Los diez mandamientos de El País contra PODEMOS
La objetividad en el periodismo es un mantra. Se pierde 
desde el momento en que se elige tratar un tema y no otro, poner una 
palabra en detrimento de otra, o contar un acontecimiento desde una 
perspectiva diferente. Sí existe la honestidad en el intento por 
reflejar la verdad y el rigor con la información que se publica.
El reciente auge de PODEMOS, una formación que apareció aparentemente
 de la nada ha sido tratado por los grandes medios de comunicación con 
un doble rasero: ofrecerles el altavoz primero y distorsionar su mensaje
 después. Pero sólo en casos concretos la manipulación informativa y el 
flagrante insulto a la verdad ha hecho acto de presencia. Claro que los 
ejemplos han sido sonados y aprovechados por los afectados para 
generalizar, y enmarcarlos dentro de un victimista y efectivo discurso 
del “todos contra nosotros”. La opinión publicada suele conformar la 
opinión pública y los partidos planifican sus estrategias para llevarla 
hacia su terreno. Esto no es nuevo. Tampoco que Podemos vende y genera 
audiencia, que rompe con el tablero bipartidista en el que siempre han 
jugado muchos medios, y del que en muchos casos dependen.
No extraña entonces que tanto los canales de comunicación 
conservadores como progresistas –aunque no se sepa muy bien dónde está 
la línea– tiendan a desacreditar al partido que amenaza ese sistema que 
aún les da de comer. La objetividad, de nuevo, una bella utopía 
arrollada por la realidad. Pero sí extraña que entre los periódicos de 
gran tirada, el más cercano al “centro izquierda” sea el más obcecado en
 que Podemos no llegue al poder. Como si del mito de Sansón se tratara, El País se
 ha esforzado por cortarle la coleta a Iglesias. De hecho hasta sus 
propios lectores se han dado cuenta. En apenas dos meses, la defensora 
del lector Lola Galán ha reflejado tres denuncias (de cinco publicadas )
 referidas al trato del periódico con Podemos.
El ADN de El País
Antes de que empezara la crisis del periodismo y las deudas de Prisa 
tuvieran que ser adquiridas por bancos y empresas privadas, los 
articulistas de El País ya tenían un claro signo de 
centro-izquierda (o izquierda de la derecha) que por entonces ocupaba el
 PSOE. Gran parte de los intelectuales que escriben en sus páginas se 
asociaban más con dicho lado del tablero y, eso se reflejaba en la 
opinión del periódico. Tampoco es nuevo, ni malo.
Años después, este medio de comunicación se ha convertido en un 
activo financiero más de algunas compañías, ha despedido a su director y
 su posicionamiento bipartidista –más cercano al Gobierno de turno– se 
ha consolidado, pero los que escriben en sus páginas (a excepción de los
 129 periodistas ejecutados por Cebrián) lo hacen desde el mismo prisma 
de siempre y eso se refleja indudablemente en las páginas del periódico.
 Ese es su ADN, y así se plasma también en los editoriales: “Renovación 
consumada”, “PSOE en reconstrucción", “Un PSOE sin hipotecas”. Frente a 
“Podemos se organiza: Cuanto más se les escucha, más suenan a lo mismo: 
populismo, personalismo, manipulación” o “sus figuras han dejado claro 
que quieren el poder; ya veremos para qué”.
Para explicar este tratamiento sólo hace falta mirar a las encuestas,
 que afirman que casi uno de cada tres votantes de Podemos viene del 
PSOE. Nada que ver con oscuras confabulaciones de un poder fáctico en la
 sombra, ni con llamadas de Génova o Ferraz, sino con la propia 
identidad del periódico –y la confluencia de sus escritores–, el 
contexto político-social que se vive en el Estado y el económico, que ha
 puesto en jaque la viabilidad, incluso credibilidad de los medios 
tradicionales.
El miedo a un posible fin de la alternancia PP-PSOE ha activado todas
 las alertas. También la de sus articulistas. El ejemplo más flagrante 
de ello es Antonio Elorza, cuyas reiteradas críticas a la formación ya 
han sido recogidas en este medio. “A la democracia española le hace 
falta el PSOE”, afirmaba sin tapujos el 20 de diciembre.
Pero sin duda el caso que más llamativo es el del ilustre Santos 
Juliá, catedrático de conocimiento incuestionable. El historiador 
habitualmente lúcido de El País escribió el 24 de noviembre un artículo titulado Mucha frase, ningún discurso.
 En él hace un duro ataque al secretario general de Podemos: Pablo 
Iglesias, al que define como “un maestro en el arte de soltar frases sin
 pronunciar discurso alguno”, y al que solo se dirige por su nombre y 
apellido al final del artículo, por si quedaba alguna duda.
Años en la retaguardia de movimientos sociales como el 15M o las 
mareas de todos los colores han permitido a Iglesias y a su equipo 
comprender el lenguaje con el que dirigirse a eso que ellos han definido
 como “gente”. Han sabido entender las necesidades de una ciudadanía 
activa. Harta de unos políticos aletargados. Han comprendido el tablero y
 puesto sobre su eje una lucha entre los de “arriba y los de abajo”. Los
 mayor damnificados, claro, han sido los de arriba: a lo que 
certeramente han identificado como “casta”. Han logrado controlar la 
agenda política de tal forma y adaptar su lenguaje a los marcos de los 
votantes que combatirles se ha hecho cada vez más complicado. El framing
 en el que Podemos coloca su comunicación ha sido un éxito que va más 
allá de lo que Santos Juliá denomina como “frases con el único propósito
 de cosechar el aplauso”.
Y es que si algo tiene Podemos es discurso, el justo y preciso para 
hacer concurrir a fuerzas de izquierda, centro y derecha en torno a 
cuestiones –como los recortes, la corrupción y el empleo– que preocupan a
 todos. Y ver cómo el PSOE lo ha dejado escapar durante años, parece ser
 lo que anhela de manera implícita Juliá en su artículo.
El Moisés del Ibex 35
Tampoco se puede pasar por alto tampoco en este análisis que si El País ha
 sido durante todos estos años un periódico bipartidista, más aún 
tras las nuevas incorporaciones al accionariado de Prisa de grandes 
bancos y empresas (Telefónica, Banco Santander, CaixaBank y HSBC tienen 
en su haber el 29,7% del grupo). Estas empresas son algunas de las que 
conforman el Ibex 35, el mayor interesado en que la estabilidad de la 
economía no sea vea afectada, como amenazan que sucedería con Podemos. Y
 es que “No son tiempo para juegos”, afirma en el propio El País Ignacio Urquizaga, de la Fundación Alternativas, Think Thank de cuyo patronato forma parte el expresidente socialista Zapatero.
La presencia e influencia de algunos de los poderes empresariales más
 importantes del país en los periódicos del grupo Prisa es evidente. 
Pero si hay un artículo que refleja a la perfección el posicionamiento 
de las grandes empresas es el que firma Javier Ayuso: “Podemos agita a 
los empresarios” El periodista fue rescatado recientemente por Antonio 
Caño como adjunto a la dirección de El País tras ser jefe de 
prensa de la Casa Real. En el artículo, el también exdirector de 
Comunicación e Imagen del BBVA, refleja la crítica de los empresarios a 
los poderes políticos por no saber mantener su propio sistema: “Son los 
grandes partidos los que están haciendo la campaña de la formación sin 
necesidad de que esta se mueva”. “Aunque, de momento, no se le dé mucha o
 ninguna credibilidad”, añade el periodista desde eso que suelen llamar 
objetividad sobre el partido que hoy ganaría las elecciones, según el 
propio periódico en el que escribe.
Ayuso es el portador de la palabra del todo poderoso, como Moisés en 
la Biblia.Traslada los diez mandamientos del Señor a los creyentes, que a
 la deriva esperan sus tablas mientras ven crecer la ola morada. Si 
consiguen dividir el mar y cruzar juntos el Jordán está por ver, pero lo
 que es seguro es que la resaca de la marea a alguno se llevará.
¿Ahora entienden por qué antes de que le corten la melena quiere Sansón asaltar el cielo?
Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/global/25159-diez-mandamientos-pais-contra-podemos.html
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario