25 años después de la reunificación alemana.
Reflexiones sobre Ernest Mandel, la IV Internacional y la crisis de Alemania del Este en 1989-1990. Eric Toussaint. Rebelión
La crisis que sacudió la RDA en 1989-90 y su desenlace constituyen sin género de dudas un momento importante de la historia del siglo XX [1].
Esta 
contribución tiene por objeto formular comentarios sobre el análisis y 
la acción de Ernest Mandel y de la IV Internacional respecto a la 
reunificació n alemana, o más bien respecto a la crisis política en 
Alemania del Este y su desenlace bajo la forma de la reunificación 
alemana [2]. 
Ernest Mandel y las luchas políticas en Alemania. 
Sin
 querer escribir aquí la biografía de Ernest Mandel, hay que señalar que
 siempre atribuyó a la lucha de clases en Alemania un papel de muy 
primera importancia a escala europea y mundial. Fundaba esta convicción 
en un análisis objetivo de la situación mundial, de las correlaciones de
 fuerzas entre las grandes potencias, de la importancia de la clase 
obrera alemana. 
Se implicó en el plano militante e 
intelectual en la vida política alemana aunque su compromiso político 
principal se desarrollara en Bélgica sobre todo desde finales de los 
años 1930 hasta comienzos de los años 1970. Por otra parte, desde el fin
 de la Segunda Guerra Mundial, sus actividades de militante y luego de 
dirigente de la IV Internacional ocuparon cada vez más lugar en su vida y
 le llevaron a recorrer todo el planeta. 
Su historia 
personal está ligada directamente a la evolución de Alemania en el siglo
 XX: su padre era un espartakista alemán de origen judío. Trabajó en 
Berlin con Karl Radek, miembro de la dirección de la Internacional 
Comunista, antes trasladarse con su esposa a Amberes a comienzos de los 
años 1920. 
Ernest Mandel nació en Frankfurt en 1923 donde su
 madre había acudido para dar a luz. Pasó toda su juventud en Amberes 
donde se hizo militante trotskysta a la edad de 16 años (1939). Luchó, 
desde el comienzo de la ocupación nazi, con su familia, para organizar 
la resistencia de los judíos frente al genocidio. Participó activamente 
en la lucha contra el ocupante nazi y contribuyó a reclutar para la IV 
Internacional en Bélgica a soldados alemanes que habían desertado. Fue 
detenido en varias ocasiones por los nazis, una de ellas cuando 
distribuía panfletos a los obreros de la siderurgia de Lieja en 1943. 
Estuvo preso en Alemania donde su conocimiento del alemán y su 
compromiso político le permitieron ligarse directamente a la población, 
comenzando por sus carceleros excomunistas o exsocialistas. Fueron ellos
 los que le ayudaron la primera vez a evadirse del campo nazi en el que 
había sido internado. 
Siguió de cerca el movimiento de 1953 
en Berlín Este. Durante el invierno de 1960-61, cuando jugaba un papel 
significativo en la huelga general en Bélgica a la cabeza del semanario La Gauche, tuvo que repartirse entre Bélgica y Alemania donde se desarrollaba un congreso mundial de la IV Internacional. 
Tras
 mayo 1968, fue objeto de una prohibición de entrada en el territorio 
alemán (como consecuencia de las limitaciones de los derechos 
fundamentales individuales adoptadas en la RFA contra los simpatizantes y
 militantes de la extrema izquierda). Esto no le impidió responder a la 
invitación de la Universidad Libre de Berlín Oeste donde dio cursos en 
1970-71. Fue entonces cuando escribió una de sus obras más importantes Der Spätkapitalismus (publicado en español con el título de El Capitalismo Tardío).
 Una docena de libros de Mandel fueron publicados en Alemania (ver 
bibliografía al final). Algunos de ellos fueron escritos en alemán y su 
primera edición fue alemana. Citemos  Der Sp ä tkapitalismus  (1972),  Trotzky als Alternative  (1992). 
En
 1989-1990, Ernest Mandel acudió en numerosas ocasiones a Alemania para 
participar en importantes mítines públicos (en particular con Gregor 
Gisy, exdisidente del SED, convertido en el curso de la crisis en 
presidente del PDS. Más de un millar de personas asistieron a su debate 
el 25 de mayo de 1990 en Berlín Este). No dejaba pasar nunca una ocasión
 de intentar ayudar al desarrollo de la organización de los partidarios 
de la IV Internacional en la RDA. Esto no le impedía mantener relaciones
 con activistas del Neues Forum, intelectuales comunistas o cuadros de la izquierda antiburocrática y anticapitalista del PDS. 
Ernest
 Mandel mantuvo una correspondencia continua con militantes alemanes/as 
antes y después de la reunificación. Esta correspondencia se encuentra 
en el Instituto de Historia Social de Amsterdam. La gran prensa alemana 
consagró una cantidad apreciable de artículos a la obra de Ernest Mandel
 cuando se produjo su fallecimiento el 20 de julio de 1995 en Bruselas 
donde había instalado su domicilio tras la Segunda Guerra Mundial. 
Ernest Mandel: la crisis alemana de 1989-90 como un comienzo de revolución política. 
Ernest
 Mandel consideraba en el otoño de 1989 que una revolución política 
había comenzado en Alemania del este. En la primavera de 1990 comprendió
 que la situación había girado y, en octubre de 1990, tomó acta de la 
unificación alemana como una derrota para la clase obrera de ese país. 
De
 forma muy esquemática, quiero intentar precisar en algunas frases lo 
que Ernest Mandel entendía por “revolución política”. Se trata de un 
proceso en el curso del cual la clase obrera en el sentido amplio 
desarrolla su autoactividad, gana en conciencia de clase, se dota de 
órganos de poder (lo que abre un período de dualidad de poderes) y acaba
 por derrocar la burocracia que dirige el estado, sus diferentes 
aparatos, el partido-estado, los sindicatos. La revolución política, a 
diferencia de la revolución social, no implica un cambio fundamental de 
las relaciones de propiedad (ver más adelante). 
La salida 
positiva de un proceso de revolución política implica que la clase 
obrera en el sentido amplio se presenta como candidata al poder y lo 
conquista. El ejercicio del poder se basa en una muy amplia autogestión 
con órganos de poder popular estructurados de forma piramidal, un 
control permanente de los delegados y delegadas por sus electores, con 
posibilidad de revocación de los primeros por los segundos. El 
pluripartidismo, el sufragio universal, son indispensables. Para Ernest 
Mandel, no hay que oponer de forma alguna elección de consejos 
(“soviets”) a la elección de una asamblea constituyente. Hay que 
concebir un sistema político con varias cámaras de representación. Sobre
 el debate que había opuesto a Rosa Luxemburg y la dirección bolchevique
 a finales de 1917 a propósito de la disolución de la Asamblea 
Constituyente y la necesidad del sufragio universal, Ernest Mandel 
estaba del lado de Rosa Luxemburg. 
Por volver a la crisis en
 la RDA de octubre de 1989, Ernest Mandel consideraba que se había 
puesto en marcha un proceso de revolución política, ni más ni menos. 
La revolución política y la restauración capitalista. 
Me falta espacio para desarrollar aquí el concepto de revolución política en sus diferentes acepciones. 
Me limitaré a una cita de León Trotsky. “La
 historia ha conocido, además de las revoluciones sociales que 
sustituyeron al régimen feudal por el burgués, revoluciones políticas 
que, sin tocar los fundamentos económicos de la sociedad, derriban las 
viejas formaciones dirigentes (1830 y 1848 en Francia; febrero de 1917, 
en Rusia). La subversión de la casta bonapartista tendrá, naturalmente, 
profundas consecuencias sociales; pero no saldrá del marco de una 
revolución política. 
La arbitrariedad burocrática 
deberá ceder su lugar a la democracia soviética. El restablecimiento del
 derecho de crítica y de una libertad electoral auténtica, son 
condiciones necesarias para el desarrollo del país. El restablecimiento 
de la libertad de los partidos soviéticos, y el renacimiento de los 
sindicatos, están implicados en este proceso. La democracia provocará, 
en la economía, la revisión radical de los planes en beneficio de los 
trabajadores. La libre discusión de los problemas económicos disminuirá 
los gastos generales impuestos por los errores y los zigzags de la 
burocracia. Las empresas suntuarias, Palacios de los Soviets, teatros 
nuevos, metros, construidos para hacer ostentación, dejarán su lugar a 
las habitaciones obreras. Las "normas burguesas de reparto" serán 
reducidas a las proporciones estrictamente exigidas por la necesidad y 
retrocederán a medida que la riqueza social crezca, ante la igualdad 
socialista. Los grados serán abolidos inmediatamente, las 
condecoraciones devueltas al vestuario. La juventud podrá respirar 
libremente, criticar, equivocarse, madurar. La ciencia y el arte se 
sacudirán sus cadenas. La polí tica exterior renovar á la tradición del internacionalismo revolucionario (León Trotsky, La revolución traicionada,  https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1936/rt/11.htm). 
Además, Trotsky definió igualmente otra variante, la de la restauración capitalista: “Si,
 por el contrario, un partido burgués derribara a la casta soviética 
dirigente, encontraría no pocos servidores entre los burócratas 
actuales, los técnicos, los directores, los secretarios del partido y 
los dirigentes en general. Una depuración de los servicios del Estado 
también se impondría en este caso; pero la restauració n burguesa
 tendr ía que deshacerse de menos gente que un partido revolucionario. 
El objetivo principal del nuevo poder sería restablecer la propiedad 
privada de los medios de producción. Ante todo, debería dar la 
posibilidad de formar granjeros fuertes a partir de granjas colectivas 
débiles, y transformar a los koljoses fuertes en cooperativas de 
producción de tipo burgués o en sociedades anó nimas agr ícolas. 
En la industria, la desnacionalización comenzaría por las empresas de la
 industria ligera y las de alimentación. En los primeros momentos, el 
plan se reduciría a compromisos entre el poder y las "corporaciones", es
 decir, los capitanes de la industria soviética, sus propietarios 
potenciales, los antiguos propietarios emigrados y los capitalistas 
extranjeros. Aunque la burocracia soviética haya hecho mucho por la 
restauración burguesa, el nuevo régimen se vería obligado a llevar a 
cabo, en el régimen de la propiedad y el modo de gestión, una verdadera 
revolución y no una simple reforma”(León Trotsky, La revolución traicionada, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1936/rt/09.htm#seg 4). 
Análisis de los acontecimientos por Ernest Mandel y comentarios 
Quisiera,
 en este estadio del trabajo, seguir la evolución del análisis que 
Ernest Mandel presentó de la crisis alemana de 1989-90 a la vez que 
expreso algunas opiniones personales. En un segundo momento, presentaré 
estas opiniones personales de forma sistemática. 
Fin de octubre de 1989, según Ernest Mandel, una revolución política ha comenzado. 
En
 noviembre de 1989, a su vuelta de Berlín donde pudo participar en 
manifestaciones masivas de la población de Alemania del Este, Ernest 
Mandel considera que una revolución política ha comenzado. Titula un 
artículo destinado a la prensa de su movimiento político internacional: 
“La revolución política y los peligros que la amenazan” (ver 
bibliografía). El artículo comienza diciendo que “el ascenso del movimiento de masas que sacude la RDA ha tomado la amplitud de una verdadera revolución”. 
Características del movimiento en curso. 
Sus
 puntos fuertes: es masivo, es de dominante obrera, es enormemente 
creativo, la libertad de expresión reina en su seno, el nacionalismo 
está ausente de él, rechaza el militarismo, algunos sectores de 
manifestantes se abren al internacionalismo con el Tercer Mundo (“al 
menos por el momento” -sic!-). 
Sus puntos débiles: no constituyen órganos de autoorganización, no hay objetivo político claro que sea formulado por las masas. 
Volvamos sobre los puntos fuertes: El movimiento es masivo: “Los días 4, 5 y 6 de noviembre de 1989, cerca de dos millones de personas salieron a la calle”.
 Ernest Mandel enumera las principales manifestaciones que se produjeron
 en las grandes ciudades. Para indicar la amplitud de la actividad de 
los ciudadanos estealemanes, añade que “proporcionalmente a la población en su conjunto, esto equivale a 7 u 8 millones de manifestantes en Francia”.
 Analiza la composición social de las manifestaciones: dominante obrera.
 Para apuntalar esta afirmación, plantea la pregunta. “¿Cómo en una 
ciudad como Leipzig -el principal centro industrial de la RDA- podría 
haber 350.000 manifestantes de 500.000 habitantes si la casi totalidad 
de la clase obrera no hubiera salido a la calle?”. Añade un segundo argumento: “El
 carácter proletario de la revolución que ha comenzado en la RDA está 
sobre todo atestiguado por la enorme ebullición en las empresas”. Señala que no hay formalmente huelgas “al contrario que en mayo del 68 y en el otoño caliente italiano”,
 pero añade que en las empresas se desarrollan casi de forma permanente 
asambleas seguidas masivamente por el personal. Cita un ejemplo: “En 
el complejo químico Leuna, la mayor fábrica del país, estas asambleas 
discutieron sobre proyectos de resolución que proclamaban una huelga 
general de tres días, en el caso en que el Buró Político no dimitiera. 
Éste ha tenido que dimitir”. 
Otros sectores de la clase 
obrera entran en acción: los enseñantes, el personal sanitario, los 
periodistas. Ernest Mandel pone en evidencia la creatividad del 
movimiento: abundan los eslóganes impertinentes, el humor está 
sistemáticamente presente. Los manifestantes hacen sus pancartas con 
imaginación. 
Un elemento sobre el que insiste con fuerza 
Ernest Mandel: la reivindicación de la reunificación alemana está 
ausente. No prevé que esto pueda cambiar rápidamente. Señala también un 
sentimiento pacifista entre la masa de ciudadanos en acción: el rechazo 
del pasado militarista está profundamente anclado. Ernest Mandel adopta a
 propósito de esto acentos líricos: “Los descendientes de Rosa 
Luxemburg se han mostrado dignos de ella. Hoy, la historia proclama que 
no luchó en vano y que no murió por nada”. 
Ernest Mandel y la IV internacional en marzo de 1990: corrección parcial del análisis. 
La
 resolución que preparó para el Secretariado Unificado de la IV 
Internacional y que fue adoptada tras enmiendas (sesión del 5 de marzo 
de 1990) constata de entrada que: “a partir de finales de octubre de 1989, la RDA había conocido un comienzo de revolución política”
 (todas las citas que siguen provienen de esta resolución publicada en 
Inprecor n. 305, ver bibliografía). La utilización del imperfecto es muy
 importante, y toma acta del giro tomado por las masas. El documento 
prevé que la evolución más probable será la siguiente: “Por el 
momento, la tendencia más probable es la de una unificación rápida de 
Alemania por la absorción de la RDA por la RFA. Las masas tienden así a 
dar la prioridad a esta unificación independientemente de su contenido 
económico y social concreto, en función ante todo de su situación 
material presente”. La resolución menciona también como causa del giro hacia la reunificación “la fuerza del sentimiento nacional alimentado por una propaganda desenfrenada de los medios oestealemanes”. 
La
 resolución precisa lo que significaría la absorción de la RDA por la 
RFA en el marco de las correlaciones de fuerzas del momento. Se trataría
 de “la restauración del capitalismo bajo un poder estatal burgués y 
la sumisión de la economía al gran capital, es decir una 
contrarrevolución social”. Hasta ahí, el contenido de la resolución 
parece desprovisto de ambigüedad. Sin embargo, Ernest Mandel integró en 
el texto pasajes que indican claramente que esperaba aún que la 
tendencia más probable, la de la restauración capitalista por la 
absorción rápida de la RDA, no se realizara. también, la resolución 
enumera obstáculos para la absorción rápida. Citemos en particular 
- “el coste demasiado elevado de la reunificación para el capital oestealemán”.
 El capital oestealemán no puede simultáneamente soportar los gastos de 
la creación de una moneda europea común (para la cual las reservas de 
cambio del Bundesbank serían el fondo de garantía principal) y los 
gastos de una absorción de la RDA financiada por el Deutsch Mark”; 
- el rechazo del Kremlin a la integración de la RDA con sus consecuencias militares. El Kremlin “no
 puede aceptar una Alemania unificada miembro de la OTAN que implicaría 
la posibilidad de ver a los militares de los países imperialistas o de 
la Bundeswehr establecerse en el territorio actual de la RDA aunque 
fuera a medio plazo”. 
La enumeración de estos obstáculos
 oscurece la perspectiva, deforma la resolución. La motivación de Ernest
 Mandel es clara, un pasaje de la resolución lo indica: “Lo esencial es pues ganar tiempo para que las masas puedan hacer la experiencia (de los aspectos negativos de la unificación bajo la dirección del capital oestealemán ndlr) antes de que la naturaleza de clase del estado de la Alemania unificada sea zanjada para un período prolongado”. 
La
 resolución es por tanto manifiestamente ambigua: deja abierta la 
posibilidad de un proceso lento de unificación que permitiría a las 
masas retomar la vía de la revolución política. El error de perspectiva 
es evidente. El carácter confuso y contradictorio de la resolución se 
explica en particular por el hecho de que el texto adoptado fue fruto de
 compromisos difíciles entre varias posiciones diferentes. 
La
 resolución contenía una importante sección consagrada a las tareas. El 
elemento clave estaba constituido por el rechazo a la unificación bajo 
la forma de la absorción de la RDA por la RFA. 
“Las masas
 populares de cualquier país tienen el derecho democrático a decidir por
 si mismas sobre la pertenencia al estado que prefieran. Los marxistas 
revolucionarios reconocen tal derecho. Pero tienen al mismo tiempo del 
derecho y el deber de decir la verdad a las masas: la unificación de 
Alemania, no fundada en la democracia socialista sino en la absorción de
 la RDA por la RFA, implicando la restauración del capitalismo en la 
RDA, incluso si estuviera apoyada por un voto mayoritario de las masas, 
representaría una regresión social sensible para esas masas, debido al 
reforzamiento del imperialismo y de la patronal alemana que derivaría de
 ello. Debería por tanto ser rechazada por todo obrero o socialista 
consciente”. 
Seguía una veintena de reivindicaciones a plantear. 
Otra
 resolución era opuesta a la propuesta por Ernest Mandel, estaba 
defendida por una minoría de la sección francesa de la IV Internacional.
 La resolución minoritaria estaba de acuerdo con la mayoritaria en decir
 que una revolución política había comenzado en octubre de 1989. La 
“minoría” mantenía un planteamiento más optimista de la evolución del 
movimiento de masas. La divergencia fundamental versaba sobre el 
planteamiento de la cuestión de la reunificación alemana: “El derecho
 a la autodeterminación y a la unificación para las dos partes del 
pueblo alemán debe ser apoyado incondicionalmente (…). Estamos a favor 
de la unificación, pero lucharemos a fin de que se realice sobre una 
base socialista. Darle la espalda a la unificación porque el plan Kohl 
domina actualmente el terreno político no conduciría más que a la 
marginación completa de la izquierda marxista. No se puede detener la 
reivindicación democrática creciente por la unificación alemana. La 
pregunta política clave es qué clase la va a realizar: ¿la burguesía o 
el proletariado? Por el momento, es la burguesía la que tiene todas las 
cartas en la mano (…). 
“Qué significa esto 
concretamente hoy? Esto significa plantear reivindicaciones que permitan
 a la clase obrera estar a la ofensiva sobre esta cuestión, y no dejar 
este terreno político al imperialismo -o a sectores de la burocracia que
 llevarían a la clase obrera a la derrota o al desastre”. (“La 
crisis del estalinismo y la cuestión alemana. Proyecto de resolución 
presentada por miembros del Secretariado Unificado y rechazada por la 
mayoría”, Inprecor n. 305, 23.3.1990, 2p). 
Un tercer 
documento, no sometido a votación del Secretariado Unificado, pero cuya 
orientación fue defendida en el curso de la reunión, fue remitido a los 
miembros del SU y también publicado en la prensa de la Internacional. 
Provenía del VSP (Partido Socialista Unificado) de la RFA. El VSP era el
 resultado de la fusión en 1986 de la sección oestealemana de la IV 
Internacional (GIM) y del Partido Comunista de Alemania (KPD) de origen 
maoísta. El VSP presentaba un planteamiento realista de la crisis 
alemana: “El VSP no cree ni en la posibilidad de una revolución 
política en la RDA solo, a corto o a medio plazo, en el sentido de una 
conquista del poder por la clase obrera, ni en la probabilidad de un 
período prolongado de confederación -en un pie de igualdad- entre la RDA
 y la RFA, que podría de alguna forma ofrecer el tiempo necesario para 
cambiar radicalmente la correlación de fuerzas y reabrir una perspectiva
 en la RDA”. 
El VSP tomaba además posición contra la unificación: “En
 ausencia de una perspectiva socialista creíble en la RFA en el momento 
actual, la única posibilidad de salvaguardar las conquistas de la clase 
obrera y las mujeres de la RDA consiste en defender el Estado estealemán
 como identidad soberana e independiente a todos los efectos” (“Posición del VSP”, Inprecor n. 305, 1990. p.1). 
Ernest
 Mandel y la IV Internacional en noviembre de 1990: un análisis crítico 
sobre las posiciones anteriores y redacción de una resolución de 
síntesis. 
Ernest Mandel redactó un proyecto de 
resolución que era implícitamente autocrítico y ofrecía un análisis 
pertinente del desarrollo de la crisis en Alemania del Este a partir de 
octubre de 1989. El texto fue aprobado por amplia mayoría (“La 
reunificación capitalista”, Inprecor n 322. 18/01/1991. p. 4-NB. Todas 
las citas que siguen provienen de este documento). 
La resolución levanta acta de la reunificación… “Desde
 el 3 de octubre de 1990, la absorción de la RDA por la RFA es un hecho 
consumado (…). Este resultado de la evolución emprendida en otoño de 
1989 es la más negativa de las perspectivas posibles planteadas por la 
resolución del SU de la IV Internacional el 5 de marzo de 1990: “No ha 
habido revolución política victoriosa en el sentido de una democracia 
socialista y de una planificación democrática. No ha habido tampoco 
“procesos de convergencia por etapas” de las dos Alemanias que habría 
permitido ganar tiempo para permitir a la clase obrera y a las masas 
populares desarrollar perspectivas políticas emancipatorias rechazando a
 la vez el enrolamiento burocrático y el del gran capital. Habíamos 
subrayado los efectos gravemente negativos, tanto en Alemania como en el
 plano internacional de la realización del Anschluss (anexión) para la 
clase obrera y todos los oprimidos. Los hechos confirman lo bien fundado
 de nuestra oposición resuelta a la unificación alemana capitalista y de
 nuestras advertencias dirigidas a la clase obrera alemana e 
internacional”. 
La resolución hace entonces una relación
 sintética de los efectos devastadores para la población de la RDA de la
 unificación desde el punto de vista económico, social, político e 
ideológico. La parte sobre las condiciones políticas de la reunificación
 merece ser citada parcialmente: 
“Tras la victoria de los
 partidos burgueses gemelos de la RFA y de la RDA en las elecciones del 
18 de marzo de 1990, todas las conquistas democráticas del movimiento 
del otoño de 1989 han sido destruídas. El gobierno de la RDA no era más 
que un fantoche del de Kohl. El nuevo estado es creado por simple 
integración de la RDA a la RFA y a sus estructuras estatales. 
La
 mayoría de los electos en la RDA no está presente en el parlamento 
común, constituido el 3 de octubre en el viejo Reichstag en Berlin. El 
estado unificado alemán se ha constituido sin elecciones y sin 
referéndum. Su Constitución es -ligeramente modificada- la de la RFA, 
que no ha sido jamás sancionada por un voto popular. Ni se plantea una 
asamblea constituyente o un voto popular sobre la Constitución y el 
sistema político. Las “mesas redondas” de la RDA no son ya más que un 
mal recuerdo para la burguesía”. 
En el plano 
internacional, la victoria de la burguesía oestealemana desemboca según 
la resolución en particular sobre tres elementos de una importancia 
crucial: 
1. “La Alemania unificada aspira ahora a jugar 
un papel de gendarme mundial al lado de las demás fuerzas imperialistas,
 comenzando por la adquisición del derecho de intervenir con sus fuerzas
 armadas, incluso fuera del territorio de la OTAN bajo la cobertura de 
la ONU”. 
2. “La Alemania unificada jugará un papel 
predominante en el Mercado Único de 1992 en los planos económico y 
político, reforzando todas sus tendencias reaccionarias contra el Tercer
 Mundo, contra los inmigrantes y los refugiados políticos, reforzando la
 represión política y las desigualdades sociales en el seno mismo de la 
comunidad”  [3]. 
3. “Al mismo tiempo, 
esta Alemania unificada está bien colocada para jugar un papel 
predominante en la conquista capitalista de los países del Este”  [4]. 
La
 resolución vuelve a continuación sobre los obstáculos a una unificación
 rápida que habían sido sobrevalorados en el documento adoptado por el 
Secretariado Unificado el 5 de marzo de 1990: 
“El 
obstáculo principal a esta evolución negativa habría sido una clase 
obrera estealemana capaz de presentarse como candidata al poder, dotada 
de un nivel elevado de autoorganización democrática y con suficiente 
confianza en sus propias fuerzas para aspirar a gestionar ella misma la 
industria según las necesidades de la población. Las condiciones 
subjetivas para una salida así no estaban reunidas”. 
La 
resolución menciona entonces lo que ha impedido a la clase obrera 
plantearse como candidata al poder y contiene un elemento de autocrítica
 explícita: “Es porque no habíamos medido suficientemente estos 
retrasos y estas carencias por lo que hemos subestimado los ritmos 
posibles de la ofensiva y de su éxito”. 
Entre los 
factores que habían sido en gran medida subestimados en la resolución de
 marzo de 1990, hay que mencionar la cuestión del sentimiento nacional: “En
 estas condiciones, para la mayoría de los alemanes, dadas la existencia
 de un sentimiento nacional frustrado por la partición punitiva y la 
tutela humillante de Alemania impuesta al final de la guerra por los 
imperialismos victoriosos y la burocracia soviética, la unidad a 
cualquier precio parecía ofrecer la única perspectiva inmediata, sin 
discutir su coste social. Este viraje de la conciencia de las masas de 
la RDA se ha producido en el curso de la segunda semana de noviembre de 
1989”. 
La resolución vuelve a valorar también otros 
obstáculos a la unificación rápida mencionados en el precedente 
documento: la dificultad para la burguesía alemana de pagar rápidamente 
el precio de la unificación y las supuestas resistencias del Kremlin. 
Explica
 porqué estos obstáculos no han funcionado. No es posible en los límites
 de este trabajo resumir otras partes importantes de la resolución en 
particular las referidas a las tareas. 
Quiero terminar esta 
parte del trabajo con una cuestión dejada abierta por la resolución de 
noviembre de 1990: los efectos sobre la clase obrera de la parte 
occidental de Alemania y las reacciones de ésta. El documento adopta la 
prudencia necesaria para prever posibles resistencias parcialmente 
“victoriosas” por parte de los trabajadores de la parte occidental de la
 Alemania unificada: “La burguesía espera imponer todos los costes de
 la unificación y del Mercado único de 1992 a los asalariados. Esta 
prueba no está aún zanjada, evidentemente, puesto que implica que la 
burguesía gane las probables luchas sociales, sobre todo en Alemania del
 Oeste donde la clase obrera está altamente organizada y muy apegada a 
sus conquistas de nivel de vida. Pero la burguesía ha optado por correr 
el riesgo”. 
Veinticinco años más tarde, el diagnóstico es límpido, “cristal clear”
 como diría Ernest Mandel: la burguesía alemana ha alcanzado sus 
objetivos en particular gracias al concurso del SPD alemán y las 
contrarreformas Schröder-Hartz que realizó en 2003-2005  [5]. (Ver recuadro “Los retrocesos sociales impuestos a Alemania”).   
 Recuadro: Los retrocesos sociales impuestos a Alemania. [6] 
Los
 patronos alemanes, ayudados por el gobierno socialista de Gerhard 
Schröder en 2003-2005, lograron imponer importantes retrocesos a los 
trabajadores. El estudio Acabar con la competitividad publicado 
conjuntamente por ATTAC y la Fundación Copernic resume así las grandes 
etapas de ataques a las conquistas de los trabajadores de Alemania y a 
sus derecho sociales y económicos: “Las leyes Hartz (del nombre del 
exdirector de Recursos Humanos de Volkswagen y consejero de Gerhard 
Schröder) se han escalonado entre 2003 y 2005. Hartz I obliga a los 
parados a aceptar el empleo que les sea propuesto, incluso por un 
salario inferior a su subsidio de desempleo. Hartz II instituye 
mini-jobs a menos de 400 euros mensuales (exentos de cotizaciones 
sociales asalariadas). Hartz III limita a un año el pago de subsidios de
 paro para los trabajadores mayores y endurece las condiciones de 
atribución. Hartz IV fusiona el subsidio de desempleo de larga duración y
 las ayudas sociales, les pone un techo de 345 euros por mes. A las 
leyes Hartz se añaden las reformas sucesivas de las jubilaciones y del 
sistema del seguro de enfermedad: jubilación por capitalización 
(jubilaciones Riester); subida de las cotizaciones, retraso de la edad 
legal de jubilación (objetivo 67 años en 2017”. Los autores del estudio subrayan: “El
 conjunto de estas reformas ha conducido a un impresionante ascenso de 
las desigualdades sociales. Es un aspecto a menudo olvidado del “modelo 
alemán” y vale por tanto la pena dar algunas cifras detalladas. Alemania
 se ha convertido en un país de enormes desigualdades: un anteproyecto 
de informe parlamentario sobre la pobreza y la riqueza  [7] 
 acaba de establecer que la mitad más pobre de la sociedad posee solo el
 1% de los activos, contra el 53% para los más ricos. Entre 2003 y 2010,
 el poder de compra del salario medio ha bajado un 5,6%. Pero esta 
bajada ha estado muy desigualmente repartida. -12% para el 40% de los 
asalariados peor pagados; -4% para el 40% de los asalariados mejor 
pagados [8]. Los datos oficiales muestran que la 
proporción de bajos salarios ha pasado del 18,7% en 2006 al 21% en 2010 y
 esta progresión de los bajos salarios -es algo a subrayar- se hace por 
lo esencial en Alemania del Oeste”. 
Según el mismo 
estudio, en 2008, el número de asalariados ha aumentado en 1,2 millones 
en relación a 1999, pero esta progresión corresponde a un aumento de 1,9
 millones del número de empleos precarios, y por tanto a una pérdida de 
medio millón de empleos CDI a tiempo completo. Un cuarto de los y las 
asalariadas ocupa hoy un empleo precario, y esta proporción (la misma ya
 que en los Estados Unidos) sube al 40% entre las mujeres. “Los empleos asalariados precarios son mayoritariamente (al 70%) destinados a las mujeres [9].
 La proporción de parados indemnizados ha caído del 80% en 1995 al 35% 
en 2008 y todas las personas en el paro desde hace más de un año han 
pasado a recurrir a la ayuda social”. 
Como señala Arnaud Lechevalier, esta evolución se inscribe “en
 un contexto más general de erosión de la protección de los asalariados 
por los convenios colectivos: la parte de los asalariados cubiertos ha 
bajado del 75% al 62% en diez años y estos convenios no abarcaban ya más
 que al 40% de las empresas alemanas en 2008. Además, los sindicatos han
 debido conceder múltiples derogaciones a los convenios colectivos 
sectoriales a nivel de las empresas”  [10]. 
Cuando
 se intenta explicar la actitud actual de los dirigentes alemanes frente
 a la crisis de la Eurozona, se puede emitir la hipótesis de que una de 
las lecciones que sacaron de la absorción de la Alemania del Este a 
comienzos de los años 1990 es que las importantes disparidades entre 
trabajadores pueden ser explotadas para imponer una política propatronal
 muy fuerte. Las privatizaciones masivas en Alemania del Este, los 
ataques a la seguridad del empleo de los trabajadores de la exRDA 
combinados al aumento de la deuda pública alemana debida a la 
financiación de esta absorción (que ha servido de pretexto para la 
puesta en marcha de las políticas de austeridad), han permitido imponer 
retrocesos muy importantes a una parte de los trabajadores de Alemania, 
tanto del Este como del Oeste. Los trabajadores en Alemania han sido 
fuertemente divididos entre quienes trabajan en las grandes ramas 
industriales donde están preservadas una serie de conquistas y los 
sectores muy precarizados de los servicios y de las PYME. 
Se
 encuentra en un texto de uno de los principales sindicatos alemanes, el
 IG Metall, el sindicato de la metalurgia, una defensa de la zona euro 
que dice mucho sobre el abandono de una perspectiva de unidad de los 
trabajadores frente a la patronal. Se encuentra en él una defensa de los
 intereses de la economía alemana y de la moneda única. En este 
documento titulado “10 argumentos en favor del euro y de la unión monetaria” y fechado el 19 de agosto de 2011, se puede leer: “La
 economía alemana depende más que cualquier otra economía de sus 
exportaciones. Nuestros clientes en el extranjero están en el origen de 
millones de empleos en Alemania. Los más importantes compradores de 
productos alemanes son los europeos (…). La moneda única ha contribuido 
enormemente a la competitividad de los productos alemanes. Si los países
 endeudados son excluidos de la moneda única, devaluarán sus monedas 
para mejorar su competitividad. El euro restante, que estará compuesto 
exclusivamente de los países más fuertes en el plano económico de la 
Unión Europea, sufrirá entonces una presión considerable para 
reevaluarse. Una vuelta al deutsche mark implicaría como poco una 
revaluación del 40%”. [11] 
Para los dirigentes 
alemanes actuales y la patronal, la crisis de la zona euro y los 
brutales ataques impuestos al pueblo griego y a otros pueblos de la 
periferia son la ocasión de ir aún más lejos y de reproducir de una 
cierta forma a escala europea lo que hicieron en Alemania. 
En
 cuanto a los demás dirigentes europeos de los países más fuertes y a 
los patronos de las grandes empresas, no se quedan atrás. Se felicitan 
de la existencia de una zona económica, comercial y política común en la
 que las transnacionales europeas y las economías del Norte de la zona 
euro sacan beneficio de la debacle del Sur para reforzar las ganancias 
de sus empresas y marcar puntos en términos de competitividad en 
relación a sus competidores norteamericanos y chinos. La intervención de
 la Troika y la complicidad activa de los gobiernos de la periferia les 
ayudan a ello. El gran capital de los países de la periferia es 
favorable a esas políticas pues cuenta obtener él mismo una parte del 
pastel de las privatizaciones de empresas que desea desde hace muchos 
años.   
Conclusión. 
Es fácil a 
posteriori emitir una serie de opiniones sobre hechos que han conocido 
su desenlace. Hagamos sin embargo el ejercicio. 
¿Estaba la revolución política en marcha en la RDA en 1989? 
No,
 pues la clase obrera no se presentó como candidata al poder. Se 
desarrolló una crisis social y política aguda con participación masiva 
de los ciudadanos estealemanes. 
Los de arriba: la burocracia
 fue incapaz de gobernar como antes. La solución represiva le estaba 
cerrada por la dirección soviética. Fue incapaz de poner en marcha 
rápidamente reformas políticas y económicas a la altura de las 
aspiraciones del movimiento de masas. Los de abajo no querían ya ser 
gobernados como antes. La autoactividad fue poderosa. La clase obrera, 
la juventud, la intelligentsia deseaban profundas reformas en el 
marco de la RDA durante la mayor parte del año 1989. Pero la situación 
cambió rápidamente cuando las autoridades oestealemanas decidieron pasar
 a la ofensiva proponiendo la unificación rápida pagando un precio 
relativamente elevado: una tasa de cambio del marco ofrecía la 
perspectiva de una mejora inmediata de las condiciones de vida de la 
población estealemana. 
Para que un verdadero proceso de 
revolución política se desarrollara, habría sido preciso que hubiera 
disputa por el poder. Habría sido preciso que los y las de abajo se 
presentaran como candidatos al poder, pasaran de la autoactividad a la 
autoorganización, se dotaran de órganos que crearan una situación de 
dualidad de poder que se resolviera en favor de uno de los tres campos: 
el campo de los oprimidos de Alemania del Este (con la clase obrera 
jugando un papel central vista la estructura social de la RDA), el campo
 de la burocracia de la RDA, el campo de la clase capitalista de 
Alemania del Oeste. 
La crisis política y social no alcanzó 
el estadio en el que los y las de abajo se plantearan la cuestión del 
poder. El problema no residió en que el nivel de las reivindicaciones de
 las masas habrían sido demasiado bajas. Las revoluciones comienzan con 
un nivel de reivindicaciones elementales: igualdad, justicia, paz, pan, 
“independencia”. 
Para que un proceso de revolución política 
se hubiera desarrollado (cualquiera que hubiera sido su desenlace), 
habría sido preciso que los y las de abajo sacaran de sus experiencias, 
lecciones que hicieran hacer un salto en su conciencia y que 
desembocaran en la creación de órganos de autoorganización. Habría sido 
preciso que se plantearan en positivo la cuestión del poder. 
La cuestión de la duración en el análisis de Ernest Mandel entre octubre de 1989 y la primavera de 1990. 
Ernest
 Mandel estaba preocupado por la cuestión de la duración necesaria para 
la acumulación de experiencias por las masas. “Esperaba” que el ejército
 soviético con su rechazo de absorción de Alemania del Este por la 
República Federal ralentizara el proceso de unificación, apostaba 
subsidiariamente por la hipótesis de que las autoridades oestealemanas 
no estarían dispuestas a pagar a un ritmo acelerado el precio de la 
reunificación. El curso de la historia ha sido diferente. Tomó acta a 
partir del otoño de 1990 (cf. la Resolución mencionada más arriba 
-adoptada por el Secretariado Unificado de la IV Internacional en 
noviembre de 1990 - “La reunificación capitalista” -ver bibliografía al 
final). 
Otros elementos que deben ser puestos en evidencia: 
Ernest
 Mandel, siendo consciente de la devastación producida por el 
estalinismo, el nazismo y por la socialdemocracia sobre la conciencia de
 los trabajadores alemanes, creyó poder contar con las fuerzas de la 
memoria colectiva de los mejores momentos de la historia de la clase 
obrera alemana, en particular la educación masiva socialdemócrata de 
antes de la primera guerra mundial y de la experiencia 
espartakista-comunista de antes de la estalinización del KPD (Partido 
Comunista alemán). 
Se puede señalar una contradicción real 
entre la agudeza con la que percibía la crisis de credibilidad del 
proyecto socialista y su convicción de ver resurgir lo mejor de la 
experiencia de la clase obrera alemana. Hay a este nivel del pensamiento
 de Ernest Mandel una debilidad indudable. 
Ernest Mandel era
 consciente de los límites de las capacidades de la burocracia para 
hacer concesiones a las masas, pero, un momento, pensó que en un reflejo
 de supervivencia de la burocracia, ésta utilizaría todas sus reservas 
en divisas para dar satisfacción a ciertas aspiraciones económicas de 
los ciudadanos estealemanes con el fin de retrasar o encauzar el ascenso
 irresistible de las masas en favor de la reunificación. Un 
reavituallamiento masivo en bienes de consumo de estandard occidental 
era materialmente posible: la burocracia no tomó esa vía. 
Ernest
 Mandel apostaba, por un lado, en el marco de un proceso prolongado de 
crisis política por la evolución a la izquierda de una parte del PDS que
 habría podido convertirse en un partido centrista de izquierdas, por 
otro, por la construcción de una organización marxista revolucionaria 
afiliada a la IV Internacional. No ahorró esfuerzos para contribuir a 
estos dos desarrollos políticos. Consideraba que tal evolución política 
era vital para que las masas pudieran sacar las lecciones de sus 
experiencias e ir adelante hacia una revolución política. Esta tensión 
extrema de sus fuerzas no resultó. 
Tengo la convicción, 
basada en mis contactos con Ernest Mandel, de que la idea de ayudar a 
crear una vanguardia autoproclamada era completamente extraña a su 
método. La idea de que un partido pudiera hacer que las masas dieran a 
luz una revolución aún a costa de utilizar forceps, era extraña a su 
planteamiento de la emancipación. De ahí, su insistencia en el 
pluripartidismo, incluso su defensa de la multiplicidad de 
organizaciones revolucionarias. De ahí su insistencia en la 
autoorganización. En sus escritos del último período, hay insistencia 
sistemática en el postulado de Marx: “La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos”.
 Este método no puede ser reducido a espontaneísmo primario. Ni 
espontaneísmo primario, ni dirigismo vía una vanguardia omnisciente. 
Tomo como prueba las dos citas siguientes. La primera remite a las 
debilidades del movimiento de octubre-noviembre de 1989. La segunda 
redactada dos meses más tarde aborda la cuestión del poder 
revolucionario. 
Primera cita, con fecha de noviembre de 1989: “No
 hay que dejarse llevar por una euforia espontaneísta y creer que este 
magnífico movimiento revolucionario va a durar y triunfar debido solo a 
su amplitud. La explosión revolucionaria está marcada por dos 
debilidades graves que corren el riesgo de condenarla, a medio plazo, al
 fracaso. En primer lugar no hay más que embriones de verdaderas 
estructuras de autoorganización. Manifestaciones, incluso más amplias, 
no pueden, a la larga, reemplazar a tales estructuras. (…) Por otra 
parte, el movimiento popular y la oposición no tienen objetivo político 
preciso ni una idea clara de las instituciones a crear para ejercer el 
poder. Son esos los dos principales handicaps para la salida victoriosa 
del movimiento de masas”. (“En Alemania del Este, los de abajo se han 
puesto en marcha”, La Gauche, 21/11/89). 
La segunda cita
 remite a la relación autoorganización de masas / organizaciones de 
vanguardia. Preciso que la cita proviene de un texto de alcance general 
que no se refiere directamente a la crisis alemana: “Autoorganización
 de la clase -que desemboca en el poder de los consejos libre y 
democráticamente elegidos- y la organización separada de la vanguardia 
revolucionaria forman una unidad dialéctica, mediatizada por la 
pluralidad de los partidos. El poder de estado debe ser ejercido por los
 consejos, no por el partido. El (los) partido (partidos) intenta 
(intentan) ganar la mayoría en el seno de los consejos por persuasión y 
no por la administración, y aún menos por la represión. 
Sus
 únicas bazas deben ser: un grado de actividad más sostenido, más 
continuo, mas entregado al servicio de su clase, un estilo de vida 
desprovisto de todo privilegio, una capacidad para poner su práctica 
constantemente en conformidad con sus principios. Para esto, deben ir a 
fuentes no contaminadas: los escritos de Marx y de Engels sobre la 
Comuna de París, los escritos de Rosa Luxemburg, del Lenín de El estado y la revolución que
 tuvo la audacia de desarrollar un proyecto de estado soviético “sin 
ejército permanente, sin policía, sin burocracia” y sobre todo los 
escritos de Trotsky de los diez últimos años de su vida y los documentos
 programáticos de la IV Internacional pero toda esta riqueza teórica 
debe ser considerada no como una verdad revelada definitiva, sino como 
sujeta al test de experiencias revolucionarias y contrarrevolucionarias 
nuevas” (Ernest Mandel, “El futuro del comunismo” Inprecor, n. 305). 
Ernest
 Mandel era consciente desde finales del año 1989 de los riesgos de una 
evolución del movimiento de masas en la RDA hacia la reunificación en un
 marco capitalista. “Los riesgos de derrapes de la revolución hacia 
la derecha están alimentados en el plano político por la idealización de
 las condiciones bajo la primera República -el régimen Masaryk-Benesj en
 Checoeslovaquia-, por el espejismo en la RDA de una reunificación 
incondicional -es decir, capitalista- de Alemania” (Ernest Mandel, “Socialismo de mercado? No, gracias!” La Gauche, 26/12/1989). 
Pero
 lo que es innegable es que mantuvo un juicio más favorable de la crisis
 en la RDA al menos hasta marzo de 1990 cuando el giro estaba tomado 
desde la segunda mitad de noviembre de 1989. 
Más allá de los
 errores de apreciación realizados en el fuego de la acción cuando se 
carece de perspectiva, fundamentalmente Ernest Mandel tuvo constante y 
firmemente como brújula los intereses del pueblo. Siempre intentó 
favorecer la lucha por la autoemancipación de los y las de abajo. Nunca 
fue favorable a compromisos penosos realizados en detrimento de la 
lucha. 
Bibliografía 
Bibliografía general sobre Alemania desde la reunificación: 
 - GROSSER A., MIARD-DELACROIX H., Allemagne, Flammarion, 1994, 127p. 
 - FRITSCH-BOURNAZEL. R., L ’Allemagne unie dans la nouvelle Europe, Complexe, 1991 . 
 - LE GLOANNEC, A.-M., L ’Allemagne après la guerre froide, le vainqueur
 entrav é . Complexe, 1993. Ouvrages et articles de portée générale : 
 - MANDEL Ernest, « L’avenir du communisme », Inprecor, no305, 23/03/1990, 6 p. 
 - TROTSKY Léon, La Révolution trahie, Publications de la IVe Internationale, 1961, 268 p. 
 - VINCENT Jean-Marie, « Ernest Mandel et le marxisme r é volutionnaire », Revue Critique Communiste, 1996 p. 
 - Artículos y resoluciones de Ernest Mandel sobre Alemania en 1989-1990: 
 - La ré volution politique et les dangers qui la menacent, Inprecor n ° 297, 13.11.1989
 - En Allemagne de l’Est, " ceux d’en bas " se sont mis en marche, La Gauche, 2l.11.1989 
 - Socialisme de march é ? Non merci ! , La Gauche, 26 d é cembre 1989 
 - La situation en RDA et nos t â ches, R ésolution adopté e par le Secr
 étariat Unifié de Ia IVe Internationale (5 mars 1990), Inprecor n ° 
305, 23.03.90
 - Le nouveau maccarthysme, Inprecor n ° 315, 28.09.90
 - La ré unification capitaliste, R ésolution adopté e par le Secr 
étariat Unifié de la IVe internationale (novembre 1990), Inprecor n° 
322, 18.01.91 
 Diversos autores: 1989-1990, artículos sobre el tema (por orden cronológico): 
 SCHULZ Hans-Jürgen, La ré volte des exclus , Inprecor n° 295, 16.10.89
  La montée ré  volutionnaire  , Inprecor n° 296, 30.09.89 
 WOLF Winfried, Ré  unification allemande ou r  é  volution politique  ?  , Inprecor n° 296, 30.09.89 
 SCHULZ Hans-Jürgen, L  ’évolution de l’opposition est-allemande  , Inprecor n° 296, 30.09.89 
 Plate-forme politique de Nouveau Forum, Inprecor n ° 296, 30.09.89 
 KELLNER Manuel,  Fin de l’  apr  ès-guerre allemand  , Inprecor n° 297, 13.11.89 
 KELLNER Manuel,  Chevaliers de la table ronde  , Inprecor n° 298, 27.11.89
 Entretien avec Herbert MISSLITZ, L’actualité du socialisme , Inprecor n° 298, 27.11.89 
 KELLNER Manuel, Le plan Kohl , Inprecor n° 299, 11.12.89 
 Entrevista con H. MISSLITZ y R.WEISSHUNN, Débat sur les élections, Inprecor n° 299, 1112.89 
 KLEIN Angela,  Fondation difficile  , Inprecor n° 299, 11.12.89 
 WOLF Winfried,  Une  économie délabrée ,  Inprecor n° 299, 11.12. 89 
 BERGERAC Pierre,  Syndicats dans l’attente du congrè  s  , Inprecor n° 300, 12.01.90 
 KELLNER Manuel,  Unification au pas de course  , Inprecor n° 302, 09.02.90
 LASSERRE René, Economie triomphante, économie  à genoux. L’ unité  allemande par le mark  , Le Monde diplomatique, mars 1990 
 KLEIN Angela,  Un premier bilan  , Inprecor n° 304, 090390
 SCHULZ Hans-Jürgen, Raz de maré e de droite , Inprecor n° 305, 23.03 ;90
  La crise du stalinisme et la question allemande,  Inprecor n° 305, 23.03.90
  Position du VSP  , Inprecor n° 305, 23.03.90 
 TONDEUR Alain, RDA  : le choc  , La Gauche, 27 mars 1990 
 CLERC Denis,  Le coût de l’unification allemande Une chance ou un handicap pour l’ Europe , Le Monde diplomatique, mai 1990 
 WOLF Winfried,  Les carottes sont cuites  , La Gauche, 5 juin 1990 
 (corresponsal en BerIin-Est e),  Exceptionnel : débat Mandel - Gysi  à  Berlin-Est  , La Gauche, 5juin 1990 
 CASSEN Bernard,  Électrochoc allemand pour une Europe en g é sine. Sur le front de l’union politique  , Le Monde diplomatique, juillet 1990 
 JULIEN Claude,  Du rideau de fer au mur d’ argent , Le Monde diplomatique, juillet 1990 
 FRIQUE Mr  Kohl triomphe, la RDA s  ’ efface , La Gauche, 17 octobre 1990 
 DEQUEECKER Ida, L ’euphorie de l’ unification  : pas pour tous ! , La Gauche, 30 octobre 1990 
 PALMIER Jean-Michel,  Surmonter le pass é , abolir les pr éjugé s. Que reste-t-il de la culture est-allemande ? , Le Monde diplomatique, octobre 1990. 
 Notas
[1] 
 Este texto recupera en gran medida el contenido de un estudio que 
redacté en 1996-1997. Una primera versión fue publicada algunos años más
 tarde en  http://www.ernestmandel.org/new/sur-la-vie-et-l-oeuvre/article/notes-a-propos-de-l-approche-d. El texto ha sido revisado y aumentado. Es publicado por primera vez en esp. 
 [2] 
 En la época de los acontecimientos, yo militaba regularmente con Ernest
 Mandel pues ambos formábamos parte de las instancias de dirección de la
 IV Internacional. Estas instancias eran el Buró del Secretariado 
Unificado -BSU-, instancia que se reunía dos veces al mes, el 
Secretariado Unificado (SU) que 2 o 3 veces al año y el Comité Ejecutivo
 Internacional -CEI- que se reunía en sesión anual. Estas instancias 
debatieron regularmente sobre la evolución política en Alemania y en el 
campo llamado soviético. 
 Formábamos parte igualmente del 
Comité Central de la sección belga de la IV Internacional. Tuve en 
aquella época la tarea de introducir durante el año 1990 una sesión del 
comité central consagrada enteramente a la evoluci n en el Este y de 
debatir con Ernest Mandel sobre nuestras divergencias. Por otra parte, 
de 1989 hasta comienzos del año 1991, seguí bastante de cerca las 
actividades de los militantes de la IV Internacional en Alemania 
participando en algunas de sus reuniones de dirección y en un congreso. 
 Menciono estos hechos para indicar que tenía una cierta proximidad a 
Ernest Mandel y a la cuestión de la evolución política en Alemania en el
 momento en que la cuestión de la reunificación se planteó. Ernest 
Mandel y yo pusimos a punto la redacción definitiva de la resolución 
enmendada adoptada por el SU de noviembre de 1990. Fue Mandel quien 
escribió el 95% de esta resolución. 
 Hay que precisar sin 
embargo que entonces mi actividad internacional principal estaba 
dedicada sobre todo a las luchas políticas en América Latina. Entre 1989
 y 1991, efectué varias estancias en México, en América Central 
(Nicaragua, El Salvador y Guatemala principalmente), en Cuba, Brasil y 
Colombia. 
 [3]  Esta perspectiva se concretó en su totalidad 
 [4]  Misma observación 
 [5]  Ver Eric Toussaint,  http://cadtm.org/El-modelo-aleman-exportado-al  publicado el 9 enero 2015 y  http://cadtm.org/La-Union-Europea-conculca-las  publicado el 19 diciembre 2014 
 [6]  Este texto fue redactado en 2012 y completado en 2014 
 [7] 
 Lebenslagen in Deutschland. Entwurf des vierten Armuts- und 
Reichstumsberichts der Bundesregierung, projet du 17 septembre 2012,  http://gesd.free.fr/arb912.pdf  
 [8]  Karl Brenke et Markus M. Grabka, «Schwache Lohnentwicklung im letzten Jahrzehnt» ,  DIW Wochenbericht  , n ° 45, 2011,  http://gesd.free.fr/brenke11.pdf  
 [9]  Source: destatis.de (Office fédéral allemand de statistique). 
 [10]  Arnaud Lechevalier,  Un modèle qui ne fait guère envie», Alternatives   économiques  , n ° 300, mars 2011,  http://gesd.free.fr/allmodel.pdf  , citado por ATTAC y Fondation Copernic. 
 [11] 
 IG Metall, “10 argumentos en favor del euro y de la unión monetaria” , 
17 de agosto de 22011, citado en Cédric Durand (bajo la dirección de), 
En finir avec L´Europe, Editions La Fabrique, 2013, p. 68. Otra parte 
del texto de IG Metalla merecería un comentario pero aquí carecemos de 
espacio: “Los eurobonos, los planes de rescate y las demás medidas de 
apoyo a los países deficitarios deben ser condicionadas a la reducción 
del endeudamiento. Las deudas y los excedentes de los países 
individuales deben ser supervisados por un fondo monetario europeo. Las 
deudas o los excedentes excesivos deben dar lugar a procedimientos de 
corrección de los desequilibrios”. 
 Traducido por Alberto Nadal 
 
 
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