martes, 6 de enero de 2015

La III República. V. Republicanos y el socialismo.

V. Republicanos y el socialismoLenin Marx Engels
En nuestro documento político y estratégico explicábamos cómo el republicanismo que defendemos entronca lo mejor de la tradición de la Revolución Francesa y lo mejor del constitucionalismo americano. Y decíamos que mientra que “para la tradición liberal el ciudadano ideal es aquel que persigue su propia felicidad y prosperidad privada sin inmiscuirse en los derechos y libertades de los demás, para la tradición republicana el ciudadano ideal es aquel que participa activamente en el gobierno de las cosas comunes”, “Nuestra oposición al régimen se basa (…) en que las instituciones posibiliten, faciliten y promuevan el ideal de una ciudadanía activa, comprometida y socialmente transformadora”
Pues bien, en Republicanos somos conscientes que esa sociedad a la que aspiramos no va a llegar de la nada y tiene que asentarse en elementos de la sociedad anterior. Por eso, cuando hablamos y tratamos de construir contrapoder entendemos que estamos creando las condiciones para ese cambio. O de otra manera, podremos expulsar a la oligarquía del poder, cuando, de alguna manera, estemos en condiciones de gobernar, lo que significa que necesitamos a una sociedad organizada y formada en “otro” poder diferente del de las clases dominantes, “porque la ciudadanía suponga, ya y siempre, un contrapoder permanente frente al poder de los mercados y de los grandes capitales”
Ahora bien, estos dos pilares de nuestra organización (la sociedad a la que aspiramos y el camino hacia ella), como estamos viendo, no pueden apuntar a una mera reforma del sistema, primero porque como decía Rosa Luxemburgo “la obra reformista de cada periodo histórico se realiza únicamente en el marco de la forma social creada por la última revolución”, y segundo porque de ninguna manera esa reforma del sistema puede ser progresista a día de hoy. Nuestra perspectiva tiene que apuntar hacia el socialismo. Volviendo a recordar a R. Luxemburgo: Revolución o barbarie.
Entendemos que hoy, más que nunca, se hace necesario apostar por el socialismo, porque el capitalismo se ha convertido en un verdadero tapón para el progreso. Es realmente perturbador que la superproducción se traduzca en miseria, que el progreso tecnológico implique el alargar la jornada laboral o que la guerra sea un motor de la economía.
En el capitalismo, con un dominio absoluto de los que controlan el poder económico, la realización de los valores republicanos es imposible. Y esto no es una mera posición teórica, sino que la historia del capitalismo da muestras claras de ello. En todo el siglo XX no podemos poner un solo ejemplo de toma de conciencia de las clases populares, participación o victoria electoral que apuntara a la realización de los valores republicanos, sin que se haya seguido de una reacción violenta por parte de quienes controlan el poder económico (Golpe de Estado o levantamiento armado). Lo que presentamos no son excepciones, sino la norma:
– Lo que pasó en España en 1936 es quizás el caso más paradigmático: gana el Frente Popular y se produce un levantamiento que, tras la victoria, se asienta sobre los asesinatos, las torturas y la más absoluta represión, para que 40 años después, tras la muerte del dictador, los verdugos se sentaran a discutir como hacer una “transición democrática”.
– En Guatemala gana en 1944 las elecciones Juan José Arévalo y en 1951 Jacobo Arbenz, ambos claramente enfrentados al poder de los monopolios fruteros norteamericanos. Mientras que la compañía United Fruit Company patrocina golpes de estado, la CIA lo realiza. Los años siguientes son los de la más absoluta barbarie, represión y genocidio en el país.
– En Indonesia la mera amenaza de que el Partido Comunista ganara las elecciones en 1964 llevó a EEUU a imponer un bloqueo y propiciar un golpe de Estado con el general Suharto. Según Amnistía Internacional fueron asesinados más de un millon de indonesios.
– En Brasil en 1961 gana las elecciones Joao Goulart, un reconocido anticomunista, pero que quería ¡elevar el salario mínimo! Esto lleva al gobierno de EEUU a financiar a los golpistas que triunfarán en 1964.
– El caso de Chile en 1973 es de sobra conocido. Allende inicia un proceso de recuperación de la soberanía nacional y de profundización democrática, que acaba con el criminal golpe de Estado de Pinochet.
1963 en República Dominicana gana con un 59% de los votos Juan Bosch Gaviño, con la inmediata invasión de EEUU.
– En Haití gana las elecciones un teólogo de la liberación en 1990, Arístide con un 67% de los votos. En un mes EEUU impone un Golpe de Estado.
– Colombia, Bolivia, Nicaragua….
Por su parte, las élites económicas nunca creyeron realmente en la democracia. Es sintomático que a Mussolini lo financiaran la alta burguesía italiana, y Hitler obtuvo gran apoyo político y financiero de la burguesía industrial y financiera de su país.
La historia nos muestra que la realización de los valores republicanos que estamos defendiendo es inviable sin proponer un nuevo modelo de sociedad que imposibilite, a quien tiene el poder económico, el control prácticamente absoluto sobre la política. La burguesía está dispuesta a aceptar cualquier tipo de intervención política que sirva para garantizar sus beneficios y, como hemos analizado, los más mínimos derechos sociales son hoy incompatibles con esos beneficios.
Desplazar del poder económico y político a esta pequeña élite económica que dirige el país, entregando la dirección de la economía general a los ciudadanos a través del Estado popular, significa colocarse en la vía de la construcción de una organización social socialista o socializada donde los intereses colectivos se imponen a los personales. La reedición de un capitalismo de mercado sostenido por capitalistas, hoy de segunda fila en la escala económica y social, representaría un paso atrás considerable, puesto que solamente pueden aportar niveles productivos y organizaciones sociales correspondientes a un tipo de capitalismo ya superado históricamente y no acordes con el nivel de desarrollo que hemos alcanzado.
Este cambio social en profundidad que necesariamente implica la destrucción de los viejos órganos de poder estatales, es imposible si no se asienta sobre la participación y dominio directo democrático de los sectores populares sobre la administración y decisiones que afectan a las condiciones de vida y convivencia social, y a la vez ahuyenta los intentos internos y externos de socavar la nueva legalidad democrática.
En definitiva, ¿cuál es el socialismo que defendemos?
- Nos sentimos herederos de todos los intentos emancipatorios que han tratado de acabar con la explotación del ser humano a lo largo de la historia. – Consideramos que el capitalismo es la forma más acabada de explotación. – Entendemos que las contradicciones, dentro del capitalismo, se resuelven en el conflicto entre quienes trabajan y los dueños de los medios de producción. – Consideramos que el capitalismo se ha desarrollado en forma de imperialismo monopolista. – Entendemos que las contradicciones que preñan hoy al capitalismo apuntan a un modelo de sociedad que acabe con los privilegios de las grandes empresas y la banca. – Entendemos que el socialismo al que aspiramos se resuelve en el control y racionalización por los trabajadores de los medios de producción. – Consideramos que se dan las condiciones para la realización de una sociedad donde se puedan desarrollar todas las potencialidades del ser humano. – Entendemos que el socialismo al que aspiramos tiene que acoger los principios de democracia participativa y la perspectiva republicana. – El socialismo es en realidad del predominio del salario social sobre el salario directo. – Caminar hacia el socialismo, la supresión del salario directo, requiere etapas intermedias de toma de conciencia y consolidación de la Unidad Popular frente a la oligarquía. Creemos que es necesario conquistar, previamente a la realización del socialismo la República democrática, como paso a un cambio más profundo de las estructuras políticas.

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