El internacionalismo, ¿es terrorismo? Por Ángeles Maestropor La pupila insomne |
Recientemente la Audiencia Nacional de
España nos ha imputado el delito de financiación del terrorismo a dos
compañeras y a mí. Los hechos se produjeron en 2014 y 2015 cuando, con
ocasión de brutales invasiones de Gaza por ejército
israelí con terribles consecuencias de muerte y destrucción, Red Roja
decidió solicitar aportaciones económicas para ayudar al pueblo
palestino a través de una cuenta corriente instalada en su página web.
Los hechos son los mismos que relata el documental
“Gaza”, que recibió el premio Goya en enero pasado[1].
El pasado mes de junio el juzgado número 6
de dicha Audiencia denegaba el sobreseimiento de nuestra causa y se
incoaba Sumario Ordinario, dado que encontraba “suficientes indicios de
criminalidad”. Su pronunciamiento tuvo lugar con
posterioridad a la presentación por parte de nuestra defensa de un
documento que acreditaba el destino final de los fondos: la
reconstrucción de instalaciones sanitarias derruidas en los ataques.
El argumento de la acusación ejercida por la
organización israelí con sede en Nueva York, Lawfare Project, y
aceptado por la Audiencia Nacional como indicio de criminalidad, era la
entrega de la primera cantidad a la dirigente palestina
Leila Khaled, a su vez miembro del Frente Popular para la Liberación de
Palestina (FPLP). El fundamento es que dicha organización está incluida
desde 2003 en un listado europeo de organizaciones terroristas,
propiciado por EE.UU a raíz de los atentados contra
las Torres Gemelas en 2001.
El citado listado no ha sido traspuesto a
las legislaciones de cada Estado por lo que no hay ningún impedimento
para que representantes de dicha organización actúen libremente en la
UE. Así lo ha reconocido en 2017 la misma Audiencia
Nacional, quien a través de la jueza Carmen Lamela, desestimó la
denuncia de organizaciones israelíes contra la misma Leila Khaled y
permitió su libre entrada en España. Esas organizaciones acusaban
también al ayuntamiento de Barcelona, patrocinador de la
Feria Literal en la que la dirigente palestina finalmente intervino, de
los delitos de “integración en organización terrorista, colaboración
con organización terrorista, apología y enaltecimiento del terrorismo,
financiación de actividades terroristas, malversación
de caudales públicos y prevaricación”.[2]Todo
ello, basado en la naturaleza terrorista del FPLP.
El hecho es que el FPLP es miembro fundador y
parte destacada de la Organización para la Liberación de Palestina
(OLP) reconocida desde 1974 por la Asamblea General de Naciones Unidas
como “único representante legítimo del pueblo
palestino”[3].
Más allá de los pormenores concretos de la
causa abierta contra nosotras, el tema central que subyace en todo este
asunto es la dificultad insuperable para encontrar una definición de
terrorismo que cumpla el requisito jurídico primario
de ser aplicable con carácter general. Innumerables interrogantes
acuden a la mente. ¿Se puede considerar terrorista la resistencia contra
la ocupación nazi en la II Guerra Mundial?
¿Era terrorista la lucha del pueblo
vietnamita contra el invasor estadounidense?, ¿o la del Congreso
Nacional Africano contra el régimen del apartheid en Sudáfrica?, ¿o la
del pueblo argelino contra la ocupación francesa?
Los ejemplos históricos son casi infinitos y
el intento de otorgar al vencedor o al más fuerte el derecho de decidir
quién es terrorista, como pretende el Estado de Israel, contraviene el
fundamente mismo del Derecho Internacional.
Así lo ha reconocido en cientos de Resoluciones la Asamblea General de
Naciones Unidas quien ha afirmado siempre la legitimidad de la lucha del
pueblo palestino.
La causa que se sigue contra nosotras, al
igual que los procedimientos judiciales abiertos contra representantes
del movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), persigue la
criminalización de la solidaridad internacionalista
con el pueblo palestino y que los crímenes cotidianos que el sionismo
perpetra contra él sean silenciados e impunes.
Y se persigue, no sólo la solidaridad con el
pueblo palestino, sino la solidaridad internacionalista en general, tal
y como se refleja en los Autos emitidos por el Tribunal que lleva
adelante nuestra imputación. Los “indicios de
criminalidad” que estima en nosotras se fundamentan en la solidaridad
internacionalista ejercida por Red Roja con Cuba, con Venezuela, con
Bolivia, con el Sahara…etc (sic).
El imperialismo euro-estadounidense, a la
búsqueda desesperada de materias primas baratas, multiplica las
extorsiones y las agresiones, intentando disfrazarlas de intervenciones
en defensa de los derechos humanos. La ayuda humanitaria,
las limosnas destinadas a encubrir los horrores creados por ellos
mismos o el apoyo a los refugiados que huyen de las guerras provocadas
por “occidente” deben llegar a través de ONG,s financiadas por sus
gobiernos, sus banqueros y sus multinacionales.
Lo que tratan de extirpar es la solidaridad
política, la toma de partido. Y esto supone situarse siempre contra la
agresión del imperialismo y el sionismo, independiente de la calidad
política del gobierno del país agredido. La solidaridad
internacionalista se sitúa en las antípodas de la caridad, en tanto que
considera como propia la lucha contra la opresión y la injusticia en
cualquier parte del mundo.
Y ello nos incumbe especialmente a los
pueblos del Estado español que tuvimos el privilegio de vivir en carne
propia el mayor ejemplo de solidaridad internacionalista, estrictamente
política, que ha vivido la humanidad: las Brigadas
Internacionales. Con ellas llegaron miles de jóvenes, hombres y
mujeres, de todos los países del mundo, dispuestos a dar su vida contra
el fascismo. También llegaron árabes, y en concreto, palestinos, y
muchos judíos que huían de la persecución nazi en sus
países.
Lo más importante que ellas y ellos
aportaron a la lucha de la república española contra el fascismo, no fue
el apoyo militar, al igual que lo esencial de la ayuda económica que
llegó al pueblo palestino a través de Red Roja no fue
su cuantía.
Fue la constatación de que, en la lucha desigual contra la tiranía, quienes legítimamente combaten contra ella, no están solos.
La llegada de las Brigadas Internacionales
fue la que arrancó al pueblo de Madrid, arrasado por los bombardeos y
aplastado por el sentimiento de derrota ante el avance de las tropas
fascistas, la irrenunciable voluntad de lucha expresada
en el grito de “No pasarán”.
Algo de ese aliento debe continuar llegando
cada día con más fuerza al pueblo palestino y a todos los pueblos del
mundo que resisten al imperialismo y al sionismo.
NOTAS
[1]
La valiente dedicatoria de uno de sus directores Julio Pérez del Amo al pueblo palestino al recibir el premio Goya puede
verse aquí.
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