martes, 6 de enero de 2015

La III República. Profundizando en la lucha para su instauración. I. Preámbulo.


Profundizando en la lucha por la III República


Oficial REM CuadradoI. Preámbulo
En distintos documentos donde hemos abordado la explicación de la actual crisis hemos puesto siempre el acento en las contradicciones del Régimen y del modelo de sociedad que sustenta, en el que hay un grupo social más o menos compacto, al que hemos llamado oligarquía, que necesita exprimir cada vez más al resto de la sociedad. Siempre hemos defendido que la monarquía en España no es otra cosa que la forma política de la que se ha dotado esta oligarquía para mantener el sistema de equilibrios que asegure sacar los máximos beneficios a costa de la mayoría social. Así, señalábamos en nuestra ponencia política y estratégica que la tendencia a la caída de la tasa de beneficios es el origen del proceso del desarrollo de la burbuja financiera y al final de la crisis.
Desde una parte de la izquierda estamos insistiendo desde hace tiempo que es necesario rebatir la idea de que esta crisis es algo así como una estafa, resultado de una “mala”gestión que, por mala fe o egoísmo, por acción u omisión, podía haber sido evitada, y señalar el carácter sistémico de aquella. Quizás podía haberse retrasado un tiempo el estallido de la crisis, pero si convenimos en que el modo de producción predominante es el capitalismo, que en el capitalismo los que producen no pueden consumir todo lo producido y que estos constituyen el grueso de los consumidores, la conclusión no puede ser otra que tarde o temprano el sistema se colapsa
Podría parecer que, desde el punto de vista de Republicanos, el considerar la crisis como una estafa no tiene muchas consecuencias para nuestra acción más inmediata. Es más, desde el punto de vista propagandista el señalar la maldad y egoísmo de algunos como el origen de la crisis parece que llama más a la movilización contra “los malos”. Pero lo que se esconde detrás de esta forma de analizar la crisis es una clara voluntad de no romper con el modelo económico-político y social actual. Desde el punto de vista de la crisis-estafa, señalando a los culpables, regulando correctamente el modelo económico, haciendo que de verdad se cumplan las normas de convivencia, los derechos humanos, la constitución, los principios éticos… pues será posible hacer del mundo un mundo asumible para todos. No es necesario la ruptura dolorosa con las reglas del juego actuales si hacemos las cosas bien. Y es que en los momentos de crisis sistémica siempre se ha abierto una brecha, dentro de las clases sociales que objetivamente necesitan un cambio, entre aquellos que apuestan por romper con el modelo anterior y aquellos que buscan un retorno a la situación idílica previa a la crisis. Iniciar un proceso de ruptura con el Régimen anterior no es fácil, requiere voluntad, firmeza y claridad.
Nosotros, por supuesto, una vez abierta la ventana de oportunidad, entendemos que es posible el mantenimiento del modelo actual, pero a costa de la alienación, el sometimiento y sobreexplotación de la gran mayoría de la sociedad. Lo que, además, significaría la integración o eliminación de aquellos y aquellas que pretenden un cambio.
Desde este punto de vista, al analizar la situación económica actual, la continua deriva del sistema capitalista y la incapacidad de ofrecer soluciones, lo haremos no para indicar que es posible un cambio del sistema de valores o una regulación, sino para mostrar todo lo contrario, que no hay receta que permita mejorar social, política o económicamente si los que actualmente tienen el poder económico lo siguen conservando. La oligarquía, que sigue teniendo una confianza absoluta en su capacidad de dominio, hace lo posible por mantener un sistema de explotación que asegura su tasa de beneficios, manteniendo ciertas ilusiones en los grupos sociales que nos vamos a ver afectados por sus medidas. Efectivamente creemos que la oligarquía, en la medida en que todavía se puede poner de acuerdo, tiene pensada una hoja de ruta (en definitiva, una regeneración del capitalismo más salvaje que hayamos conocido), pero que esa hoja de ruta va a contar con dos escollos que van a ser muy difíciles superar, uno depende de nosotros, el otro no: el primero es la resistencia y el desarrollo ideológico, político y organizativo de las clases populares, el otro es la competencia insalvable entre las mismas empresas.
Entendemos que un cambio como el que estamos exigiendo se produce cuando las clases populares ya no pueden soportar más la explotación y los dominadores no se ponen de acuerdo. En este esquema, que las clases subalternas soporten o no su dominación depende, en último término, de que los dominadores impongan con la fuerza o convenzan de que su modelo de sociedad, por muy doloroso que sea para la mayoría, es el único posible. El generar la idea de que “o nosotros o el caos” es el arma que ha permitido la dominación durante siglos.
En este sentido trataremos también de mostrar cómo estos intentos de la oligarquía de mantener su estructura de poder a través de la transmisión de un mensaje que las clases populares perciben como falso, debilita un elemento fundamental del dominio: la confianza en las instituciones.
A partir de aquí trataremos de explicar cómo es importante el trabajo de cohesión que está realizando Podemos, Ganemos, 22m, Mareas… pero también somos conscientes de que es más necesario aún mantener el referente en todos estos movimientos. Primero porque entendemos que, a día de hoy, no son suficientes para impulsar a un cambio de sociedad. Segundo porque más allá de los significantes flotantes hablar de socialismo, república, revolución…. aunque formen parte hoy de un discurso no ganador, permite canalizar, en estos momentos de crisis, la acumulación de fuerzas que nos va a permitir cambiar las cosas. En tercer lugar porque estos movimientos y organizaciones se sustentan aún en lealtades muy frágiles, en una organización muy débil y en la audacia prácticamente exclusiva de sus pocos dirigentes. Y en cuarto lugar, porque hasta que las clases populares no tengan el poder, jugamos en el terreno de juego de la oligarquía, que controla recursos para comprar, los poderes ejecutivos y legislativos para criminalizar y reprimir, y los medios de comunicación para persuadir. A nadie se le escapa que el ocupar la centralidad del tablero que propone el grupo “Claro que Podemos” de Podemos significa adaptarse al sentido común de una sociedad que ha sido desmovilizada y desideologizada. Esa centralidad que sirve de argamasa para gran parte de la sociedad, necesita un discurso realista de ruptura no ganador en la actualidad, pero con la potencia de ser ganador. Y por supuesto, dar un discurso de ruptura no es simplemente decir que queremos una ruptura con el régimen del 78, sino también, entre otras cosas, señalar el camino hacia el que vamos. Y aquí es donde juega un papel central una organización como Republicanos.
Por su parte el presente texto pretende, en línea con lo anterior, explicar por qué nuestra exigencia de ruptura con el régimen, de democracia participativa e intervención en los diferentes movimientos sociales exige la perspectiva más amplia de lucha contra el capitalismo en negativo y apuesta por el socialismo en positivo.

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