sábado, 1 de marzo de 2014

Ucrania: los muertos incómodos.

Ucrania: los muertos incómodos, Oleg Yasinsky


Nadie sabe quienes fueron los misteriosos francotiradores que dispararon primero a los manifestantes y luego a los policías que enfrentaban a estos manifestantes, en pleno centro de la capital ucraniana, hace sólo unos días. Lo más probable, es que nunca lo sabremos. Balazos certeros, profesionales… en la cabeza y en el cuello. La mayoría de las victimas fueron civiles jóvenes y ancianos, policías rasos; personas que directamente no participaban en los enfrentamientos.

Alguien necesitaba incendiar el país. Igual que sus francotiradores, él tenía nombre (seguramente varios), recursos, garantías de anonimato y ahora ve por televisión las desgarradoras escenas de la despedida a los caídos y tal vez sonríe.
Cuando en los próximos días la primavera derretirá las nieves en los bosques aledaños a Kiev, seguramente reaparecerán varios de los más de 300 desaparecidos. Sabemos que a pesar de tantas promesas de justicia, cada vez más patéticas y repetitivas, nadie pagará. O si se hará un nuevo show llamado justicia, los que pagarán no serán los verdaderos responsables.
Siempre creímos que derrotar al mal gobierno de Yanukovich era un derecho justo y el deber del pueblo ucraniano. También advertimos que la legitima rebelión civil desde sus inicios fue manipulada, utilizada y al final encabezada por grupos de extrema derecha que supieron aprovechar el vacío social generado por falta de una izquierda de verdad. Los partidos Comunista y Socialista de Ucrania no se cuentan: fueron cómplices del régimen.
Con la misma convicción podemos afirmar que los monstruos y payasos que disputan ahora el poder, una vez más, no representan en lo más mínimo los intereses y las necesidades del pueblo ucraniano.
Lo que ocurre ahora en Ucrania, sin duda, no es una revolución. Tampoco es un golpe de estado de ultraderecha, como insisten algunas voces de izquierda. Pero rebelión sí hubo, igual como hubo un movimiento muy amplio y espontaneo de los ciudadanos indignados, por el abuso y la prepotencia del poder, sin mayor experiencia y menos cálculos políticos. De los cálculos se encargaron otros, los políticos de la oposición, alma gemela pro occidental del régimen pro ruso (ojo, este pro supone sólo los gobiernos, nunca el pueblo) y los lideres de los movimientos neo nazi que supieron usar la coyuntura.
Yanukovich no fue derrotado por un complot de Occidente, ni cayó víctima de una guerra mediática (aunque Occidente se involucró, igual “Oriente” y la guerra mediática todavía sigue), sino por una espontánea, heroica y desesperada acción de miles de ucranianos, que permanecieron, durante meses, en las calles y plazas con temperaturas muy por debajo de cero. La principal motivación era la defensa de la dignidad, lo que en su expresión mínima, en este momento y en este país, equivalía a derrotar el gobierno de Yanukovich. Entre ellos estuvieron algunos de mis amigos. Discrepé y discrepo con muchas de sus ideas políticas, pero admiro su valor y su consecuencia ciudadana.
Ahora, cuando los de siempre, después de derrotar con manos ajenas y sangre ajena al principal obstáculo para su acenso al poder, una vez más nos mienten hablándonos del perdón y de los valores universales, cuando el FMI está por auspiciar la mortífera unión entre los neoliberales y los nazi en el primer gobierno “revolucionario” de Ucrania; cuando después de las estatuas de Lenin se destruyen los últimos monumentos a nuestros abuelos caídos en la guerra contra el fascismo; cuando la tele rusa, la prensa occidental y todo el mundo miente sobre lo que realmente pasa en Ucrania; y cuando nos cuesta cada vez más distinguir entre el pragmatismo de las derechas y el cinismo de las “izquierdas”, arrepentidas y políticamente correctas… busco otra clase de palabras… palabras para nuestros caídos, con letras capaces de ser flores o tierra o sueños en su tumba. Palabras de todos los colores, para contrapesar lo rojo de sus primeras letras.
Ahora cuando con horror, pero sin sorpresa, nos enteramos que la cultura, la justicia y la policía de Ucrania serán encabezados por los nazi de “Svoboda” y la reciente rebelión popular contra la mafia pavimentó el camino para otra, mucho peor. Algunos de nosotros preguntaremos, ¿cómo nadie quiso ver este enorme caballo de Troya, lleno de fascistas, en el corazón de la resistencia ciudadana?. Los otros, los que no supimos levantar nuestras banderas de izquierda, les responderemos con nuestros argumentos de siempre, recordando las represiones de Stalin, el cinismo de la época de Brezhnev, el fraude de la Perestroika y un cuarto de siglo de ofensiva mediática anticomunista en toda la ex URSS…
Pero nuestros muertos de febrero de 2014 en Kiev vivieron y murieron por otras cosas. Lo hicieron por la libertad y la democracia para los pueblos de Ucrania. No para llevar al poder a ningún político y menos a los fascistas disfrazados hoy de ovejas pro europeas.
Las muertes siempre duelen, pero es doble cuando parece que han sido en vano. Y es triple, cuando sabemos que serán utilizadas como material de construcción para los palacios de nuevos reyes.
Pero en vano no han sido. A los muertos rebeldes y los muertos que se rebelan, el poder siempre les amenaza con lo único que puede matarlos de nuevo: el olvido. A pesar de tanto llanto de cocodrilo por la tele, a pesar de las decenas de nuevos monumentos en su memoria, que ya están en los nuevos decretos de gobierno, como sus jóvenes nombres para las viejas calles de Kiev, este olvido ya es parte del nuevo plan político de las autoridades recientemente autoproclamadas. Y la única manera para salvarlos del olvido es juntar toda nuestra rabia y vergüenza, hasta que construyamos un movimiento social capaz de sacar a nuestro país Ucrania de su actual prehistoria. Movimiento que será de abajo y de izquierda, humanista y revolucionario, aunque tal vez no usará ninguna de estas cuatro palabras, para que nuestros muertos puedan por fin descansar tranquilos.
Mientras los vivos, nuestros amigos y compañeros, de la minúscula, mal organizada pero porfiada izquierda ucraniana, se reorganizan para enfrentar la noche del fascismo que se avecina.
yasinsky.oleg@gmail.com
@OlegYasinsky
28 febrero 2014, Santiago de Chile

Palestina: Amnistía Internacional. Un nuevo informe detalla las brutales políticas israelíes Amnistía Internacional destaca horrendos testimonios sobre ciudadanos palestinos. Cuando se le va a poner freno a las masacres genocidas contra los palestinos, a manos de los yanquis y el brazo armado del Estado artificial satélite israelí número 51 de EEUU. Estado terrorista por antonomasia.


Un nuevo informe detalla las brutales políticas israelíes

Amnistía Internacional destaca horrendos testimonios sobre ciudadanos palestinos


Jonathan Cook, Al Jazeera

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

JERUSALÉN – La primera bala alcanzó a Samir Awad de 16 años en su pierna izquierda. Se alejó tambaleando lo más rápido posible, pero fue demasiado lento. Una segunda bala dio en su espalda izquierda saliendo por el lado derecho de su pecho. Entonces, instantes más tarde, una tercera bala penetró la parte trasera de su cráneo y salió por su frente.
Las balas vivas fueron disparadas por un grupo de soldados israelíes que protegían una sección de la barrera de separación israelí construida en tierras de la aldea de Samir en Cisjordania ocupada. El muro ha sido utilizado por Israel para hacer inaccesibles a los aldeanos grandes áreas de tierras laborables de la localidad de Budrus.
El día en que murió en enero de 2013, Samir y sus amigos habían celebrado el fin del año escolar caminando hacia los cerros a lo largo de un sendero cercano a la barrera de acero, dijo Ayed Murrar, jefe del comité de lucha popular de Budrus. Una patrulla del ejército los esperaba emboscada. A Samir lo atraparon mientras sus amigos huían. Cuando momentos más tarde logró liberarse, los soldados abrieron fuego.
Un amigo de Samir, Malik Murrar, quien presenció los disparos, dijo: “¿Qué distancia puede correr un niño herido? Les hubiera sido fácil arrestarlo. En su lugar le dispararon por detrás con munición de guerra”.
La historia de Samir es solo uno de varios horrendos testimonios de asesinatos de civiles palestinos mencionados en el informe “Gatillo fácil”, publicado el jueves por Amnistía Internacional.
La organización internacional de derechos humanos dijo que la evidencia sugiere que la muerte de Samir fue una ejecución extrajudicial, lo que constituye un crimen de guerra según el derecho internacional.
“Cuesta creer que un niño desarmado pueda ser percibido como un peligro inminente para un soldado bien equipado”, dijo Philip Luther, director de Amnistía para Medio Oriente y el Norte de África.
Docenas de muertos, cientos de heridos
El informe identifica un modelo de conducta de soldados israelíes de disparar munición de guerra contra palestinos desarmados, a veces cuando van huyendo. Durante los últimos tres años de estudio de Amnistía, docenas de palestinos han sido muertos a tiros en Cisjordania y cientos gravemente heridos. Miles más han sufrido heridas de balas cubiertas de caucho, y gas lacrimógeno.
La cantidad de víctimas aumentó dramáticamente el año pasado. 25 palestinos en Cisjordania, cuatro de ellos niños, fueron muertos por munición viva – más del total en los dos años anteriores del estudio en conjunto.
Muchos fueron atacados durante manifestaciones semanales, en su mayoría no violentas, en más de una docena de aldeas palestinas en Cisjordania contra la barrera de separación que Israel ha construido sobre sus tierras. El muro ha significado la confiscación de cientos de hectáreas de tierras agrícolas de las cuales dependen los habitantes.
Ayed Murrar atribuyó el aumento de las muertes al temor en el ejército de que la agitación esté creciendo en los territorios ocupados y que podría llevar a una nueva intifada, o levantamiento popular, contra la ocupación.
“Quieren establecer un ejemplo con nosotros para impedir que otros adopten nuestra forma de protesta masiva contra la ocupación. Quieren mantenernos sumisos y pasivos.”
El verano pasado, Nitzan Alon, comandante israelí a cargo de Cisjordania, advirtió que Israel enfrenta una ola de agitación a menos que las conversaciones de paz sean reanimadas.
‘Todo tipo de resistencia’
Pero como las recientes negociaciones mediadas por EE.UU. han fallado, altos funcionarios palestinos en Cisjordania han llamado a un retorno a “todo tipo de resistencia” contra Israel, incluyendo protestas populares. El viernes pasado, se informó que docenas de palestinos fueron heridos por soldados israelíes disparando balas revestidas de caucho y botes de gas lacrimógeno contra manifestantes opuestos al muro israelí.
También han emergido otros tipos de protesta popular durante el año pasado, incluyendo el establecimiento de campamentos por grupos palestinos para exigir la devolución de tierras de las que colonos judíos se han apoderado en partes de Cisjordania controladas por Israel.
En el último caso de este mes, soldados golpearon y arrestaron a manifestantes mientras removían un campo llamado Ein Hijleh en el Valle del Jordán, que había sido establecido para subrayar los esfuerzos israelíes por anexar el valle como parte de las negociaciones de paz.
Además, 13 palestinos en Hebrón fueron heridos en choques con soldados israelíes la semana pasada cuando 2.000 manifestantes marcharon por Shuhada Street, la calle principal de la ciudad, que Israel ha cerrado a los palestinos durante los últimos 20 años.
El estudio de Amnistía no incluyó Gaza, donde Israel usualmente afirma que civiles palestinos muertos por sus fuerzas constituyen “daño colateral” durante sus operaciones militares. El informe señala que este contexto de conflicto armado no se aplica a las víctimas en Cisjordania.
En muchos sitios en Cisjordania, dijo Amnistía, los residentes palestinos enfrentan “castigo colectivo”, cuando fuerzas israelíes declaran que algunas áreas son “zonas militares cerradas”, bloqueando rutas de acceso, lanzando incursiones nocturnas en las que realizan amplios arrestos, utilizando fuerza excesiva contra manifestantes y transeúntes, y dañando propiedad de residentes.
Amnistía dice que la decisión de disparar munición de guerra, balas de caucho y botes de gas lacrimógeno contra civiles palestinos que representan poca o ninguna amenaza inmediata para ellos plantea preguntas inquietantes sobre las reglas de intervención no declaradas del ejército.
Lanzamiento de piedras
El informe descarta afirmaciones de los militares israelíes justificando sus duras acciones sobre la base de que palestinos han lanzado piedras a los soldados. Dice que “el lanzamiento de piedras plantea poco o ningún riesgo serio para los soldados israelíes”, y sirve sobre todo como “irritante”. Las piedras son arrojadas desde demasiado lejos para dañar a los soldados, los que en todo caso están usualmente demasiado bien protegidos como para sufrir daño.
Grupos israelíes por los derechos humanos han criticado desde hace tiempo los métodos represivos del ejército hacia protestas palestinas contra la ocupación. A fines de los años ochenta, durante el primer levantamiento popular, el ministro de Defensa de Israel de entonces, Yitzhak Rabin, instó públicamente a los soldados a “quebrar los huesos” de cualquier palestino que capturaran.
Durante los primeros días de la segunda intifada, que comenzó a fines del año 2000, el ejército israelí volvió a recurrir al masivo uso de la fuerza. En tres semanas durante octubre del año 2000, antes de que facciones palestinas comenzaran a tomar las armas, registros militares israelíes muestran que soldados dispararon un millón de proyectiles de guerra.
Amnistía califica el uso de la fuerza por el ejército israelí contra los palestinos en su estudio de tres años de “innecesario, arbitrario y brutal”. Agrega que en todos los casos que examinó, incluyendo la muerte de Samir, no hubo evidencia de que vidas de soldados israelíes hayan sido amenazadas.
“La frecuencia y persistencia del uso arbitrario y abusivo de la fuerza contra manifestantes pacíficos en Cisjordania por soldados y policías israelíes –y la impunidad asegurada a los perpetradores– sugiere que es realizado como parte de una política”, dijo Luther.
Muerto a tiros por la espalda
Aparte de 45 palestinos desarmados muertos a tiros con munición de guerra durante los últimos tres años, muchos de ellos en manifestaciones, otros 261 han sido gravemente heridos, incluyendo 67 niños. Varios fueron muertos por tiros en la espalda, lo que indica que se les disparó mientras huían.
Muchos civiles más han sido heridos por otros medios que munición de guerra. Amnistía cita como “sorprendente” el hecho de que en tres años soldados israelíes hayan herido a 8.500 palestinos con balas de acero revestidas con caucho, y gas lacrimógeno. Entre ellos había 1.500 niños.
Sarit Michaeli de B'Tselem, un grupo israelí que monitorea abusos en los territorios ocupados, dijo que su organización había estado distribuyendo cámaras de vídeo a palestinos como una manera de documentar el uso de violencia por parte de soldados y colonos. En diciembre, B’Tselem distribuyó secuencias en vídeo grabadas por
Muhammad Awad, un palestino en la aldea de Beit Ummar, que muestra a un soldado disparando un bote de gas lacrimógeno hacia su pecho. Tuvo que ser tratado en un hospital.
Amnistía critica la ausencia de investigaciones adecuadas del ejército de los numerosos incidentes que registra, calificando la reacción de “tristemente inadecuada” y carente de “independencia e imparcialidad”. El grupo de derechos humanos dice que no puede identificar un solo caso de un miembro de las fuerzas de seguridad israelíes que haya sido declarado culpable de “matar intencionalmente” a un palestino en los territorios ocupados durante los últimos 25 años.
Informe: ejército israelí usa fuerza excesiva
Según las cifras compiladas por Yesh Din, otro grupo de derechos humanos israelí, solo cuatro soldados han sido declarados culpables de homicidio involuntario por negligencia y otro de negligencia en los últimos 13 años. Ninguno fue dado de baja del ejército o recibió una sentencia de prisión de más de unos pocos meses.
La propia Michaeli fue herida en julio pasado cuando un agente de la policía le disparó una bala revestida de caucho a quemarropa mientras filmaba una manifestación en Nabi Saleh.
“Es obvio que existe una política según la cual los comandantes hacen caso omiso cuando se violan las regulaciones de hacer fuego. Cuando hablé recientemente con el oficial que investigaba mi caso, dijo: que no ha habido nada nuevo – eso fue seis meses después de los eventos. Cuando los servicios de seguridad saben que la política es no hacer nada, no hay disuasión.
Solicitudes de Amnistía de encontrar a funcionarios del ejército para discutir los casos en el informe fueron rechazadas. El ministerio de defensa israelí no quiso comentar cuando fue contactado por Al Jazeera.
Una declaración del ejército israelí dijo: “Las FDI [Fuerzas de Defensa Israelíes] (ejército israelí) adhiere a los máximos estándares profesionales y se entrena y equipa correspondientemente. Cuando hay alguna sospecha de infracciones, o de indisciplina, las FDI revisan, investigan y actúan cuando es apropiado.”
¿Insensibilizados ante la agresión?
Un reciente estudio académico de testimonios de soldados israelíes sugirió que sus rutinas operativas los insensibilizan rápidamente hasta que consideran que el acoso y la agresión hacia palestinos son normales. Los jóvenes soldados llegan a poseer un sentido de poder y de su capacidad de imponer “castigo correctivo”.
Avner Gvarayahu de Rompiendo el Silencio, un grupo de ex soldados que compila testimonios de abusos realizados por soldados, dijo que las reglas de enfrentamiento emitidas por los comandantes son “flexibles” y permiten que los soldados abran fuego contra civiles.
“Los soldados son educados por el ejército para que vean el conflicto como un juego de suma cero: Se trata de nosotros o ellos. Entonces cada palestino llega a ser visto como una amenaza, un terrorista en potencia, sea joven o viejo, hombre o mujer, físicamente capaz o discapacitado. Todos son el enemigo.”
Gvarayahu, quien otrora comandó una unidad de operaciones especiales, dijo que el comando del ejército también aprobaba lo que calificó de “ataques vengativos”, incursiones contra comunidades palestinas elegidas al azar como represalias por las muertes de israelíes. “No hay modo de que ese tipo de ataque pueda ser realizado por soldados comunes y corrientes sin autorización de la máxima autoridad. Pienso que la decisión incluso proviene del nivel político.”
Dijo que dirigentes políticos y militares establecen las normas de conducta dentro del ejército.
“Recordad que el actual ministro de defensa, Moshe Yaalon, cuando era jefe del estado mayor (en 2002), dijo que la tarea del ejército es ‘grabar en la consciencia’ de los palestinos su derrota. El único objetivo que se puede deducir de eso es que el papel del ejército es utilizar la fuerza para hacer que los palestinos sean débiles y dóciles.”
Jonathan Cook es un periodista galardonado residente en Nazaret, Israel, desde 2001. Es autor de tres libros sobre el conflicto israelí-palestino: Blood and Religion: The Unmasking of the Jewish State (2006); Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East (2008) y Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair (2008) Su nuevo sitio en la web es www.jonathan-cook.net.
Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/features/2014/02/new-report-details-brutal-israeli-policies-2014226121639588738.html

El Militante: La confusión política no es una alternativa contra el capitalismo. ¿Qué aporta Podemos a la izquierda?


La confusión política no es una alternativa contra el capitalismo. ¿Qué aporta Podemos a la izquierda?


La presentación a mediados del mes de enero de Podemos, proyecto encabezada por el mediático profesor Pablo Iglesias, supuso una sacudida para muchos activistas de la izquierda. Podemos consiguió reunir en pocos días varias decenas de miles de firmas de apoyo y sus presentaciones públicas en Zaragoza, Gijón, Valencia, Alicante, Sevilla o Madrid congregaron un elevado número de personas, en un ambiente de entusiasmo y expectación.
Jóvenes que han participado activamente en el 15M, mayoritariamente provenientes del ámbito universitario, activistas desencantados con la actuación de las direcciones de CCOO y UGT, y votantes de IU que no están satisfechos con la práctica política que lleva la dirección en muchos asuntos (pacto con el PSOE en Andalucía, relaciones “diplomáticas” con las cúpulas sindicales, Extremadura, etc.), han visto con ilusión este nuevo proyecto, presentado en un momento de crisis profunda y crítica feroz contra el sistema capitalista. Pero, más allá de las buenas intenciones, los activistas y militantes de la izquierda que aspiramos a un cambio revolucionario de la sociedad debemos ser honestos y rigurosos a la hora de posicionarnos ante los acontecimientos políticos, y esto incluye también a Podemos.
Lo que ofrece Podemos
Detrás del proyecto Podemos se encuentra Izquierda Anticapitalista (IA) cuyos veteranos dirigentes militaron anteriormente en Izquierda Unida y, hay que señalar, manteniendo en muchas ocasiones posiciones muy incoherentes. A finales de 2008 decidieron abandonar IU al calor del avance de sus fuerzas hermanas en Francia y Portugal (El NPA, Nuevo Partido Anticapitalista y el Bloco de Esquerdas). Pero tras el fracaso que cosechó Izquierda Anticapitalista en las elecciones europeas de 2009 (apenas 20.000 votos) y las dificultades manifiestas que han tenido para rentabilizar políticamente el movimiento explosivo del 15M, han buscado en el tirón mediático de Pablo Iglesias la forma de resituarse en el panorama político.
Desde Podemos se ha insistido que representan una formación novedosa, basada en un “método participativo abierto a toda la ciudadanía”. Pero incluso una oferta tan abierta necesita algún punto de partida, por mínimo que sea. Y es aquí donde Podemos nos da la primera y desagradable sorpresa. En su corta existencia, y sin que medie ningún tipo de “participación de la ciudadanía”, Podemos ha realizado un vertiginoso viraje político desde el manifiesto Mover Ficha al programa contenido en su Borrador de Propuestas para Europa presentado el 22 de febrero.
En su manifiesto inicial, Podemos recogía algunas de las reivindicaciones más sentidas en la ola de movilizaciones sociales que sacude el Estado español desde hace varios años. El derecho a la vivienda y la paralización de los desahucios, los salarios y pensiones dignas o el rechazo a la privatización de los servicios públicos, encontraban su lugar en el manifiesto. Tampoco faltaban referencias que, de profundizarse, podrían suponer un punto de partida hacia un auténtico cambio social y no un simple lavado de cara del entramado institucional del Estado capitalista. Así, Podemos incluía entre las propuestas de su manifiesto la “nacionalización de la banca privada” y la “nacionalización y socialización de las empresas energéticas”.
Pero las cosas han cambiado mucho y muy rápido. Parece que paralelamente al éxito de asistencia en los actos de presentación, estos elementos ideológicos claramente de izquierdas han debido parecer excesivos al grupo promotor de Podemos y han sido radicalmente modificados en el borrador de programa para las elecciones europeas presentado apenas un mes después. Ya sea por presiones expresas, o por el intento de asegurarse la simpatía de los medios de comunicación para difundir su iniciativa, o por considerar que defender ideas claras y de izquierdas reduce su apoyo electoral, lo cierto es que las últimas propuestas de Podemos sorprenden por su tibieza y confusión.
En un artículo titulado “Todo el poder a los círculos”, obra de Miguel Urbán, dirigente de Izquierda Anticapitalista, además de verter a chorros una jerga ininteligible, nos advierte que cuanto más nos alejásemos “del fetichismo de la palabra ‘izquierda’ más se acercaría Podemos al éxito”. En este artículo, Podemos se presenta como un confuso conglomerado de “los de abajo” que lucha contra un enemigo indefinido, caracterizado por su amor al lucro y por imponerse mediante “fuerzas externas” a la “democracia”, cuya defensa se convierte en el eje principal de la estrategia de Podemos. ¿Qué tipo de lenguaje es este, que obvia las palabras trabajador, clase obrera, patronos y banqueros, capitalismo o socialismo? ¿Por qué se renuncia a decir al pan pan y al vino vino?
Se vuelve así a dar voz a algunas de las propuestas que se manifestaron en los primeros momentos del 15-M, y que expresaba la confusión de muchos jóvenes de capas medias en proceso de radicalización. Estas propuestas se limitaban a proponer reformas del régimen político pero descartaban cualquier alteración sustancial del orden capitalista, y quedaron definitivamente arrumbadas cuando el impulso del 15-M se trasladó a las Mareas y a un número creciente de luchas obreras. Desde entonces hemos vivido al gran salto adelante en la conciencia política de millones de jóvenes y trabajadores. Resucitando estas ideas y formulaciones, que ya fracasaron en su intento de articular políticamente el 15-M, Podemos nos propone en su borrador de programa combatir el paro con la “promoción del protagonismo de la pequeña y mediana empresa en la creación de empleo”. Por supuesto, la nacionalización de la banca pasa al olvido y se muta por la idea de “reorientación del sistema financiero para consolidar una banca al servicio del ciudadano y la pequeña y mediana empresa”.
Las transformaciones políticas que Podemos reivindica se limitan al remozado de la fachada del sistema capitalista, a su representación externa. Todo su radicalismo verbal en defensa de la “democracia” —como si fuera posible bajo el sistema capitalista poner las instituciones burguesas al servicio de los explotados— podrían ser asumidas por cualquier fuerza política, incluidas muchas que se sitúan a la derecha, por no hablar de la socialdemocracia. Cuando Podemos intenta concretar su “revolución democrática”, por ejemplo en lo referido a la corrupción, nos habla de “la creación de medidas anticorrupción centradas en aportar transparencia a los procesos de adjudicación de contratos públicos, la financiación de los partidos políticos y los cambios en renta y patrimonio de todos los cargos electos”. Bien, esto sinceramente y no queremos ser irónicos, lo puede firmar Rubalcaba tranquilamente, es más ya lo dice en sus comparecencias parlamentarias. Y continua: “Reforma de los marcos normativos destinados a designar el Fiscal General del Estado, a los miembros del Consejo General del Poder Judicial, los miembros del Tribunal de Cuentas y los miembros del Tribunal Constitucional.” ¿Que tiene que ver este lenguaje, estas propuestas, con una alternativa de izquierdas seria? Por muchos cambios normativos que se quiera en el marco de un parlamento burgués, la judicatura, bajo el régimen capitalista, estará siempre vinculada por miles de hilos, visibles e invisibles, materiales, políticos y sociales, con los intereses de la clase dominante.
Respecto a Europa, llaman al “sometimiento de las decisiones del BCE al control democrático del Parlamento Europeo”. Pero esto también lo puede defender la socialdemocracia, de hecho no sería la primera vez que algo semejante haya salido de la boca de los dirigentes del PSOE públicamente, ignorando la naturaleza capitalista del actual diseño de la UE, que no es más que una herramienta de dominación de los grandes monopolios occidentales.
Escuchando el discurso de sus principales dirigentes en los actos celebrados, o leyendo los artículos que escriben, salta a la vista que los promotores de Podemos tratan de borrar silenciosamente sus anteriores señas ideológicas, desprendiéndose, lo más rápidamente posible, de cualquier punto de vista de clase y socialista. Para ser honestos, esto no es algo novedoso, es una regresión ideológica. En estos momentos de crisis capitalista este lenguaje y estas ideas son un claro paso atrás, son un abandono abierto del marxismo y una renuncia a la experiencia histórica de la lucha de clases.
Los promotores de Podemos han llegado a la conclusión de que para “conectar” con el “ambiente” hay que utilizar un terminología calculadamente confusa, donde las ideas concretas y las reivindicaciones claras contra el capitalismo y en defensa de una alternativa socialista sean reemplazadas por ambiguos mensajes a favor de la “democracia”, y “trascender” lo que ellos consideran la falsa dicotomía de “izquierda y derecha”. Para este viaje no hacían falta estas alforjas. Estos lugares comunes del “posmodernismo” sociológico recuerdan mucho a las argucias retóricas, a esa papilla de ocurrencias sin sustancia, que han sido utilizadas de manera abundante por sectores que, provenientes del izquierdismo, siempre terminaron por confluir con… la socialdemocracia.
Los promotores de Podemos han manifestado que no rechazan la posibilidad de asegurarse un puesto de salida en las listas de Izquierda Unida para las elecciones europeas, si la dirección de IU acepta su propuestas de primarias abiertas. Esto se produce, obviamente, cuando todas las encuestas pronostican un gran avance electoral de IU. Pero más allá de esta pugna por el escaño se hace lícito preguntar: ¿Y dentro de IU, el proyecto de Podemos a quien beneficia? Nos caben pocas dudas. Este tipo de prejuicios políticos, de ideas premarxistas, de renuncia al socialismo, beneficia a aquellos que no quieren una Izquierda Unida de masas, revolucionaria y anticapitalista. Como dice el refrán: el camino al infierno esta empedrado de buenas intenciones.
¿Qué necesitamos la clase trabajadora y los jóvenes?
A pesar de sus dirigentes y de su programa, la acogida a Podemos demuestra que en la izquierda hay un gran vacío, y que los trabajadores y los jóvenes, que en un número cada vez mayor decimos ¡basta! a este sistema irracional, necesitamos una alternativa para transformar la sociedad.
Pero lo que no necesitamos es que se nos propongan cambios estéticos en el funcionamiento del capitalismo como si fueran la panacea a todos nuestros males. De eso ya hemos tenido bastante en los últimos treinta años. Y mucho menos necesitamos a quienes parecen creer que los trabajadores somos incapaces de entender la realidad del capitalismo y la necesidad de la revolución socialista, y que sólo podemos ser atraídos a la política a través de un programa cargado de ideas confusas y bonitas palabras.
Necesitamos si, de una organización revolucionaria que explique claramente las causas y las raíces últimas de la crisis, que explique los mecanismos por los cuales el proceso de acumulación capitalista acaba desembocando, tarde o temprano, en una crisis de sobreproducción catastrófica para la inmensa mayoría social, y que explique cuál es la estrategia de transformación de la sociedad que puede poner fin al horror cotidiano que es la vida bajo el capitalismo.
Corriente Marxista El Militante

¿Salir o no salir del euro? Esa es la cuestión ( Un adelanto de los sufrimientos que le esperan a los ciudadonos de Ucranianos proalemanes/yanquis, luego les dirán que "las culpas son del comunismo", cuando les desmantelen los poco derechos sociales que les queden))


¿Salir o no salir del euro? Esa es la cuestión
Texto redactado en octubre de 2013 para el debate interno de las CUP sobre su posición ante al euro
1. La solución a la crisis será de ruptura o no será Pasan los meses y las posibilidades de superar esta crisis por una vía que no sea una solución de ruptura se alejan cada vez más del horizonte.
Frente a quienes mantienen que existen vías de reforma capaces de enfrentar la actual situación de deterioro económico y social, mi posición ha sido de completo respeto pero, simultáneamente, de escepticismo porque la viabilidad de esas propuestas requiere de una condición inexcusable previa: la modificación radical del marco económico y político en el que las mismas podrían aplicarse.
Sin una reforma radical de la estructura institucional, de las reglas de funcionamiento y de la línea ideológica que guía el funcionamiento de la Eurozona es inviable cualquier salida pactada de la crisis que permita preservar los niveles de bienestar actuales. Y dado que, hasta el momento, todo evoluciona en sentido contrario al necesario es difícil vislumbrar una salida a esta crisis que abra una mínima posibilidad emancipatoria para los pueblos europeos si no es a través de algún tipo ruptura promovida por ellos.
Creo que hay dos argumentos básicos que refuerzan esta tesis.
El primero es que la solución que se está imponiendo a esta crisis desde las élites dominantes a nivel europeo es, en sí misma, una solución de ruptura por su parte y a su favor.
Las políticas de austeridad constituyen la expresión palmaria de que el capital se encuentra en tal posición de fuerza con respecto al mundo del trabajo que puede permitirse romper unilateral y definitivamente el pacto socialdemócrata sobre el que se había creado, crecido y mantenido el Estado de bienestar. El capital sabe que una clase trabajadora precarizada, desideologizada, desestructurada y, en definitiva, que ha perdido ampliamente su conciencia de clase es una clase trabajadora indefensa y que, en estos momentos, no tiene capacidad de resistencia para preservar dicho pacto. La concesión que el capital hizo en ese momento, cediendo salario social en sus diferentes expresiones a cambio de que no se cuestionara la propiedad privada de los medios de producción, es una concesión que entiende que no tiene por qué ser renovada frente a una oposición a la que cree incapaz de defenderla.
Pero, además, esas élites también son conscientes de que en la privatización de todas las estructuras de bienestar desmercantilizadas se encuentra un nicho de negocio capaz de ayudar a recomponer la caída en la tasa de ganancia. Su opción, en ese sentido, es clara: a través de las políticas de ajuste avanzan en el desmantelamiento de las estructuras de bienestar público, compelen a la parte de la ciudadanía que puede permitírselo hacia la contratación de esos servicios en el ámbito privado y materializan, con ello, la ruptura del pacto social sobre el que se había sustentado el capitalismo europeo de posguerra.
Y el segundo argumento es que no puede olvidarse, como parece que se hace, la naturaleza adquirida por el proyecto de integración europeo y, más concretamente, por el proceso de integración monetaria, la Eurozona.
El problema esencial es que la Eurozona es un híbrido que no avanza en lo federal, con y por todas las consecuencias que ello tendría en materia de cesión de soberanía, y se ha mantiene exclusivamente en el terreno de lo monetario porque esa dimensión, junto a la libertad de movimientos de capitales y bienes y servicios, basta para configurar un mercado de grandes dimensiones que permite una mayor escala de reproducción de los capitales.
Por lo tanto, Europa –y, con ella, su expresión de “integración” más avanzada que es el euro- ha perdido el sentido inicial de integración en sentido amplio que informó el proyecto europeo en sus orígenes y se ha convertido en un proyecto exclusivamente económico puesto al servicio de la oligarquías europeas, tanto industriales como financieras.
La Eurozona se ha convertido, tal y como se denunció antes de su nacimiento, en la expresión más perfecta de la Europa del capital. Y, en ese espacio de rentabilización de los capitales, la clase política ha sido cooptada por las élites económicas y puesta al servicio de su proyecto.
En consecuencia, este espacio difícilmente puede ser identificado y defendido por las clases populares europeas como la Europa de los ciudadanos a la que en algún momento se aspiró. Y si a todo ello se suma el que las políticas encaminadas a salvar al euro son políticas dirigidas a preservar los intereses de la élite económica europea, principal beneficiaria de la implantación del euro por la vía del incremento de escala de las transacciones que supuso la creación de un mercado y una moneda única a nivel europeo, la resultante es que esta crisis pone crudamente de manifiesto la divergencia entre los intereses de esa élite y los de los pueblos europeos y el carácter funcional que ha tenido el euro para reforzar a los primeros frente a los segundos.
Por lo tanto, el euro (y entiéndase éste no sólo como una moneda en sí misma sino como todo un sistema institucional y una dinámica funcional puesta al servicio de la reproducción ampliada del capital a escala europea) es la síntesis más cruda y acabada del capitalismo neoliberal en el marco de un mercado único dominado por el imperativo de la competitividad (con las consecuencias laborales y sociales que de ello se derivan) y en el que la Eurozona ha acompañado la cesión de soberanía en materia monetaria al BCE con las restricciones estatales en materia fiscal, vía Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Un espacio en el que la solidaridad ha desaparecido como valor de referencia, si es que alguna vez existió más allá de algunos fondos estructurales que constituían el mecanismo de financiación para que los nuevos Estados miembros pudieran financiar las infraestructuras necesarias para profundizar la construcción de ese mercado único al que se incorporaban.
En definitiva, y a modo de conclusión de este primer apartado, creo que si no se produce una modificación radical del marco económico y político de la Eurozona, cosa que no parece estar en el horizonte, sino todo lo contrario, esta crisis sólo podrá resolverse por la vía de la ruptura o, en el mejor de los casos, de una amago de ruptura tan creíble que suponga una amenaza cierta sobre los intereses de la élite económica dominante y que les fuerce a reconsiderar su ofensiva sobre las clases populares europeas. 
2. El euro en crisis
La crisis del euro no es una crisis financiera, aunque tenga una dimensión financiera. La crisis del euro es una crisis que estaba inserta en su código genético desde su nacimiento, que ha ido incubándose durante estos años y que ha acabado manifestándose de forma virulenta cuando el detonante de la crisis financiera subprime, importada desde Estados Unidos, provocó el cierre del mercado interbancario a nivel europeo y, con ello, saltaba por los aires todo el mecanismo que había permitido la acumulación de desequilibrios insostenibles al interior de la Eurozona.
Desde este punto de vista, existen algunos factores que explican que el euro haya sido, desde la perspectiva de los pueblos, un proyecto fallido desde su mismo inicio: tanto las políticas de ajuste permanente que se articularon durante el proceso de convergencia como las políticas que se han mantenido desde su entrada en vigor; la ausencia de una estructura fiscal de redistribución de la renta y la riqueza o de cualquier mecanismo de solidaridad que realmente responda a ese principio; las asimetrías estructurales existentes entre las distintas economías al inicio del proyecto y que se han ido agravando durante estos años son, sintéticamente, puntales del proceso de consolidación de la Europa del capital.
Y si se trata de un proyecto fallido, la cuestión a la que inmediatamente debemos responder es qué pueden hacer, al menos los países periféricos sobre los que está recayendo el peso del ajuste de esta crisis, frente a un futuro poco esperanzador.
En este sentido, entiendo que las opciones de acción se revelan en cuanto asumimos las implicaciones de dos cuestiones esenciales sobre la actual crisis europea: la primera es la de alcanzar una adecuada comprensión de naturaleza de esta crisis; la segunda es de carácter más estructural y apunta a la propia viabilidad del actual proyecto europeo.
3. Sobre la naturaleza de la crisis
Como acabamos de señalar, la crisis europea no es una crisis financiera sino que se trata de una crisis provocada por las diferencias de competitividad entre el núcleo y la periferia acumuladas desde que el euro entró en vigor.
Por un lado, un núcleo que ha aumentado sus niveles de productividad, que ha mantenido unas tasas bajas de inflación y que optó por un proceso de ajuste basado, esencialmente, en la precarización del mercado de trabajo y la contención salarial.
Y, por otro lado, una periferia que ha mantenido unos diferenciales positivos con respecto al núcleo tanto en tasa de inflación como en tasas de incremento salarial (entre otras cosas, porque los salarios partían de unos niveles inferiores) y unos niveles inferiores de desarrollo tecnológico e incorporación de valor añadido a la producción.
Por otra parte, hay que señalar que Alemania ha sido una de las economías más beneficiadas de la existencia de la moneda única. Ésta ha permitido que las economías periféricas, menos competitivas que aquélla, no pudieran devaluar sus monedas para reequilibrar sus cuentas exteriores. La resultante ha sido una acumulación de superávit por cuenta corriente en los países centrales y de déficit por cuenta corriente en los países de la periferia desconocidas hasta el momento.
Para mantener esa situación de desequilibrio a su favor Alemania ha estado sustituyendo superávit comercial por deuda externa: daba salida hacia el resto de la Eurozona a su producción al tiempo que financiaba el endeudamiento de los países de la periferia, necesitados de ahorro, para que éstos pudieran adquirir sus productos. Este mecanismo permitía que Alemania supliera con demanda externa la tradicional debilidad de su demanda interna; debilidad que ha sido conscientemente reforzada por la vía de una mayor presión salarial a la baja.
Todo ello se traduce en que la crisis presenta en estos momentos dos dimensiones difícilmente reconciliables.
La primera dimensión es financiera y se centra en el problema del endeudamiento generalizado que, en el caso español y para el de la mayor parte de los países periféricos, se inició como un problema de deuda privada pero que contagió también a la deuda pública cuando se procedió a rescatar -y, por tanto, a socializar- la deuda del sistema financiero. Los montos que ha alcanzado el endeudamiento son tan elevados que difícilmente podrá reintegrarse completa y eso es algo de lo que debemos ser plenamente conscientes por sus consecuencias prácticas.
La segunda dimensión es real y se concreta en las diferencias de competitividad entre las economías centrales y las economías periféricas. Esas diferencias no están disminuyendo sino que se están ampliando, a pesar de constatarse una progresiva reducción de los desequilibrios en las balanzas por cuenta corriente producto, en gran medida, de la repercusión del estancamiento económico sobre las importaciones.
Frente a ambas expresiones de la crisis la respuesta se ha centrado en políticas de ajuste y austeridad que no pueden funcionar, entre otras, por dos razones evidentes.
La primera, porque buscan que todos los países sustituyan demanda interna por demanda externa y para ello promueven una deflación salarial y deprimen el consumo, la inversión y el gasto público a nivel interno y los tratan de sustituir por exportaciones hacia el resto del mundo. El problema, entre otros, es que esa política se promueve simultáneamente para todos los países y en un contexto de economía global en recesión. Es, por lo tanto, una política pro-cíclica que refuerza la crisis en lugar del crecimiento y, con ello, agrava el problema.
Y la segunda, porque cada vez se aplican políticas de austeridad por parte de un mayor número de países de la Eurozona. Al ajuste duro de Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España –esto es, sobre el 37% del PIB comunitario-, se le añade el ajuste moderado que se está llevando a cabo en Francia, Bélgica y los Países Bajos. En conjunto, esas políticas se están aplicando sobre el 66% del PIB comunitario, es decir, se están imponiendo políticas de austeridad a casi dos tercios de la eurozona. ¿Es viable una Eurozona en la que un tercio de la economía tira de los dos tercios restantes?
4. Sobre la viabilidad de la Eurozona
La cuestión de fondo más importante remite a la viabilidad del euro en una Eurozona de las características y con los miembros actuales.
En este sentido, puede constatarse como en el seno de la Eurozona se está produciendo una tensión evidente entre las élites económicas y financieras europeas, que asisten al desmoronamiento de su proyecto, y la lógica económica más elemental. Todo ello en el marco de una percepción de la Eurozona como un juego de suma negativa donde todas las partes cree que está peor de lo que estaría si no estuviera en el euro: así, mientras que los ciudadanos del centro tienen esa percepción porque creen que han financiado los excesos de las economías periféricas; los ciudadanos de éstas entienden que desde el centro se imponen políticas de austeridad de enormes costes sociales.
En el centro del problema se encuentra la posición hegemónica alcanzada por Alemania y las peculiaridades de su estructura productiva, principal fundamento de su potencia económica. Se trata de una estructura productiva que, ante la debilidad crónica de su demanda interna y, por lo tanto, ante la existencia recurrente de exceso de ahorro, se ha volcado en el mercado externo canalizando su excedente de ahorro interno y su superávit comercial hacia los países periféricos en forma de flujos financieros.
Para que la solución a la crisis europea no se diera en falso sería necesario, por tanto, una reconfiguración de las relaciones económicas al interior de la Eurozona.
Para ello, Alemania y el resto de potencias exportadoras debería asumir temporalmente que los países periféricos acumularan superávit por cuenta corriente con ellas para que sus procesos de ajuste, si es que se sustentan sobre las líneas de austeridad impuestas, puedan encontrar en la demanda externa el motor que no encuentran en la interna. Ello exigiría, por tanto, un incremento de la demanda interna en los países centrales (vía incrementos salariales, por ejemplo) porque, en caso contrario, los mismos se encontrarían atrapados entre el freno a su demanda externa y la debilidad de su demanda interna y, en consecuencia, sería más que probable un incremento del desempleo. La otra opción sería permitir un diferencial de inflación positivo con respecto a los países periféricos de manera que sus exportaciones perdieran competitividad por esa vía.
Ambas opciones parecen bastante improbables: ¿alguien se imagina, por ejemplo, a la Canciller Merkel planteado a los alemanes que para recuperar el equilibrio al interior de la Eurozona es necesario que los alemanes sufran una mayor tasa de desempleo o vean erosionado el valor de sus ahorros permitiendo una mayor inflación? ¿No entrarían esas políticas en profunda contradicción con la estrategia que Alemania ha venido implementando desde la primera mitad de la década pasada y que estaban orientadas a reforzar su capacidad exportadora? ¿Alguien piensa que Alemania, después de haber buscado conscientemente estos resultados en términos de repotenciar su capacidad exportadora está dispuesta ahora a dar marcha atrás porque los países del sur de la Eurozona se encuentran en una crisis de la que será imposible que salgan solos? Difícilmente esas economías estás dispuestas a ver incrementarse su desempleo o a perder posición competitiva en los mercados mundiales para facilitar la recuperación de las economías periféricas.
Si uno responde a las anteriores preguntas con un mínimo de honestidad intelectual, el panorama se revela, entonces, con meridiana claridad: parece muy poco probable que a estas alturas sea políticamente aceptable para dichos gobiernos -y, en particular, para el alemán- asumir las condiciones necesarias para revertir los desequilibrios comerciales entre centro y periferia.
Por otro lado, y de cara a entender por qué el colapso del euro me parece inevitable, debe tenerse en cuenta que el nivel de endeudamiento público (y también el privado en ciertos casos) de algunas economías periféricas es insostenible. Es prácticamente imposible que esas economías puedan conseguir unos superávit comercial y/o fiscal que les permitan hacer frente al incremento del pago de la deuda si las políticas que siguen aplicándose son de austeridad.
Nos encontramos, por tanto, ante un callejón sin salida en el que, en algún momento, alguna de las economías periféricas va a tener que reconocer oficialmente su insolvencia y solicitar bien una reestructuración completa de la deuda (que necesariamente implicará quitas muy elevadas) o bien declarar su impago. Cuál sea la reacción de los mercados, pero también de las autoridades europeas, en ese momento determinará radicalmente el futuro del euro; como también cuál sea la economía que declare en primer lugar la insolvencia: no es igual que lo haga Grecia a que lo haga España (tanto por el grado de amortización por parte de los mercados de que esa posibilidad se produzca como por el tamaño en términos relativos y absolutos de su deuda).
El riesgo de que, ante una declaración de insolvencia de alguna economía periférica, se extienda el pánico en los mercados financieros y se desencadene una tormenta financiera de repercusiones desconocidas no puede ser descartado. El hecho de que la tensión que durante estos años atrás imponía la evolución de las primas de riesgo de los países periféricos fuera parcialmente atemperada por la amenaza de intervención del BCE no ha hecho que los desequilibrios reales hayan desaparecido. Es cierto, los Estados se están financiando a unos tipos de interés más bajos, pero con economías en recesión o con tasas de crecimiento prácticamente nulas hecho no impide que la senda de crecimiento de la deuda pública siga siendo insostenible. Es decir, y por decirlo en términos más claros, el hecho de que se haya controlado la fiebre no significa que se haya curado el cáncer que sigue corroyendo por dentro a la Eurozona.
Es por ello que cualquiera de las amenazas que se siguen cerniendo sobre la Eurozona pueda provocar que ésta salte por los aires en cualquier momento y, en ese caso, el colapso del euro sería el resultado más probable.
5. ¿Y la izquierda?
Pues me atrevería a afirmar que la izquierda está un poco desorientada.
Una desorientación que, en primer lugar, se expresa en que no se plantea la posibilidad de que el euro pueda colapsar y de que posicionarse contra él, como debiera estar, solo es un movimiento anticipatorio ante un futurible cada vez más probable.
En segundo lugar, también está ignorando que mantener posiciones contra el euro puede tener réditos políticos tanto a corto como a largo plazo porque la identificación que la ciudadanía está haciendo entre la crisis y el euro es cada vez más amplia. Basta para constatarlo con analizar el ascenso de los partidos anti euro en otros Estados europeos. Estrategia que están aprovechando con mucho mayor olfato la extrema derecha nacionalista: el Frente Nacional, por ejemplo, aparece en estos momentos en las encuestas francesas como el partido político con mayor intención de voto en las elecciones europeas y el partido anti euro alemán estuvo a punto de entrar en el Bundestag alemán habiéndose constituido como partido político tan sólo unos meses antes de las elecciones.
En tercer lugar, ante el temor a la sanción electoral que los partidos de izquierda entienden que podría suponerles plantear la salida del euro (sanción que, como acabo de señalar, no teme y, es más, está aprovechando la extrema derecha), adoptan una posición difícilmente comprensible desde el rol político que le es propio. Así, no cejan en la denuncia de esta Europa del Capital y, con ella, del euro en cuanto símbolo que la representa pero, sin embargo, no reclaman su disolución sino que aspiran a que de la crisis surja una confluencia de fuerzas de izquierda a nivel europeo o, al menos, de los países periféricos que permita su reforma en un sentido progresista. Esta opción, como es evidente, exige que se alcance una correlación de fuerzas lo suficientemente favorable para la izquierda en una mayoría significativas de Estados europeos como para que se puedan promover cambios radicales que permitan reorientar el proyecto europeo hacia una Europa de los Ciudadanos. Pero, además, hay que suponer que el capital europeo, en tanto que promotor y principal beneficiario del proyecto europeo en su actual expresión y sobre el que no hay duda que gobierna por vía interpuesta utilizando a una clase política que le es servil, estará dispuesto a permitir y respaldar estos cambios o, en su defecto, si no preferirá verlo destruido antes que en manos de las clases populares europeas.
En definitiva, las condiciones políticas de posibilidad de que por la vía de las reformas se pueda transformar la Eurozona para convertirla en un proyecto inclusivo y favorable a los pueblos de Europa son, como puede apreciarse y cuando menos, de muy difícil concreción.
Y, finalmente, también es necesario plantearse una cuestión muy concreta por cuanto de la respuesta a la misma depende la credibilidad de las propuestas programáticas de los partidos de izquierda ante la ciudadanía en estos momentos. La cuestión es la siguiente: suponiendo que el euro no colapsara o que antes de colapsar permitiera el mandato de un gobierno de izquierdas en nuestro Estado, cuáles serían los márgenes de maniobra que tendría ese gobierno en el contexto actual para tratar de revertir la situación de crisis y dar viabilidad económica a este país en el marco del euro y de las instituciones y líneas de política económica que le sirven de sustento a nivel europeo.
La respuesta a esta pregunta pone de manifiesto la débil consciencia acerca de las condiciones que cualquier economía europea periférica -y, por lo tanto también de España- ha enfrentado, enfrenta y seguirá enfrentando en el terreno de juego que delimita la pertenencia al euro. Así, ante la carencia del mecanismo que permitiría corregir automáticamente los desequilibrios sin tener que recurrir al empobrecimiento de los trabajadores españoles, esto es, una devaluación competitiva de la moneda y ante la imposibilidad de desarrollar políticas industriales que reactiven el tejido productivo devastado por la hipertrofia inmobiliaria, podría afirmarse que España se encuentra atrapada en un callejón sin salida.
Si a ello se le unen las restricciones sobre la política fiscal, condicionada por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento a cumplir los objetivos de déficit y deuda pública y que, por lo tanto, se encuentra privada de su potencial contracíclico en esta fase de recesión económica; si además le agregamos la restricción que supone la reforma del artículo 135 de la Constitución para la libre disposición de los ingresos fiscales, al priorizar el pago del servicio de la deuda pública frente a cualquier otro tipo de gasto público; si no olvidamos que los mayores tenedores de títulos de deuda pública son los bancos españoles (o, también, su Seguridad Social) y que, por lo tanto, cualquier quita o reestructuración de la misma afectará a sus posiciones de solvencia y provocará nuevas tensiones sobre el sistema financiero; y si a todo ello se le añade el pequeño detalle de que España tiene una moneda que no controla, que no puede emitir y que, por lo tanto, carece de uno de los principales resortes económicos para poder desarrollar políticas alternativas frente a la crisis, las perspectivas no son nada halagüeñas para cualquier gobierno de izquierdas que alcanzara el poder y que no se decidiera a romper con el corsé que impone el euro sobre la capacidad de hacer política a los gobiernos.
6. Conclusiones
En conclusión, si todo apunta a que los problemas de fondo que han dado lugar a esta crisis no se está resolviendo sino que, por el contrario, se están agravando; si la división entre centro y periferia se está intensificando como consecuencia de la aplicación indiscriminada de las políticas de austeridad; si estas políticas están agravando los problemas de deuda pública de los Estados y deteriorando dramáticamente las condiciones de vida de los ciudadanos; si la dependencia de los Estados de la financiación de los mercados condiciona decisivamente sus márgenes de maniobra; si convenimos en todo ello, entonces tan sólo podemos prever un escenario más o menos temprano de ruptura, bien impuesto desde los mercados bien provocado desde algún Estado.
Pero si además tenemos en cuenta que las posibilidades de reforma se hacen imaginando unas condiciones dificultosas de alcanzar en la práctica e invocando la participación de un sujeto, la “clase trabajadora europea”, que actúe como vanguardia en la transformación de la naturaleza de la Eurozona las perspectivas se ponen aún peor.
Y es que la situación de la clase trabajadora en Europa nunca se ha encontrado más deteriorada en lo que conciencia e identidad de clase se refiere, sin que ello merme un ápice el hecho incontestable de que la relación salarial sigue siendo la piedra de toque esencial del sistema capitalista. Así que plantear que el sujeto político revolucionario en Europa en estos momentos puede ser la “clase trabajadora”, cuando una de las principales victorias del neoliberalismo ha sido su desideologización, desestructuración y la disolución de los elementos que configuraban su identidad de clase es, cuanto menos, asumir que tenemos aún una larga travesía del desierto por delante. Como escribía recientemente Ulhrich Beck, estamos en momentos revolucionarios sin revolución y sin sujeto revolucionario.
Y la situación no puede ser más dramática si somos conscientes de algo que todos deberíamos tener muy claro: en el marco del euro no hay margen alguno para políticas realmente transformadoras; a lo sumo lo hay para políticas paliativas de tanto dolor y sufrimiento social que está generando esta crisis, pero no para alterar el sistema como tal. Por lo tanto, plantear que lo que hay que hacer es reformar el sistema como un todo y que, además, hay que hacerlo en el marco supranacional donde, precisamente, el capital financiero e industrial es más poderoso es la mejor forma de invocar el inmovilismo a la espera de una alineación de los astros que puede tardar demasiado tiempo en producirse.
Frente a todo ello hay que advertir que la salida del euro no supondría la solución inmediata a todos nuestros problemas. Una cosa es que el Estado vuelva a recuperar la soberanía sobre los instrumentos de la política económica y otra muy distinta es en manos de quiénes estén los resortes del poder y, por tanto, el propio Estado y la capacidad de decisión sobre esos instrumentos.
Por lo tanto, al defender la salida del euro no estoy diciendo que con la recuperación de la soberanía económica se recuperen los resortes del poder, pero sí que la ruptura con el euro abre el horizonte de lo políticamente posible, incluido el cambio en la correlación de fuerzas a nivel estatal. Un cambio que bien podría alterar radicalmente la naturaleza del Estado y el ejercicio del poder que éste despliega o bien podría, al menos, permitir un mayor control sobre los resortes del poder estatal por parte de la ciudadanía.
O dicho en otros términos: la ruptura con el euro no es condición suficiente pero sí necesaria para cualquier proyecto de transformación social emancipatorio al que pueda aspirar la izquierda. Por lo tanto, reivindicar la revolución en abstracto y, simultáneamente, tratar de preservar hasta su posible reforma la moneda europea y las instituciones y políticas que le son consustanciales en esta Europa del Capital constituye una contradicción que requiere de algún tipo de explicación más allá de refugiarse en que eso supondría un empobrecimiento instantáneo de la población, como efectivamente sería, como si las políticas actuales no lo estuvieran haciendo ya o como si el euro fuera a existir para siempre.
Alberto Montero Soler (Twitter: @amonterosoler) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga. Puedes leer otros textos suyos en su blog La Otra Economía.