miércoles, 17 de agosto de 2016

Fidel y la teoría de la revolución social: apuntes para la reflexión. Por Olga Fernández Ríos

Fidel y la teoría de la revolución social: apuntes para la reflexión. Por Olga Fernández Ríos


Muchísimas son las razones para que todo un pueblo rinda homenaje al líder de la Revolución Cubana en su 90 cumpleaños y entre ellas, en esta oportunidad, quiero referirme a algunos de sus importantes aportes a la teoría de la revolución social a través de dos conceptos: revolución y construcción del socialismo.
Su sensibilidad humanista lo llevó a hacer suyo el ideario independentista de José Martí a la vez que condicionó una inteligente receptividad del marxismo desde posiciones anti dogmáticas. Analizar sus concepciones en este terreno requiere tener en cuenta que no estamos ante un hombre de gabinete o un teórico de la revolución en el sentido estricto del término, sino ante un revolucionario devenido en relevante líder político de talla mundial, un luchador y un educador social desde su temprana juventud.
Pero su pensamiento y proyección política no han sido ajenos a la teoría, todo lo contrario. La teoría sociopolítica ha desempeñado un importante rol en el pensamiento de Fidel Castro, y por tanto en la proyección del proceso revolucionario cubano; de la teoría se ha nutrido a la vez que ha  realizado aportes en variados temas, contribuyendo a la profundización del marxismo, que como él mismo ha reconocido, sigue siendo la más avanzada teoría anticapitalista y pro socialista, no superada aún. 
A su variada producción intelectual  -nacida del  bregar diario y de los retos del proceso revolucionario durante más de 60 años- une su capacidad como ideólogo comunicador, suerte de labor educativa que ha estado presente en cada momento de un pensamiento y una obra integral en la que sobresalen varias facetas como son su permanente reflexión sobre la importancia de los contextos históricos que marcan los derroteros revolucionarios; entender la sociedad como totalidad;  su concepción de la historia como condicionante del presente y fuente para su análisis; las relaciones entre  teoría y práctica y entre estrategia y táctica, unido al manejo no mecanicista de las regularidades del desarrollo social, contradicciones y oportunidades. A ello se suman su empeño por la integralidad y continuidad de la revolución social,  el reconocimiento del lugar del ser humano en ese proceso y del papel de la individualidad, de la crítica y la autocrítica.
Desde muy temprano Fidel Castro tomó conciencia de que camino al socialismo requería transitar por la aplicación consecuente de un programa de liberación nacional y justicia social que a su vez creaba condiciones para un desarrollo de la cultura política y de consolidación de la base social de la Revolución que favoreciera la ruptura con los esquemas anticomunistas vigentes en la Cuba neocolonial.
Más allá de definiciones que no han faltado en numerosas intervenciones y discursos, el líder revolucionario ha profundizado en la vinculación del subdesarrollo y la dependencia nacional con el capitalismo y el imperialismo, interpretó las condiciones históricas que en Cuba favorecían las transformaciones de carácter socialista para la solución de los problemas derivados del subdesarrollo y la dependencia.  A la vez reivindicó el ideal comunista y desmitificó el esquema que lo consideraba ajeno a las necesidades y condiciones latinoamericanas. Este es también uno de sus grandes méritos, tanto en su manejo táctico como al demostrar que la esencia del socialismo no es contradictoria con las raíces y las tradiciones revolucionarias en nuestro continente, incluyendo las luchas obreras y las expresiones de internacionalismo.
No hay fanatismos reduccionistas en la reivindicación que Fidel hace del socialismo que reconoce las especificidades de cada proceso revolucionario en condiciones de buscar sus propias vías.  Claro ejemplo de esto fue el altísimo respeto que mostró sobre las concepciones de Salvador Allende en su intento por desarrollar la revolución a través de la vía pacífica, mientras que, en las condiciones de los años 60 y 70 solidariamente, Cuba apoyaba la lucha armada o de masas que libraban pueblos hermanos sometidos a condiciones dictatoriales y represivas. Más tarde hemos visto las interesantes y positivas valoraciones de Fidel sobre la Revolución Bolivariana en Venezuela y los procesos de cambio que tienen lugar en otros países.
Revolución y construcción del socialismo 
Ambos conceptos tienen especial relevancia en la teoría marxista de la revolución social. Dos ideas de partida para analizarlos en la obra de Fidel son, en primer lugar, entender que para él revolución y construcción del socialismo son conceptos referidos a un mismo proceso anticapitalista y pro socialista; son conceptos que se fusionan, no deben analizarse por separado, pueden considerarse sinónimos. En segundo lugar que la educación de las masas populares y su cultura política son condiciones que garantizan el avance de ese proceso. De ello se desprende que lo referido a la construcción del socialismo debe ser punto de partida para el análisis de las concepciones de Fidel sobre la educación, la cultura, la ciencia y otros muchos temas,  ya que se trata del marco histórico, económico y sociopolítico en el que se proyecta y realiza su obra revolucionaria en pos de una sociedad anticapitalista y antimperialista.
Si bien el concepto que más utiliza es revolución, también utiliza construcción del socialismo lo que es teórica y políticamente válido para referirse al proceso de transición socialista que es uno de los temas más complejos en la teoría marxista porque se trata de un proceso contradictorio, de largo alcance en el tiempo y en sus contenidos cualitativos. Además en Cuba se lleva a cabo en condiciones de predominio capitalista mundial, de control por parte de un sistema institucional transnacional en el que ese predominio se apoya y de injerencia y bloqueo  de Estados Unidos  para evitar el avance de la Revolución Cubana.  Ello requiere que el análisis de la construcción del socialismo y de su proyección teórica y política, se  realice acorde con las disímiles condiciones históricas de su desarrollo pues se trata de un proceso que en gran medida siempre tendrá lugar en condiciones inéditas.
En las concepciones de Fidel revolución y construcción del socialismo se expresan como unidad. La primera marca el sentido de transformación social, como planteó el primero de mayo del año 2000 de “cambiar todo lo que tiene que ser cambiado”, y la segunda tiene que ver con la naturaleza de los contenidos de esos cambios, que no son cualquier cambio, sino los encaminados a sumar condiciones favorables a la sociedad socialista. 
Otro elemento sobre este tema es que en su compromiso y empeño por la construcción del socialismo, Fidel usa el arma de la crítica como termómetro que mide el avance revolucionario. Y es crítica como labor educativa y como instrumento de cambio que introduce un concepto devenido en política: la rectificación, entendida como autocrítica y ajuste de la estrategia de orden socialista.
Entre otros, un ejemplo de esa capacidad educativa de la crítica se puso de manifiesto el 17 de noviembre de 2005 en su intervención en el Aula Magna de la Universidad de La Habana en la que a la vez que reconoció la meritoria hazaña del pueblo que impidió que en Cuba se produjera el derrumbe del socialismo como ocurrió en otros países, realizó un profundo análisis sobre problemas endógenos que enfrentaba la Revolución Cubana que podían arriesgar su continuidad como es el caso de manifestaciones de corrupción y burocratismo. En esa ocasión, además de alertar sobre la posible reversibilidad del socialismo, reconoció que uno de los mayores errores cometidos fue pensar que se conocía sobre la construcción del socialismo, reflexión que amerita un análisis mucho más profundo del que estamos en condiciones de realizar en estas reflexiones.
Es sin dudas una deuda que las ciencias sociales cubanas tienen con relación a la teoría de la revolución social necesitada de mayor profundización en las condiciones actuales de nuestro país y de los procesos de cambio que tienen lugar en América Latina.
No es nuestro objetivo adentrarnos en tan complejo tema, lo que ameritaría otro tipo de reflexión, pero puede señalarse que si retomamos las concepciones de Fidel sobre revolución como “sentido del momento histórico” y acerca del pueblo como sujeto revolucionario plural; su crítica al capitalismo y al imperialismo; las coordenadas socioeconómicas que vincula con la toma del poder político, la hegemonía del proletariado concebida en el marco de la necesaria unidad nacional y el socialismo como solución a partir de las condiciones de nuestro país, encontramos las claves para interpretar sus concepciones sobre la construcción del socialismo que devienen en aportes de obligada referencia en el desarrollo de la teoría de la revolución social.  A ello se une su manejo de la táctica, la forma de explotar las contradicciones del enemigo, la capacidad de aglutinar fuerzas y la aguda noción del momento idóneo y de la oportunidad para la acción.
Fidel considera la construcción del socialismo como un proceso dialéctico en el que deben ir concretándose los objetivos socialistas; un proceso de continuidad y rupturas en el que la primera está dada por la proyección estratégica de avanzar hacia el socialismo, como brújula de toda acción socioeconómica y política que se realice, y de rupturas dadas las combinaciones de éxitos, fracasos, insuficiencias y errores cometidos a partir de las tácticas empleadas en cada momento del proceso o derivadas de cambios de coyunturas históricas. Y en ese proceso la educación en todas sus facetas ha constituido una de sus pasiones y ocupaciones de mayor constancia y relevancia, por considerarla condicionante del avance de la Revolución Cubana.
Hoy,  cuando millones de seres humanos se plantean luchar por un mundo y una sociedad más justa y cuando en varios países el movimiento popular de obreros, campesinos, indígenas, activistas sociales, junto con  intelectuales y académicos, retoman la crítica al capitalismo con renovados bríos, las concepciones de Fidel Castro contribuyen al análisis y a la transformación del injusto orden social imperante.
De igual forma ocurre en Cuba cuando se ha ratificado el socialismo como opción de desarrollo con el  empeño y la decisión de no extraviar la ruta  escogida  que  incluye ciclos de rectificaciones y ajustes acordes a los diversos contextos que influyen en la realidad nacional. En ese empeño,  como dice el cantautor,  “puede que algún machete se enrede en la maleza”,  pero lo importante es saberlo desenredar  y para ello los cubanos tenemos una poderosa arma: el legado revolucionario de Fidel Castro. No olvidar que ya hay capacidades creadas para continuar involucrando cada vez más a los cubanos y cubanas en la solución de los desafíos de diversa índole que se enfrentan durante la construcción del socialismo.
En ese empeño no puede faltar el análisis de la obra de Fidel que hoy es más necesaria que nunca cuando en ella se defiende la revolución como movimiento de masas, de ahí el peso que ha concedido a la labor educativa y al diálogo directo con el pueblo, plagado de hombres y mujeres, educados y cultos, capaces de consolidar el  poder político que se despliega desde 1959, y capaces de llevar adelante la revolución como proceso continuo de liberación nacional de carácter antiimperialista y socialista.
6 de agosto de 2016 
Olga Fernández Ríos es Doctora en Ciencias Filosóficas, Investigadora del Instituto de Filosofía, Académica Titular de la Academia de Ciencias de Cuba, Presidenta de la Sección de Ciencias Sociales de la Sociedad Económica de amigos del País.

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