martes, 8 de septiembre de 2020

¿De qué somos culpables? Por Víctor Ángel Fernández por La pupila insomne

Ahora que se hacen esfuerzos sobrehumanos para reescribir la historia o al menos para adornarla o, si se quiere, al menos para reenvolverla en mejor papel de regalo, surgen voces interesantísimas e interesadísimas, en señalar un nuevo culpable o, repito, si se quiere, sacar a la luz al mismo culpable que siempre han querido señalar. Lo importante es que, siguiendo alguna variante interpretativa de la canción citada en el título, quieren que la culpa la tenga alguien.
Voy a ayudarlos y decir desde un principio lo que muchos no tienen valor para decir: la culpa, la maldita culpa, la tiene, desde un inicio el proceso revolucionario cubano.
La culpa empezó cuando en julio de 1953, Fidel nucleó a un centenar de jóvenes que se negaban a dejar morir al Apóstol en el año de su centenario. La culpa, asumida con honor, era encender el motor chiquito, al decir de Raúl, que echara a andar el motor grande. La culpa era la de cambiar una historia de Cuba que había sido escamoteada. La culpa, está ampliamente descrita en La historia me absolverá.

Esa culpa, virilmente asumida, siguió en la prisión fecunda, en las denuncias en la prensa cubana de la época, en los preparativos del Granma, en la carta de Fidel conminando a Batista para que renunciara de una vez y por todas. La gloriosa culpa de que en 1956, seremos libres o mártires.
Era la responsabilidad de romper con la historia fatalista que dictaba: no se puede cambiar el país teniendo en contra el ejército. Es la culpa de la victoria, la culpa de sumar un pueblo a aquella decena de fusiles y entonces, cinco años, cinco meses y cinco días después, disfrutar la culpa de la victoria.
La culpa de expulsar de la oficina del presidente cubano, al embajador del régimen de EEUU, el cual deseaba seguir representando su papel operístico de procónsul. Otros pecados revolucionarios, fueron la Reforma Agraria, la nacionalización de la Banca, la puesta en manos del pueblo de los grandes monopolios aupados y protegidos por el vecino fiscal.
El pecado imperdonable de la victoria de Girón en sólo setenta y dos horas.
El pecado de la alfabetización, el pecado del cambio de la moneda, el pecado de comerciar con la URSS.

Por cada una de esas revolucionarias culpabilidades hemos recibido, con precisión quirúrgica o con criminales agresiones, las decisiones del señor fiscal de la acera de enfrente.
Argelia, Africa en general, Angola en particular, América, hace mucho tiempo conocen y agradecen nuestra culpabilidad por ayudarlos.
Pregunte el que tiene dudas a la decena y media de presidentes del imperio que de una forma u otra nos han sentado en el banquillo de los acusados. Pregunten incluso al “hermano” reciente, que quiso cambiar la política imperial y desaparecernos con nuevos métodos. Todos han recibido, no obstante los dolores, su correspondiente respuesta desde el banquillo de los acusados, que la historia nos seguirá absolviendo.
Somos, y asumo mi indudable pedazo de culpa, los responsables del centenar de universidades, de los números que definen nuestro real sistema de salud, de las escuelas que se abrieron el primero de septiembre y de las que no se abrieron, pero no por falta de aulas y maestros. Culpable de los derechos reales, aunque algún culpable individual, haga lo que no debe, incluso creyendo defender lo logrado.
¿Errores? ¿Dificultades? Tenemos bastante y no rechazamos la culpabilidad, pero cuando se habla de las responsabilidades por estos problemas, ¿por qué nadie pone en el otro plato de la balanza el peso de lo logrado? El peso incluso de que algunos de esos errores se han cometido por tomar decisiones que pensamos necesarias para resolver algo y nos supera la prontitud, reales cubanos al fin y al cabo, por sobre el necesario asentamiento.
Así que ya saben los analistas de la realidad cubana. Ni siquiera se tienen que referir en sus escritos al “temido” vecino. No tendrán que poner en juego posibles invitaciones a los altares vedados a nosotros los necios.

Ya tienen un texto para citar: culpable de todo es la Revolución. Culpable de todo, somos nosotros, porque seguimos creyendo que la obra puede ser mejor y, mientras el vecino de enfrente, el actual, el siguiente o el otro, nos siga amenazando, seguiremos comprendiendo que, al decir de los siglos: ladran, así que nos están oliendo al cabalgar.
Importante y vale la pena que quede claro, el tribunal, cualquiera que sea, nunca nos escuchará declararnos inocentes de esa culpabilidad.

La pupila insomne | 6 septiembre, 2020 a las 10:16 | Etiquetas: Víctor Angel Fernández | Categorías: Cuba, Mentiras y medios | URL: https://wp.me/p10AwN-iRq

No hay comentarios:

Publicar un comentario