España vacía La España sin médicos, colegios y trenes: "Si te pasa algo y tienes suerte, vas al hospital a 60 km; si no, te mueres por el camino"
La realidad de los pueblos es la historia de una
carencia. Las sucursales bancarias van desapareciendo, el transporte
público es dificultoso, siempre faltan médicos, la conexión a internet
depende del azar y los colegios se ven amenazados por la despoblación. O
peor. Sufrir un problema médico grave puede suponer más de 100
kilómetros hasta ser atendido.
Hay una España vaciada
de médicos, colegios, bancos y trenes. Existe una España en la que si
alguien sufre un problema grave debe recorrer más de un centenar de
kilómetros para recibir el tratamiento sanitario adecuado. No es difícil
encontrar esa España en que los centros escolares cuentan con menos de
diez niños. Hay una España en la que las gestiones bancarias son
complicadas porque no hay sucursal y tratar de acceder a sus
aplicaciones móviles es una quimera cuando apenas hay cobertura. Es la
España amenazada con quedarse fuera de servicios.
En cada región de la península ibérica hay una situación especial, pero hay una sensación común. Por ejemplo, en Aranda de Moncayo, un pueblo de 70 habitantes en la provincia de Zaragoza, vive Ángel Escorihuela.
Está convencido de que nunca se marchará porque tiene allí su vida y
sus negocios. Pero eso no le tapa los ojos ante una amplia carencia de
servicios. "El autobús, si no le llamas no viene. Los colegios están
mal; hay con cinco o seis niños pero no es lo mismo que en un colegio
con más actividad y más medios. Teníamos dos bancos y ahora tienes que
ir a Illueca (a 20 kilómetros) o Calatayud (casi 50 km) y a la gente
mayor tienes que llevarle al banco o llevarle el dinero tú o sus
familiares. La tienda del pueblo todavía queda y es básica. Tiene arroz,
pasta, un poco de carne, alguna fruta y verdura y para de contar; si
quieres algo especial tienes que salir de aquí", señala un residente
durante todo el año.
Escorihuela vivió antes en Teruel, donde dice que hay
más "concepto de lo rural". Pero los tiempos de la autonomía como
fortaleza han cambiado. "Son pueblos de montaña con los inconvenientes
de que nieva bastante y no puedes salir del pueblo. Y están concebidos
como pequeños pueblos-Estado. Eran ultrasostenibles y tenían todos los
servicios, como el herrero, capintero... pero aislados", recuerda Alberto Alfonso Pordomingo, vecino de Oliete (Teruel) antes de mostrar las costuras.
"Oliete está a 25 minutos de Andorra, capital
de la comarca; y a una hora de Zaragoza. La autovía está a 60
kilómetros. Está muy dejado de infraestructura pública. La estación de
ferrocarril más cercana está a 45 kilómetros y cada vez hay menos
trenes; está en La Puebla de Híjar y para ir a Barcelona o a Madrid
tiene que ser con trenes que llamamos borriqueros y estás cinco
horas. Ya te deprime", aclara desde esta localidad turolense que ha
perdido el 90% de sus habitantes en los últimos diez años. Aun así,
apunta que la situación todavía no es tan mala como en otros lugares
hermanos: "Hay otros pueblos donde no hay colegio ni bar ni tienda. La
gente directamente no quiere ir porque no quieren ir a un pueblo
terminal porque queremos estar en comunidad. Nadie quiere enterrarse en
vida, nadie quiere ir a un sitio sin servicios" .
Estos pueblos aragoneses no son un excepción. En
España hay 8.124 municipios, de los que aproximadamente la mitad cuentan
menos de 500 habitantes. Esos datos oficiales maquillan otra verdad.
Por ejemplo, en Samos (Lugo), hay censados unos 1.500 habitantes
mientras que la realidad diaria se reduce a unos 150 vecinos. La España
vaciada de servicios también está presente. "Tengo que hacer la compra a
20 kilómetros y el hospital está a 29. Hay ambulatorio por la mañana
pero después hay que tirar de familia o de taxi si pasa algo. No hay
guarderías ni ninguna posibilidad para conciliación laboral. Hay un
centro de mayores que no da servicios estupendos. Simplemente se les
limpia, se les da de comer y andando. Todavía hay sucursal de banco,
miniambulatorio y los servicios basiquísimos. Pero no hay ningún tipo de
actividad. Simplemente algo de comida a domicilio", enumera Óscar Leirado Río, un residente habitual.
En esta zona gallega se congratulan porque el Camino
de Santiago pasa cerca y eso ayuda a disfrutar de algunos servicios.
Aunque algunos penden de un hilo o de la fortuna. "No tenemos telefonía
fija en casa, no hay esa opción. Internet está subvencionado con
cobertura de teléfono móvil y tarifa limitada, pero es de hace seis
meses. Antes era muy complicado. Con el Camino de Santiago tenemos 4G
pero si estás diez kilómetros más allá, olvídate", recuerda Leirado Río.
El problema de internet
En Aranda de Moncayo la televisión es por cable
porque es imposible recibir un señal nítida en el televisor. En Oliete
nadie se plantea contratar Netflix, HBO, Amazon o Disney porque
hay zonas en las que simplemente no hay cobertura móvil. Si hay muchos
visitantes se colapsa la red y la fibra óptica es algo que conocen por
experiencia ajena. "Internet también es una mierda en los pueblos. Tengo
mucho tiempo para hacer muchas cosas que podría hacer por internet
porque paso mucho tiempo en el campo, pero no puedo hacerlas porque no
hay conexión. Nosotros tenemos una casa rural y es un cisco; no hay
datáfono porque no hay cobertura suficiente", secunda sobre Aranda de
Moncayo Ángel Escohiruela, secretario de la Asociación contra la
Despoblación Rural.
La falta de una conexión estable y fuerte no es una
cuestión baladí para estos municipios. Ni siquiera es un capricho local.
"Lo que sobre todo falta en los pueblos más pequeños es internet porque
saben que sin eso no van a tener población joven que vaya ni siquiera
una semana. Es imprescindible ya en todo el mundo rural ipso facto
porque no es que se vayan a quedar sin habitantes, es que se quedan sin
visitantes y algunos pueblos viven de ello", alerta Rubén Contreras, concejal de Repoblación e Integración en Belorado (Burgos).
Falta de médicos
En Belorado han perdido 400 habitantes en la
última década (actualmente quedan 1.800) a pesar de contar con más
posibilidades que en algunas zonas de su entorno. "Gracias a Dios
tenemos casi todos los servicios posibles y aun así las despoblación es
fuerte. Tenemos centro de salud, instituto, colegio, farmacia,
biblioteca, fibra óptica...", recuerda Contreras. Pero cuentan con un
talón de Aquiles común en la España que se vacía: la asistencia médica.
"El mundo sanitario rural es un problema, no hay suficientes médicos en
España. Nos hemos encontrado que teniendo siete plazas de médico sólo
estábamos cogiendo seis porque no había. Conocemos muchos pueblos en los
que también les pasa. Es un tema del que no se habla, la falta de
médicos es desastrosa", adelanta Contreras.
En Puebla de Sanabria (Zamora) el problema es
similar. Son cabeza de comarca, incluso disponen de estación de tren
con alguna parada de línea, pero las carencias de médicos asustan.
Cuentan con siete plazas para cubrir varias demarcaciones de la
provincia pero sólo tienen seis médicos. Cuando llega el verano se
dispara el mismo problema que en la mayor parte de los pueblos: la
población se multiplica por cinco en una localidad con 1.400 habitantes
censados como residentes. No aumenta el número de médicos en vacaciones
y, si los profesionales acuden a una urgencia, deben dejar vacía la
consulta.
"Hace un año se hizo una norma por la cual se iba a
intentar incentivar a los médicos en zonas de montaña, como la nuestra, y
no se ha hecho nada. Si tú les incentivas e incluso los propios centros
de salud, seguramente algunos se quedan aquí. Pero quieren un trabajo
más estable, un contrato con más horas y conocer a sus pacientes",
explica José Fernández Blanco, alcalde de Puebla.
¿Por qué no hay médicos rurales? "En Castilla-La
Mancha ha habido muchos años en que no se han convocado oposiciones.
Llegar a un pueblo desconocido, estar un mes en un sitio y otro en otro
también lo complica todo. Yo soy interina, llevo dos años en un mismo
pueblo y estoy contenta. Pero sí que hay compañeros que están media
mañana en una o media mañana en otro", explica la doctora Teresa Méndez, médica de familia en Bujurón,
un pueblo manchego con 1.300 habitantes censados. Ella es coordinadora
del grupo de trabajo de Medicina Rural de la SmeFYC (Sociedad Española
de Medicina de Familia y Comunitaria) y comprende las renuncias aunque
trata de voltear la situación. "La cuestión es muchas veces el
desconocimiento. Hay compañeros que creen que al estar en un centro de
salud más grande y urbano facilita las cosas. Se quedan en el centro de
salud porque es el centro en el que se han formado, no van a ir a un
pueblo solo y que les venga una urgencia grave y se vean un poco
desprotegidos", explica la doctora.
Virginia Alonso, enfermera en Guadarrama
(Madrid), confirma la situación incluso en una comunidad en la que, en
teoría, las comunicaciones y servicios son mejores que en otras zonas
rurales gracias a la proximidad con la capital de España. "Con nosotros,
que estamos en la sierra, nadie quiere venir. Hay falta de médicos. Se
va alguien de vacaciones y les cuesta conseguir a uno, que suena raro
pero es verdad. Es rural y la gente no se va a desplazar todos los días
50 kilómetros desde Madrid, por ejemplo", señala. En Guadarrama
se suman las listas de espera y una asistencia que excede a lo previsto
en un pueblo con 15.620 residentes censados. "Yo tengo unos 30 pacientes
al día pero los médicos tienen mucho más; ellos tienen unas listas
interminables. Es una barbaridad, tienen más de 50 en siete horas, yo no
sé cómo lo hacen", reconoce. Y eso que en este centro no les toca
asumir otras responsabilidades. "Yo no tengo administrativa, soy mi
enfermera y mi residente. Cojo el teléfono, si tengo una urgencia grave
tengo que atenderlo solo", recuerda la doctora Méndez.
Más de 100 kilómetros para una emergencia
Si alguien de la zona de Sanabria tiene que
ser tratado en un hospital le esperan más de 100 kilómetros hasta
Zamora. "Son 80 kilómetros de safari, un paso por la reserva de la
Sierra de Culebra. O sea, riesgos y accidentes, que hay muchísimos",
describe el alcalde de Puebla. Las mujeres del Alto Sanabria que van a
dar a luz también deberán adelantarse porque el hospital de Verín
(Orense), el más cercano (a más de 50 kilómetros), ha cerrado. Si
acuden a la capital zamorana serán más de 130 km por carretera entre
contracciones. Eso, si tienen suerte. "Cuando te envían directamente
para Zamora ya corre a cargo porque tienes que bajar con tu coche. La
problemática es que hay mucha gente que no dispone de un vehículo o de
movilidad propia porque son gente mayor y dependen de segundas personas.
Muchas veces llamas al servicio sanitario para una ambulancia y no te
pueden atender porque igual han salido para un accidente en carretera o
para otra urgencia y lo mismo hay dos ambulancias", señala Juan José Castro, vecino de Palacios de Sanabria.
El problema de la falta de servicios no se reduce
únicamente a casos severos. La vida diaria es mucho más complicada en
comparación con la ciudad. "Condiciona mucho el transporte público.
Parece una tontería pero si voy a mandar a un paciente mío a que se
haga una radiografía a un pueblo de al lado y no hay transporte público,
eso dificulta mucho. A los pacientes en el ámbito rural les condiciona
que solo pase un autobús por el pueblo y que para ir a la rehabilitación
o a una prueba a un hospital tengan que usar su propio coche", recuerda
la doctora Méndez desde Castilla-La Mancha. Alonso Pordomingo, desde
Oliete, explica una situación similar: "Sólo te puedes poner malo de
10.30 a 12. Y das gracias de que tenemos médico. Si te pasa algo y
tienes suerte, te vas al hospital a Alcañiz, a 60 kilómetros; y si no
tienes suerte, te mueres por el camino".
Oportunidades
Que exista una España fuera de servicios es también
una oportunidad para los emprendedores locales para tratar de solucionar
alguno de estos problemas con beneficios económicos. "En los pueblos,
la pirámide poblacional está totalmente invertida. Hay mucha gente mayor
y pocos jóvenes. En Osa de Montiel (Albacete), los servicios y
atenciones que demandan las personas mayores solucionarían mucho el
problema de empleo a la vez que el problema que tienen los mayores para
salir de su territorio, de su comarca, de la zona que conocen. Al
sacarles de su terreno se les inflige bastante daño, y tenerlos
atendidos en el mismo pueblo solucionaría mucho el problema de empleo",
apunta Francisca Muñoz Oliver.
La ganadora del Premio de Excelencia a la Innovación
para Mujeres Rurales en 2014 lo sabe por experiencia laboral y
personal. "Hemos tenido que ingresar en una residencia a un tío mío con alzhéimer
precoz que le ha sobrevenido a los 55 años cuando no lo hemos podido
tener en la casa. Está a 40 kilómetros de aquí, en Villarrobledo, el
punto más cercano que hemos podido permitir. Si estuviera en el pueblo,
lo estaríamos viviendo todos los días. Mi madre, que tiene 75 años,
estaría viendo a su hermano todos los días. Y los servicios sociales no
tienen que buscar la rentabilidad, sino el bien para la población",
señala esta vecina de un pueblo que ha bajado de más de 3.000 habitantes
a 2.400 en menos de una década.
Por otra parte, la doctora Méndez trata de convencer
a sus compañeros de profesión. "La medicina familiar en el ámbito
familiar es precioso y queremos que muchos compañeros den el paso. Si no
van al ámbito rural es por desconocimiento muchas veces, porque te
forman en el ámbito urbano y en el hospital y no conoces lo bonito que
es ser médico de pueblo", señala. Pero, además, hace una petición
a la administración porque considera que podrían ser más útiles gracias
a su formación: "Podríamos resolver muchas cosas porque tenemos una
especialidad de cuatro años. Tengo un compañero en un pueblo que se ha
comprado el ecógrafo. No tiene ningún tipo de sentido que el sistema
sanitario no te dé esos recursos". En Teruel, Alfonso Pordomingo es uno
de quienes luchan contra la despoblación con la iniciativa sostenible
Apadrina un olivo. No sólo se trata de aprovechar árboles centenarios,
sino que ayudan a encontrar otros trabajos y fomentan actividades para
repoblar porque de otra manera nadie querría ir allí.
Gracias a sus iniciativas de fomentar las ayudas a
los trabajadores con familias han logrado una hazaña: el colegio se
mantiene con cuatro alumnos. "En la España vaciada tenemos la
problemática bien definida de que al cerrar una puerta de un servicio no
se vuelve a abrir", alerta Pordomingo. Es una pequeña victoria en
contra del vacío de España. Y es un triunfo de otro pueblo que lucha por
no estar fuera de servicios.
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