20ª Conferencia sobre cambio climático, Lima (Perú). El triste futuro de nuestro planeta
Roberto Savio. IPS
La idea principal que salió de Lima es permitir que cada país decida sus reducciones de emisiones según sus propios criterios. Pero todo el mundo está consciente de que esto es un desastre para el planeta. |
Ya es oficial: el actual sistema intergubernamental no logra actuar
en beneficio de la humanidad. La 20 Conferencia de las Partes (COP 20)
sobre cambio climático, concluida en Lima el 14 de este mes, produjo un
proyecto de acuerdo que ha sido adoptado por todos, simplemente porque
no implica ninguna obligación.
Es una especie de pacto de caballeros global, donde se supone que el
mundo está habitado solo por caballeros, incluyendo las corporaciones
petroleras. De hecho, es un acto de irresponsabilidad colosal, donde en
aras de un acuerdo, se evita una solución.
Lima ha sido la última etapa previa a la COP 21, que tendrá lugar en
París en diciembre del año próximo, donde se supone que se debería
lograrse un nuevo tratado global sobre el cambio climático. En Lima,
miles de delegados de 195 países más la Unión Europea han estado
negociando para tratar de encontrar una posición común para la cita
final en París.
La COP de la capital peruana
fue precedida por una reunión histórica entre los presidentes Barack
Obama, de Estados Unidos, y Xi Jinping, de China, en la que los jefes
de Estado de los dos principales países contaminadores acordaron un plan
de acción para reducir las emisiones.
La idea principal que salió de Lima es permitir que cada país
decida sus reducciones de las emisiones de dióxido de carbono de
acuerdo con sus propios criterios. Pero todo el mundo está consciente de
que esto es un desastre para el planeta.
“Es un avance, ya que da sentido a la idea de que cada país va a
hacer reducciones”, estimó el diplomático holandés Yvo de Boer, ex
secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. “Pero las grandes esperanzas sobre el proceso se han desvanecido”, agregó.
Todos los delegados saben que sin un tratado vinculante para reducir
las emisiones, no hay manera de que un plan al respecto se ponga en
práctica. Pero aceptan lo posible, incluso si no se soluciona el
problema. Es como un hospital donde el cirujano jefe anuncia que la
buena noticia es que el paciente quedará paralizado.
El proyecto de acuerdo se basa en que todos los países se comprometen
públicamente a adoptar su propio plan para reducir las emisiones,
mediante criterios establecidos por los gobiernos nacionales, sobre la
base de su política interna, en vez de adoptar las medidas que los
científicos indican como absolutamente necesarias.
Por supuesto, esto hace que ningún país se oponga a ese tipo de
tratado. El tratado solo podría ser válido si el sistema
intergubernamental fuese capaz de actuar unido y asumir compromisos
comunes.
Este acto de irresponsabilidad es evidente cuando observamos que en
países productores de combustibles fósiles, como Arabia Saudita,
Ecuador, Irán, Nigeria, Qatar o Venezuela, los gobiernos están
interesados en utilizar las exportaciones de petróleo para mantenerse en
el poder.
Podemos imaginar cómo interpretará la India, el tercer mayor emisor,
el espíritu del tratado de Lima. Bajo la consigna “Nos gusta India
limpia, pero necesitamos puestos de trabajo”, el gobierno del primer
ministro Narendra Modi se mueve a una velocidad notable para eliminar
cualquier norma regulatoria para la industria, la minería, proyectos de
energía, fuerzas armadas, etcétera.
Según el comité encargado de reformar la legislación ambiental de
India, el sistema de regulación “sirve solo a los propósitos de una
administración corrupta”.
En su lugar, el comité presenta un nuevo paradigma: “el concepto de
máxima buena fe”. Los empresarios se vigilarán a sí mismos sobre la
contaminación generada por sus actividades”.
La recién creada Dirección Nacional para la Vida Silvestre de la
India, que es responsable por las áreas protegidas, aprobó 140 proyectos
pendientes en dos días. Las pequeñas minas de carbón cuentan con un
permiso expedito para ampliarse y ahora no es necesaria la aprobación de
los pueblos tribales para los proyectos forestales.
El ministro de Ambiente, Bosques y Cambio Climático, Shri Prakash
Javadekar, se jactó de que en India, “hemos decidido descentralizar la
toma de decisiones. El noventa por ciento de las solicitudes no
necesitarán mi aprobación”.
Por supuesto que es una total coincidencia que la conferencia de Lima
se haya celebrado en medio de la mayor disminución de precios del
petróleo en cinco años.
El barril de petróleo ha descendido a menos de 60 dólares, contra los
100 o más dólares de hace unos meses. Este nivel de precio ha sido
decidido especialmente por Arabia Saudita, que no aceptó reducir la
producción para defender el precio del crudo.
La explicación más frecuente es que el bajo costo socavaría la
explotación de gas y petróleo de esquisto que están convirtiendo a
Estados Unidos en autosuficiente y dentro de poco en exportador de
hidrocarburos.
Pero también hay que considerar el futuro de las energías renovables.
La eólica o la solar, que tienen costos relativamente elevados, serían
abandonadas si se dispone de petróleo barato.
Siempre por coincidencia, esta situación está creando serios
problemas a países como Rusia y Venezuela (en conflicto con Washington) e
Irán (enemigo directo), ya que están encarando graves déficit en sus
cuentas.
También casualmente, el uso de la abaratada energía de origen fósil
se está perfilando más tentador, en momentos en que todo el mundo por
fin admite que existe un problema de cambio climático.
A partir de marzo, los países tendrán que presentar sus planes
nacionales. Entonces quedará claro que los gobiernos están ignorando la
muy simple tarea de detener el cambio climático, lo que se traducirá en
daños irreversibles al llegar a la última fecha límite de 2020, el año
en que el nuevo tratado debería entrar en vigor.
De esta forma, el ejercicio de irresponsabilidad de Lima también se convertirá en un ejercicio de futilidad.
¿Existe alguna duda de que, si la gente y no los gobiernos fuesen
los responsables de salvar el planeta, su respuesta habría sido más
rápida y eficiente?
Los jóvenes en todo el mundo tienen prioridades muy diferentes de las
empresas e industrias. Lamentablemente, su influencia política es muy
inferior…
Roberto Savio es fundador y presidente emérito de la agencia IPS, y editor de Other News
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2014/12/el-triste-futuro-de-nuestro-planeta/
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