viernes, 30 de noviembre de 2018

Las movilizaciones populares en EE.UU. contra las guerras y el expolio económico. James Petras. Rebelión

Las movilizaciones populares en EE.UU. contra las guerras y el expolio económico.

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

Introducción
En las tres últimas décadas, Estados Unidos ha participado en más de una docena de guerras, ninguna de las cuales ha provocado un júbilo popular antes, durante o después de la propia guerra. El gobierno tampoco consiguió el apoyo popular a sus propuestas para afrontar la crisis económica de 2008-2009.
En este pequeño análisis comenzaremos hablando de las principales guerras de nuestro tiempo, las dos invasiones estadounidenses de Irak. Pasaremos a examinar la naturaleza de la respuesta popular y sus consecuencias políticas. Posteriormente nos aproximaremos a la crisis económica de 2008-2009, el rescate público a la banca y la reacción ciudadana. Por último, consideraremos la gran potencialidad de cambio de los movimientos populares de masas.
La guerra de Irak y la opinión pública estadounidense
Las dos guerras de EE.UU. contra Irak (1990-1991 y 2003-2011) no estuvieron precedidas por ningún fervor popular, y los ciudadanos tampoco celebraron su desenlace. Todo lo contrario: en sus prolegómenos se produjeron manifestaciones masivas de protesta tanto en EE.UU. como en sus países aliados. La primera invasión iraquí (la que se conoce como Guerra del Golfo) tuvo el rechazo de la inmensa mayoría del pueblo estadounidense, a pesar de la enorme campaña propagandística desplegada por los medios de comunicación de masas y el régimen del presidente George H.W. Bush. Posteriormente, el presidente Clinton ordenó una campaña de bombardeos contra Irak en diciembre de 1998, sin contar con prácticamente ningún respaldo ni aprobación.
El 20 de marzo de 2000, el presidente George W. Bush inició la segunda gran guerra contra Irak a pesar de las manifestaciones masivas en su contra que se produjeron en todas las grandes ciudades de EE.UU. (y de Europa y buena parte del resto del mundo). Ni siquiera la conclusión oficial del presidente Obama de dicha guerra en diciembre de 2011 suscitó el entusiasmo popular.
De todo esto surgen varias preguntas: ¿Por qué el inicio de ambas guerras contra Irak levantó una masiva oposición popular y por qué dicha oposición no se mantuvo en el tiempo? ¿Por qué la ciudadanía no celebró el final de la guerra declarado por Obama en 2011? ¿Por qué las manifestaciones masivas contra las guerras de Irak no lograron articular vehículos duraderos capaces de garantizar la paz?
El síndrome de la guerra contra Irak
El origen de los grandes movimientos populares de oposición a las guerras contra Irak se remonta a varios acontecimientos históricos. El triunfo de los movimientos pacifistas que consiguieron acabar con la Guerra de Vietnam, la idea de que la acción de masas era capaz de resistir y vencer era una creencia fuertemente arraigada en amplios segmentos de las personas progresistas. Además, estos movimientos estaban firmemente convencidos de que no se podía confiar en los medios de comunicación ni en el Congreso. Todo ello reforzaba la idea de que la acción directa de masas era esencial para cambiar las políticas belicosas de la Presidencia y del Pentágono.
El segundo factor que sirvió de acicate para las protestas masivas en EE.UU. fue el aislamiento internacional de EE.UU. Los presidentes Bush padre e hijo iniciaron guerras ampliamente contestadas en Europa, Oriente Próximo y en la Asamblea General de Naciones Unidas. Los activistas estadounidenses sentían formar parte de un movimiento global con posibilidades de éxito.
En tercer lugar, la toma de posesión del presidente demócrata Bill Clinton no anuló los grandes movimientos contra la guerra. La campaña terrorista de bombardeos estadounidenses contra Irak en diciembre de 1998 fue altamente destructiva y la guerra de Clinton contra Serbia mantuvo activo al movimiento pacifista. En la medida en que evitó embarcarse en guerras a gran escala y prolongadas, Clinton no llegó a provocar un resurgimiento de la oposición de masas durante los últimos años de la década de los noventa.
La última gran ola de protestas masivas contra la guerra se produjo entre 2003 y 2008. Las manifestaciones surgieron inmediatamente después del atentado contra el World Trade Center el 11-S. La Casa Blanca aprovechó el ataque para declarar “la guerra global contra el terror”, aunque los movimientos populares interpretaron ese mismo ataque como una llamada para oponerse a nuevas guerras en Oriente Próximo.
Las luchas pacifistas aglutinaron a activistas durante toda esa década, que se sentían capaces de evitar mediante las movilizaciones que el régimen de Bush iniciara nuevas guerras sin fin. La inmensa mayoría de la gente no creía a las autoridades cuando afirmaban que Irak, cercado y debilitado, estaba almacenando “armas de destrucción masiva” para atacar a Estados Unidos.
Las manifestaciones masivas se enfrentaron a los medios de comunicación, la llamada prensa respetable, e ignoraron al lobby israelí y a otros señores de la guerra del Pentágono que pedían la invasión de Irak. La inmensa mayoría de los estadounidenses no creían estar amenazados por Saddam Hussein y consideraban una mayor amenaza los medios puestos en marcha por la Casa Blanca para aprobar legislación represiva como la Ley Patriótica. La rápida derrota militar del ejército iraquí y la ocupación de su territorio produjeron un declive en el volumen y el alcance del movimiento contra la guerra, pero no minaron su base potencial.
Dos fueron los elementos que llevaron a la desaparición de los movimientos contra la guerra. En primer lugar, sus líderes cambiaron la acción directa independiente por la política electoral y, en segundo lugar, convencieron a sus seguidores de que apoyaran al candidato presidencial demócrata Barack Obama. En buena medida, los líderes y activistas del movimiento sentían que la acción directa no había conseguido evitar las dos guerras anteriores o terminar con ellas. Además, Obama apeló demagógicamente al movimiento pacifista prometiendo que acabaría con las guerras e impondría la justicia social en casa.
Con la llegada de Obama, muchos líderes y activistas por la paz se unieron a su maquinaria política. Aquellos que no lo hicieron se desilusionaron rápidamente a todos los efectos. Obama continuó las guerras abiertas e inició o se sumó a otras nuevas (Libia, Honduras o Siria). La ocupación militar estadounidense de Irak dio lugar a la creación de nuevas milicias extremistas, que consiguieron derrotar a los ejércitos vasallos entrenados por EE.UU. hasta llegar a las puertas de Bagdad. Al poco tiempo, Obama envió una flota de buques y aviones de guerra al Mar de China Meridional y aumentó el número de tropas en Afganistán.
Los movimientos populares de masas de las dos décadas anteriores sufrieron una fuerte desilusión, se sintieron traicionados y desorientados. Aunque muchos se oponían a las guerras “nuevas” y “viejas” de Obama, no lograban encontrar formas novedosas de expresar sus creencias pacifistas. Ante la inexistencia de movimientos contra la guerra alternativos, se hicieron vulnerables a la propaganda bélica de los medios de comunicación y los nuevos demagogos de la derecha. Donald Trump atrajo a muchos de los que se oponían a la belicista Hillary Clinton.
El recate bancario: Se ignoran las protestas de masas
En 2008, al final de su mandato, el presidente George W. Bush aprobó un rescate masivo de los principales bancos de Wall Street, afectados por la quiebra a causa de sus salvajes políticas especulativas.
En 2009, el presidente Obama refrendó el rescate y urgió al Congreso para que le diera su aprobación lo antes posible. El Congreso otorgó un rescate de 700.000 millones de dólares, los cuales ascendieron hasta 7,77 billones según una información publicada por Forbes (14 de julio de 2015). De un día para otro, cientos de miles de ciudadanos pidieron al Congreso que rectificara su voto. Como consecuencia de esta tremenda oposición popular, el Congreso capituló. Pero el presidente Obama y la dirección del Partido Demócrata insistieron. La ley fue ligeramente modificada y se aprobó. La “voluntad popular” fue rechazada. Las protestas se neutralizaron y se fueron disipando. El rescate bancario se hizo efectivo mientras millones de familias eran expulsadas de sus hogares, a pesar de algunas protestas locales, por no poder hacer frente a sus hipotecas. El movimiento contra los bancos lanzó algunas propuestas radicales, desde llamamientos a la nacionalización de las entidades bancarias hasta demandas para dejarlas quebrar y que el Estado financiara directamente a las cooperativas y bancos comunitarios.
Estaba claro que la inmensa mayoría del pueblo estadounidense era consciente de lo que ocurría e intentó evitar el saqueo a los contribuyentes con la complicidad de las corporaciones.
Conclusión: ¿Que se puede hacer?
Las movilizaciones de masas son una realidad en Estados Unidos; el problema es su falta de continuidad. Las razones para esto son evidentes: carecen de una organización política que pueda ir más allá de las protestas y oponerse a las políticas del mal menor.
El movimiento contra la guerra que surgió para oponerse a la guerra de Irak fue marginado por los dos partidos dominantes. Como resultado, las guerras se multiplicaron. Cuando Obama cumplió su segundo año de mandato, Estados Unidos estaba involucrado en siete guerras.
En el segundo año de mandato del presidente Trump, Estados Unidos ha amenazado con guerras nucleares contra Rusia, Irán y otros “enemigos” del imperio. A pesar de que la opinión pública era claramente contraria, esa “opinión” apenas se dejó notar en las elecciones legislativas de mitad de mandato.
¿Dónde han ido a parar las multitudes contrarias a la guerra y a los bancos? Yo soy de la opinión de que siguen ahí, con nosotros, pero no pueden pasar a la acción y organizarse si continúan apoyando al Partido Demócrata. Para que los movimientos puedan convertir la acción directa en transformaciones políticas y económicas efectivas, antes tienen que crear luchas a todos los niveles, desde el local al nacional.
A escala internacional, las condiciones se están tornando favorables. Washington se ha enemistado con países de todo el mundo. Ha desafiado a sus aliados y se enfrenta a rivales formidables. La economía interna esta polarizada y las élites divididas.
Las movilizaciones, como las que están teniendo lugar en Francia en estos momentos, pueden autoorganizarse a través de Internet; los medios de comunicación están desacreditados. El tiempo de la demagogia liberal y derechista está llegando a su fin; la rimbombancia de Trump levanta tanta indignación como la que acabó con el régimen de Obama.
Hoy día existen las condiciones óptimas para que un nuevo movimiento global pueda lograr algo más que meras reformas graduales. La gran incógnita es saber si ese movimiento surgirá ahora, dentro de unos años o de algunas décadas.
El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo.

El tirano virtuoso y la vida de Jorge Glas Atilio A. Boron. Rebelión

El tirano virtuoso y la vida de Jorge Glas

Conversando con algunos amigos y colegas ecuatorianos en diversos foros internacionales en los que participé en los últimos días logré interiorizarme de algunos detalles de la gestión del presidente Lenín Moreno que si bien no los ignoraba sólo los conocía un tanto superficialmente. A medida que el bagaje de información se acrecentaba y su nivel de precisión se agudizaba no podía dejar de asombrarme ante los inéditos alcances de su obra destructiva de la institucionalidad democrática del Ecuador y el espesor del blindaje mediático que ocultaba esos sistemáticos atropellos a la democracia y el estado de derecho perpetrados por el gobernante ecuatoriano. 

El caso más dramático por sus probables fatales consecuencias fue la farsa construida para destituir al ex-vicepresidente Jorge Glas, acusado y condenado injustamente con falsas evidencias que nunca pudieron ser comprobadas. Pero, como lo enseña el caso de Lula y las declaraciones del juez Sergio Moro, ya no hacen falta pruebas. En la era del “lawfare” o del Plan Cóndor.2 lo que importan son las convicciones de los jueces, no las evidencias. Por eso Glas fue condenado.  Para colmo, se lo condenó apelando a un Código que había sido derogado. La razón: poder aumentarle la pena a seis años de prisión y evitar de ese modo que recuperase a tiempo su libertad para cumplir con lo que le quedaba de su mandato y competir en la próxima contienda electoral. Empeorando aún más las cosas, en fechas recientes Glas fue trasladado fuera de Quito, a una prisión de máxima seguridad y deleznables condiciones de detención en Latacunga (a unos 80 kilómetros de la ciudad capital). 

Ningún ser humano – independientemente de su calidad de ex vicepresidente- debería ser tratado de manera tan humillante y violatoria de sus derechos humanos fundamentales, incluso alejándolo de su familia. Este maltrato motivó que Glas iniciara una huelga de hambre como protesta por dicha medida, misma que se mantiene hasta hoy, sumando ya 39 días en esas condiciones mientras el gobierno desoye las exhortaciones de la Asociación Iberoamericana para la Defensa de los Derechos Humanos y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que aceptó la denuncia elevada por el abogado defensor de Glas en contra del gobierno ecuatoriano. A resulta de estos abusos su salud se encuentra seriamente deteriorada, pero el gobierno permanece inmutable ante esta lamentable situación. El odio ante cualquier persona, norma o institución sospechosa de “correísmo” prevalece sobre cualquier tipo de consideración moral. Ojalá que Glas reflexione y no prosiga con su huelga de hambre. No debe inmolarse a causa de los ataques de sus verdugos. Ecuador lo necesita para reconstruir su democracia dañada por obra de este tirano blindado mediáticamente y sus mandantes que, hace unos veinte años, hundieron al país en la peor crisis de su historia. 

Pero hay más. De un plumazo Moreno descabezó la Corte Constitucional y suspendió su funcionamiento por tiempo indefinido. No sólo quedó acéfala: tampoco está en actividad. No escuché a ninguno de los “periodistas independientes” que sacan pecho en toda Latinoamérica y España denunciar una decisión de tamaño calibre. Imagine la lectora o el lector cómo este “paraperiodismo” (el “paraperiodista” es a los periodistas lo que los “paramilitares” son a los militares) habría reaccionado si algo semejante hubiera ocurrido en la Bolivia de Evo, en la Argentina de Cristina Fernández o en el Brasil de Lula y Dilma, para ni hablar de la Venezuela bolivariana. 

De igual modo Moreno intervino en el Consejo Nacional Electoral cuyo directorio, pluripartidista en la época de Correa, ahora está constituido exclusivamente por partidos adictos al régimen. Su misión: escrutar las listas de candidatos a todos los cargos de la próxima elección de alcaldes y concejales y proscribir, de modo irrefutable, cualquiera que incluya a “correístas” o candidatos desafectos al actual gobierno. La “limpieza” política, la proscripción, la persecución se realiza con una prolijidad y meticulosidad digna de mejores causas.Y ahora el dictador va por Correa, contra el cual elevó un pedido de captura a la Interpol que fue desestimado al carecer por completo de fundamento. Ya antes había manipulado un referendo y consulta popular (el 4 de Febrero de 2018) en el cual se había aprobado una reforma, ¡con efecto retroactivo!, que impediría -de por vida- que Correa se postulase como candidato presidencial o a cualquier cargo público.  Aprobar leyes o dictar resoluciones con efecto retroactivo –una verdadera monstruosidad jurídica- es parte de lo que enseñan a sus alumnos latinoamericanos los profesores que dictan cursos de “buenas prácticas” en diversos programas del gobierno de Estados Unidos. Sergio Moro, el verdugo de Lula, fue un destacado estudiante en esos programas.    Y esto no es todo: Moreno intervino el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, transitoriamente se dijo, pero esa medida provisoria se mantiene desde hace dos años sin perspectiva de normalización. En la misma línea, designó funcionarios del más alto nivel –nada menos que el Contralor General del Estado y el Superintendente de Bancos- soslayando la previsión constitucional que exige que para tal designación se requiere de la aprobación de la Asamblea Nacional. También intervino la Universidad de Guayaquil y nombró a su capricho al Rector, decanos y administradores sin atenerse a reglamento alguno. En línea con las órdenes que recibe con todo tipo de genuflexiones desde Washington, cierra el cerco sobre Julian Assange, y le impone condiciones propias de una celda de máxima seguridad a quien es un verdadero campeón de la libertad de prensa en el mundo moderno. Un gesto que ilustra la valentía y la calidad de estadista de Moreno es que en fechas recientes se le requirió a Assange que pagara por su comida, amén de otras exigencias que denotan una creciente animosidad hacia el australiano que tanto ha hecho para que la verdad sea conocida en el mundo. Obsecuente hasta lo indecible abandona la UNASUR, vitupera la memoria de sus fundadores e incorpora Ecuador al “Cartel de Lima” hegemonizado por los “narcogobiernos” del México de Peña Nieto y de Colombia mientras se apresta a restaurar la presencia de tropas norteamericanas no sólo en la Base de Manta sino en otras partes del territorio nacional. No es casual que este giro hacia una subordinación total y lambiscona al imperio se acentuó luego de la visita que el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, realizara al Ecuador en Junio del corriente año.

En suma, estamos en presencia de un siniestro personaje sólo homologable a los más infames que dejaran su estela en las tragedias de Shakespeare: traidor, artero, inescrupuloso. El pueblo ecuatoriano, bombardeado y atontado durante tanto tiempo por el coro monofónico de una prensa absolutamente controlada por la derecha y la reacción está comenzando a salir de su letargo. En sus recientes visitas a algunas ciudades de ese país: Manta, Bahía de Caráquez y Pedernales (de la provincia de Manabí)  no hubo nadie que saliera a su encuentro para saludarlo. Más bien, la policía tuvo que trabajar duro para evitar insultos y agresiones. 

¡Qué diferencia con las giras de Correa, que tenía invariablemente una multitud esperándolo, ansiosa de conversar con él, sea para reclamarle obras o políticas tanto como para agradecer su presencia y sus actos de gobierno! Pero, el consenso fabricado por el imperialismo y su impresionante aparato de medios y el “paraperiodismo” (eufemismo: “periodistas independientes”) hace que, por ahora, muy poco de esto aparezca ante los ojos de la opinión pública. Tamaña complicidad de los medios y de la opinión “bienpensante” con un déspota como Moreno nos lleva a preguntarnos: ¿será que hay tiranos virtuosos y otros que no lo son? O como decía Franklin D. Roosevelt cuando sus congresistas le reprochaban su apoyo a la tenebrosa dictadura de Anastasio Somoza. “Es un hdp”, le decían. “Es cierto”, respondía Roosevelt, “¡pero es nuestro hdp!” Reemplácese el nombre del nicaragüense por el de Moreno y descubriremos la razón por la cual un personaje de su calaña cuenta con todo el apoyo de la prensa y la clase dominante no sólo en Ecuador sino en todo el mundo capitalista. Por suerte la historia nos muestra que gobernantes como él no tienen mucha gasolina en su tanque y lo más probable es que más temprano que tarde  el pueblo ecuatoriano diga basta y lo arroje a puntapiés del Palacio de Carondelet. 

Borbonia


Borbonia

 

El rey sabe que eso es mentira. Salvo que no lea los periódicos, vea las teles o hable con alguien. Y aun así, estará en las redes, tendrá whatsap, echará una ojeada al Tuiter.  Hoy no es posible no estar informado. Sabe que miente. 

Los sofistas y los retóricos enseñaban a componer discursos convincentes en favor de causas falsas o inmorales o imposibles. Enseñaban a mentir. Pero sse esforzaban. Lo mismo que los asesores de comunicación hoy. Aunque, con el Borbón lo tienen fácil, pues lo trae aprendido de casa. Lo colocan cabe una mesa de caoba taraceada y una bandera de España cuyo escudo se come la europea y este hombre puede decir lo que quiera, que no lo escucha nadie. Solo hay que avisarle de que no se ría. 

Porque dice mentiras como los elefantes que su padre cazaba. Aunque un obsequioso Vargas Llosa compare su discurso con el del progenitor cazapaquidermos el 23 de febrero y haya quien lo iguale al de Lincoln en Gettysburg, no pasa de ser un conjunto de vacuidades, sinsorgadas y puras fantasías. 

¡Vamos, que España es vista en el exterior como un país serio! El hombre no ha mirado ni una de esas encuestas de autoevaluación cruzadas por países que se hacen een Europa. España es consistente número uno en país para ir de vacaciones; en fin; y no sigo. En cuanto a los derechos humanos, con nueve personas encarceladas más de un año sin juicio, está dicho todo. 

El resto del bavardage real mueve a risa. Sobre todo porque se hace en un acto de boato en el marco del cuadragésimo aniversario de la Constitución de 1978 que están ya celebrando al uso hispano, quizá coronado con algún desfile. Una Constitución que nos dimos entre todos,que nadie cumple, que se suspende de vez en cuando con el 155, que todos quieren reformar, si no derogar y promulgar otra, y cuyos más acérrrimos defensores son quienes en su día votaron en su contra. Lógico, ¿verdad?

Por cierto si, por fin hay reforma de la Constitución, sugiero la inclusión de una cláusula transitoria para cuando Gibraltar forme parte de España, que diga algo así como: "Cuando Gibraltar se reintegre al seno de la Madre Patria se garantizarán a los llanitos los mismos derechos y libertades que al resto de los españoles".

Borbonia

Borbonia

El rey sabe que eso es mentira. Salvo que no lea los periódicos, vea las teles o hable con alguien. Y aun así, estará en las redes, tendrá whatsap, echará una ojeada al Tuiter.  Hoy no es posible no estar informado. Sabe que miente. 

Los sofistas y los retóricos enseñaban a componer discursos convincentes en favor de causas falsas o inmorales o imposibles. Enseñaban a mentir. Pero sse esforzaban. Lo mismo que los asesores de comunicación hoy. Aunque, con el Borbón lo tienen fácil, pues lo trae aprendido de casa. Lo colocan cabe una mesa de caoba taraceada y una bandera de España cuyo escudo se come la europea y este hombre puede decir lo que quiera, que no lo escucha nadie. Solo hay que avisarle de que no se ría. 

Porque dice mentiras como los elefantes que su padre cazaba. Aunque un obsequioso Vargas Llosa compare su discurso con el del progenitor cazapaquidermos el 23 de febrero y haya quien lo iguale al de Lincoln en Gettysburg, no pasa de ser un conjunto de vacuidades, sinsorgadas y puras fantasías. 

¡Vamos, que España es vista en el exterior como un país serio! El hombre no ha mirado ni una de esas encuestas de autoevaluación cruzadas por países que se hacen een Europa. España es consistente número uno en país para ir de vacaciones; en fin; y no sigo. En cuanto a los derechos humanos, con nueve personas encarceladas más de un año sin juicio, está dicho todo. 

El resto del bavardage real mueve a risa. Sobre todo porque se hace en un acto de boato en el marco del cuadragésimo aniversario de la Constitución de 1978 que están ya celebrando al uso hispano, quizá coronado con algún desfile. Una Constitución que nos dimos entre todos,que nadie cumple, que se suspende de vez en cuando con el 155, que todos quieren reformar, si no derogar y promulgar otra, y cuyos más acérrrimos defensores son quienes en su día votaron en su contra. Lógico, ¿verdad?

Por cierto si, por fin hay reforma de la Constitución, sugiero la inclusión de una cláusula transitoria para cuando Gibraltar forme parte de España, que diga algo así como: "Cuando Gibraltar se reintegre al seno de la Madre Patria se garantizarán a los llanitos los mismos derechos y libertades que al resto de los españoles".

lunes, 26 de noviembre de 2018

Imperialismo económico


La marca España

 

En marzo de 2016, el gobierno de ladrones y corruptos encabezado por M. Rajoy (a) Sobresueldos, decidió que no se sometería al control parlamentario porque, al encontrarse  en funciones, la cámara no le había otorgado su confianza y no estaba obligado a rendir cuentas. La responsabilidad de esta matonería interpretativa correspondía a la entonces vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, una roma franquista convencida de ser una jurista más fina que Kelsen. 

Recurrido este golpe de mano dictatorial por toda la oposición ante el Tribunal Constitucional, este órgano falla dos años y medio más tarde que el gobierno de entonces vulneró la ley.

¿Hace falta un TC y dos años y medio de deliberaciones para saber que aquella decisión era un atropello para gobernar tiránicamente? ¿No era obvio en el primer instante? El gobierno estuvo, por tanto, diez meses actuando ilegalmente, gracias a un TC complaciente que siguió dando muestras de su servilismo a los deseos de los gobernantes.

¿Y qué sucede con las decisiones tomadas en esos diez meses? ¿No son nulas? ¿No son decisiones ilegales?  ¿No hay gente perjudicada? El país entero, ¿no fue perjudicado? Con este criterio, tres ministros del PP plantaron al Parlamento e incomparecieron. Fueron Morenés (defensa), Pastor (Fomento) y Fernández (Interior), los tres con escandalazos de mala o presuntamente delictiva gestión. El de Interior por un presunto delito de organizar una policía política que ahora se demuestra (Villarejo mediante) que fue cierta.

¿Qué pasa con la justicia? ¿Qué sanción tienen los responsables? ¿Ninguna? En cualquier otro país o actividad, estos individuos, el de los sobresueldos, la ratita presumida y la colección de bergantes que formaban aquel gobierno, estarían en la cárcel.

Aquí, Pedro Sánchez, Gebrel Tarik II, nombra a la responsable de aquel atropello miembro del Consejo de Estado, con despacho y un sueldazo que tenemos que pagar todos. Por cierto, este Consejo está para asesorar al gobierno. En realidad no sirve de nada más que de retiro de lujo de un manojo de inútiles, pero, ¿en qué puede asesorar esta franquista que odia el Estado de derecho sobre el cual asesora? Y ¿qué hace la oposición que en su día presentó el recurso al TC cuando se le da la razón? ¿Nada?  Un indeseable como el Sobresueldos puede gobernar diez meses ilegalmente, ¿y no pasa nada? ¿No hay consecuencias?

Todas estas preguntas se responden negativamente. No, no va a pasar nada. Ninguno de estos va a pagar por sus fechorías. Es más, han sido todos recompensados con medallas y canonjías como la del Consejo de Estado. Y lo han sido por los que han venido después, que son iguales a ellos, esperan hacer las mismas fechorías (ya están haciéndolas) y aspiran a que los que vengan después también los premien, como ellos premian a los ladrones salientes.

¿Ven como en España no hay ninguna diferencia entre el Estado y el gobierno de turno? Es el Estado español el que es corrupto y fallido. Y los gobiernos, sean del PP o del PSOE están para que sus paniaguados chupen del latrocinio general, para encubrir los delitos de los otros y para atizar leña a los catalanes que todavía no sé cómo no nos hemos levantado ya en masa contra esta tiranía española insoportable de ladrones e imbéciles. Y no haya cuidado, Podemos y C's son iguales y, si pudieran, harían lo mismo. España está ahí para que estas bandas organizadas de delincuentes la esquilmen mientras el pueblo los vota con el servilismo tradicional de la raza.
Este es un ejemplo más de la "Marca España", ese invento de la banda para seguir robando. Porque nada hay más "marca España" que el hecho de que sea necesario crear este órgano para mentir sobre el país, ya que la propia España es incapaz de hacer nada digno de encomio. La "marca Alemania", la "marca Francia", la "marca Reino Unido" la llevan mundo adelante sus productos y sus políticos, empresarios, estudiosos; cosas y personas dignas. En España hay que montar otra carísima mentira institucional para tratar de engañar a la gente a costa del contribuyente español y dársela a dirigir a un inepto, un franquista redomado, un típico monárquico, incompetente y catalanófobo que ha hecho mangas capirotes con los dineros públicos y privados, Carlos Espinosa de los Monteros. La gestión de este individuo, retoño de la oligarquía nacional-católica española, se resume en dos puntos: atacar a Catalunya cuanto ha podido y hacer el ridículo con la presencia de España en el exterior. Y lo ha hecho tan a fondo en su incompetencia que los empresarios han tenido que contratar por su cuenta otra campaña exterior de medio millón de € para combatir el descrédito de España que este individuo no ha conseguido parar.

En un post posterior hablaremos de la gloriosa ejecutoria de este mismo personaje al que dejan bien colocado como presidente de la Mutua Fraternidad-Muprespa. Otro chiringuito de amiguismo, nepotismo, enchufismo y corrupción, en donde colocar con dinero público a una partida de compadres y comadres, todos ellos del PP o del PSOE o aledaños, con sueldos estratosféricos y pensiones millonarias a cambio de no hacer nada y contribuir a que siga esta función de saqueo del erario.
 

Dualidad de poderes

Dualidad de poderes

Dualidad de poderes


Dualidad de poderes

 

Dos mundos.
Esta noticia tiene su interés. No es la inconmesurable victoria que ha obtenido España sobre la pérfida Albión, venganza de la Invencible y aniquilación del Tratado de Utrecht, por la cual, aunque la Union Jack ondee en el Peñón, el bacalao lo cortarán los españoles. No lo es. Por esta razón no aparece en los medios españoles, volcados todos en loar la hazaña diplomática hispana, prueba de que el país es alguien en la unión Europea. Para el nacionalismo español, la de Torra en Lledoners es una noticia menor, autonómica, sin trascendencia nacional como la tienen, en cambio, las elecciones andaluzas, en donde se juega el destino de España, según Iglesias. España, Andalucía, el destino. Y El amor brujo de Falla. "¡Soy la voz de tu destino! ¡Soy el fuego en que te abrasas!".
La batalla diplomática ha sido otro "¡Gibraltar español!" de rancia prosapia.
En Andalucía se juega la suerte de los distintos partidos en los próximos cuatro años; no el destino de Andalucía. Y menos el de España.
El destino de España se juega en Catalunya, en una situación de coexistencia de dos poderes de hecho, muy asimétricos. El Estado y la Generalitat. Ambos con proyectos políticos diferentes y antagónicos. Y con grados de precisión muy distintos. El del Estado es confuso, indefinido, consiste en una defensa del statu quo con escasa convicción. Lo defiende, sí, pero cree imprescindible reformarlo. Es más, ofrece una oscura reforma a cambio de su conservación. El de la Generalitat es claro, está definido y forma parte de un propósito final también claramente expuesto: la independencia.
¿No tiene importancia que el presidente de una Comunidad Autónoma, que es el Estado en ella, vaya a visitar y a celebrar reuniones de trabajo con los presos políticos de ese Estado? Es una parte del Estado, un "fragmento de Estado", que diría Jellinek, opuesto al mismo Estado. Es un poder republicano enfrentado de hecho a un Estado monárquico. 
Son dos poderes. Son dos mundos. El periódico titula presos políticos, locución prohibida en los medios españoles pues designa una realidad que el Estado no acepta, la existencia de presos políticos. Para él son "políticos presos" y por eso mismo debiera encontrar más reprobable que el presidente de la Generalitat acudiera a trabajar oficialmente con unos presos ordinarios. 
Ni el Estado, ni el gobierno, ni los partidos pueden impedir que el presidente de la Generalitat acuda a conferenciar con los dirigentes independentistas encarcelados. Y ya quisieran, porque así se coordina la estrategia independentista, ya que el MHP Torra es el puente de unión entre los presos/as y el Consell per a la República. 
Es en Catalunya en donde España se juega su futuro. No en Andalucía.

¿Qué es un "ultraje"?


¿Qué es un "ultraje"?

 

Dejemos de lado la sospecha de que acabaremos con más cómicos en la cárcel o en el exilio que en el ejercicio libre de su profesión. Si es una forma de fomentar la circulación en los puestos de trabajo parece algo drástica. Y, desde luego, no ayuda a los ejercientes a dar libre rienda a esa libre profesión.

Desde el punto de vista jurídico, el asunto es meridiano. El art. 543 del Código penal es claro y lo que ha hecho Dani Mateo entra de lleno en el delito de ultraje y el juez ha de actuar. Si se cree excesiva la acusación, modifíquese el Código penal, pero no se cuestione al juez.

No obstante, algo podrá decirse sobre cómo el asunto será vapuleado dentro de unos años en el TEDH cuando se invoque la libertad de expresión que también ampara quemar banderas. Y la utilidad, por cierto, aunque no sea jurídicamente importante. El gesto de Dani Mateo contribuye a prevenir la quema de banderas. 

Fuera de bromas, sonarse los mocos en la bandera española es un ultraje a la bandera española en cuanto símbolo de España.

Bien. Y ¿qué es ultrajar? Según la RAE: 1) Ajar o injuriar. 2) Despreciar o tratar con desvío a alguien. 3) En El Salvador y Venezuela, violar (tener acceso carnal con alguien en contra dee su voluntad).

El predominante y el que usa el juez es el 1) sobre todo, ajar, manosear, maltratar, arrugar. ¿Qué se ha ajado aquí? Algo material, pues solo lo material se aja; lo espiritual o ideal, nunca. La rosa se aja y se marchita; la idea de la rosa, no. Algo tiene que ver el tiempo, pero no lo perdamos ahora. Si los mocos de Dani Mateo ajan algo, es un trapo, que usa como pañuelo de sonarse. Eso no puede ser un ultraje.

Claro que lo es, razona el juez y quienes instan su acción, porque lo que se ultraja (o aja) no es el paño, sino lo que simboliza, el símbolo de España.

Al margen de que lo simbolizado nunca se podrá ultrajar, queda por determinar qué alcance tiene el símbolo de España. Para no irnos muy lejos, el art. 123 del Código penal de 1944 declaraba entes ultrajables en España "la Nación española o el sentimiento de su unidad, el Estado o su forma política, así como sus símbolos y emblemas". La forma de Estado de entonces, la dictadura, ya no es ultrajable sino, al contrario, objeto de toda clase de injurias y vejaciones, tan aceptables como los "ultrajes" de antaño. Nada. Las dictaduras no son ultrajables. Pero son o han sido símbolo de España, que muda de símbolos como di pensiero. ¿Y qué decir del "sentimiento de la unidad de España" que hoy ya no es ultrajable, al menos claramente?

A la nación española aquí ultrajada del juez le pasa como a la forma de Estado del dictador, que puede llegar a ser ultrajable y hasta con razón. No hace falta el paso del tiempo para comprobarlo. Puede hacerse ahora mismo: esa nación española ultrajada del juez, no es la nación de muchos sectores en la sociedad española que reniegan de esa nación porque tienen la suya.

El juez que diligentemente se apresta a hacer justicia a la nación española lo hace frente a unos acusados que niegan a su nación el derecho a juzgarlos por ultraje.

¿No estamos despistando? En absoluto. El ultraje de Dani Mateo es a lo material, pero el de los independentistas es mucho más grave, pues apunta a la base de legitimidad de la conciencia nacional española. Es mucho más que un ultraje y por eso los procesan por rebelión y sedición. 

¿Acaso no está la ultrajable nación española ajada, manoseada, maltratada y marchita? La idea de que su símbolo solo sirve para sonarse los mocos es perfectamente respetable a fuer de crítica y hasta excelsamente patriótica, mucho más que los hipócritas que la denuncian, pues nace de la desesperación al ver el desastre a que ha llevado el país una mezcla de delincuentes e ineptos. Algo en lo que están todos de acuerdo. Hasta los jueces.

Especialmente los jueces.

Dejen a Dani Mateo en paz. Su gesto refleja un estado de ánimo muy extendido. 

Cuba: Ataque a Más Médicos es resultado de una conspiración fraguada en USA

Ataque a Más Médicos es resultado de una conspiración fraguada en USA

No me gusta usar medias tintas para identificar a los acontecimientos, ni tengo censor que me obligue a expresar libremente mi punto de vista sobre ellos. Es por ello que, al referirme al caso relacionado con el intento de desmontar en Brasil el programa Más médicos, puedo asegurar que estas acciones responden a una conspiración secreta planificada, organizada y financiada en Estados Unidos que involucran al propio presidente Trump, a su secretario de Estado Mike Pompeo, al senador Marco Rubio, a otros altos funcionarios de la inteligencia USA y, particularmente, al presidente electo brasileño Jair Bolsonaro. La embajada norteamericana en Brasil y los consulados en Belo Horizonte, Fortaleza, Manaos, Porto Alegre, Recife, Rio de Janeiro, Salvador, y Sao Paulo, monitorean este plan.
El objetivo de esta conspiración está claro: conjuntamente con el recrudecimiento del bloqueo económico contra Cuba y la persecución a compañías que lo violan, la prohibición de viajes a Cuba por parte de turistas norteamericanos y la lista prohibida de centros turísticos que los mismos pueden visitar, la recrudecida guerra mediática y la desinformación sobre la base de fake news,  el ataque a Más Médicos persigue 1) eliminar para Cuba una importante fuente de ingresos y 2) promover la deserción de un importante número de personal de la Salud formado en la Isla, bajo dudosas promesas de beneficio material individual.
La estrategia fue planeada desde marzo pasado en un encuentro secreto entre Bolsonaro y Marco Rubio, según denuncia la revista brasileña Carta Capital. En este tema acordaron no solo –según mis fuentes– las futuras posturas de Bolsonaro contra Venezuela y su posible implicación, de ser necesario, en una intervención armada para derrocar al presidente Maduro. A la par, en el caso Cuba, se manejó la posible ruptura de relaciones diplomáticas con la Isla, contribuyendo a la intención de aislarla internacionalmente.
Rubio, junto a otros miembros del gobierno de Trump vinculados al Departamento de Estado y la CIA, diseñaron qué se haría para desmontar el programa Más Médicos, activado por la ex presidenta Dilma Rousseff en 2013. Bolsonaro se limitó a aceptar esta estrategia y se comprometió a implementarla lo más pronto posible. Uno de los pasos concebidos fue esperar que Cuba, ante las provocadoras acciones de Bolsonaro, retiraría a sus médicos, manipulando esta decisión por medio del tinglado mediático de la prensa de derecha en Brasil y empleando a diversos factores “de opinión” y de legislación para trastrocar y viciar la verdad. Para dar continuidad a los iniciales acuerdos un hijo de Bolsonaro se entrevistó en el reciente agosto con Steve Bannon, uno de los artífices del triunfo de Trump y cercano colaborador a él.
Estados Unidos, según los acuerdos, apoyaría mediante la diplomacia los intentos de Bolsonaro por torpedear el programa Más Médicos, cosa que acaba de materializarse con las recientes declaraciones de la subsecretaria norteamericana de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Kimberly Breier.  A esto se suma la prometida visita de John Bolton, el asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, quien anunció hoy que visitará Río de Janeiro el próximo 29 de noviembre para reunirse con el mandatario electo de Brasil, Jair Bolsonaro.
Todo un conjunto de organismos internacionales como Solidaridad Sin Fronteras (SSF), la ONG radicada en EEUU Cuban Archive, y otros brasileños se involucrarían para dar soporte a las acciones de Bolsonaro, tanto en los grandes medios como en las redes sociales. Las recientes acciones y declaraciones de la Asociación Nacional de Juristas Evangélicos (ANAJURE) de Brasil de ofrecer asesoría jurídica a aquellos médicos que deserten es parte de este plan macabro. También otros que se han involucrado en la campaña contra Más Médicos son el Partido Demócrata, los colegios médicos entre los que se destaca la Asociación Médica Brasileña,por citar algunos.
Los sitios contrarrevolucionarios Diario de Cuba, CiberCuba y Radio Martí, entre otros se han convertido en voceros mediáticos de las acciones que realizan en las redes sociales. La falaz emisora se hizo eco de las declaraciones de la irlandesa  Annarella O'Mahony,fundadora del grupo de Facebook “No somos desertores, somos cubanos libres”, al divulgar el lunes 19 un programa  Levántate Cuba, donde se dio a conocer el acciones de los mismos en la red Twitter, dedicados a incitar a la deserción de médicos y personal de la salud cubanos en Brasil.
Otro complotado en el plan es el médico desertor Alioski Ramírez Reyes, auto titulado Presidente de la Asociación de Cubanos Libres de Brasil, quien mantuvo el mismo discurso anticubano y reclamó más apoyo de organizaciones como Reporteros Sin Frontera y otros.
Otra complotada y de viaja data en eso de satanizar a Cuba fue la desertora Anaymaría Vargas Ponciano, graduada en 2010 y actualmente en Estados Unidos, quien lanzó convocatorias a la deserción y manipuló la esencia humanista de la ayuda médica cubana a Brasil.
Otra artimaña dentro de este plan fue promovida por el abogado brasileño Jorge de Oliveira Beja, quien presentó ante el Supremo Tribunal Federal brasileño un recurso de "habeas corpus" para que los 8.332 médicos cubanos, que trabajan actualmente en Brasil y fueron convocados de regreso a su país, puedan permanecer en sus puestos como asilados o con visas de residencia permanente.
Para manipular a la opinión pública fue usada la desertora Ramona Rodríguez Matos, quien pidió asilo en la embajada norteamericana en Brasil, luego de ser acogida  al llamado “Cuban Medical Professional Parole”, programa de los Departamentos de Estado y de Seguridad Nacional de EEUU creado para acoger como refugiados políticos a los cooperantes médicos de Cuba en el mundo, en cualquier embajada o consulado norteamericano.
Mucho trecho queda por ver para un desenlace a este asunto. Mientras los conspiradores pretenden dañar a Cuba, perjudican realmente a los pobres ciudadanos de Brasil despojados a partir de ahora del acceso a la salud. Cuba, lo sé, no aceptará chantaje o manipulación alguna. Para los médicos que pretendan abandonar su misión, congraciarse con el enemigo y rehuir al humanismo en provecho personal, basta hacerles recordar a la figura del doctor Mario Muñoz Monroy, médico entre los asaltantes al cuartel Moncada, desplegado en el hospital, desarmado y asesinado por la espalda por las hordas batistianas el 26 de julio de 1953, precisamente cuando cumplía 41 años. Su entrega y humanismo serán un baldón y afrenta para el desertor.

De la crisis de régimen a la reforma constitucional (im)posible. Jaime Pastor Viento Sur

De la crisis de régimen a la reforma constitucional (im)posible. Jaime Pastor
Viento Sur

Cuando se van a cumplir 40 años de la aprobación en referéndum de la Constitución española, entre las elites políticas autodenominadas constitucionalistas crece la necesidad de abordar, más pronto o más tarde,su reforma en un sentido u otro a la vista de las grietas que se han ido abriendo dentro del régimen durante todo este tiempo. La más visible es sin duda la fractura nacional-territorial, agravada desde la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 sobre el nuevo Estatuto de Autonomía catalán hasta llegar al referéndum del 1-O de 2017 y a la judicialización del conflicto. Con todo, no olvidemos que persisten la crisis sociopolítica abierta desde el giro austeritario de mayo de 2010 y la posterior reforma exprés del artículo 135 en septiembre de 2011, la derivada de la corrupción estructural y transversal al bloque de poder que lo sustenta y, ahora, la que está poniendo al desnudo a la cúpula del poder judicial y sus afinidades con el poder financiero y el viejo bipartidismo en vísperas del juicio al procès. A todas ellas se suma la que está afectando a la monarquía, sobre todo después de su discurso del 3 de octubre de 2017, desafiada por un creciente rechazo que va más allá de Catalunya, como estamos viendo en los pronunciamientos de algunos parlamentos autonómicos y ayuntamientos como el de Barcelona, así como en la extensión de las consultas sobre la forma de Estado a diferentes distritos de Madrid y a un creciente número de Universidades.
Unas grietas que además han ido acompañadas de un arsenal legislativo 1/ y penal dispuesto a justificar ataques a libertades y derechos fundamentales mediante la interpretación abusiva de conceptos como rebelión, sedición, terrorismo u odio, mientras se banalizan otros que afectan muy especialmente a las mujeres y a las personas migrantes. Manifiestos como “No hay justicia” vienen a recordarnos oportunamente las distintas formas que está adoptando un estado de excepción selectivo y extensivo contra cualquier disidencia o protesta que pueda cuestionar alguno de los pilares de este régimen o de instituciones como la Iglesia católica, mientras persiste la impunidad de quienes no ocultan su nostalgia de la dictadura franquista.
En medio de este panorama, y pese a que el ciclo abierto por el 15M y, luego, por el ascenso electoral de Podemos no ha llegado a satisfacer las expectativas de ruptura con el régimen, vemos cómo los principales partidos siguen mostrando su temor a que la simple apertura de un debate parlamentario sobre la reforma constitucional pueda verse desbordada por las reclamaciones procedentes de una mayoría de la sociedad catalana, pero también por las de quienes exigirán el blindaje de los derechos sociales, la separación de la Iglesia católica y el Estado o… la república. Buena prueba de esas reticencias, incluso para la siempre aplazada reforma del Senado, es la inoperancia de la Comisión creada al efecto en el Congreso a pesar de la larga lista de ponentes que ha pasado por ella.
Es cierto también que las derechas españolas no ocultan cuáles serían sus propuestas en el caso de que se abriera un proceso de reforma constitucional. Éstas irían encaminadas obviamente, en los casos de PP y Cs, hacia un proceso de recentralización política que nos remontaría a 1977, seguido de una reforma electoral excluyente de los partidos de ámbito no estatal, junto con un refuerzo del papel de la monarquía, entre otras medidas. Frente a esas derechas cada vez más en sintonía con la nueva ola reaccionaria internacional, el PSOE, fiel a la razón de Estado y a la preservación de la unidad de España, difícilmente estará dispuesto a hacer frente a esa deriva.
Aun así, los posibles puntos de coincidencia entre PP y Cs, por un lado, y PSOE, por otro, no parecen suficientes para emprender una reforma constitucional con garantías de llegar a buen puerto, enfrentados como están ya en este inicio de ciclo electoral. Por eso la apuesta de las derechas españolas parece ser recuperar una mayoría parlamentaria que les permita gobernar y conquistar la hegemonía necesaria para emprender un proceso de autorreforma involucionista en toda regla.
Una perspectiva que va a tener su primera prueba electoral el próximo 2 de diciembre en Andalucía, un terreno que no es el mejor para la estrategia de esas derechas y que, por el contrario, puede servir al PSOE, si no sufre un desgaste significativo, para valorar la conveniencia o no de la convocatoria de unas elecciones generales anticipadas antes incluso de las municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo del próximo año. Porque es evidente que, tras los fiascos sufridos–también, no lo olvidemos, por Unidas Podemos– en la elección del Consejo de RTVE y del Consejo General del Poder Judicial, así como en la ya imposible aprobación de los Presupuestos (cuestionados, pese a su moderación, por el FMI y la Comisión Europea), es probable que Pedro Sánchez opte por esa vía con el fin de reforzar su peso en el Congreso y en el Senado para así ganar más margen de maniobra, especialmente ante las consecuencias que puede tener el desenlace del juicio al procès. Todo ello en medio de las sombrías perspectivas económicas que amenazan de nuevo a escala global y que pueden tener en la Unión Europea efectos más desintegradores con una extrema derecha en ascenso. Hasta Jürgen Habermas, uno de los más firmes defensores del europeísmo, reconocía recientemente “la descomposición de estilo trumpiano que está afectando incluso al corazón de Europa”.
Por estas y otras razones no es difícil coincidir con Javier Pérez Royo cuando sostiene que “nos encontramos en una suerte de callejón sin salida. Si resulta difícil que se formen mayorías de gobierno, ¿cómo se van a formar mayorías tan cualificadas como las precisas para la reforma o la revisión de la Constitución?” 2/.
En efecto, ése es el panorama en el 40 aniversario de la Constitución: ni garantías de gobernabilidad ni condiciones suficientes para abordar una reforma de ese texto, modificado desde arriba por la Constitución material que en el marco europeo se ha ido conformando a lo largo de las pasadas décadas. En medio de ese bloqueo, la tendencia a la profundización de la crisis de régimen se va a ver agravada además por la estrategia de confrontación –y, a su vez, de competencia entre ellas en su banalización del franquismo, su españolismo reaccionario y su xenofobia– de unas derechas que, ya en palabras de su referente común, José María Aznar, llegan incluso a situar al PSOE de Sánchez fuera de las fuerzas constitucionalistas.
De todo esto no se deriva, como bien sabemos, que automáticamente vayan a existir mejores condiciones para hacer frente a ese bloque reaccionario y desbordar a un tímido social-liberalismo. Hará falta un nuevo ciclo de movilizaciones a escala estatal que vayan confluyendo a favor de la democracia, las libertades y derechos fundamentales y contra las políticas austeritarias que todavía está lejos de producirse.
Una confluencia que ha de ser republicana no sólo por razones meramente democráticas, sino también porque la monarquía borbónica española siempre ha sido un factor de freno del proceso democratizador y, además, se está desvelando como un poder cada vez más corrupto, autónomo e intervencionista. La resolución democrática de esta cuestión mediante un referéndum es la condición previa para que la soberanía popular sea realmente efectiva y se libere de una de las principales hipotecas heredadas de la Transición y no, simplemente, frente a lo defendido por Pablo Iglesias, porque ya no sirva hoy 3/. Una soberanía, además, que deberíamos reivindicar en plural: la de los pueblos que forman parte del Estado español y que libremente, como el catalán, puedan decidir su futuro, incluida la independencia 4/.
Ése es un horizonte rupturista que hoy parece lejano, pero que ha de seguir siendo la brújula con la que caminar frente a la continuidad de un régimen en quiebra y a unas políticas neoliberales que, aun en su versión menos dura, no dejarán de agravar las distintas formas de desigualdad y de depredación ambiental.
Datos como los de una reciente encuesta, difundida por el diario El País el pasado 11 de noviembre, titulada “Diez años de crisis. Valoraciones y cambios tras la crisis”, vienen a confirmar que la experiencia vivida a lo largo de la última década no ha transcurrido en balde: más del 90% de la ciudadanía responsabiliza a la banca y a la clase política de la Gran Recesión, un 42% considera incompatible el capitalismo con la democracia y también son altos los porcentajes de la población que denuncian el aumento de las desigualdades, exigen una política fiscal progresiva y muestran su disposición a pagar más impuestos a cambio de unas pensiones dignas.
Respuestas todas ellas que demuestran que hay razones para la esperanza y para exigir que fuerzas como Unidas Podemos cambien de rumbo y dejen de adaptarse al eje convencional izquierda-derecha (situando en el primero al PSOE) frente a lo que fue la razón de su propio nacimiento como alternativa al bipartidismo y a este régimen. Un giro radical imprescindible si se quiere efectivamente mantener “el impulso constituyente que empujó el 15M y que empuja hoy el movimiento feminista”, como sostiene Pablo Iglesias en el artículo ya citado. Un giro, en fin, que debería llevar a recuperar el espíritu del Manifiesto fundacional con el que nació en la campaña de las elecciones europeas de mayo de 2014, frenando la involución burocrática actual. Es posible que ya sea tarde para eso, pero ojalá experiencias como la de Adelante Andalucía, más allá incluso de los resultados que pueda alcanzar este 2 de diciembre, sirvan de estímulo para ir reconstruyendo un movimiento político plural, alejado del partido crecientemente burocratizado al que está conduciendo la actual dirección de Podemos.
Notas
1/ Según estadísticas del Ministerio del Interior, la aplicación de la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como Ley Mordaza, aprobada en abril de 2015, ha significado la aplicación de 45,5 sanciones diarias, con un total de 43.749 sanciones por un total de 6,5 millones de euros, desde entonces hasta diciembre de 2017. Esto ha llevado a una llamada de atención desde el Consejo de Europa sobre los graves ataques que está ley está significando a las libertades de expresión, reunión y manifestación, exigiendo también que cesen las llamadas devoluciones en caliente en las fronteras de Ceuta y Melilla. Pese a que Pedro Sánchez prometió derogarla, ahora parece que sólo se va a plantear algunas modificaciones.
2/ Losada, A. y Pérez Royo, J. (2018) Constitución: la reforma inevitable. Monarquía, plurinacionalidad y otras batallas.Madrid-Barcelona: eldiario.es y Roca Ed., p. 58
3/ Pablo Iglesias, “¿Para qué sirve hoy la monarquía?”, El País, 22/11/2018.
4/ He desarrollado esta y otras cuestiones relacionadas en “Debates constituyentes ineludibles”, viento sur, 03/12/2016. Accesible en www.vientosur.info/spip.php?article11968
Jaime Pastor es politólogo y editor de viento sur.
Fuente: http://www.vientosur.info/spip.php?article14394

Pensar el mundo: Spinoza el maldito Juan Pedro García del Campo El Viejo Topo

Pensar el mundo: Spinoza el maldito
El Viejo Topo

Nota de edición: Tal día como hoy [24.XI] en 1632 nacía en Ámsterdam Baruch Spinoza. Su obra fue uno de los más polémicos e influyentes proyectos de rebeldía, rechazo de todas las formas de trascendencia, confesional o metafísica, y reivindicación absoluta de la inmanencia.


Introducción
Spinoza: una filosofía materialista

Pensar el mundo: Spinoza el maldito
Todo pensar lo es en unas coordenadas: espaciales y temporales. Nadie piensa en el vacío y, por eso, el pensamiento se ocupa siempre de unos asuntos determinados a los que se enfrenta de una manera concreta. Esa determinada selección de asuntos y ese modo de enfrentarlos marcan una singularidad; una singularidad que, sin embargo, no se origina en la subjetividad del pensador entendida como originalidad fundante.
La filosofía de Spinoza se desarrolla durante el tercer cuarto del siglo XVII en el contexto de las polémicas y conflictos (religiosos, científicos, económicos, organizativos: políticos) que sacuden a la República holandesa de las Provincias Unidas.
La República holandesa de las Provincias Unidas presenta, como consecuencia de los avatares del proceso histórico, unas singularidades de funcionamiento tan específicas que permiten incluso a hablar –en expresión ya consagrada– de una cierta “anomalía” holandesa.
La larga y cruenta guerra en la que las Provincias Unidas conquistan su independencia (desde finales del XVI y durante toda la primera mitad del XVII) se ha desarrollado precisamente en paralelo al proceso de su conversión en el centro de esa misma relación global que está recomponiendo los espacios internacionales de poder e influencia y el desarrollo ciudadano, y la importantísima red de relaciones económicas que los comerciantes holandeses están tejiendo en prácticamente todo el planeta ha trastocado también la correlación de fuerzas entre las diversas élites que conviven en la naciente República: así, junto a la nobleza territorial (cuya cabeza visible son los sucesivos personajes que se encuentran al frente de la casa de Orange), la burguesía “industrial” y, sobre todo, financiera y comercial ha alcanzado tal importancia económica y política que es capaz de influir de manera decisiva en la orientación de las decisiones organizativas.
Por eso, a pesar de los intentos que los príncipes de la casa de Orange no dejaron de protagonizar para hacerse con el control político, mientras toda Europa se lanza por la senda de la centralización monárquica y del desarrollo de un poder absoluto, las Provincias Unidas se constituyen como una república que, además de excluir la figura de un rey, excluye también la centralización y opta por un desarrollo de corte casi federativo (que, además, permite la formulación de las primeras teorizaciones burguesas de la libertad de comercio y de una política de la libertad individual, en la obra de autores como Bodino, Hugo Grocio o Althusius). Por eso también, mientras en toda Europa los espacios estatales tienden a aglutinar ideológicamente la cohesión y la obediencia a partir de la adopción de una determinada confesión religiosa (poniendo en práctica el nuevo principio: cujus regio ejus religio), en Holanda se mantiene –y es el único lugar en Europa en el que sucede– una dificultosa pero abierta libertad religiosa.
Baruch Spinoza nació en Amsterdam en 1632, en el seno de una familia hebrea asentada desde hacía varias décadas en esa ciudad, procedente al parecer de Portugal.
La Comunidad hebrea de Amsterdam se había formado con la presencia de judíos sefarditas procedentes de la península ibérica (en diversas oleadas), recogiendo también judíos askenazíes procedentes de ciudades como Hamburgo y, a partir de 1635, de toda Alemania (como de Polonia-Lituania a partir de 1655). La Comunidad floreció al hilo del desarrollo económico holandés y algunos de sus miembros pudieron incluso participar en 1609 en la creación del Banco de Amsterdam (sin duda, la afluencia de capitales que se produjo con la llegada de exiliados judíos a Holanda tuvo una importante incidencia en el curso de la economía ciudadana) y, en todo caso, su prosperidad corrió en paralelo a los avatares históricos que convierten entonces a Holanda en el centro de la Economía-Mundo.
La distinta procedencia de los judíos que se reúnen en Amsterdam (y las distintas tradiciones de práctica religiosa que incorporan) provocó diversas e importantes polémicas en torno a cuestiones de rito y de ortodoxia, pero, además de estas cuestiones, la vida intelectual de la Comunidad se vio pronto atravesada por el mismo tipo de disputas que sacuden el mundo de los gentiles: no sólo porque existen tradiciones hebreas ciertamente heréticas (que discuten la inmortalidad del alma o el carácter de normatividad universal de los principios de la ley de Noé) que perviven y afloran con la “libertad de pensamiento” que se reconoce en la república holandesa, sino también porque algunos de los judíos que llegan a la ciudad desde el resto de Estados europeos conoce –y participa de– las principales líneas de discusión teórico-ideológica que se debaten en el continente, desde el escepticismo hasta el humanismo, pasando por el deísmo difuso e incluso el ateísmo de corte mecanicista.
Con gran escándalo de la Comunidad –y a veces con un importante eco “externo”– en las décadas de 1630 y 1640 se han producido en relación con la Comunidad e incluso en su mismo seno importantes episodios que ponen de manifiesto la presencia de esa misma conflictividad doctrinal y/o interpretativa: así, las polémicas que enfrentaron a los principales representantes de la Comunidad, como el propio Saúl Leví Morteira con el anabaptista Jan Pietersz, que fue expulsado a gritos cuando, entre 1644 y 1645, pretendía encontrar aclaración racional sobre algunos extremos de la Escritura, o el famosísimo “caso” de Uriel da Costa (de origen portugués y activo propagador de la mortalidad del alma, negador de la autoridad interpretativa de los rabinos y defensor de la racionalidad necesaria en la lectura de los textos sagrados y, también, reivindicador del valor universal de los preceptos noaquitas como legislación superior incluso a la propia Ley de Moisés), cuya perniciosa influencia obligó a Menasseh ben Israel a escribir un tratado defendiendo el principio de la inmortalidad del alma y cuyas sucesivas “excomuniones” y cuya muerte supusieron un escándalo de primer orden.
El joven Spinoza conoció –no podía no conocerlos– aquellos escándalos que debían responder a disidencias bastante extendidas: al parecer, en la escuela Talmud Torá, el propio Spinoza puso a sus maestros en algún aprieto al pedirles la explicación racional de algunos pasajes de la Escritura. Conoció también, no cabe duda, las polémicas teológico-políticas que se produjeron en Holanda: desde 1649 empezó a ocuparse del negocio familiar y, por tanto, a relacionarse también con el mundo de los goyim. Y, sobre todo, tenía 18 años cuando en 1650 se produce (en alianza con la Iglesia calvinista) el intento de “golpe de Estado” de Guillermo de Orange, particularmente centrado en la ciudad de Amsterdam. Joven de su tiempo, desde 1652 establece contactos con cristianos de Amsterdam especialmente conocidos por sus posiciones “radicales” a partir del momento en que se acerca a las clases de latín de Franciscus van den Enden (católico y, al parecer, antiguo jesuita que participó en la guerra contra España, en cuya casa se reúnen para recibir una formación humanística de primer orden los hijos de las principales familias de la elite republicana) y, a partir de 1655, tiene también contacto directo con el judío deísta y escéptico Juan de Prado, que por su profesión ha recorrido Europa y es perfecto conocedor de la tradición libertina desarrollada en Francia y –al igual que Uriel da Costa– abierto defensor de la racionalidad frente a la ortodoxia y detractor de la Ley Oral en defensa de una legislación moral y política universalista que viene a poner en cuestión la necesidad “mediadora” de la Ley de Moisés y de la ortodoxia rabínica.
Independientemente de polémicas estériles sobre el origen de la suya, es claro que Baruch Spinoza conoció las principales heterodoxias de su tiempo y que desde su juventud se movió en unos ámbitos en los que los conflictos abiertos en materia ideológica, teológica y política formaban parte de la normalidad. Un tiempo convulso. Y en él tomó partido.
Sin que podamos determinar exactamente los motivos, en 1656 Spinoza fue apartado expresamente de la Comunidad con la más grave de las fórmulas de herem (de “excomunión”, podría traducirse) existentes: con apenas 24 años, por tanto, la Comunidad judía de Amsterdam le identifica como uno de los más peligrosos –y sin duda los hay en el mismo periodo: abandonos de la observancia de la Ley y conversiones al cristianismo están perfectamente documentados– propagadores de la heterodoxia: una heterodoxia que Spinoza no oculta. Algún testimonio afirma que las autoridades rabínicas le habrían sugerido mantener sus disidencias sin castigo (incluso, quizá alguna pensión) a cambio de que las mantuviera en el ámbito privado… sin obtener del joven disidente la respuesta buscada. Más aún: en alguna de sus biografías se especula con la posibilidad de que llegase incluso a escribir una “Apología para justificar su salida de la Sinagoga”. El herem parece, en todo caso, no preocuparle en absoluto ni, mucho menos, sumirle en la depresión que acabara llevando a Uriel da Costa al suicidio. Se trata de algo impensable si se leen las reconvenciones que incluye la fórmula utilizada (sobre todo porque impide al resto de los judíos tener relación con el anatematizado), pero parece como si, después del herem, Spinoza –incluso, durante un tiempo, en relación con el negocio familiar– hubiera continuado desarrollando su vida con total normalidad: persistencia en la heterodoxia misma.
Así, mantiene sus contactos con los heterodoxos del ámbito judío (algunos “espías” de la Inquisición española declaran haberlo visto en Amsterdam en compañía de Juan de Prado y compartiendo con él actitud y opiniones: los señalan por “aber dado en ateístas”, por buscar la mejor religión para profesarla, por negar la inmortalidad del alma y por considerar falsa la Ley judaica) y profundiza sus relaciones con los heterodoxos del universo cristiano: hace estable su presencia en la casa de Van den Enden y comparte reuniones con los anabaptistas más activos (como, al parecer, Jan Pietersz o el doctor Galenus) y asiste a las discusiones de los grupos de “colegiantes”: un “círculo” de amistades y complicidades, de sintonías y de radicalismo (religioso y político) al que permaneció unido, incluso en la distancia física, hasta su muerte en 1677.
En lo vital y en lo teórico, una apuesta contra los sometimientos confesionales, por la racionalidad y el valor del conocimiento; una apuesta que se extiende (¿o que deriva de ellas?) a las consecuencias políticas del rechazo de los absolutos.
Toda la obra de Spinoza –pese a las diferencias que se evidencian en la simple lectura de sus distintos textos– está atravesada por esa afirmación de la libertad y, en consecuencia, por el rechazo activo (incluso militante) tanto de los Absolutos como de sus mediaciones. Toda su obra: desde los escritos iniciales (el Breve tratado y el Tratado de la reforma del entendimiento, ya entre 1660 y 1661: una época en la que nuevamente arrecia –en la forma de una disputa religiosa– la disputa política y organizativa entre las diferentes élites de la República) hasta las últimas líneas que escribiera: tanto en los Principios de la filosofía de Descartes (1663: el único texto suyo que publicó en vida –seguido por unas reflexiones que llamó Pensamientos metafísicos– firmado con su propio nombre), como en el Tratado teológico-político (1670), en la Ética (empezada en la década de los años 60 pero terminada en 1675) o en el inconcluso (por fallecimiento en 1677) Tratado político.
Desde sus primeros escritos, pues, la obra de Spinoza responde a la intención expresa de intervenir en las disputas de su tiempo y, de entrada, se adentra en la crítica de la primacía de lo confesional.
Antes de hacer estable la relación con la escuela de Van den Enden, el joven Spinoza había chocado ya de forma más o menos abierta con las enseñanzas rabínicas. Los biógrafos de Spinoza, así, señalan que para intentar resolver por su cuenta las incongruencias que encontraba en sus doctrinas, ya en la década de 1650 se había dedicado a la lectura de los grandes filósofos hebreos y de algunas de las principales intervenciones filosóficas desarrolladas en el Renacimiento: Ibn Ezra, Maimónides, Gerson, Crescas, pero también León Hebreo o Giordano Bruno. Con ese bagaje teórico y conceptual, que incorpora concepciones de origen neoplatónico e incluso derivaciones claramente místicas (cosa no del todo extraña si atendemos al importantísimo filón místico que se desarrolla como elemento fundamental de algunas de las investigaciones “científicas” del siglo XVI e incluso del XVII), en los primeros escritos de Spinoza vemos cómo se acomete un primer intento de puesta al margen de los supuestos confesionales. Así, frente a la superstición y su influencia práctica, con la pretensión explícita de “construir una sociedad tal como se requiere”, planifica la realización de una “reforma del entendimiento” en un escrito que tendría precisamente ese título (la redacción de este Tratado de la reforma del entendimiento –en adelante TRE– fue interrumpida en 1660) y en el que aborda por primera vez una problemática, la del conocimiento –cuyo análisis desarrollaremos más adelante–, y se adentra en la redacción de un tratado (el Breve tratado sobre Dios, el alma y su felicidad –en adelante BT–, escrito en neerlandés: cosa que, en sí misma, supone un claro índice de la intensidad de las relaciones que en ese tiempo mantiene con los grupos del radicalismo cristiano) que, desde un deísmo de corte casi panteísta (al estilo bruniano) presenta por primera vez (y será ésta, aunque con resultados diferentes tanto en la forma como en el fondo, una de las cuestiones que se presentan de manera recurrente –y no por casualidad– a lo largo de su obra) una apuesta por la negación de la trascendencia y por la afirmación de la inmanencia absoluta.
En lo personal, a partir de 1660, Spinoza se aleja –incluso físicamente– de la Comunidad hebrea y traslada su residencia, primero, a Rijnsburg y después a los alrededores de La Haya, cerca de los ámbitos en los que se desarrolla buena parte de la vida intelectual y política holandesa, y lleva desde entonces una vida tranquila y alejada de las polémicas: “ateo virtuoso” –según la fórmula que la tradición nos ha transmitido–, pasa su vida dedicado al pulido de lentes, a la escritura de sus diversos textos y, en los ratos libres, a contemplar las leyes de la naturaleza en acción: alguno de sus biógrafos se hace eco de la fruición con la que, al parecer, entretenía sus horas contemplando cómo una mosca era atrapada en una tela de araña.
Y sin embargo, diversas referencias sin confirmación documental le sitúan en las cercanías del poder como consejero, incluso, de Jan de Witt. También –en una circunstancia extraña y poco aclarada– visitando el cuartel general del gran Condé en medio de la invasión francesa. Poco conocemos de esas relaciones y esas actividades (precaución –“caute”– fue el lema que Spinoza impuso a sus intervenciones e incluso a la divulgación de sus obras), salvo que sin apenas haber publicado obras con su nombre (sólo los Principios de la filosofía de Descartes, en 1663), era conocido por todos los intelectuales europeos y refutado por personalidades ligadas a los más diversos marcos confesionales.
Sabemos que, cuando finalmente los hermanos de Witt fueron asesinados y la casa de Orange se hizo con el control de la República, salió a las calles, al parecer indignado, para fijar en los muros un manifiesto de protesta que hablaba de los ultimi barbarorum que acababan con la libertad e imponían la barbarie. Sabemos también que murió en 1677 en la habitación en la que pasó sus últimos años, acompañado por su médico personal, uno de los amigos colegiantes de su juventud.
Pero sabemos, sobre todo, que su obra fue –ya en vida– uno de los más polémicos e influyentes proyectos de rebeldía, un rechazo de todas las formas de trascendencia (confesional o metafísica) y una reivindicación absoluta de la inmanencia.
Primer apartado de la Introducción de Juan Pedro García del Campo a su libro Spinoza esencial

Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/pensar-el-mundo-spinoza-el-maldito/