martes, 6 de enero de 2015

La III República. II. Un Análisis de coyuntura: El Mundo y España.

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II. Análisis de coyuntura: El Mundo, España y la Región de Murcia El Mundo: lloviendo sobre mojado
Pues bien, veamos los derroteros que sigue esta crisis a día de hoy y tratemos de mostrar cómo en sus diferentes expresiones arremete contra eslabones fundamentales de la cadena de dominio, debilitándolos y haciendo cada vez más posible la ruptura con el Régimen.
Lo cierto es que para la gran mayoría de la gente comprometida resulta chocante la persistencia de los diferentes organismos internacionales (FMI, OCDE, Comisión Europea, diferentes gobiernos…) en la transmisión de la idea de una futura o presente salida de la crisis, desde el mismo inicio de esta, cuando ni una sola vez se han podido dar pruebas duraderas y palpables de esa recuperación. Parece que para esa salida de la crisis que implicaría el mantenimiento del status quo a costa del intensivo empobrecimiento de la gran mayoría de la sociedad, no ven otra salida que generar una ilusión que les valga tanto para intentar dar alas a la cacareada “confianza en los mercados” como para aletargar la combatividad de la ciudadanía. Su esperanza es que entre la represión y el agotamiento, las clases populares renuncien a plantear batalla seria.
El aumento del PIB en 2013 en tres grandes impulsores de la economía EEUU, Europa y Japón volvió a atrincherar a los diferentes voceros de las diferentes oligarquías en el clásico “las medidas de austeridad sirven” con la coletilla, además, de “pero son insuficientes”. Lo cierto es que, sin necesidad de ser un experto economista, los nuevos brotes verdes no resisten el análisis más elemental. El PIB aumentó efectivamente, pero a costa de una nueva inyección de dinero público en la banca privada, no hay más. Pueden contarnos las milongas que quieran, pero ese transvase y creación de dinero público no está sirviendo para estimular la economía ni, en definitiva, crear valor nuevo, sino simplemente para engrosar al monstruo sobredimensionado de la burbuja financiera. Resulta gracioso recordar a los economistas títeres del mundo financiero algo tan básico como que el dinero (o el valor) no se produce comprando dinero, sino que tiene que partir del mundo productivo en el que con el trabajo podemos añadir valor a las cosas. Estos economistas que dirigen el mundo se echan las manos a la cabeza cuando “los tipos de interés son prácticamente cero, la cantidad de dinero accesible tiene dimensiones no restringidas, y no obstante “el crecimiento no arranca””. Lo que si parece arrancar son los negocios de otro tipo, los que consisten en acrecentar el dinero sin que haya crecimiento real. En definitiva un crecimiento que, asentado en la cima de una burbuja financiera, no tardará en explotar de nuevo.
Los datos en 2014 no pueden ser más explícitos, pese a los reiterados intentos de seguir solventando la crisis por la vía de la austeridad y las burbujas financieras la economía mundial no acaba de arrancar. En Europa, Alemania contempla un crecimiento negativo sin precedentes del 0,2% del producto interior bruto en el 2º trimestre del 2014, al igual que Italia cuyo PIB cae también un 0,2% o Francia donde el PIB se encuentra a niveles de recesión (entre el 0% y el 5%). Lo llamativo es que en algún momento nos dijeron (ya no sabemos si ellos mismos se creyeron) que estos países tendrían un crecimiento del 1,8%, 1,9% y el 2% respectivamente. En EEUU se pronosticaba un crecimiento del 2,9% y sin embargo creció un tímido 1,9%. Y Japón anunciaba un crecimiento de un 1,2% y cayó ¡un 7,1% de la tasa interanual!
La realidad es que esta situación en la que la Espada de Damocles de la recesión y el estancamiento pende en cada gobierno del mundo, junto con el esfuerzo permanente por ocultarlo, tiene, al menos, tres consecuencias decisivas desde nuestro punto de vista:
Por un lado el cada vez más explícito enfrentamiento entre potencias imperialistas, desde el intento del llamado BRICS de establecer acuerdos frente a la poderosa EEUU, hasta el incremento generalizado en gasto en defensa de China y EEUU, pasando por las mismas intervenciones militares en los diferentes países del mundo o en la nueva propuesta del TTIP.
En segundo lugar, lo explicábamos al principio, la incapacidad de las viejas estructuras de poder, y especialmente del sistema de legitimidad de los gobiernos, para mantener la credibilidad. Lo cierto es que las mentiras que tratan de adormecer tienen una efectividad cada vez menor y, lo que es más importante, el contraste entre lo que dicen las instituciones y la realidad que vivimos sirven para que la sociedad cuestione cada vez más a las autoridades en las que antes se confiaba.
Relacionado con esto, en tercer lugar, las clases populares sufren el paro, la precariedad, la exclusión, la inseguridad, o la incapacidad de mantener el nivel de vida a veces necesario para la mera supervivencia.
Todo esto se traduce en el debilitamiento de la capacidad de las élites económicas y políticas de ponerse de acuerdo y en la cada vez mayor conciencia de las clases populares. En palabras de Laclau, el “sistema institucional se vuelve cada vez menos capaz de absorber (diferencialmente) las demandas sociales y esto conduce a una brecha interna dentro de la sociedad y a la construcción de dos cadenas (de equivalencias) antagónicas”. Esto se está traduciendo en manifestaciones sociales cada vez más virulentas y generales en los diferentes países del mundo que adquieren el carácter de confrontación contra el orden vigente (desde las explosiones raciales en EEUU, hasta el movimiento por el derecho a decidir en Escocia, la quema de banderas de Europa por parte de agricultores aragoneses o las recientes manifestaciones en Alemania contra “la dictadura de los bancos”).
Bien, en nuestro documento político y estratégico señalábamos que la dura ofensiva neoliberal que buscaba seguir manteniendo la tasa de beneficios se sostenía en: “(i) la existencia de una crisis estructural del sistema que sirviese como amenaza para acometer los enormes recortes en los servicios públicos (ii) la existencia de una gran bolsa de parados que permitiera la caída general de los salarios (…) (iii) una sociedad civil desorganizada, poco activa políticamente y con poca capacidad de reacción”.
Pues bien, como hemos estado explicando, esta realidad se debilita. El (i) punto porque la relación entre salida de la crisis y austeridad ya no es creíble para muchos; y el (iii) porque la sociedad española está, cada vez, más organizada, aunque aún lejos de tener capacidad de impugnar al sistema.
Desde este punto de vista, y concretando en nuestra acción política creemos que es necesario insistir en la incapacidad del discurso oficial para dar soluciones reales a la gente y en la imposibilidad de solucionar los problemas de las clases populares, sin plantear un cambio de las estructuras políticas y económicas, que arrebate a las grandes empresas y a la banca la capacidad de control de los medios de producción.

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