Estados
Unidos como el país autoproclamado y reconocido por muchos como el más
poderoso del mundo moderno, está mostrando una vez más que su posición
de liderazgo ha sido construida sobre el abuso a otros pueblos. En
primer lugar la práctica de genocidio a los pueblos originarios nativos
americanos, desplazados por la fuerza de sus tierras. Luego una parte de
la nación mexicana fue desalojada de sus territorios con la finalidad
de apoderarse de sus recursos naturales y finalmente la violencia contra
los pueblos africanos esclavizados en Estados Unidos durante los siglos
XVI-XIX. Lo que fue el resultado de la trata trasatlántica como la
mayor violación a los derechos humanos a un grupo poblacional con el
objetivo de legitimar la criminalización a africanos y sus
descendientes.
Aunque
el colonialismo como ocupación militar se fue disolviendo a lo largo
del siglo XX, la mentalidad colonial que promueve el racismo antinegro y
la discriminación racial sigue presente en el país del sueño de las
“oportunidades”. Las redes de comunicación e incluso la televisión han
visto con pavor una escena de cinismo y permisibilidad inimaginable
propia de un crimen del sistema medieval. Una imagen de dolor profundo
donde prevalecen los sentimientos más perversos cometidos por grupos que
se autodefinen como paladines de la libertad.
Se
trata de Grupos de poder que se consideran mundialmente como árbitros
de la justicia social y su vez comenten crímenes propios del fascismo.
Cuando cientos de integrantes del pueblo judío fueron quemados en las
cámaras de gases, acontecimiento que consternó a la humanidad, surgió
entonces las Naciones Unidas. Aunque en la actualidad esa organización
internacional parece ciega y sorda ante estos asesinatos que a
diferencia de otras épocas, ahora son exhibidos públicamente para
vergüenza de la condición humana.
Las
propias instituciones estadounidenses que se precian de ser
“vanguardia” de la democracia parecen indiferentes ante los asesinatos a
su población afrodescendiente. (2) Posiblemente unas de las mayores
víctimas de los derechos humanos en el planeta, tanto por la envergadura
de los crímenes contra ellos, pero sobre todo por la “aparente”
indiferencia, con que son observadas esas injusticias.
¿Quién
o quienes juzgarán el asesinato de George Floyd en la ciudad de
Minneapolis pidiendo aire para respirar, un asesinato entre decenas
perpetrados en los últimos años. ¿Es que acaso esa escena no se parece a
las realizadas en Salem, cuando las supuestas brujas fueron quemadas en
la hoguera? ¿O aquellas de la inquisición medieval, responsable de
asesinatos a científicos cuyos inventos han permitido la evolución
tecnológica?
Recalcó
con intensión la palabra tecnología porque parece que la evolución
humanista pasando por el Renacimiento, la Revolución Industrial, la
Ilustración y otras invenciones de la ciencia han sido solo “técnicas”.
Desafortunadamente, parece que esos avances han sido solo tecnicistas y
se han aparatado del proclamado humanismo que Estados Unidos pretende
imponer a la sociedad planetaria. Mientras en sus ciudades, algunas con
sofisticados imágenes del desarrollo arquitectónico son escenario de
crímenes públicos, supuestamente superados hace bastante tiempo.
¿Con
qué ética, la administración estadounidense tiene el valor de juzgar a
ningún país del mundo, cuando una parte de sus habitantes viven abusos
como el acontecido hace pocos días en Minneapolis? ¿O la práctica de
pena de muerte con más incidencia en la población de origen africano y
latina? ¿Dónde han quedado las ideas de Abraham Lincoln y otras tantas
figuras ilustres cuyo pensamiento enorgullece a cualquier ser humano?
Los
actos de protesta contra este crimen racista en Estados Unidos ha
conmovido también a miles de personas de diferentes identidades y clases
sociales quienes expresan vergüenza ajena ante un acontecimiento de
repercusión internacional que recuerda que la práctica del KKK mantienen
una vigencia en la vida cotidiana, en un país, que pretende dar
lecciones de modelo de sociedad. El actual jefe de la Casa Blanca, el
magnate Donald Trump, convertido en presidente se esa nación, ha tenido
el lamentable record de revivir los más bochornosos momentos del racismo
cotidiano en Estados Unidos.
Un
poderoso imperio moderno que con arrogancia pretender declarar que
personas del mundo tienen derecho a vivir o quienes deben morir,
recordardando el pensamiento del biopoder planteado por el filósofo
Michel Foucault. (3) Desde la perspectiva de la utopía que un mundo
mejor es posible, confío que este nuevo crimen no quede en el olvido y
el civismo que ha caracterizado históricamente al pueblo norteamericano
reconozca finalmente Black Lives Matter Las vidas de las personas
afroamericanas cuenta ¡!!!!!!!
(1) Gisela Arandia Covarrubias. Investigadora-Escritora-Activista
(2)
Afrodescendiente fue una terminología acordada para revertir los
prejuicios racistas durante la Tercera Conferencia Mundial contra el
Racismo y la Discriminación Racial realizada en Durban, Sudafricana,.
(3) Michel Foucault. La Genealogía del racismo Ed. Colección Caronte, París, 1975-1976.
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