¿Hay moscas en las botellas de Coca-Cola?
 
La propiedad de los medios, la propiedad de la información
 
Pedro Ramiro. Revista Pueblos
 “Alguien dijo que en los Estados Unidos se puede escribir contra el presidente demócrata o contra el presidente republicano, pero nunca se podrá publicar la noticia de que se haya descubierto una mosca en una botella de Coca-Cola”. Así comienza Una mosca en una botella de Coca-Cola, el documental producido recientemente por OMAL-Paz con Dignidad y Producciones CMI (con dirección de Javier Couso y guion de Pablo Iglesias[1]) en el que se analiza la relación que existe entre los principales medios de comunicación y las grandes multinacionales españolas. Porque, como se pregunta en el documental, ¿quién elige a los presidentes?, ¿la ciudadanía o los medios de comunicación? ¿Quién se atrevería a enseñar la mosca en la botella de Coca-Cola?
Tomando como base la investigación que Pascual 
Serrano ha hecho sobre los grandes grupos de comunicación que operan en 
el Estado español[2], este documental nos cuenta cómo “buena parte de la
 información que vemos, oímos y leemos pertenece al BBVA, a Repsol, al 
Grupo Planeta, a La Caixa, al Banco Santander, a Telefónica o a Silvio 
Berlusconi. Son grandes corporaciones multinacionales y agencias de 
publicidad las que controlan lo que ves, lo que oyes y lo que lees”. De 
ahí que en estos medios podamos ver con frecuencia noticias en las que 
se destaca el comportamiento “ejemplar” de las multinacionales españolas
 en América Latina. ¿Será una casualidad que los presidentes de los 
gobiernos latinoamericanos que han apostado por reforzar el papel del 
Estado y ejercer una mayor soberanía sobre sus recursos naturales sean, 
precisamente, los peor tratados por los mass media en este país?
 
Medios de comunicación y multinacionales españolas
 
En el prólogo del libro Papel mojado, Pere Rusiñol, ex redactor jefe de El País y adjunto a la dirección de Público
 hasta el cierre de su edición impresa, afirma que “hoy casi todos los 
grandes medios de España han sido absorbidos por el poder financiero. No
 con la clásica dependencia de la influencia publicitaria o de los 
créditos, sino de forma mucho más profunda: directamente en la 
propiedad”[3]. Por eso se explica, por ejemplo, que en el diario El País,
 propiedad de un grupo empresarial como Prisa que, a su vez, ha pasado a
 ser controlado por grandes bancos como el Santander y La Caixa, siempre
 ocupen titulares destacados las declaraciones de Emilio Botín sobre la 
“recuperación” de la economía española; mientras, por el contrario, 
escándalos como el del acuerdo del presidente del Santander con Hacienda
 para evitar ser condenado por evasión fiscal o el del indulto a su ex 
consejero delegado, concedido por el ejecutivo Zapatero justo antes de 
dejar el gobierno y posteriormente anulado por el Tribunal Supremo, 
pasen desapercibidos. Como cuenta Rusiñol, “en otras épocas el increíble
 indulto a Alfredo Saénz abriría el periódico en lugar de estar 
arrinconado en un faldón perdido”[4].
 
Existen pocos estudios que 
nos muestren el entramado de los grandes medios, nos expliquen sus 
relaciones con la banca o analicen sus conexiones con las empresas 
transnacionales. Traficantes de información, editado finalmente 
por Akal tras la negativa de los accionistas y directivos de Península 
(editorial controlada por el Grupo Planeta) a publicarlo a pesar de 
haberlo encargado y contar con el visto bueno del editor, es una de las 
pocas excepciones a esta regla. A partir de este libro de Pascual 
Serrano, el documental nos recuerda las conexiones entre las compañías 
multinacionales y los principales grupos mediáticos españoles: Prisa, 
editora de El País y dueña de la cadena SER, está en manos de fondos de inversión como Liberty y de bancos como La Caixa, Santander y HSBC; Vocento, responsable de ABC y diversos diarios locales, tiene entre sus propietarios al BBVA y Ferrovial; Unidad Editorial, empresa a la que pertenecen El Mundo, Marca y Expansión, también se encuentra controlada por un grupo financiero.
 
Eso
 por no hablar de cómo otros grandes grupos de comunicación, vinculados a
 diferentes familias del empresariado español (entre ellos están el 
Grupo Zeta, Planeta, Libertad Digital o el Grupo Intereconomía), 
concentran la propiedad de buena parte de los medios que vemos 
habitualmente en los quioscos y la televisión. “Los dueños, los 
accionistas, los anunciantes… esos son los verdaderos intocables”, dice 
Serrano como conclusión de su entrevista en el citado documental.
 
Noticias y “tratamiento informativo”
 
A
 nadie puede extrañar, en este contexto, el “tratamiento informativo” 
(por llamarlo de alguna manera) que dispensan los grandes medios de 
comunicación privados a las noticias relacionadas con las 
multinacionales españolas. En el mismo sentido, los gobernantes de 
países como Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina, que han puesto en 
marcha políticas económicas contrarias a los intereses de estas mismas 
empresas (nacionalizaciones, subidas de impuestos, expropiaciones), son 
objeto de todo tipo de descalificaciones y comentarios agresivos por 
haberse atrevido a mostrar las moscas en las botellas de Coca-Cola. “Ha 
sido una información manipulada, agresiva y completamente sesgada, 
aplicando un doble rasero que no se aplica a otros países con bastante 
más deficiencias democráticas”, afirma en el documental Ignacio Escolar,
 director de eldiario.es. Y tenemos múltiples ejemplos de ello.
 
“Expolio”.
 “Atropello”. “Saqueo”. “Tropelía”. A mediados de abril de 2012, los 
principales periódicos de este país sacaban toda su artillería pesada y 
abrían sus ediciones con titulares como estos para descalificar la 
decisión del gobierno argentino de nacionalizar la petrolera YPF, filial
 de la multinacional española Repsol. “Populismo intimidatorio”, 
“matonismo”, “cacicada”, “peronismo trasnochado”, “nacionalismo 
visceral”, “guerra sucia”, “reflejo propio de otra época”… Todo valía 
con tal de criticar la medida del gobierno de Cristina Fernández (que, 
por cierto, contaba con un amplio respaldo de la población argentina 
según las encuestas) ya que, como dijo entonces el ministro de Asuntos 
Exteriores, se asumía que se trataba de “una decisión contra Repsol y, 
por tanto, contra España y contra el gobierno de España”[5].
 
Algo
 similar ocurrió en 2006, cuando el entonces recién elegido presidente 
Evo Morales promulgó la nacionalización de los hidrocarburos. Según el 
editorial que publicó El Mundo, “el decreto dinamita la libertad 
económica, un concepto ya de por sí muy devaluado en el país andino”. 
Haciendo causa común con los intereses de grandes compañías españolas 
como Repsol, el diario de Unidad Editorial se preguntaba: “¿Con qué 
seguridad invertirá a partir de ahora en Bolivia una empresa extranjera 
sabiendo que sus negocios pueden evaporarse en sólo unas horas?”[6] Más 
recientemente, los episodios de “conflicto” de Sacyr en Panamá[7] y de 
las nacionalizaciones de las filiales de Iberdrola, Red Eléctrica y 
Abertis en Boliva, nos sirvieron para comprobar que la reacción de las 
instituciones que nos gobiernan iba a ser la misma: “El gobierno español
 defiende siempre los intereses de las empresas españolas, estén dentro o
 estén fuera de España”, declaró el año pasado el ministro de Industria y
 Energía[8].
 
Que se trate de confundir los intereses de “nuestras empresas” y de todo lo que representa la marca España
 con los intereses generales de la población no es algo que sea 
demasiado novedoso[9]. La lógica es simple: identificar las ganancias 
obtenidas por la reducida minoría que posee la propiedad accionarial y 
ocupa la alta dirección de las grandes corporaciones con el “progreso” y
 el “bienestar” de las mayorías sociales. Tras la crisis financiera y la
 caída de la demanda en los países centrales, hoy que la ortodoxia 
dominante impone sus recetas para “salir de la crisis” y la 
internacionalización empresarial y la atracción de inversión extranjera 
se presentan como los pilares fundamentales para la ampliación de 
mercados y la “recuperación económica”, esta idea se ha visto todavía 
más reforzada (a pesar de que se demuestra su falsedad cada vez que se 
hacen públicos los datos de los dividendos empresariales y los sueldos 
de los grandes ejecutivos y se comparan con las condiciones laborales de
 la mayoría de la población). Y los medios de comunicación cumplen un 
papel central en todo ello: “Nos están obligando a creer que los 
intereses de las multinacionales españolas son nuestros intereses, 
cuando es precisamente lo contrario”, afirma en Una mosca en una botella de Coca-Cola la periodista Olga Rodríguez.
 
El Grupo Prisa como ejemplo
 
Dice
 Pere Rusiñol que “los medios de referencia son parte fundamental de 
este sistema en crisis y difícilmente pueden ser, en consecuencia, los 
más adecuados para narrar esta crisis”[10]. Podemos comprobarlo 
siguiendo la trayectoria de, por ejemplo, el Grupo Prisa.
 
Este 
gran grupo empresarial de comunicación ha venido organizando en los 
últimos años, tanto en América Latina como en España, los encuentros “Invertir en…”
 Contando con la colaboración de los respectivos gobiernos y con el 
patrocinio de las principales empresas españolas presentes en cada uno 
de estos países, el diario El País se ha dedicado a favorecer la 
expansión de los negocios de las transnacionales y promocionar las 
“bondades” de la inversión extranjera en México, Brasil, Chile, Perú, 
Colombia y Panamá. En enero de este año, sin ir más lejos, Prisa 
organizó la jornada Invertir en Colombia. En ella participaron el
 presidente del gobierno colombiano, Juan Manuel Santos; Felipe 
González, ex presidente del gobierno español y consejero de Gas Natural 
Fenosa; altos directivos de esta empresa gasista, Ferrovial, Indra y 
Telefónica. Y toda la imagen que dieron de Colombia los reportajes, 
entrevistas, tribunas de opinión y hasta el propio editorial de El País, como no podría ser de otra manera, giró en torno a las oportunidades de negocio para las empresas españolas en el país andino.
 
Fuera
 del relato oficial, cualquier “molestia” a los intereses del capital: 
nada de mencionar los índices de pobreza y desigualdad, ningún dato 
sobre la violencia política y las amenazas a los dirigentes sindicales, 
nada de hacer referencia a las protestas y movilizaciones populares 
contrarias a la creación de la sociedad neoliberal del “post-conflicto”.
 Como escribía Erika González, “ya sea por el hecho de que el Grupo 
Prisa es una compañía con inversiones en Colombia, o bien porque los 
grupos empresariales presentes en la jornada financien la publicidad de 
esta transnacional de la comunicación, el mensaje a transmitir se 
resumía en una idea: lo que es bueno para las transnacionales españolas 
es bueno para la población colombiana”[11].
 
Como nos cuenta el Informe Mongolia
 sobre los principales medios de comunicación españoles, “estos no son 
solo intermediarios: son agentes clave en la crisis”. Y efectivamente, 
sus conexiones con la banca y las grandes corporaciones, su dependencia 
tanto de las empresas anunciantes como de las entidades financieras que 
han pasado a controlar sus consejos de administración, les ha llevado a 
que “cualquier conflicto de estas empresas en el mundo es un problema 
automáticamente asumido como propio por más agentes: por los bancos 
accionistas y por los medios propiedad de estos”[12]. Pero ése no es 
nuestro problema.
 
Pedro Ramiro coordina el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) – Paz con Dignidad.
 
Artículo publicado en el nº61 de Pueblos – Revista de Información y Debate, segundo trimestre de 2014, monográfico sobre comunicación, poder y democracia.
 
NOTAS:
 - El documental Una mosca en una botella de Coca-Cola puede verse íntegramente online en www.omal.info.
- Serrano Pascual (2010): Traficantes de información. La historia oculta de los medios de comunicación españoles,Akal, Madrid.
- Reality News-Mongolia (2013): Papel mojado. La crisis de la prensa y el fracaso de los periódicos en España, Debate, Barcelona, p. 11.
- Ibídem, p. 14.
- “Argentina expropia a Repsol su filial YPF”, El País, 17 de abril de 2012.
- “El leonino decreto de Evo”, editorial de El Mundo, 3 de mayo de 2006.
- Ramiro, Pedro (2014): “Sacyr en Panamá o la historia de ‘nuestras empresas’”, en La Marea, 17 de enero.
- González, Erika (2013): “Iberdrola en Bolivia: una actividad nada ejemplar”, en Diagonal, 31 de enero.
- Ramiro, Pedro (2013): “¿A quién representa la marca España?”, en Pueblos, nº 57.
- Reality News-Mongolia, op. cit. p. 15.
- González, Erika (2014): “La Colombia del Grupo Prisa”, en el eldiario.es, 23 de enero.
- Reality News-Mongolia, op. cit. pp. 13 y 18.
Fuente original: http://www.revistapueblos.org/?p=17515
 
 
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