El día más feliz de nuestras vidas
Anoten esta fecha: El 17 de diciembre, día de peregrinación de los devotos de San Lázaro, el cielo, encapotado en la mañana, abrió paso al sol justo al mediodía sobre una Habana que había amanecido medio gris, medio fría y que de repente se volvió luminosa y cálida como bendecida.
Nunca se esperó
tan ansiosamente un mediodía. Nunca hubo tantas gentes pendientes al
mismo tiempo de la radio y la televisión, apurando las horas con todas
sus energías. Raúl y Obama hablarían a las 12, desde La Habana el
nuestro, desde Washington el vecino. Sí, el vecino, sin más apellidos,
como pudo y debió ser siempre, si no se hubieran interpuesto tantos
obstáculos terribles, del tamaño de una historia que tiene los mismos
años que algunos de nosotros.
Por fin llegó la hora y hablaron
ambos, sin otras palabras que las del agradecimiento a todos los que
debemos la alegría por los héroes que vuelven y por las otras novedades
del entendimiento que se adivina en la recuperación de lo que parecía
imposible: las relaciones diplomáticas plenas entre Cuba y los Estados
Unidos.
Las reflexiones más profundas vendrán con las horas que
siguen. Posiblemente como hace 56 años, “a partir de ahora todo será
mucho más difícil”. Lo que nadie pone en duda ahora mismo, es que
estamos viviendo emociones idénticas a las que vivieron nuestros padres
el amanecer del Primero de Enero de 1959.
Mami me lo decía
siempre. Y yo, nostálgica de lo que no viviría –un amanecer así no
podría repetirse- me sentía en desventaja. Hasta este 17 de diciembre de
2014.
No puedo imaginar felicidad mayor que la que me estremeció
de lágrimas emocionadas, al oír a nuestro General Presidente decir que
el “volverán” de Fidel se había cumplido, que anoche habló
telefónicamente con Obama y acordaron restablecer las relaciones
diplomáticas; que falta derrotar totalmente al bloqueo, pero que habrá
cooperación mutua y se reafirma la voluntad de hablar de todos los temas
para remover los obstáculos que quedan para convivir normalmente por
encima de las esenciales diferencias.
Qué bueno, además, que esto
ocurre cuando Fidel, Raúl, la generación histórica, la que nos trajo
hasta esta victoria, está viva y al frente de los destinos del país. Que
jamás se pierda su digna y heroica guía.
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