«El
19 de julio fue el mejor día de mi vida». Por Sergio Rodriguez Gelfenstein
19
julio, 2022 de La pupila insomne
A
43 años de la victoria de la Revolución Sandinista, este escritor, investigador
y analista político venezolano relató en entrevista con Sputnik su
participación en el Frente Sur, con un contingente internacionalista enviado
desde Cuba por Fidel Castro.
Asimismo,
él detalló cómo luego del triunfo contra la dictadura de Somoza este teniente
de la Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) se puso a la tarea de crear el
ejército nicaragüense.
La
vida de Sergio Rodríguez Gelfenstein está asociada desde su nacimiento a la
revolución socialista. De padre guerrillero, labra sus primeros pasos en la
política con el triunfo de Salvador Allende en Chile, hasta que la dictadura de
Augusto Pinochet puso fin a la experiencia de la Unidad Popular con el
bombardeo al Palacio de La Moneda y un sangriento golpe de Estado.
Rodríguez
Gelfenstein fue teniente de las FAR cubanas, combatiente internacionalista en
Nicaragua, constructor del ejército nicaragüense, y luego embajador en este
país, en uno de los pocos momentos en que la tierra de Sandino tuvo algo de
paz.
En
diálogo con Sputnik, este investigador y escritor narra apasionadamente los
acontecimientos ocurridos hace exactamente 43 años, cuando el líder cubano
Fidel Castro les planteó a él y a un grupo de combatientes latinoamericanos la
misión de ir a combatir a Nicaragua, que aceptó inspirado en la máxima
guevarista de «luchar contra el imperialismo donde quiera que esté».
Desde
aquel día, Nicaragua es un cúmulo de recuerdos imborrables, eternos, de enorme
felicidad que exigen un compromiso continuo con la revolución. “Así como
nosotros tenemos a Bolívar, Nicaragua tiene a Sandino, y eso crea una impronta,
una forma de ser y de mirarnos”, dice Rodríguez Gelfenstein.
Y
recuerda que «no es en Playa Girón donde se produce la primera derrota del
imperialismo en América, sino en Nicaragua, cuando el General Augusto César
Sandino expulsa el ejército invasor yanqui». Hoy, 4 décadas después de aquellos
años convulsos, «Nicaragua, Cuba y Venezuela han configurado, no un eje del
mal, sino un triángulo que continúa con la tradición de lucha
antiimperialista», destaca.
Sergio
Rodríguez Gelfenstein: Fidel nos planteó que el equilibrio en Nicaragua lo
tenía que romper el Frente Sur - Sputnik Mundo, 1920, 18.07.2022
Sergio
Rodríguez Gelfenstein: Fidel nos planteó que el equilibrio en Nicaragua lo
tenía que romper el Frente Sur
©
Sputnik / Hernán Cano
—
¿Cómo te vinculas con la Revolución Sandinista?
—
Mi papá estuvo preso en el Estadio Nacional de Chile tras el golpe de Estado
contra Salvador Allende. Luego sale hacia Perú, y no podía regresar a Venezuela
porque tenía causas pendientes de cuando había estado en la guerrilla. En esas
condiciones, luego de varios ofrecimientos, él opta por irnos a Cuba. Yo tenía
17 años, y al llegar a La Habana solicito tener formación militar, y junto con
un grupo de compañeros chilenos, porque yo también era chileno, recibimos
formación militar en el ejército regular de Cuba. Era la época en que casi
todos los militares cubanos iban a cumplir misiones internacionalistas, por
ejemplo en África, y muchos de nosotros solicitamos que nos envíen a una de
esas misiones, pero Fidel, con su infinita sabiduría, decía que no, que
esperemos, que ya iba a llegar el momento para nosotros, que no éramos cubanos.
—
Disculpa la interrupción, ¿fuiste oficial de la Fuerza Armada cubana?
—
Sí, en ese momento yo era teniente, era jefe de una batería de artillería y
tenía a mi cargo 64 soldados, 6 obuses de 122 mm., y cumplía funciones como
cualquier oficial regular del ejército de Cuba. Eso era ya 1979, yo tenía 22
años.
—
Entonces, el momento de ustedes llegó con Nicaragua. ¿Cómo te enteras que vas a
luchar con los sandinistas?
—
Yo volvía a mi unidad de una maniobra en un polígono de tiro, eran más de las
11 de la noche, y mientras dejábamos todo el armamento resguardado, con todas
sus medidas de seguridad, se nos hizo la 1 de la mañana. Cuando ya dejo todo
listo y los soldados se acuestan a dormir, voy a al Estado Mayor de mi
regimiento e informo que estaba todo en orden y todo seguro. Y me retiro.
Cuando había caminado unos 40 metros viene corriendo un oficial y me dice que
tenía que regresar al Estado Mayor. Yo pensé lo peor. Y entonces me informan
que había llegado una orden para presentarme al Estado Mayor de mi división, en
La Habana, a las 5 de la mañana y que nos íbamos a una maniobra a Camagüey,
donde estaba el polígono principal de la Fuerza Armada. Yo estaba a 40
kilómetros de La Habana, barbudo, lleno de barro. No podía ir así. Me pusieron
un camión para llegar al primer pueblo y luego pidiendo la cola llegué a lo de
mi mamá a las 2 y media de la mañana, que vivía a dos cuadras de mi casa. Mi
mamá se despierta, y me pregunta qué hacía a esa hora, le digo que me
convocaron a una maniobra y que debía salir pronto. Y mi mamá, que nunca supo
por qué, me dijo: “no, te vas a Nicaragua”.
—
A las 5 de la mañana llega el teniente Sergio Rodríguez Gelfenstein a La
Habana…
—
Llego yo, y empiezan a llegar otros compañeros de otras divisiones. Nos
informan que a las 6 debíamos estar en el Estado Mayor del Ejército. Y la
primera cosa sorpresiva fue que no había solamente oficiales, había mucho
movimiento, mucho sigilo, y empezamos a ver oficiales de las tropas especiales
del Ministerio del Interior. Nos reúnen, nos dicen que nos vamos a ir a una
escuela, supe luego que era de esas escuelas en las que se formaban
guerrilleros, y nos informan que nos teníamos que preparar porque iríamos a
Nicaragua. Y a la noche llegó Fidel a plantearnos la misión.
—
¿Cuál fue la misión que les planteó?
-La
idea de Fidel es que había un equilibrio en Nicaragua que no se rompía y que
para romper ese equilibrio tenía que romperse en el Frente Sur, creando un gran
contingente que iniciara una ofensiva que rompiera con la forma de combate
tradicional que tenían los sandinistas, que golpeaban y se retiraban. Para
Fidel había que “golpear y quedarse, ocupar el territorio”. Decía que al llegar
un gran contingente de combatientes internacionalistas, Somoza vendería la idea
de que está luchando contra el comunismo internacional para pedir ayuda a todo
el mundo. Esto obligaría a Somoza a concentrar la mayor parte de su fuerza
militar en el Frente Sur, aflojando la tensión que tenían los otros frentes
guerrilleros y permitiéndoles a los sandinistas pasar a la ofensiva. Esa fue la
gran concepción estratégica de Fidel. Nos dijo: “ustedes tienen que entrar,
avanzar lo más que puedan, cavar trinchera, quedarse ahí, resistir y crear un
territorio liberado”. Esa fue la misión que él mismo nos planteó.
—
¿Cuándo llegas a territorio nicaragüense?
—
Salimos de La Habana el 16 de junio [de 1979], dormimos en Panamá el 17, y el
18 de junio llegamos a Nicaragua en un vuelo de un avión de la Fuerza Aérea
panameña que puso Omar Torrijos. Llegamos a un potrero que habían habilitado
para aterrizar, a unos 20 kilómetros de Nicaragua en territorio de Costa Rica,
porque se había producido un acuerdo entre Fidel, el general Torrijos y el
presidente de Costa Rica, Rodrigo Carazo, que era enemigo de la dictadura
somocista.
Cuba
y Nicaragua - Sputnik Mundo, 1920, 12.07.2022
América
Latina
El
triunfo de la Revolución Sandinista que unió a Nicaragua y Cuba
12
de julio, 02:06 GMT
—
¿Qué referencias tenías en aquel momento de la insurrección en Nicaragua y del
Frente Sandinista?
—
Nosotros cuando llegamos al lugar donde estuvimos concentrados en Cuba, que se
llamaba Punto Cero, un sitio legendario de la historia del movimiento
revolucionario latinoamericano, sabíamos la historia de resistencia de Sandino
y la derrota de EEUU en Nicaragua. Sabíamos del FSLN porque en la prensa cubana
se informaba de las acciones que se llevaban a cabo, pero era una información
general. Pero para nosotros era como ir a Uruguay o a Honduras, porque en Cuba
se nos formó un espíritu internacionalista y teníamos la convicción de que
había que luchar contra el imperialismo, como dijo el Che, donde quiera que
esté. Y fue Fidel, que iba diariamente allí, el que nos explicó qué estaba
pasando en Nicaragua, la situación política, el tema de la unidad interna del
Frente Sandinista, la concepción general de la guerra. Te digo más, en esa
época no había proyectores, uno de esos días Fidel agarró una tiza y dibujó el
mapa de memoria. Dónde íbamos a llegar, detalló las lomas, el río, los pueblos
cercanos, la carretera, un nivel de detalle increíble, todo de memoria, tanto
que cuando llegamos dijimos: “Fidel estuvo acá”. Y no, era un genio.
—
Llegan el 18, ¿y con qué se encuentran?
—
El mismo 18 tengo mi primer combate, que fue una locura, porque el jefe de una
columna sin autorización del mando superior se trató de tomar una loma
totalmente pelada, y mandó a las tropas sandinistas a cruzar el río y a
avanzar. Y las ametralladoras las barrieron. Yo estaba allí dirigiendo el fuego
de la artillería y me dan por radio la orden de retirada. Hubo decenas de bajas
ese día. Ese fue mi bautismo de fuego en el Frente Sur, en un contingente donde
había chilenos, uruguayos, salvadoreños, guatemaltecos y combatientes
sandinistas que se estaban formando en Cuba y que los enviaron de vuelta, pero
subordinados a nosotros. Era una cosa muy curiosa, un verdadero contingente
internacionalista.
—
Estuviste un mes en combate hasta la victoria sandinista, ¿cómo lo recuerdas?
—
Esta es una mirada desde la perspectiva del conocimiento que tengo hoy, en ese
momento era una oficial de baja graduación que tenía una misión que cumplir y
que no tenía la visión de conjunto. En algún momento quedó claro que el
equilibrio se iba a mantener, nosotros no teníamos capacidad para romperlo pero
ellos no tenían la capacidad de derrotarnos. Sobre todo porque nosotros
teníamos una logística abierta, teníamos la frontera con Costa Rica y por ahí
nos entraba todo, nos podíamos seguir abasteciendo con municiones, armamento,
comida, de todo. Y, efectivamente, Somoza concentró, primero a la EEBI, que era
la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería, una fuerza de élite cuyo jefe
era su hijo; y luego la poca aviación que tenía Somoza se concentró en el
Frente Sur, la artillería también, tenían una batería de lanzacohetes múltiples
que habían enviado los militares de la dictadura argentina. Fue un mes de tira
y afloja, pero pasó, finalmente, lo que predijo Fidel.
Gustavo
Porras: a 43 años de la Revolución Sandinista, la defensa de la dignidad se
mantiene intacta en Nicaragua - Sputnik Mundo, 1920, 15.07.2022
Telescopio
Gustavo
Porras: a 43 años de la Revolución Sandinista, la defensa de la dignidad se
mantiene intacta
15
de julio, 22:05 GMT
—
¿Cómo fue la marcha victoriosa hacia Managua?
—
Empezamos la marcha hacia el norte después del mediodía del 19 de julio, porque
una vez que nos dan la orden de prepararnos para irnos a Managua teníamos que
guardar las municiones, meterlas en caja, asegurarlas para el viaje, teníamos
morteros enterrados, etc. Y era una marcha muy lenta, porque la gente salía a
la carretera a saludarnos, nos regalaban mangos, café, querían subirse a los
camiones con sus niños. Avanzamos, pero nos dan la orden de desviarnos y
dirigirnos a la ciudad de Granada, que era cuna de la oligarquía nicaragüense,
una ciudad muy reaccionaria, y yo creo que el Frente Sandinista quiso hacer una
demostración de fuerza. Así que dormimos ahí, y salimos muy temprano para
Managua. Allí, en el tramo final que hicimos hacia Managua la masividad de la
gente en las calles fue impresionante. Al final, a nosotros nos dicen que
debíamos ir a lo que se llamaba “el búnker de Somoza”, la Oficina de Seguridad
Nacional, ahí dejamos la artillería, los camiones, las municiones, y los
compañeros empezaron a ir a la plaza porque se sabía que en la plaza se estaba
armando un gran acto de celebración. Y ese día, que fue el 20 de julio, fue
impactante, estaban en la plaza los frentes guerrilleros, la dirección nacional
del Frente Sandinista, la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional y el
pueblo volcado totalmente.
—
¿Qué sentís por ese día?
—
Yo digo que ese fue el día más hermoso de mi vida. Por la marcha, por ese baño
de pueblo, por la felicidad de los ancianos y los niños, por ver a tanta gente
feliz, y por sentir que habíamos logrado ayudar a desaparecer la ignominia de
décadas. Y ahí comienza otra historia, ya que había que transformar al ejército
guerrillero en ejército regular. ¿Y quiénes eran los que sabían? Nosotros,
porque teníamos formación de las academias militares.
—¿Cómo
fue ese proceso?
—
A nosotros, los artilleros, nos tocó formar la escuela de artillería, se
hicieron planes, escuelas y la estructuración de la Fuerza Armada que se
necesitaba para defender ese país. Esa fue la tarea de julio y agosto. Y el 27
de agosto se conmemoraba en Nicaragua la jornada heroica de Pancasan, en la que
celebraban unas luchas importantes que se habían dado en el pasado y que es una
efeméride muy importante para el Frente Sandinista y se decidió ese año hacer
el primer desfile militar del entonces Ejército Popular Sandinista. Entonces,
los tanquistas se pusieron a arreglar los tanques, nosotros la artillería y los
infantes enseñaron a los soldados, que eran unos muchachos guerrilleros, a
marchar para el desfile, en bloque. Y el desfile fue impresionante, había
pasado poco más de un mes del triunfo de la revolución. Así comenzamos la
formación militar, la metodología, el estudio de lo que se llama el teatro de
operaciones militares, el estudio del terreno y del enemigo, la capacidad de nuestras
tropas, y ese año 79 fue de eso. Ya a finales del 79, en diciembre, comenzaron
a producirse las primeras manifestaciones de acción contrarrevolucionaria.
—
¿Aún quedaban restos del somocismo?
—
No, del somocismo no quedó nada. Pero había una derecha que era antisomocista y
que además formaba parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional. Y
en los primeros días de diciembre del 79 a mi me mandan con una batería de
artillería a reforzar un batallón de infantería en la frontera con Honduras,
porque había unas provocaciones del ejército hondureño. Nos envían para hacer
una demostración de fuerza. Incluso hicimos ahí una jugada que fue
extraordinaria, porque cerramos la carretera que transitan camiones para toda
Centroamérica, y con el batallón de infantería, la artillería y los camiones
cargados de soldados salíamos de la carretera a una vía lateral y volvíamos a
entrar más adelante, así lo hicimos una y otra vez. Al otro día los periódicos
daban cuenta de un gran contingente de miles soldados que llegaban a la
frontera, y éramos nosotros nomás.
—
¿Cuándo decides salir de Nicaragua?
—
Yo me quedé hasta el año 83, pasé por varios destinos, reestructuramos el
ejército, pasé a trabajar en Estado Mayor, luego en el Estado Mayor de la
Fuerza Aérea y al final me enviaron a una escuela creada para la formación de
sargentos. Pero allí ya estaban en Nicaragua oficiales cubanos con mucha
experiencia, eran nuestros maestros, el jefe de la misión era un coronel y
todos los demás eran coroneles y tenientes coroneles, incluso nuestro primer
jefe había combatido en la Revolución Cubana contra Batista. Ahí ya se había
hecho una estructura de la misión acorde a las solicitudes que habían hecho los
sandinistas de acuerdo al ejército que querían tener. Entonces, llegan los años
80, yo formaba parte del contingente del Partido Comunista de Chile y en la
reestructuración que nosotros hicimos quedé a cargo de las relaciones
políticas, no públicas. Y nos llegan unos colaboradores salvadoreños y nos
contactan para tener una reunión con un dirigente de El Salvador. Nosotros
vamos, y la reunión era con Schafik Handal [1930-2006. Líder del Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN)]. Schafik nos dice que se
estaba avanzando hacia la construcción de la unidad de todas las fuerzas, que
se estaba creando una organización, el FMLN, y que se estaba preparando una
ofensiva para los primeros días del año 1981, y nos pide ayuda, porque el
Partido Comunista tenía una gran experiencia en la lucha de masas, obrera y
gran capacidad de organización, pero no militar. Y entonces nosotros apoyamos
la construcción del Estado Mayor de la Fuerza Armada de Liberación, que era el
brazo armado del Partido Comunista salvadoreño. Y así estuve 3 años, porque
cuando empieza la guerra el Estado Mayor general del FMLN sigue funcionando en
Managua, con Schafik, hasta que ellos crean unas condiciones y mueven esa
estructura. Pero nuestra mirada estaba puesta en Chile, en la lucha contra la
dictadura, entonces empezamos a hacer presión a la dirección nuestra para
irnos. En 1982, los primeros compañeros que regresan fundan el Frente
Patriótico Manuel Rodríguez, yo me vuelvo a Cuba en 1983 y entro a Chile en
1984.
—
¿Y qué balance haces de estos largos 43 años?
—
Nicaragua tiene un imán muy particular, que te hace estar siempre vinculado.
Tengo muchos y grandes amigos allí, fíjate que los generales del ejército de
hoy eran combatientes hace 43 años, eran soldados. Y cuando tú forjas los lazos
de amistad en la guerra, en la lucha insurreccional, en ese período tan hermoso
de construcción del Ejército, son lazos que no se borran, para mí son eternos;
y creo que para ellos también.
En
todos estos años, hay tres etapas bien marcadas. Desde el 79 hasta que pierden
las elecciones en el 90, una etapa de revolución bajo acoso, agresión, bloqueo,
con mercenarios armados, casi no tuvieron tiempo para la paz, en medio de una
guerra apoyada por Estados Unidos, y sin embargo todos los niveles sociales y
económicos de Nicaragua crecieron. A pesar de la devastación de la guerra, la
revolución alfabetizó ese país. Y en la segunda etapa, donde se entronizó el
neoliberalismo, en los 90, todo esto retrocedió. Nicaragua es el único país del
mundo donde hubo que hacer dos campañas de alfabetización, porque cuando el
sandinismo vuelve en el 2007 hubo que iniciarla otra vez.
Desde el 2007, distintos organismos
internacionales empezaron a hablar del milagro nicaragüense, pero en 2018 hay
un intento del golpe de Estado instigado, organizado y financiado por Estados
Unidos y Europa, y todo lo que venía marchando bien se paró, tanto que que las
secuelas de ese intento golpista se siguen padeciendo. Ahora Nicaragua está
iniciando un cuarto período que podemos denominar de recuperación, de lucha
contra la pobreza y de resistencia.
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