Externalización, subcontratación y outsourcing = Explotación
La externalización de servicios comenzó en EEUU en los años 60 y consistía en contratar empresas externas para realizar servicios que no se consideraban esenciales para la actividad. Entre finales de los 80 y principios de los 90, las administraciones de la CAPV y Navarra se sumaron a esta moda, comenzando a subcontratar actividades que hasta ese momento eran prestadas de manera directa e incorporando empresas externas que realizaran esas actividades. Entre otras: la limpieza de edificios y viaria, jardinería, gestión deportiva, tareas de cuidados como ayuda a domicilio, residencias, ambulancias y un largo etcétera. La excusa para acompañar este proceso era mejorar la calidad poniendo esos servicios en manos de empresas especializadas La consecuencia en términos laborales fue muy grave: sustitución de empleo de calidad por empleo precario, caída de más del 30% en salarios, inestabilidad laboral y peores condiciones sociales.
Paralelamente al proceso de precarización laboral se fue desarrollando lo que se ha venido a llamar “capitalismo de amiguetes”, o redes clientelares que acaban siendo destinatarias de gran parte del presupuesto público, reservándose una parte del botín en forma de beneficio empresarial.
ELA presentó en 2015 dos ILPs, una en la CAPV y otra en Navarra. Pretendíamos dignificar el empleo en las subcontratas reclamando elementos tan básicos como estabilidad en el empleo, aplicación, como mínimo, del convenio del sector más cercano, y medidas sancionadoras para las empresas que incumplieran sus obligaciones en materia laboral. En Navarra, la ILP fue aprobada por unanimidad, aunque sólo en una parte; en la CAPV, la mayoría parlamentaria desestimó nuestras peticiones. El argumento para rechazar nuestras demandas fue el mismo: su aceptación no permitiría abaratar aún más los servicios. En el ámbito privado, la externalización -también llamada outsourcing- tuvo su esplendor en los años 90. Tras la crisis de los años 80, donde se perdió mucho empleo, le sucedieron años de crecimiento; un crecimiento que se concretó en empleos de peor calidad. Un vistazo a las empresas más reconocidas de este país nos indica que la subcontratación tiene muchos adeptos. No en vano muchas de ellas tienen más personal subcontratado que personal propio.
Surgió, además, un nuevo fenómeno, el de las ETT, empresas prestatarias de mano de obra que realizaban trabajos en la empresa principal pero con condiciones laborales y salariales muy inferiores. Este empleo iba acompañado de inestabilidad en el puesto de trabajo. En el año 94 se aprobó una ley que pretendía regular que a las personas contratadas a través de ETT se les debían de aplicar, como mínimo, las mismas condiciones en materia de salarios y de jornada que a las de la empresa principal.
Tras la reciente crisis económica, la historia se repite. El nuevo empleo que se está creando lo está haciendo con grandes dosis de precariedad laboral. Las reformas, tanto de Zapatero como de Rajoy, contribuyen sin duda a ello a través de la estatalización de la negociación colectiva y a través de convenios de empresa que, en muchos casos en el sector servicios, empeoran las condiciones de los convenios sectoriales.
A lo anterior se unen las nuevas estructuras de empleo que se están generando. Las antiguas ETT se reconvierten en empresas outsourcing. El objetivo no es otro que burlar la aplicación de la ley del 94 mencionada antes. Ahora, bajo la modalidad Outsourcing, contratan mano de obra que presta sus servicios dentro de las instalaciones de otras empresas a cambio de salarios muy inferiores al del personal contratado directamente. Un ejemplo muy claro lo encontramos en algunos hoteles, donde el personal que realiza las labores de limpieza de habitaciones percibe un salario de 850 euros al mes/10.200 euros al año por trabajar más de 2000 horas (menos de 2 euros la limpieza de cada habitación), mientras que el personal que se contrata directamente percibe un salario de 19.260 euros por trabajar 1.750 horas al año, además de complementos de antigüedad, nocturnidad y otras mejoras sociales. Añadir, también, que la mayoría de quienes prestan estos servicios lo hacen con contrataciones a tiempo parcial y que para garantizarse unos ingresos mínimos se ven obligadas a solicitar las ayudas de la RGI.
Este modelo se expande como la pólvora en muchos sectores y en muchas empresas. En la mayoría de las ocasiones, de manera ilegal, constituyendo verdaderas cesiones ilegales de personal, pero la Inspección y la consejería de Trabajo miran para otro lado.
Las nuevas formas de explotación exigen al movimiento sindical renovarse, repensar las alternativas y las formas de actuación, y ELA quiere y debe ser un referente en la lucha contra la precariedad. Maricruz Elkoro, Secretaria General de la federación Zerbitzuak del sindicato ELA
Fuente: http://www.mrafundazioa.eus/ es/articulos/externalizacion- subcontratacion-y-outsourcing- explotacion
Paralelamente al proceso de precarización laboral se fue desarrollando lo que se ha venido a llamar “capitalismo de amiguetes”, o redes clientelares que acaban siendo destinatarias de gran parte del presupuesto público, reservándose una parte del botín en forma de beneficio empresarial.
ELA presentó en 2015 dos ILPs, una en la CAPV y otra en Navarra. Pretendíamos dignificar el empleo en las subcontratas reclamando elementos tan básicos como estabilidad en el empleo, aplicación, como mínimo, del convenio del sector más cercano, y medidas sancionadoras para las empresas que incumplieran sus obligaciones en materia laboral. En Navarra, la ILP fue aprobada por unanimidad, aunque sólo en una parte; en la CAPV, la mayoría parlamentaria desestimó nuestras peticiones. El argumento para rechazar nuestras demandas fue el mismo: su aceptación no permitiría abaratar aún más los servicios. En el ámbito privado, la externalización -también llamada outsourcing- tuvo su esplendor en los años 90. Tras la crisis de los años 80, donde se perdió mucho empleo, le sucedieron años de crecimiento; un crecimiento que se concretó en empleos de peor calidad. Un vistazo a las empresas más reconocidas de este país nos indica que la subcontratación tiene muchos adeptos. No en vano muchas de ellas tienen más personal subcontratado que personal propio.
Surgió, además, un nuevo fenómeno, el de las ETT, empresas prestatarias de mano de obra que realizaban trabajos en la empresa principal pero con condiciones laborales y salariales muy inferiores. Este empleo iba acompañado de inestabilidad en el puesto de trabajo. En el año 94 se aprobó una ley que pretendía regular que a las personas contratadas a través de ETT se les debían de aplicar, como mínimo, las mismas condiciones en materia de salarios y de jornada que a las de la empresa principal.
Tras la reciente crisis económica, la historia se repite. El nuevo empleo que se está creando lo está haciendo con grandes dosis de precariedad laboral. Las reformas, tanto de Zapatero como de Rajoy, contribuyen sin duda a ello a través de la estatalización de la negociación colectiva y a través de convenios de empresa que, en muchos casos en el sector servicios, empeoran las condiciones de los convenios sectoriales.
A lo anterior se unen las nuevas estructuras de empleo que se están generando. Las antiguas ETT se reconvierten en empresas outsourcing. El objetivo no es otro que burlar la aplicación de la ley del 94 mencionada antes. Ahora, bajo la modalidad Outsourcing, contratan mano de obra que presta sus servicios dentro de las instalaciones de otras empresas a cambio de salarios muy inferiores al del personal contratado directamente. Un ejemplo muy claro lo encontramos en algunos hoteles, donde el personal que realiza las labores de limpieza de habitaciones percibe un salario de 850 euros al mes/10.200 euros al año por trabajar más de 2000 horas (menos de 2 euros la limpieza de cada habitación), mientras que el personal que se contrata directamente percibe un salario de 19.260 euros por trabajar 1.750 horas al año, además de complementos de antigüedad, nocturnidad y otras mejoras sociales. Añadir, también, que la mayoría de quienes prestan estos servicios lo hacen con contrataciones a tiempo parcial y que para garantizarse unos ingresos mínimos se ven obligadas a solicitar las ayudas de la RGI.
Este modelo se expande como la pólvora en muchos sectores y en muchas empresas. En la mayoría de las ocasiones, de manera ilegal, constituyendo verdaderas cesiones ilegales de personal, pero la Inspección y la consejería de Trabajo miran para otro lado.
Las nuevas formas de explotación exigen al movimiento sindical renovarse, repensar las alternativas y las formas de actuación, y ELA quiere y debe ser un referente en la lucha contra la precariedad. Maricruz Elkoro, Secretaria General de la federación Zerbitzuak del sindicato ELA
Fuente: http://www.mrafundazioa.eus/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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