¡Basta ya de
represión!. ¡Dimisión de la delegada de
gobierno de Madrid!
Ayer 25 de septiembre se produjo una
nueva movilización histórica, decenas de miles de personas salimos a las calles
de Madrid, y miles más en otras ciudades, para expresar nuestro rechazo a la
salvaje política de recortes del gobierno, manifestar nuestra oposición a un
sistema político y económico que antepone los intereses de una ínfima minoría
de privilegiados a los intereses y necesidades de la inmensa mayoría de la
población: los millones de jóvenes y trabajadores que sufrimos en nuestras
carnes las terribles consecuencias de la crisis y de las medidas de austeridad.
El rechazo a esta situación
quedó simbolizado en un parlamento aislado, protegido por más de 1.500 policías
antidisturbios, mientras dentro del parlamento los diputados intentaban dar una
imagen de “normalidad” (sólo los diputados de Izquierda Unida, con Cayo Lara a
la cabeza, salieron del parlamento para expresar su apoyo y unirse a la
movilización), en las calles decenas de miles exigían la dimisión del gobierno,
reivindicaban “más dinero para educación y gastos sociales”, demandaban que la
“crisis la paguen los capitalistas”, desenmascarando el auténtico carácter de
la democracia burguesa y de un parlamento que sólo gobierna para los poderosos.
Un acontecimiento similar al que se pudo ver el 31 de mayo en Grecia, en
aquella ocasión, mientras los parlamentarios discutían el último plan de
rescate, 50.000 personas esperaban la Plaza Sintagma y obligaban a salir en helicóptero
a los parlamentarios, o hace unos días en Portugal, cuando una multitud rodeaba
el Palacio Presidencial en Lisboa, consiguiendo que el gobierno luso diera
marcha atrás en su último ataque a los trabajadores. A pesar de esa imagen de
“normalidad” que pretendieron dar sus “señorías”, la realidad era muy distinta,
había mucha preocupación, como describía un artículo del diario online del
grupo Prisa, El Huffington
Post, titulado A los diputados se les hiela la
sangre en el Congreso: “Protegidos por cientos de policías, sus
señorías observan paralizados desde la Carrera de San Jerónimo, a dos pasos de los
leones, en vivo y en directo, como crece la fractura que les separa de los
ciudadanos (…) los diputados que, nerviosos, entran y salen del patio del
Congreso a la calle (…) Entre ellos comentan cómo salir [del edificio]. ‘Un
compañero me ha ofrecido llevarme en coche. Hay que estar loco para salir de
aquí en coche. Lo mejor es pasar desapercibido’. Quizá por eso algunos han
venido vestidos de manera informal (…)”, (El HuffingtonPost.
Post. 25/9/12)
Intento de desacreditación del
movimiento
Durante las semanas previas al 25-S
tanto el gobierno como sus portavoces en los medios de comunicación, léase El Mundo, ABC, La Razón
Intereconomía y similares,
han llevado a cabo una intensa campaña con la intención no sólo de desacreditar
el movimiento, sino que también pretendía atemorizar a los jóvenes y
trabajadores para impedir el éxito de la convocatoria. La derecha calificó la
protesta de “golpe de estado encubierto”; Dolores de Cospedal añadió más leña
al fuego al compararlo con el fallido golpe estado, éste sí real, del 23-F; han
intentado sembrar la confusión con la “supuesta” presencia de grupos nazis. Al
frente de esta campaña de criminalización, por supuesto, ha estado la delegada
del gobierno de Madrid, Cristina Cifuentes, que ha liderado una campaña de
represión contra todo lo que hiciera referencia al 25-S. En la marcha a Madrid
del 15 de septiembre dio órdenes expresas a la policía de confiscar todo aquel
material que hiciera referencia a la convocatoria del 25-S e incluso se llegó a
detener a tres personas por el simple hecho de llevar una pancarta. Ha enviado
a la policía a todas las reuniones preparatorias, identificando a los
participantes, confiscando material e incluso con detenciones. Culminando, con
el enorme despliegue policial del 25-S, además de los 1.500 policías que
rodeaban no sólo el congreso, sino que fueron desplegados por las principales
calles donde se identificaba a todo aquel que fuera “sospechoso” de participar
en la manifestación, la policía y la guardia civil paró en la carretera a los
autobuses que venían con activistas de otras zonas para identificarlos y
registrar los autobuses.
La campaña de acoso y
criminalización ha llegado al punto de que la Audiencia Nacional, a petición
previa de la fiscalía de Madrid, ha citado a declarar a 8 de los convocantes el
próximo 4 de octubre acusados de un delito contra “los organismos del Estado”,
amparándose en el artículo 494 del Código Penal, que hace referencia a “los que
promuevan, dirijan o presidan manifestaciones u otra clase de reuniones ante
las sedes del Congreso de los Diputados, del Senado o de una Asamblea Legislativa
de Comunidad Autónoma, cuando estén reunidos, alterando su normal
funcionamiento”. El delito contempla penas de seis a meses a un año de prisión.
Esto es aún más escandaloso si lo
comparamos con lo sucedido en el caso del coronel Francisco Alemán, que amenazó
con intervenir militarmente en Catalunya si ésta intenta independizarse o con
las declaraciones de la AME (asociación militar) amenazando con consejos
de guerra, ambos delitos calificados y contemplados por el artículo 497 del
Código Penal como “apología del golpismo” y que no han merecido ninguna
actuación de la fiscalía. Una vez más se puede ver cómo los capitalistas y sus
representantes utilizan una doble vara de medir dependiendo de si afecta o no a
sus intereses de clase y al sistema sobre el que se sustentan.
A pesar de todo no han logrado evitar
la masividad de la movilización. El 25-S por la tarde varias columnas, formadas
cada una de ellas por decenas de miles, recorrieron las calles del centro de
Madrid hasta rodear el Parlamento. La movilización transcurrió con normalidad y
tranquilidad hasta que, una vez más, apareció la provocación policial y los
antidisturbios cargaron brutalmente contra los manifestantes. En un vídeo de
RTVE y, como recoge The
Huffington Post y otros
medios de comunicación, se puede ver cómo a las 9 en punto de la noche, en el
momento en que las principales televisiones estatales conectaban directamente
con la Plaza de Neptuno, aparecía un grupo de encapuchados, con palos y
banderas rojas, protegidos por escudos hechos con tapas de cubos de basura, se
lanzaban contra la policía y eso servía de excusa para una brutal carga
policial; 3 minutos después de esta provocación, algunos de estos mismos
encapuchados ayudaban a la policía a detener manifestantes y cargarlos en los
furgones policiales, en una acción que evidencia la infiltración policial.
A partir de ese momento la policía
empezó a cargar en distintos puntos, Plaza de Neptuno, Puerta del Sol, Atocha,
incluso entró en la estación de ferrocarril y metro, cargó en los andenes de la
estación, las balas de goma rompieron algunos cristales de los trenes,
desalojaron bares, cortaron y aislaron calles, una represión digna de los
mejores tiempos del franquismo. El resultado de la represión ha sido decenas de
heridos, entre ellos uno de gravedad. Son escandalosas las declaraciones
posteriores tanto de la Delegada del Gobierno como del Ministro de Interior, la
primera diciendo en la Cadena
Cope que los policías
“demostraron su profesionalidad en unas circunstancias muy difíciles y que
actuaron en defensa del Estado de Derecho”, y el segundo, felicitando “a la
policía, que actuó extraordinariamente bien y gracias a ella esa intención
manifiestamente inconstitucional e ilegal de ocupar el Congreso y coaccionar a
los diputados cuando están reunidos en sesión, no se pudo llevar a cabo”.
Las imágenes muestran
cómo la represión policial no asustó a los manifestantes que hicieron frente a
la misma de una manera decidida, demostrando que cuando los jóvenes y
trabajadores se deciden a luchar por sus derechos la represión del aparato del
estado sólo consigue el efecto contrario, incrementar su determinación y
disposición a luchar. El resultado ha sido la convocatoria esta tarde de una
nueva manifestación.
El éxito de las movilizaciones del 15
y 25 de septiembre demuestra que los jóvenes y trabajadores no están dispuestos
a aceptar los ataques del gobierno, es una prueba más de su voluntad y
disposición a luchar. Las direcciones sindicales deberían tomar nota y convocar
una huelga general de 48 horas. Lo sucedido en Portugal demuestra que sí se
puede, que la lucha sirve y que es el único camino para hacer retroceder a la
burguesía y sus ataques contra la clase obrera y la juventud.
VÍDEOS DE LA REPRESIÓN POLICIAL
En el siguiente vídeo se puede
ver el momento en que un grupo de encapuchados ataca a la policía y cómo 3
minutos después varios encapuchados detienen a un manifestante al que llevan a
uno de los furgones.
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