Bolivia: Otro golpe mediático. Por José Manzaneda
El
robo de la victoria electoral que obtuvo el Movimiento al Socialismo
(MAS) y la dictadura impuesta en Bolivia no habrían sido posibles sin
los medios internacionales (1).
Que, como el diario español El País, convierten un golpe militar en una “crisis política” (2). Que, como la agencia AP, califican a Evo Morales, amenazado y perseguido (3), como “ex presidente autoexiliado”
(4). O que, como la revista Forbes, dedican portadas a ensalzar a una
presidenta golpista que nos cuenta “cómo se pacificó Bolivia” (5).
¿Cómo se ha “pacificado” Bolivia? Se lo explicamos: disparando a matar a quien se ha opuesto al golpe, asesinando a 33 personas
e hiriendo a 800 (6); encarcelando y torturando a militantes de
izquierda (7); o deteniendo a quienes difundieron, mediante teléfonos
móviles, imágenes de las masacres (8).
Todo
arropado por el silencio de los medios corporativos, al que se ha sumado
la eliminación, en Bolivia, de las señales televisivas de teleSUR
(9) y RT (10) que han sido, durante semanas, las únicas ventanas de
denuncia del golpe de estado. Una censura, por cierto, justificada por
medios como el diario ABC, que la definía como una forma de “poner coto a
(…) la propaganda estatal rusa” “cuando la protesta generalizada
fomenta la desestabilización” (11).
También mediante el miedo y la autocensura. Como en el caso del humorista gráfico Alejandro Salazar, que renunció a publicar sus viñetas críticas tras recibir amenazas de muerte (12).
Los medios están, además, detrás del factor desencadenante
y argumento justificativo del golpe: la denuncia de supuestas
“irregularidades” en el conteo electoral, por parte de una misión de la
OEA (13), que sostiene que hubo una “aumento masivo e inexplicable” del voto al MAS en el último 5 % de los votos escrutados (14). La prueba, para los medios, de que Evo Morales cometió un “fraude escandaloso” (15).
Estos
medios, sin embargo, han silenciado a más de cien expertos
internacionales en economía y estadística (15), así como los estudios
del Centro para la Investigación Económica y Política (16) y la
Fundación Internacional de Derechos Humanos (17), que muestran justo lo
contrario: que el aumento en el tramo final sí es explicable y es
similar al de anteriores comicios, dado que corresponde al voto rural
indígena, hegemónico del MAS (18).
Los medios son los censores de un golpe sangriento. Por ello, no es de extrañar la ovación que la población de El Alto brindó al periodista del diario inglés The Guardian, único medio internacional que se acercó a informar sobre la represión policial (19).
Tampoco
es de extrañar que Fernando del Rincón, presentador estrella de CNN,
haya sido distinguido con la máxima distinción del Comité Cívico de
Santa Cruz, vanguardia del golpe militar (20).
Pero ni
Fernando del Rincón de CNN, ni David Alandete de ABC, ni Jorge Ramos de
Univisión (21), ni Daniel Lozano de El Mundo (22) son periodistas. Son mercenarios al servicio de una estrategia bien definida de propaganda de guerra (23). Y a los que, algún día, se les acabará tanta impunidad.
(Cubainformación)