Mirar la realidad de frente para cambiarla
Aunque resulta
indudable que vivimos un periodo turbulento y, por tanto, opaco y
confuso, la diversificación de los puntos de observación y análisis
necesarios para comprenderlo no debería dejar de lado principios éticos
sin los cuales la actividad para cambiar el mundo pierde sentido. Las
modas intelectuales, así como las ilusiones en la evolución gradual del
sistema, poco ayudan para guiarnos en la turbulencia.
Una de esas
modas es la geopolítica. No son pocos los que buscan atajos que nos
evitarían los inevitables dolores de esta etapa. Los BRICS forman parte
de la nueva realidad multipolar y caótica, llamados como están a
desplazar a las potencias del Norte (Estados Unidos, Unión Europea y
Japón) como centros excluyentes del sistema-mundo. Sin embargo, los
países llamados emergentes encarnan formas y modos de gestión del
capitalismo diferentes al modelo anglosajón, pero tan capitalistas como
éste.
Si nos congratulamos de la transición en curso hacia un
mundo multipolar, es en la convicción de que el caos sistémico y la
multiplicidad de poderes son caldo de cultivo para la lucha
antisistémica. Ni más ni menos.
Las miradas gradualistas no toman
en serio que vivimos bajo varias guerras. Los 70 años transcurridos
desde el fin de la Segunda Guerra Mundial parecen haber convencido a
muchos analistas de que las guerras se han extinguido, cuando son el
modo habitual del capitalismo en su fase extractiva y de acumulación por
despojo/robo.
El análisis zapatista sobre la
cuarta guerra mundialdel capital contra los pueblos ayuda a comprender las agresiones que sufren los de abajo en todo el mundo, desde las guerras de aniquilación abiertas, como en Medio Oriente, hasta las guerras silenciosas, que el modelo extractivo descarga sobre los pueblos para instalar minas a cielo abierto, monocultivos y represas hidroeléctricas, por mencionar los casos más frecuentes.
Hay guerras económicas, monetarias, por el
control de las fuentes de agua; guerras contra las mujeres y los niños y
niñas, en fin, el más diverso tipo de agresiones sistemáticas y
sistémicas contra los más diversos pueblos y sectores sociales.
José
Luis Fiori, profesor de política económica en la Universidad Federal de
Río de Janeiro y coordinador del grupo de investigación Poder Global y
geopolítica del capitalismo, esboza una mirada distinta de la economía
actual.
Debemos comenzar por el análisis y comprensión de cómo funcionan los mercados internacionales, que se parecen más a una guerra de movimientos entre fuerzas desiguales que a un intercambio entre unidades iguales y bien informadas(página13.org.br, 30/1/15).
Inspirado en el historiador Fernand Braudel, Fiori considera que estados y capitales actúan en esa guerra asimétrica como
grandes predadoresen la lucha por
el control monopólico de posiciones de mercado, innovaciones tecnológicas y lucros extraordinarios.
Las
consideraciones anteriores (mercados como guerras de posiciones,
estados/capitales como predadores) son más consistentes que
considerarlos herramientas casi neutrales que pueden ser utilizadas por
clases, razas, géneros y etnias en su beneficio. Posiciones de este tipo
tienden a desarmar a los de abajo en este periodo en el que no pueden
ni deben confiar en otra cosa que no sean sus propias fuerzas y
capacidades.
Quisiera agregar tres ideas que Fiori viene esbozando en sus artículos periodísticos y en las que se explaya en su último libro História, estratégias e desenvolvimento: para uma geopolítica do capitalismo (Boitempo, São Paulo, 2014).
La
primera se relaciona con China, pero puede aplicarse a todos los BRICS.
“El poder es siempre expansivo (….) Fue así en cualquier tiempo y
lugar, durante toda la historia de la humanidad, independiente de la
existencia de economías de mercado, y mucho antes de la existencia del
capitalismo” ( Outraspalavras, 25 /4/13). Nos alerta sobre la
creencia de que Rusia, o China, puedan ser y hacer algo muy distinto de
lo que ya conocemos. No son fuerzas anticapitalistas.
La segunda se relaciona con la economía; dice que ésta se subordina a los objetivos de larga duración de los estados.
Las políticas económicas de los países varían en el espacio y en el tiempo, y su éxito o fracaso depende de factores externos a la propia política económica, y no a la verdad o falsedad de sus premisas teóricas(Carta Maior, 27/11/14).
Afirma
que es inútil buscar políticas económicas de izquierda. Se trata de
tener en cuenta los objetivos en función de los cuales los estados
adoptan diversos lineamientos económicos. Tiene la virtud que nos aleja
del economicismo dominante en las izquierdas, los progresismos y muchos
movimientos sociales. En todo caso, esa premisa no debería ser adoptada
al pie de la letra por los movimientos antisistémicos, porque es la
ética la que preside su accionar.
Por último, tiene una mirada
muy clara de la política de Estados Unidos. Recuerda que fue Nicholas
Spykman el teórico geopolítico que tuvo mayor influencia en la política
exterior estadunidense en el siglo XX. Dividía el subcontinente
latinoamericano en dos partes. La parte norte incluye hasta
Centroamérica, el Caribe, Venezuela y Colombia, que deben permanecer en
absoluta dependenciade Estados Unidos.
El
resto de Sudamérica cuenta con tres estados, como Brasil, Argentina y
Chile, que pueden amenazar la hegemonía imperial si actúan en común,
amenaza que debe ser
respondida a través de la guerra. Fiori considera que el problema no es el imperio, sino en este caso la región y, muy en concreto, su propio país: Brasil.
Estos son los términos de la ecuación y la posición estadunidense fue siempre muy clara. Lo mismo no se puede decir de la política exterior brasileña( Sin Permiso, 30/03/14).
Nada
ganamos culpando al imperio de nuestras debilidades. Es imposible
cambiar al enemigo. La pelota está en nuestro campo y sólo nos sirve
mirar la realidad de frente.
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