De abajo hacia arriba. Por Antonio Rodríguez
Todos tenemos nuestro orgullo. Me gradué de economía en 1983, y como era el primer escalafón de la provincia, me di el lujo de escoger lo que para mí era una de la empresa de mayor perspectiva profesional en Cuba: la papelera de Jatibonico.
Era una inversión que sobrepasó los 200 millones y de las industrias más complejas con decenas de miles de equipos dinámicos y estáticos, y yo iba con la ambición del joven que quiere superarse y probarse al maximo.
Mi decepción fue grande cuando supe la tarea que me asignaban: poner chapillas a los medios básicos. Aunque la fábrica se hallaba en inversión, consideré que merecía una responsabilidad mayor, y solo tiempo después comprendí el gran regalo que me hicieron.
Llegaba yo a un taller, digamos Energética donde había tres grandes calderas de alta presión, un generador de 15 Mw, y un complejo ciclo de recuperación de sosa cáustica, y preguntaba por ciertos equipos a los que debía enchapillar. Nadie, sin embargo, podía decirme cuál era esa determinada válvula o bomba o motor, todo el mundo era nuevo, sin experiencia alguna en lo que, desde luego, estaba empezando.
En fin, que terminé sumergido en la enorme biblioteca de planos, estudiando los diversos procesos tecnológicos del combinado, y, gracias a esto, no solo cumplí la tarea, sino que dominé al detalle la industria.
Tres años después, yo era el jefe económico de la empresa, y ello fue gracias, entre otros, al dominio del proceso tecnológico. Un economista es casi nada, si no domina los detalles tecnicos de la actividad a analizar, más allá de la preparación teórica que posea. Estos conocimientos practicos permitieron realizar novedosos y efectivos sistemas de organización y pagos, rebajar plantillas a la mitad y contribuir a lograr alta eficiencia.
En fin, últimamente veo muchas propuestas teóricas de cómo avanzar en la economía, pero cuando indago me percato de que estás propuestas tienen un grave fallo: No parten de abajo hacia arriba, sino lo contrario. Ignoran particularidades, y en la pizarra todo se ve bien
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