El nuevo
paquete de recortes en España, la estafa electoral de Rajoy, por Alberto
Montero Soler, Rebelión
Lo que no
era sino una línea de crédito concedida a la banca sin condicionalidad alguna y
que permitió al presidente Rajoy marcharse a Polonia a ver un partido de fútbol
con el sentimiento de leal servidor de la patria a la misma altura a la que
volaba el avión presidencial se reveló ayer como una mentira del tamaño de su
desvergüenza.
Si España llevaba
aplicando un plan de ajuste por fases perfectamente asimilable a los planes de
rescate de la Troika
desde que Merkozy y Trichet
le leyeron la cartilla a Zapatero y volvió demudado y dispuesto a hacer cuantas
reformas le dictaran, lo que ocurrió ayer en el Congreso de los Diputados es un
acto más de esa tragedia.
El presidente que ganó
unas elecciones sin programa está haciendo ahora lo mismo que reprochaba a
Zapatero y lo contrario de lo que decía que había que hacer mientras estaba en
la oposición.
¿Que cómo se iba a subir el IVA a “los chuches”?
Pues toma, chavalín, sólo tres puntitos de nada.
¿Que cómo se iba a hacer
caer el peso del ajuste sobre los desempleados, máxime cuando uno de cada tres ya ha agotado sus prestaciones, según
los datos de paro registrado, o uno de cada dos, según los datos de la EPA?
Pues toma, rebaja de prestaciones y a correr para Alemania, Pepe, que aquí,
como a Armada, ni hay trabajo ni se le espera.
¿Que cómo se atreven a eliminar la deducción por adquisición de vivienda
cuando hay casi un millón de nueva construcción sin vender? Pues nada, primero
la recupera y a los cinco meses la desmantela y aquí no ha pasado nada.
¿Deducción? ¿qué deducción? A mí que me registren.
¿Que cómo se iba a elevar la edad de jubilación a los 67
años cuando lo que había que hacer era conseguir que fuera efectivamente a los
65 años? Pues tranquilo, que reformo la reforma a la que me opuse
para que se haga aquello a lo que me negaba y que decía que nunca haría.
¿Que desde una rueda de
prensa en Seúl digo que lo que España necesita es consumo e inversión y niego
que vaya a bajar los sueldos de los funcionarios porque no se puede tocar nada
que pueda afectar a la demanda? Pues no sólo les aumento la jornada
laboral, previa congelación del salario, sino que ahora les suprimo la paga
extra de Navidad que ya se sabe lo gastosa que se pone la gente en esas fechas.
¿Qué la propuesta de
hacer una amnistía fiscal es “impresentable”, “injusta” y
“antisocial”, como efectivamente lo es? Pues, total, tampoco es para
ponerse así porque, aunque esperaba que se recaudaran 25.000 millones de euros,
ya sé de antemano que ningún defraudador con dos dedos de frente va a pagar un
impuesto del 10% cuando puede seguir manteniéndolo oculto tan ricamente y, por
lo tanto, la medida no es que sea antisocial es que es inútil como ella sola.
Y así, suma y sigue, sin
que puedan olvidarse los recortes en educación o sanidad, el copago
farmacéutico o la reforma laboral. De todos ellos se renegó en la oposición
-¡qué barato salía!- y a todos ellos se ha recurrido en el gobierno dando
cuerpo a una nueva definición de la política como el arte de hacer lo contrario
de lo que se dice sin alterar el rictus e invocando el sentido de la
responsabilidad ajena.
En cualquier caso, lo que
todo esto viene a poner de manifiesto es algo que se diluye en el ruido
mediático sobre las medidas concretas mientras que se deja pasar de largo el
sentido del paquete en su conjunto. Si examinamos el paquete y lo agregamos a
los que se vienen aplicando a "pildorazos" desde 2010 por el gobierno
de Zapatero, la conclusión no deja lugar a dudas: España ha sido “rescatada”
por Europa, habiéndose concretado en esta última reunión del Eurogrupo su
intervención efectiva, fijándose las medidas que se deben aplicar por títere
interpuesto –léase Rajoy- y condicionando lo que se vendió como una línea de
crédito a la banca sin condicionalidad a que sean los ciudadanos los que asuman
el coste de dicho rescate.
No crean otra cosa, no se
dejen engañar por juegos de logomaquia: España está intervenida y lo peor es
que es normal que así sea porque somos un país en quiebra que no es que se
encuentre ya al borde del abismo sino que está en una caída libre que se
acelerará un poco más tras las medidas aprobadas ayer.
Y es que un país con una
deuda que, según datos del Banco de España, a finales de 2011 era ligeramente
superior al 400% del PIB, de la cual un 325% era deuda del sector privado
(familias, empresas financieras y empresas no financieras), es un país quebrado
por culpa de dicho sector y que se enfrenta a un "trilema" complejo
frente al que no caben huidas hacia adelante.
La primera opción es
aquélla de la que nadie quiere hablar salvo, paradójicamente, los finlandeses:
la salida del euro. Sí, han leído bien, España debe plantearse su permanencia
en el euro, ya sea como estrategia de negociación ya sea como posibilidad real.
¿Que generaría un recorte muy agudo en las condiciones de vida de los
ciudadanos de este país? Sin duda. Pero es que los términos de elección
actuales no son entre un bien y un mal, sino entre dos males: uno intenso y
corto en el tiempo si sale del euro, pero que ofrece perspectivas positivas a
medio plazo por la vía de recuperación de la soberanía sobre los instrumentos
de la política económica; y otro largo y sin visos de finalización a medio o
largo plazo si se permanece en el euro porque esto sólo podrá lograrse a costa
de recortes en el bienestar ciudadano hasta niveles de empobrecimiento de la
población y polarización social propios de países en vías de desarrollo.
La segunda es permanecer
en el euro asumiendo su arquitectura actual y el sentido de las reformas que se
están produciendo en la misma y que, como el Pacto Fiscal Europeo, reducen aún
más los márgenes de maniobra de los Estados miembros e imponen la austeridad
como única política fiscal posible ad infinitum. En ese marco y con los
niveles de deuda de la economía española señalados, nos enfrentamos a una
recesión que puede alargarse fácilmente 20 años que es, por término medio, lo
que duran los procesos de desapalancamiento de las economías que se encuentran
en un proceso de recesión de balances como en el que se encuentra la economía
española.
Y la tercera opción sería
hacer frente a nuestra realidad, una deuda privada impagable, y tirar de las
recomendaciones que el Fondo Monetario Internacional realizaba en su último informe bianual sobre “Perspectivas de la
Economía Mundial”, esto es, acometer un proceso de quita de la deuda
privada. Sí, en efecto, han leído bien. Es el propio Fondo Monetario
Internacional, templo de la ortodoxia económica, el que está planteado que la
única solución para economías como la española, con ese nivel de apalancamiento
privado y en un contexto de caída del precio de las garantías que sirvieron de
colateral, es proceder a una reestructuración ordenada de la deuda, que
necesariamente debe implicar quitas y que esté orientado a reequilibrar el servicio
de la deuda con la capacidad de pago de los deudores. Evidentemente, ello debe
hacerse a costa de los acreedores, principales beneficiarios durante los años
de bonanza del “milagro” español, incluidos los bancos alemanes. A ver quién le
pone ahora el cascabel al gato.
Con independencia de cuál
pueda ser mi opción preferida, todo parece indicar que será la segunda la
opción elegida y, por lo tanto, lo de ayer en el Congreso constituye un acto
más de este sainete en el que se hace lo contrario de lo que se dice, se
recurre al eufemismo para ocultar lo evidente y se vende el país a precio de
saldo mientras se espera el momento en el que se decrete, formalmente, que el
Reino de España se convierte, por obra y gracia de Merkel y la austeridad, en
Protectorado alemán.
Alberto Montero Soler (alberto.montero@uma.es
) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga.
Puedes leer otros textos suyos en el blog “La Otra
Economía”.
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