jueves, 25 de junio de 2020

Una victoria de la Revolución Cubana que no cabe en ningún silencio. Por Fabián Escalante Font por La pupila insomne

Una victoria de la Revolución Cubana que no cabe en ningún silencio. Por Fabián Escalante Font

por La pupila insomne
Cualquier análisis que se realice de las relaciones Estados Unidos-Cuba en los años 70 del siglo XX, debe tener en cuenta importantes acontecimientos ocurridos tanto en Cuba como en los Estados Unidos y en el Mundo: el derrocamiento del presidente Allende en Chile, por un golpe gestado por la CIA, el escándalo de Watergate y la renuncia del presidente Nixon, las revelaciones de la comisión Church que develó al Mundo los planes de la CIA, para intentar asesinar a líderes políticos extranjeros, especialmente a Fidel Castro; la derrota de Estados Unidos en Vietnam, etc.; mientras que en Cuba se realizaba el Primer congreso de Partido, se estrenaba una Asamblea Legislativa de nuevo tipo en el Mundo, se fortalecían política y económicamente las relaciones con la URSS; comenzaba la guerra de liberación en Angola, con el decidido apoyo cubano, triunfaba la Revolución Popular Sandinista, por solo citar algunos.
Una década victoriosa.
Fue aquel escenario, en el cual Cuba decidió modificar las relaciones con su comunidad en Estados Unidos, para entre otros objetivos, neutralizar a los grupos terroristas y normalizar las relaciones con los emigrados que no habían tenido un pasado agresivo.

A finales de 1978 líderes de aquella comunidad fueron convocados a la Habana para sostener conversaciones y analizar demandas mutuas, en las que se llegaron a importantes acuerdos, entre otros, el incumplido compromiso del gobierno de Estados Unidos, de conceder asilo inmediato a sus liberados agentes y representantes, condenados en Cuba por actividades terroristas. La Sección de Intereses de aquel país debía conceder visas también a los familiares de los beneficiados por el indulto realizado.
Cuba cumplió su palabra: liberar a los reclusos, y posibilitar los viajes familiares; mientras que el Imperio comenzó a larvar un siniestro proyecto subversivo, no solo para desvirtuar el convenio, sino también para desestabilizar la sociedad cubana. Miles de horas radiales, distorsionando los acuerdos, denigrando la Revolución e incitando a la contrarrevolución interna a realizar acciones violentas, iniciaron la preparación artillera.
Cuba seguía viviendo bajo un férreo bloqueo multilateral que impedía y saboteaba nuestro comercio y desarrollo productivo, y las acciones agresivas se habían incrementado, a niveles insospechados destacándose entre ellas la campaña de guerra biológica desatada. Recuerdo cómo en aquella década la CIA diseminó en la Isla 13 plagas en nuestra agricultura y ganadería, que solo por señalar una: la peste porcina africana, obligó a sacrificar en dos ocasiones a toda la masa porcina del país.
En 1979 viajaron a la Isla unos 100,000 cubanos residentes en el extranjero, mayormente de Estados Unidos. El impacto de aquel encuentro en la sociedad cubana tuvo importantes consecuencias, como resultado de las escaseces en unos y las abundancias que otros pregonaban y exhibían. No podía compararse una sociedad bloqueada y asfixiada con las “bondades” que no pocos de los visitantes pregonaban.
Mientras, la CIA por medio de agentes y colaboradores utilizaba aquel canal de la emigración para con una hábil campaña diversionista intentar denigrar la Revolución y particularmente sus principales realizaciones. Los comunitarios venían del “Mundo desarrollado”, del “american dream” y aunque algunas de las joyas que exhibían eran alquiladas y los autos y residencias que decían propias, no eran tales, lograron deslumbrar a un sector de la población golpeado por las penurias y dificultades.
Alentados por las campañas subversivas, que incitaban a acciones violentas para acumular méritos y ser recibidos como “héroes” se precipitaron los hechos de la embajada del Perú y la Sección de Intereses de Estados Unidos, donde en una se asiló un grupo contrarrevolucionario, provocando la muerte de un policía que cuidaba la entidad y en la otra, cientos de presos liberados se amotinaron para reclamar las visas prometidas, a lo cual se sumaba los continuos intentos de penetración por la fuerza en otras representaciones diplomáticas, entre ellas la Santa Sede, donde por cierto, fue asesinado el mayordomo.
La incitación permanente a abandonar el país por un lado, mientras que por otro, no se materializaba la acogida prometida en Estados Unidos, provocó el asalto de miles de personas a la Embajada de Perú. El gobierno cubano brindó durante semanas, desayuno, almuerzo, comida y servicios médicos, a los “asilados”, ante la inacción de las autoridades de aquel país.
Esos fueron los antecedentes del Mariel. Ignorarlos es de alguna manera manipular nuestra historia. No soy un experto en las relaciones Cuba-Estados Unidos, como muy bien conocen mis compañeros, pero tengo buena memoria y además, conservo la brújula política aprendida de Fidel.
Silenciar esto, como si las relaciones actuales y futuras de Cuba con Estados Unidos y su emigración allí, estuvieran al margen de la lucha de clases y de la agresividad imperialista, es un grave error, más en el contexto de una escalada de la agresión norteamericana, que no ha cesado en su intención histórica de exterminar la Nación cubana.
Tenemos la obligación de analizar en su profundidad algunos de los variados sucesos políticos de finales del siglo XX en las relaciones entre nuestros países e impedir la manipulación de una correcta estrategia utilizada entonces, con otros fines políticos.
Aspiramos a la mejor comunicación con nuestra emigración en Estados Unidos y a una  relación civilizada con ese país, pero abrir incondicionalmente las puertas, –políticas, jurídicas, científicas, culturales o de otro tipo- en la creencia de que ello sólo reportaría “beneficios mutuos” no sería justo ni adecuado en las actuales circunstancias, cuando el enfrentamiento con el Imperio ha llegado a su cenit, o al menos así parece y todas las puertas se han cerrado allí para nosotros.
La pupila insomne | 23 junio, 2020 de 19:51 | Etiquetas: Fabián Escalante Font | Categorías: Cuba, Estados Unidos, Historia | URL: https://wp.me/p10AwN-iu8

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