Si el Socialismo es un cambio en las
relaciones sociales, en las económicas y en las espirituales, si el
Socialismo es la superación de las relaciones capitalistas, entonces,
debemos concluir que esto no es Socialismo, que no vamos al Socialismo,
al contrario: estamos fortaleciendo el capitalismo nacional y el
internacional.
Lo anterior puede "arrechar" a más de uno en el alto gobierno, entonces será medida de lo mal que vamos. Si se incomodan por la anterior afirmación, pero las diez mil manifestaciones de apoyo al capitalismo las festejan, indica lo mal que estamos. Además de ir al capitalismo, lo pretenderíamos imponer a sangre y castigo. Así ha sido siempre en la historia, los enemigos del capitalismo sufren sus embates. Sabemos muy bien lo que implica la afirmación ¡Ojalá no dé lugar a una persecución y sí a una discusión franca!
No pasa un día sin una declaración a favor de los capitalistas, los altos voceros nuestros se regodean hablando maravillas del sector capitalista, lo llaman, lo convocan, lo halagan, le crean condiciones, desde los incentivos con el dólar hasta las llamadas zonas económicas especiales, que sustituyen a las zonas socialistas, y son en realidad zonas de explotación, enclaves del capitalismo para sus peleas comerciales.
Cuando debíamos estar montando las relaciones socialistas, la Propiedad Social de los Medios de Producción, la Conciencia del Deber Social, desmontando las relaciones capitalistas y reconduciendo la renta a la formación de una economía socialista, en lugar de eso, estamos usando la renta para alimentar a los capitalistas, a los nuevos y a los viejos, a los nacionales e internacionales.
¿Qué pasó?, ¿qué nos pasó?
Lo primero que hay que decir a manera autocrítica, es que la ideología proletaria, socialista no consigue asidero en ninguna clase social. La clase obrera lo más lejos que ha podido llegar es a ese bodrio que llaman control obrero, fuente de egoísmo, de despolitización. La mayoría de la clase obrera, de sus dirigentes, se baten en "las aguas heladas del cálculo egoísta", se las come el economicismo.
Es notoria la ausencia de una vanguardia que dirija a la sociedad hacia el Socialismo, con objetivos nítidos, coraje para llevarlos a la práctica, capaz de hablar claro a las masas, y de correr riesgos políticos. Sabemos que sin vanguardia no hay posibilidades de triunfo. La teoría revolucionaria existe, está lapidada en los extravíos pequeños burgueses, pero existe. La masa dispuesta a llevarla a la práctica existe, lo demostró en abril y diciembre. Falta que la vanguardia se decida a dar el salto que la humanidad precisa.
Los dirigentes de la Revolución, los hijos de Chávez, tienen la oportunidad de ser esta vanguardia. Las circunstancias son propicias, los dirigentes tienen la oportunidad de pasar a la historia, ora como próceres del Socialismo, ora, en el mejor y remoto caso, como buenos, buenísimos, administradores del capitalismo.
Aún hay tiempo, el recuerdo de Chávez, de su camino, retumba vivo en el corazón de las masas. La burguesía hace todo para sacarlo del alma popular, nosotros con nuestros errores y nuestras pequeñeces contribuimos a anular su recuerdo, a desvirtuar su legado. Es hora de rectificar. La dirigencia tiene la palabra.
Hoy más que nunca el dilema es: Socialismo o barbarie. No hay holgura para medias tintas ni para concertaciones castradoras de la posibilidad socialista.
La Haine
Lo anterior puede "arrechar" a más de uno en el alto gobierno, entonces será medida de lo mal que vamos. Si se incomodan por la anterior afirmación, pero las diez mil manifestaciones de apoyo al capitalismo las festejan, indica lo mal que estamos. Además de ir al capitalismo, lo pretenderíamos imponer a sangre y castigo. Así ha sido siempre en la historia, los enemigos del capitalismo sufren sus embates. Sabemos muy bien lo que implica la afirmación ¡Ojalá no dé lugar a una persecución y sí a una discusión franca!
No pasa un día sin una declaración a favor de los capitalistas, los altos voceros nuestros se regodean hablando maravillas del sector capitalista, lo llaman, lo convocan, lo halagan, le crean condiciones, desde los incentivos con el dólar hasta las llamadas zonas económicas especiales, que sustituyen a las zonas socialistas, y son en realidad zonas de explotación, enclaves del capitalismo para sus peleas comerciales.
Cuando debíamos estar montando las relaciones socialistas, la Propiedad Social de los Medios de Producción, la Conciencia del Deber Social, desmontando las relaciones capitalistas y reconduciendo la renta a la formación de una economía socialista, en lugar de eso, estamos usando la renta para alimentar a los capitalistas, a los nuevos y a los viejos, a los nacionales e internacionales.
¿Qué pasó?, ¿qué nos pasó?
Lo primero que hay que decir a manera autocrítica, es que la ideología proletaria, socialista no consigue asidero en ninguna clase social. La clase obrera lo más lejos que ha podido llegar es a ese bodrio que llaman control obrero, fuente de egoísmo, de despolitización. La mayoría de la clase obrera, de sus dirigentes, se baten en "las aguas heladas del cálculo egoísta", se las come el economicismo.
Es notoria la ausencia de una vanguardia que dirija a la sociedad hacia el Socialismo, con objetivos nítidos, coraje para llevarlos a la práctica, capaz de hablar claro a las masas, y de correr riesgos políticos. Sabemos que sin vanguardia no hay posibilidades de triunfo. La teoría revolucionaria existe, está lapidada en los extravíos pequeños burgueses, pero existe. La masa dispuesta a llevarla a la práctica existe, lo demostró en abril y diciembre. Falta que la vanguardia se decida a dar el salto que la humanidad precisa.
Los dirigentes de la Revolución, los hijos de Chávez, tienen la oportunidad de ser esta vanguardia. Las circunstancias son propicias, los dirigentes tienen la oportunidad de pasar a la historia, ora como próceres del Socialismo, ora, en el mejor y remoto caso, como buenos, buenísimos, administradores del capitalismo.
Aún hay tiempo, el recuerdo de Chávez, de su camino, retumba vivo en el corazón de las masas. La burguesía hace todo para sacarlo del alma popular, nosotros con nuestros errores y nuestras pequeñeces contribuimos a anular su recuerdo, a desvirtuar su legado. Es hora de rectificar. La dirigencia tiene la palabra.
Hoy más que nunca el dilema es: Socialismo o barbarie. No hay holgura para medias tintas ni para concertaciones castradoras de la posibilidad socialista.
La Haine
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