los intereses de los empresarios. Ellos son los operadores políticos y mediáticos del verdadero poder: el poder en la sombra.
Los medios del establecimiento abren frentes a diario contra Petro. Arrojan matriz de desinformación en el ambiente noticioso de Colombia. Son tantas las falsas noticias que inventa la Revista Semana que ya se desdibujó su papel informativo. Pero a la vez que se va evaporando, va salpicando el ambiente con su veneno.
Petro tiene demasiadas limitaciones, pues la clase política tradicional del país configuró el Estado colombiano a su antojo a fin de que le funcione exclusivamente a ella su uso y abuso y así conservar intactos sus intereses y privilegios. El diseño del aparato estatal colombiano tiene por objeto que el ejercicio del poder sea el de perpetrar abusos, debido a que su naturaleza es profundamente represiva y antipopular. Además, Petro no tiene ambición de poder.
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