Juan Diego Botto presenta en Madrid su libro "Invisibles"
«Hablar de inmigración es hacerlo de desigualdad y abuso»
En el libro "Invisibles", Juan Diego Botto desanda el camino para volver a la verdad que se ocultó tras la ficción de "Un trozo invisible de este mundo" |
Contó Santos López que asistió a la representación de la obra de teatro Un trozo invisible de este mundo de Juan Diego Botto y que salió entusiasmado. Más tarde, como editor, se preguntó si Botto no tendría otras historias latentes que se pudieran llevar a un libro, así que se lo preguntó directamente. Invisibles es ese resultado, una especie de «cocina» de la obra teatral que incluye los textos (un 40% del libro) y esa otra realidad que los sustentan. A Juan Diego Botto, aparte del editor, le acompañaban Montxo Armendáriz, Pablo Rodríguez el Pampa y Melani Olivares.
El director navarro aprovechó su intervención para explicar que cuando se lee un libro cada cual saca diferentes conclusiones porque se analiza desde distintos puntos de vista. Armendáriz ha encontrado tres lecturas posibles. En la primera fue navegando por el trayecto de Juan Diego Botto por el exilio, desde la desaparición de su padre hasta el presente. Un segundo nivel se correspondería con la catarsis personal de Botto con respecto a lo que ha sido su existencia, algo que el director destaca por la generosidad con la que el autor que se ha desnudado a través de un texto personal, cargado y duro. La última de las lecturas tendría que ver con la propia obra de teatro y supone un complemento que explica la génesis y el desarrollo del texto dramático.
Armendáriz defendió la tesis de que la inspiración, en realidad, no existe; lo que hay es que trabajar todos los días. Esa es la verdadera base del trabajo creativo. Señala que Juan Diego Botto ha dedicado gran parte de su tiempo a visitar ONGs y hablar con personas para preparar los monólogos que componen la pieza teatral. En toda obra creativa, tras esa fase de documentación, llega la hora de ponerse a escribir, es decir organizar los materiales, todos esos datos que el autor ha ido almacenando, y aplicarles un punto de vista. Es ahí cuando se produce el salto cualitativo, lo que determina que lo escrito sea mejor o peor que otro texto que habla de lo mismo. No hay obras creativas neutrales, todas son absolutamente políticas. Lo son las que muestran una realidad social y también las que la esconden. Incluso aquello que se cataloga como de entretenimiento está haciendo una lectura del mundo y nos dice lo que está bien y lo que está mal. Para terminar, Armendáriz destacó la gran honradez de Invisibles .
Pablo Rodríguez, el Pampa , pertenece a la Red de apoyo Ferrocarril Clandestino . Contó de Invisibles que es un libro que nos invita a indagar dentro del mundo de la inmigración. Para la Administración los inmigrantes son sólo números, pero en el libro encontramos las personas que hay tras esas cifras, como ocurre con Samba Martine, la mujer congoleña que falleció en diciembre de 2011 mientras se encontraba prisionera en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche. Samba representa a los desplazados de Colombia por las empresas transnacionales o de Sri Lanka por los intereses hoteleros a la hora de aprovechar la costa tras el tsunami. También en Samba vemos a la población de Níger, donde la explotación de su petróleo está haciendo que haya constantes tragedias del mismo tipo que la del Prestige. Representa a las mujeres y niños que son traídos a Europa para la explotación sexual y laboral; a los «piratas» somalíes a los que expoliamos sus mares por el interés de nuestras grandes compañías pesqueras; a los futuros hombres y mujeres a los que se detendrá ante la mera posibilidad de que decidan emigrar y a quienes se encarcelará en la prisión que España está construyendo en Mauritania; a tantos muertos y desaparecidos por las políticas de inmigración.
El viaje de Samba está lleno de legitimidad y nos muestra por un lado la violencia que ejercen los países para que la gente se vaya y por otro la dignidad de muchas de éstas luchas. Por ejemplo la de quienes están peleando ahora porque la Sanidad sea universal, o por los derechos de las trabajadoras domésticas o contra las redadas dirigidas por la policía hacia aquellos que tienen otro color de piel. Esas estrategias considerábamos que eran para los de fuera, así que no nos movimos de la silla, pero ahora vemos que se han extendido hacia nosotros. El Pampa afirmó que el mundo está hecho una mierda, así que es necesario que levantemos el culo para cambiarlo.
Cuando Juan Diego Botto tomó la palabra fue para señalar que considera a Montxo Armendáriz uno de sus referentes, especialmente por su honestidad. Dijo que ha crecido trabajando con el director y por eso le resulta muy importante tenerle a su lado en esta presentación. Reconoció que el rigor que trata de aplicar para encarar el trabajo y la importancia del punto de vista los aprendió de él. Con El Pampa comprendió que «los otros somos nosotros» y que si descuidamos el eslabón más débil nos estamos descuidando a nosotros mismos. Dijo del activista que se ha empeñado en favorecer un cambio legislativo y que es de los que insiste para que miremos hacia esas personas expuestas a los mayores abusos.
Regresando al libro, Botto explicó que tiene dos patas y ambas son personales. La primera es una llamada de su tío informándole que se iba a celebrar el segundo megajuicio sobre las torturas y desapariciones ocurridas durante la dictadura argentina en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), y que el caso de su padre iba a formar parte del juicio. La segunda de las patas surge con otra llamada, en este caso la de El Pampa para asistir al funeral de Samba Martine. En el taxi que les llevaba hasta allí, le fue contando todo el caso, cada uno de los detalles: once visitas a consulta médica, solo una vez con traductor, no le hicieron mucho caso hasta que murió. Tenía SIDA, pero en el CIE de Aluche no se lo llegaron a diagnosticar, aunque hubiera bastado para ello un simple análisis de sangre. Ahora se conoce que en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) en el que había estado antes ya se lo habían detectado, pero que esa información no viajó a Madrid. Una muerte a todas luces evitable. En el entierro, la madre se aferraba al ataúd cerrado de su hija gritando «yo que te parí, no te puedo abrazar. Yo que te vi crecer, no te puedo abrazar». La imagen, por lo contundente, la tiene grabada y fue uno de los motores que le llevaron a escribir la obra de teatro.
Hablar de inmigración es hacerlo del desarraigo y la soledad, pero sobre todo de dos elementos que laten con fuerza y con una tendencia cada vez más acentuada: desigualdad y abuso. El autor lo ha ido constando con personas que saben del tema a las que ha ido conociendo; personas que le han dejado entrar en sus vidas y que le han ido contando sus historias personales. Esa proximidad establecida, confesó Botto, es la que ha llevado a la obra a ser lo que fue. Cuando Santos López le planteó el libro comenzó a desandar el camino para volver a la verdad que se ocultó tras la ficción.
Quiso tener tiempo en su intervención para recuperar la idea esgrimida por Armendáriz sobre que ningún arte es neutral porque la comparte en su totalidad. Habló de Van Gogh y de unas botas gastadas y sucias de un obrero que retrató; con ellas está contando algo social y nos dice que allí hay belleza. Al teatro le ocurre lo mismo, pero pero plantearse ser social y político antes debe preocuparse de entretener. Si no lo haces ameno, el mensaje no va a llegar. Su obra la construyó con esa idea, pero sin faltar a la verdad y tratando de que los personajes no resultaran maniqueos, ni buenos ni malos. Para terminar su intervención, describió Un trozo invisible de este mundo como una reflexión sobre esos lugares oscuros a los que muchas veces no queremos mirar y aprovechó la ocasión para agradecer a todos aquellos que formaron parte de la construcción de la obra de teatro porque también son parte de Invisibles. Fue citando a cada una de estas personas por su nombre.
Para finalizar la presentación, Melani Olivares leyó el principio del libro. Imposible no emocionarse con esas palabras tan sentidas. Ella lo hizo y Juan Diego Botto la miró con ternura, intercambiaron una sonrisa y siguió con el texto. Al finalizar, la actriz le miró dándole las gracias por «habernos enseñado un trocito visible de tu mundo».
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