Nuestro mundo gira en torno a los valores
culturales del capitalismo. Nada es neutral ni equidistante. Se nos
inculca la competitividad, tener éxito y acumular riquezas, no importa
la manera de lograrlo. La propiedad privada cala
hasta los huesos. Deseamos ser Rico McPato, el personaje de Walt Disney
nadando en un mar de oro, monedas y brillantes.
¿Ficción? Nuestro mundo es caricatura del
cómic. Nos moldean individualistas, avaros, calculadores, mentirosos. Es
adoctrinamiento y socialización cultural. Despreciamos al pobre, lo
degradamos, lo deshumanizamos. Tienen lo que se
merecen. La pobreza siempre ha existido, se afirma. Luchar contra ella
es ir contra natura. Por eso reivindicar la democracia es un asunto de
pobres. Mejor ser socios de ONG y apoyar causas humanitarias, ser
solidarios, practicar la piedad. Las avenidas, edificios,
toman el nombre de mecenas, filántropos y héroes. Prohombres que donan
millones de dólares para investigaciones científicas, otorgan becas,
financian maquinaria para diagnósticos médicos y sus obras de arte se
exhiben en museos. La lista es interminable, pero
logran su objetivo: el reconocimiento de las mayorías sociales. No nos
preguntamos sobre el origen de sus fortunas. Lo remitimos a la suerte.
Son personas visionarias, han comenzado de cero y aprovechado sus
oportunidades. Todos podemos ser Rockefeller, Amancio
Ortega, Slim o Bill Gates. Es cuestión de ser emprendedores, luego
vendrá el éxito. ¿Alguien menciona las relaciones sociales de
explotación? La respuesta es simple, la explotación no existe. Dicha
afirmación se graba a fuego en nuestras mentes. Con trabajar
duro, ahorrar y estar en el sitio adecuado en el momento oportuno es
suficiente. Cómo no desear coches de lujo, yates, un avión privado,
servicio doméstico, casas principescas, en fin, todo lo que ofrece el
mundo de las mercancías. Sean cosas o personas. Vivir
a cuerpo de rey es lícito, rechazarlo es hipocresía. Tener y no
exponerlo es de tontos, hay que ostentar. Pasar a la historia con el
nombre escrito en oro no menos que construir un panteón donde nuestros
huesos sean venerados y visitados en procesión es comprar
la eternidad.
Pensamos que la pobreza y el fracaso es una
inadecuación al mercado. Incluso la sociología y la biología se han
unido en un matrimonio de conveniencia para crear la sociobiología.
Genes egoístas capaces de someter a sus alelos altruistas
en un mundo donde el más listo se lleva el gato al agua. Está en los
genes y no hay posibilidad de alterar el ADN. El mundo al revés. Se
impone la visión hobbesiana predadora, donde el hombre es un lobo para
el otro hombre. Pero las manadas de lobos, como
especie social cooperan, no se explotan, mantienen una división social
del trabajo, de lo contrario se extinguirían. No hay especie social
competitiva inter pares. Es la mayor mentira atribuida a Darwin.
Nada está exento de significado político.
Arte, literatura, cine, lenguaje, moda, estética, sexo, familia, el
hambre, los gustos, las emociones, las maneras de amar y odiar. Pero es
la producción del miedo la base para fomentar el
anticomunismo. Desde que nacemos se inculca y adoctrina para reconocer
al enemigo: el comunismo, que se presenta con diferentes caretas.
Demócratas, socialistas, marxistas, en definitiva comunistas. Se cuelan
en la escuela, el trabajo, incluso se presentan
como amigos. Pero tienen un objetivo: convertirnos en autómatas,
quitarnos nuestras propiedades y esclavizarnos. Ideología disolvente de
la familia, la propiedad privada y la moral católica. Para los
comunistas somos un número, de allí su identificación con
el nazismo y la solución final. Todos los miedos se engloban en el
comunismo.
Ser anticomunista no es problema, es lo
propio de un sistema educativo para aborrecerlo. En los medios de
comunicación social, en la literatura, el cine, los dibujos animados
podemos preguntarnos: ¿Quiénes salvan la civilización?
¿Qué espías tienen licencia para matar? La raíz del mal, el comunismo
camuflado en los deseos de justicia social, igualdad y dignidad. Incluso
los extraterrestres, cuando atacan la tierra siempre eligen la Casa
Blanca y Estados Unidos como objetivo. El resto
del planeta no existe, Su GPS está conectado a Google Maps.
Los comunistas son despiadados,
manipuladores, no sienten ni padecen. Ser anticomunista no requiere
pensar, sólo practicar lo aprendido machaconamente durante años. Por el
contrario, ser demócrata, comunista, socialista o marxista
requiere pensar, nadar contracorriente. Es un acto de conciencia y
reflexión crítica. Justamente lo que esta sociedad persigue y
criminaliza. Vivir en la ignorancia es conseguir el nirvana. Sea
positivo. Mañana será millonario. No cuestione el orden natural
de las cosas. La tierra es plana y el capitalismo justo y equitativo.
No se deje seducir por falsos ídolos. Trump, Bolsonaro, Macri, Piñera,
Pinochet, Thatcher, Videla y Somoza, entre otros, son buena gente,
tienen en común ser anticomunistas. ¡Entregue su
alma y si le piden el voto, también!
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