Ecuador ha dado un gran paso hacia un futuro esperanzador, al lograr la derogatoria del decreto 883, dictado por el FMI. Desde ahora, el pueblo ecuatoriano va a depender de sus fuerzas, porque ha adquirido la madurez suficiente como para gobernarse por sí mismo, para tener, a corto plazo, un gobierno popular, o sea, un gobierno del pueblo y para el pueblo, que dé un baño de verdad a un país deseoso de ser gobernado de manera diferente, con honradez, autonomía y eficiencia.
La nación esperaba con impaciencia conocer a los adalides de un movimiento nacido en las entrañas mismas de la nacionalidad patria, que planteaban radicalizar las acciones porque la lucha no era sólo por el precio de los combustibles, sino para evitar que hipotequen el futuro de nuestros hijos; no era sólo porque se deroguen unas medidas nefastas, sino para que el país salga del berenjenal al que le han conducido algunos mandatarios anteriores, que no supieron defender la herencia libertaria que nos legaron nuestros próceres. Sólo entonces, los ecuatorianos aplacaríamos la ira que nos embargaba, la lucha no sería inútil y se abrían perspectivas alentadoras.
Todo ecuatoriano escuchó a los indígenas y se enteró por ellos de una simple verdad, que la situación del país no es tan desastrosa como la pintan la oligarquía gobernante y el FMI, que sí hay una salida racional para enfrentar y resolver la problemática social que asola al pueblo de Ecuador, y consiste en cambiar el rumbo que conduce al abismo de la desolación y el entreguismo, ausente de valores éticos y morales, pero rebosante de mentiras propaladas por sus mandatarios.
La dirigencia de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, Conaie, supo tomar el toro por los cuernos para derrotar las medidas impuestas por el FMI; supo defender el derecho del ecuatoriano a existir con dignidad en un mundo en el que la indignidad cunde por doquier; supo convertir en un mensaje de esperanza la fuerza colosal que posee y posibilitó la organización de un pueblo para que se mantenga en pié de lucha durante largo lapso, soportando una represión brutal nunca vista antes en la historia patria, con muchos muertos, heridos y desaparecidos, con muchos presos y perseguidos, con mucha represión y falsedades infames en su contra, como la acusación de vandalismo que le indilgaron, pese a no participar en actos violentos y que ese recurso fuera empleado mucho antes, con relativo éxito, en otros lugares del planeta; finalmente, con su mensaje, supo vislumbrar los cambios que la sociedad demanda como una utopía realizable. De ahora en adelante, lo legal y lo justo, la ley y el orden, la armonía social y el gobierno, tendrán que coincidir para que imperen la paz y la concordia nacional, por cierto, muy necesarias, luego de que se eliminen las causas que motivaron las protestas populares.
Una mancha, que en este caso si hace al tigre, empañó esta gigantesca victoria, y es el intento de achacar las acciones violentas que se dieron durante las protestas en contra del ‘paquetazo’ impuesto por el FMI, al expresidente de Ecuador, Rafael Correa, al mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, y a los miembros de las extintas FARC; incluso se acusó al narcotráfico de estar detrás de las mismas, con la intención de desestabilizar a Ecuador, por estar interesado en la protesta, porque “contrabandea gasolina de Ecuador para hacer sus acciones criminales… Aprovecharon el reclamo por la terminación del subsidio a los combustibles para desestabilizar el país, minar su institucionalidad democrática y crear un caos que evidentemente tendría una proyección regional en algún punto”, denunció ante el Consejo Permanente de la OEA el Canciller de Ecuador, José Valencia. También dijo que “un alto funcionario del régimen del señor Maduro” se pronunció en apoyo a la rebelión en Ecuador. ¿Y qué, acaso Ecuador, junto con los países del Grupo de Lima, no reconoció a un Perico de los Palotes como presidente de Venezuela sin que por eso se hubiera dado una revolución en ese país? ¡No Sr. Canciller y respetables miembros de la OEA, el frío y el calor no están en las sábanas! Sin embargo, ustedes se pronunciaron de inmediato en “Defensa de la Democracia y la Paz Social en Ecuador”. ¡Qué eficacia!
Todo esto tendría una pizca de veracidad si es que los acusados tuvieran en realidad la fortaleza para levantar a un pueblo, que se moviliza sólo cuando no le escuchan y ha agotado todos medios los legales a su disposición. Lo cierto es que la OEA se preocupa por lo que ha pasado en Ecuador, porque lo mismo se va repetir, tarde o temprano, en otros lugares donde se ha hecho tan mal las cosas como acá.
¿Por qué mal? Porque si luego de la derogatoria de este pésimo decreto, se va a promulgar uno nuevo que focalice los subsidios de manera que socorra sólo a los que verdaderamente los requieren y no favorezca a los narcotraficantes, se pregunta: ¿Por qué no lo hicieron antes? ¿Por qué esperaron que el pueblo se levante, haya muchos muertos, heridos, presos, perseguidos y cuantiosos daños materiales, para recién pensar que existen otras maneras de hacer las cosas? ¿Por qué esperaron a que el pueblo ruja, para recién reunirse con los dirigentes de los directamente afectados por la medida e intentar encontrar una solución nueva y menos dolorosa? ¿Por qué acusan, persiguen y apresan a un sector de la oposición si lo cierto es que la lucha contra el ‘paquetazo’ fue del pueblo en general y no de un grupo opositor?
Eso es lo que durante el diálogo del domingo 13 de octubre con el Gobierno afirmó Leonidas Iza, Presidente del Movimiento Indígena y Campesino del Cotopaxi, que además les advierte: “Señores del Gobierno, no subestimen al movimiento indígena, debemos dejar de echar la culpa al correísmo… Me parece que es irresponsable… No estamos viendo bien, no estamos viendo con objetividad. Nosotros mismos nos sorprendemos por la cantidad de gente (que acompañó las manifestaciones). No creo que Correa en este momento tenga la capacidad de mover aquello”. De manera que es irresponsable atribuir la masiva movilización popular a una maniobra de la oposición, liderada por Rafael Correa, al mandatario venezolano, Nicolás Maduro, al narcotráfico y a las FARC.
Con respecto a la violencia, Srs. de la OEA, es imposible encontrar un movimiento popular llevado a cabo con guantes de seda, si no recuerden la Revolución Francesa, en la que guillotinaron al rey Luis XVI, colocaron su cabeza en una picota y la llevaron a donde se encontraba presa María Antonieta, para que sepa qué le esperaba. Nadie, por admirador que sea de la Revolución Francesa, que nos legó libertad, igualdad y fraternidad, puede ensalzar est a actitud violenta. Pero si lo que ustedes intentan es encontrar al verdadero culpable de los actos vandálicos ocurridos en Ecuador, sería bueno que analicen hechos parecidos a los que han ocurrido en Siria, Ucrania, Libia… y actualmente en Hong Kong y Cataluña, todos tienen un patrón semejante. Así es que no busquen un inexistente gato negro en una habitación obscura, porque les puede picar el alacrán.
La nación esperaba con impaciencia conocer a los adalides de un movimiento nacido en las entrañas mismas de la nacionalidad patria, que planteaban radicalizar las acciones porque la lucha no era sólo por el precio de los combustibles, sino para evitar que hipotequen el futuro de nuestros hijos; no era sólo porque se deroguen unas medidas nefastas, sino para que el país salga del berenjenal al que le han conducido algunos mandatarios anteriores, que no supieron defender la herencia libertaria que nos legaron nuestros próceres. Sólo entonces, los ecuatorianos aplacaríamos la ira que nos embargaba, la lucha no sería inútil y se abrían perspectivas alentadoras.
Todo ecuatoriano escuchó a los indígenas y se enteró por ellos de una simple verdad, que la situación del país no es tan desastrosa como la pintan la oligarquía gobernante y el FMI, que sí hay una salida racional para enfrentar y resolver la problemática social que asola al pueblo de Ecuador, y consiste en cambiar el rumbo que conduce al abismo de la desolación y el entreguismo, ausente de valores éticos y morales, pero rebosante de mentiras propaladas por sus mandatarios.
La dirigencia de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, Conaie, supo tomar el toro por los cuernos para derrotar las medidas impuestas por el FMI; supo defender el derecho del ecuatoriano a existir con dignidad en un mundo en el que la indignidad cunde por doquier; supo convertir en un mensaje de esperanza la fuerza colosal que posee y posibilitó la organización de un pueblo para que se mantenga en pié de lucha durante largo lapso, soportando una represión brutal nunca vista antes en la historia patria, con muchos muertos, heridos y desaparecidos, con muchos presos y perseguidos, con mucha represión y falsedades infames en su contra, como la acusación de vandalismo que le indilgaron, pese a no participar en actos violentos y que ese recurso fuera empleado mucho antes, con relativo éxito, en otros lugares del planeta; finalmente, con su mensaje, supo vislumbrar los cambios que la sociedad demanda como una utopía realizable. De ahora en adelante, lo legal y lo justo, la ley y el orden, la armonía social y el gobierno, tendrán que coincidir para que imperen la paz y la concordia nacional, por cierto, muy necesarias, luego de que se eliminen las causas que motivaron las protestas populares.
Una mancha, que en este caso si hace al tigre, empañó esta gigantesca victoria, y es el intento de achacar las acciones violentas que se dieron durante las protestas en contra del ‘paquetazo’ impuesto por el FMI, al expresidente de Ecuador, Rafael Correa, al mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, y a los miembros de las extintas FARC; incluso se acusó al narcotráfico de estar detrás de las mismas, con la intención de desestabilizar a Ecuador, por estar interesado en la protesta, porque “contrabandea gasolina de Ecuador para hacer sus acciones criminales… Aprovecharon el reclamo por la terminación del subsidio a los combustibles para desestabilizar el país, minar su institucionalidad democrática y crear un caos que evidentemente tendría una proyección regional en algún punto”, denunció ante el Consejo Permanente de la OEA el Canciller de Ecuador, José Valencia. También dijo que “un alto funcionario del régimen del señor Maduro” se pronunció en apoyo a la rebelión en Ecuador. ¿Y qué, acaso Ecuador, junto con los países del Grupo de Lima, no reconoció a un Perico de los Palotes como presidente de Venezuela sin que por eso se hubiera dado una revolución en ese país? ¡No Sr. Canciller y respetables miembros de la OEA, el frío y el calor no están en las sábanas! Sin embargo, ustedes se pronunciaron de inmediato en “Defensa de la Democracia y la Paz Social en Ecuador”. ¡Qué eficacia!
Todo esto tendría una pizca de veracidad si es que los acusados tuvieran en realidad la fortaleza para levantar a un pueblo, que se moviliza sólo cuando no le escuchan y ha agotado todos medios los legales a su disposición. Lo cierto es que la OEA se preocupa por lo que ha pasado en Ecuador, porque lo mismo se va repetir, tarde o temprano, en otros lugares donde se ha hecho tan mal las cosas como acá.
¿Por qué mal? Porque si luego de la derogatoria de este pésimo decreto, se va a promulgar uno nuevo que focalice los subsidios de manera que socorra sólo a los que verdaderamente los requieren y no favorezca a los narcotraficantes, se pregunta: ¿Por qué no lo hicieron antes? ¿Por qué esperaron que el pueblo se levante, haya muchos muertos, heridos, presos, perseguidos y cuantiosos daños materiales, para recién pensar que existen otras maneras de hacer las cosas? ¿Por qué esperaron a que el pueblo ruja, para recién reunirse con los dirigentes de los directamente afectados por la medida e intentar encontrar una solución nueva y menos dolorosa? ¿Por qué acusan, persiguen y apresan a un sector de la oposición si lo cierto es que la lucha contra el ‘paquetazo’ fue del pueblo en general y no de un grupo opositor?
Eso es lo que durante el diálogo del domingo 13 de octubre con el Gobierno afirmó Leonidas Iza, Presidente del Movimiento Indígena y Campesino del Cotopaxi, que además les advierte: “Señores del Gobierno, no subestimen al movimiento indígena, debemos dejar de echar la culpa al correísmo… Me parece que es irresponsable… No estamos viendo bien, no estamos viendo con objetividad. Nosotros mismos nos sorprendemos por la cantidad de gente (que acompañó las manifestaciones). No creo que Correa en este momento tenga la capacidad de mover aquello”. De manera que es irresponsable atribuir la masiva movilización popular a una maniobra de la oposición, liderada por Rafael Correa, al mandatario venezolano, Nicolás Maduro, al narcotráfico y a las FARC.
Con respecto a la violencia, Srs. de la OEA, es imposible encontrar un movimiento popular llevado a cabo con guantes de seda, si no recuerden la Revolución Francesa, en la que guillotinaron al rey Luis XVI, colocaron su cabeza en una picota y la llevaron a donde se encontraba presa María Antonieta, para que sepa qué le esperaba. Nadie, por admirador que sea de la Revolución Francesa, que nos legó libertad, igualdad y fraternidad, puede ensalzar est a actitud violenta. Pero si lo que ustedes intentan es encontrar al verdadero culpable de los actos vandálicos ocurridos en Ecuador, sería bueno que analicen hechos parecidos a los que han ocurrido en Siria, Ucrania, Libia… y actualmente en Hong Kong y Cataluña, todos tienen un patrón semejante. Así es que no busquen un inexistente gato negro en una habitación obscura, porque les puede picar el alacrán.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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