Los sandinistas y el proyecto imperialista. Por Fabián Escalante Fontpor La pupila insomne |
El 19 de julio de 1979, después años de lucha, la Revolución Popular Sandinista, derrocó a la añeja dictadura de Anastasio Somoza, quien gobernó Nicaragua por 44 años y fue uno de los más fieles aliados de Estados Unidos en la región, al punto de servir de puerto de embarque a los mercenarios de origen cubano que pretendieron invadir a Cuba en abril de 1961 y que fueron derrotados en las arenas de Playa Girón.
El proyecto sandinista, de corte nacionalista, consistía en: fortalecer la economía mixta, reconstrucción del país -desbastado por la guerra-, justicia para los criminales de guerra, no alineamiento, relaciones de buena vecindad con todos los países y construir un gobierno integrado por todas las fuerzas antisomocistas que condujera aquel proceso político, económico y social y garantizara el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo.
Desde los primeros pasos en la dirección apuntada, los sandinistas fueron hostigados por Estados Unidos y la oligarquía nativa, que muy pronto desertaría del gobierno de Reconstrucción y Reconciliación Nacional y se pasaría al bando de los enemigos, al sospechar que las medidas que se ejecutaban no estaban en sintonía con los deseos Imperiales.
Mientras, Cuba solidaria, enviaría una inapreciable ayuda para la restauración del hermano pueblo, entre las que se encontraban: medicamentos, alimentos, combustible, centenares de maestros, médicos y personal de salud, constructores, trabajadores eléctricos, instructores de arte y deportes, profesores universitarios y asesores en diferentes especialidades civiles para ayudar en la reconstrucción del país.
Ya, desde entonces, la USAID y después la NED, bajo la dirección de la CIA, actuando desde la embajada norteamericana, unirían a los opositores antisandinistas para obstaculizar el proyecto de gobierno y luego, reorganizando a los ex guardias somocistas disgregados en la geografía nicaragüense, establecieron bandas armadas para hostigar, robar y asesinar a los campesinos simpatizantes sandinistas.
El “consorcio La Prensa”, uno de los diarios más importantes del país, fue el encargado -aliado con el gran capital y la cúpula de la Iglesia Católica- de desatar una campaña mediática para atacar y desacreditar al proyecto político, económico y social de los sandinistas, y conformar la oposición “legal” al nuevo régimen, proyectando hacia el exterior, una imagen de desestabilización social, al tiempo que acusaba de comunistas, aliados de Moscú y la Habana, a los nuevos gobernantes.
La historia de lo que sucedió es conocida, una guerra civil fratricida fue desatada por Estados Unidos contra ese pequeño país que tuvo un costo de más de 50,000 víctimas mortales y la destrucción, nuevamente, de la infraestructura socio económica. Sin embargo, a pesar de contar con un ejército de más de 20,000 hombres, armados hasta los dientes y con recursos de toda índole, sumado al asesoramiento de Estados Unidos, Israel y las dictaduras de Argentina y Honduras, los “contras” fueron vencidos militarmente y a finales de 1989 en una ofensiva político-diplomática, los sandinistas lograron pacificar la región y condenar en el Tribunal Internacional de la Haya, a los Estados Unidos por la agresión realizada.
Aun así, las angustias de la guerra, y el temor a su reinicio, unidos a la feroz campaña mediática encabezada La Prensa, provocaron que las elecciones de 1990 fueron perdidas por los sandinistas, y Violeta Barrios de Chamorro, resultara “triunfadora” en aquella contienda electoral. Dieciséis años (1990-2006) de gobiernos neoliberales que robaron del erario público hasta los clavos, terminaron por revertir las conquistas materializadas por la Revolución.
En el 2007, en nuevas elecciones, los sandinistas encabezados por el comandante Daniel Ortega ganaron la presidencia del país e iniciaron el proceso de reconstrucción social, económica y humana truncado antes por las fuerzas aliadas al Imperio. Sin embargo, desde el primer momento, Estados Unidos comenzó a conspirar por medio de sus aliados nativos y sus conocidos instrumentos: CIA, USAID, NED, entre otros, para obstaculizar la realización del programa de gobierno y finalmente, derrocarlo por medios violentos.
En 14 años de retorno del sandinismo en Nicaragua, -el segundo país más pobre de la región americana-, han reducido la pobreza extrema del 49% al 2% y el analfabetismo a un 5%. La electrificación alcanzó el 98,5% del país y hay matriculados 2,5 millones de estudiantes en todos los niveles en una población de un poco más de 5 millones de habitantes, se han construido 19 nuevos hospitales, 178 casas maternas y 2,044 km de carreteras asfaltadas. En el año 2020 en medio de la pandemia atroz que azota la humanidad logró exportar la cifra record de 3,000 millones de dólares de productos nacionales.
Sin embargo el enemigo no descansa. La Fundación Chamorro, paciente y clandestinamente ayudada por la CIA, USAID y la NED tejió una red de organizaciones “políticas” opositoras, apoyadas por los aliados naturales de la empresa privada y la iglesia católica, quienes recibieron ilegalmente millones de dólares del gobierno norteamericano, para orquestar una ofensiva política y mediática, esta vez auxiliada por la guerra sicológica en las redes sociales, encaminada a aprovechar la primera oportunidad para subvertir al gobierno, circunstancia que se presentó en abril del 2018, al lograr por medio de la manipulación y el engaño de un sector de la población, provocar manifestaciones públicas, dirigidas por elementos que habían sido entrenados en el exterior, y que muy pronto degeneraron en desórdenes públicos, al incluir a mafias y delincuentes locales en las protestas.
Más de un centenar de muertos tuvo que pagar nuevamente el pueblo nicaragüense por este complot desestabilizador que finalmente fue derrotado. Sin embargo, Estados Unidos y sus lacayos nacionales no aprenden de la derrota y en este año electoral, previendo un nuevo descalabro en las urnas, decidieron lanzar otra ofensiva contrarrevolucionaria, para desestabilizar al gobierno nicaragüense, ya castigado por sanciones económicas y políticas imperiales, y comenzaron a organizar una asonada, mediante la cual las elecciones serian protestadas, acusando a los sandinistas de falta de transparencia y fraude electoral y por si no fuera suficiente, solicitar pública y mediáticamente la intervención militar norteamericana.
Nuevamente se equivocaron. Las autoridades legítimamente constituidas se adelantaron y la Fiscalía General, en posesión de pruebas irrefutables del complot, ordenó la detención de los principales involucrados, que ahora alegan –para confundir a los incautos- ser candidatos presidenciales arrestados para evitar su participación en las elecciones de noviembre, algo falso, pues aún no se han abierto las inscripciones de candidatos presidenciales, previstas por ley para agosto del presente año.
La algarabía mediática no se ha hecho esperar y vuelan sanciones contra la Nicaragua sandinista por parte del gobierno de Estados Unidos y sus satélites de la Unión Europea, quienes no fueron capaces de condenar el pasado año el golpe de estado en Bolivia. Descalifican al gobierno nicaragüense por llevar a los tribunales a los sediciosos, con todas las garantías constitucionales que sus leyes tipifican. Sin embargo, el Imperio ha sido incapaz de condenar las masacres que realiza el gobierno colombiano de su pueblo, por el delito de protestar contra el hambre, la miseria y la insalubridad.
Nicaragua es hoy ejemplo de lo que Estados Unidos puede hacer contra todos aquellos pueblos que no inclinan la cerviz ante sus procónsules y defienden la dignidad y soberanía nacional. Estamos seguros de que, nuevamente, bajo la certera dirección del Comandante Daniel, y el Frente Sandinista, vencerán.
Haciendo gala de su prepotencia imperial, el pasado 23 de junio, durante la votación en la ONU del proyecto de resolución presentado por Cuba, para condenar el brutal e inhumano bloqueo multilateral al cual la tiene sometida Estados Unidos por más de 60 años, el representante norteamericano, con un cinismo inaudito al explicar su voto en contra, expresó:
“Las sanciones son una forma legítima de llevar a cabo nuestra política exterior en temas de seguridad nacional y otros objetivos, porque las sanciones son un grupo de herramientas en un esfuerzo más amplio hacia Cuba para que progrese la democracia, se respeten los derechos humanos y ayudar al pueblo cubano a ejercer libertades”…..
La ofensiva anticubana está en marcha y es apreciable en los hechos y denuncias realizadas por nuestra prensa sobre las mismas. Los cubanos tenemos que aprestarnos a enfrentar la agresión Imperial, que difiere de las anteriores y que se caracteriza por pretender crear una inestabilidad social mediante la utilización masiva de las redes sociales, en las cuales campañas de guerra sicológicas responsabilizan al sistema socialista con las penurias que vive nuestro pueblo, como si no fueran ellos los responsables de las mismas con las criminales medidas económicas y financieras aplicadas durante años y que, sistemáticamente, han afectado todas las esferas de la sociedad cubana.
Decenas de disidentes cubanos han viajado a los Estados Unidos para ser entrenados en técnicas de desestabilización y terrorismo, otros son subvencionados desde la embajada norteamericana para que utilizando las redes sociales, difundan noticias falsas, denigren al socialismo, calumnien a dirigentes y líderes locales. El objetivo es la penetración de sectores sensibles de nuestra población, tales como la cultura, donde seudo artistas y resentidos, sin ninguna relevancia artística o literaria que avale su actuar cultural, se esfuerzan por fomentar grupos contestatarios cuya misión sería alterar el orden social y estimular disturbios públicos, con la mirada puesta en un eventual estallido social.
La “sublevación del pueblo cubano” ha sido la estrategia constante del Imperio y objetivo central del bloqueo multilateral impuesto por más de 60 años. Estos grupúsculos pagados todos por organismos oficiales del gobierno de Estados Unidos, tales como la USAID, la NED u otras organizaciones no gubernamentales dependientes de ellos, trabajan activamente en esta dirección, sin percatarse que jamás podrán confundir y menos alterar la confianza del pueblo cubano en su Revolución y en el pensamiento de su líder histórico, Fidel Castro.
Por tales razones, los cubanos, debemos actuar sin dilación frente a la agresión desatada, con decisión e iniciativa, esgrimiendo pensamientos propios, nacidos de nuestra batalla de ideas, sin esperar consignas, inspirados en el pensamiento de Fidel y su legado, interiorizando que esa es la misión que la Patria ha puesto sobre sus hombros, al igual que hicieron cada una de las generaciones que nos antecedieron y así, nuevamente vencer al voraz Imperio, garantizando que el faro de luz que emergió el 1ero de enero de 1959 en nuestra amada Cuba, y ha iluminado las esperanza de un oprimido Continente, continúe alumbrando sus anhelos y sueños.
¡!!TRINCHERAS DE IDEAS VALEN MÁS QUE TRINCHERAS DE PIEDRAS!!!
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