Mientras Iván Duque reafirma que romperá relaciones con Venezuela el próximo 10 de enero del 2019, porque no reconoce el resultado de las elecciones democráticas en las que resultó reelecto el presidente venezolano Nicolás Maduro, este jueves 13 de diciembre del 2018, la cancillería de la República Bolivariana de Venezuela en compañía del representante de las Naciones Unidas y el Alto Comisionado de la ACNUR, entregó notificaciones de refugio a más de un centenar de personas de cuatro nacionalidades, en el marco de la semana aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.Una de esas personas –quien además fue orador del evento– fue el colombiano Gilberto Torres, Coordinador Nacional de la Asociación Civil Latinoamericana de Migrantes en Venezuela. Sobre el caso de este sindicalista colombiano, el investigador Vladimir Carrillo Rozo escribe y publica, hace ocho años, el libro En el tiempo de la bala y la salamandra, que ya cuenta con su tercera edición, donde narra los terribles hechos que llevaron a Gilberto fuera de Colombia y la batalla legal que aún continúa librando contra los paramilitares colombianos, la empresa Ecopetrol y la British Petroleum.
La imposibilidad de que sus derechos fundamentales sean garantizados por el Estado colombiano, es la razón por la que Gilberto Torres decidió solicitar refugio en la República Bolivariana de Venezuela. Profundamente agradecido con este país, ahora forma parte de la gran comunidad de colombianos y colombianas que aún residen en Venezuela y que manifiestan su voluntad de defender la Revolución bolivariana contra todo intento de agresión extranjera, aún cuando esa acción pueda estar encabezada por las Fuerzas Militares del país en el que nació y luchó durante cinco décadas.
Sabemos que ayer se te concedió refugio en Venezuela, quisiera que nos contaras brevemente la terrible experiencia que viviste y que te llevó a salir de Colombia. ¿Qué se relata en el libro que nos obsequiaste?
Efectivamente en el año 2002, siendo trabajador de la empresa estatal Ecopetrol y Secretario General de la Unión Sindical Obrera de Colombia (USO), sindicato de la industria petrolera, fui víctima de un secuestro por parte de las Autodefensas Campesinas del Casanare, grupo paramilitar financiado por Ecopetrol y varias multinacionales petroleras, entre ellas British Petroleum, Total, Triton y TransCanadá, quienes pagaron a estos grupos para que me asesinaran y desaparecieran. Durante cuarenta y dos días me secuestraron, me internaron en la selva. Diez de esos días los pasé encadenado, amordazado y torturado. Esto generó un paro nacional petrolero de veinticuatro días, que llevó a que las grandes ciudades del país se fueran quedando sin combustible. Esas acciones de solidaridad nacional y la acción internacional obligaron al entonces presidente Andrés Pastrana a negociar con los paramilitares para que me entregaran pues de lo contrario la USO se negaba a abandonar el paro que ya le había generado pérdidas millonarias al Estado y a las empresas multinacionales.
¿Se comprobaron los vínculos entre las empresas multinacionales y esos grupos paramilitares que te secuestraron?
Efectivamente, a raíz del proceso legal que emprendí a partir del 2002 y que mi abogada Gloria Silva junto al Comité de Solidaridad con los Presos Políticos logran radicar en el 2010, se vincula a Ocensa Ecopetrol, en la planeación de la acción. Luego los mismos paramilitares confiesan en su juicio que esas multinacionales les pagaron cien millones de pesos para mi asesinato y desaparición.
¿Hubo algún indicio de que el Estado colombiano estaba de algún modo involucrado en esta acción?
Sí además de Ecopetrol. El día que ellos me capturan, todo el Municipio de Monterrey y la carretera por la que me trasladan estaba militarizada por parte de la Brigada XVI de Yopal.
¿O sea que estos paramilitares te trasladaron por una carretera que estaba tomada por las Fuerzas Militares de Colombia sin ser detenidos?
Así es, esto por el contrario, les facilitó el traslado. En los juicios, los mismos autores materiales confesaron que actuaron en connivencia, no solamente con las FF.MM., sino también con las autoridades políticas locales y regionales. Esto no sorprende, ha pasado en todo el país. Los paramilitares que se encuentran detenidos en Estados Unidos, por ejemplo, han confesado sus vínculos con el Gobierno colombiano, es lo que se llama ahora la “parapolítica”.
¿Todo esto ocurrió al principio del Plan Colombia?
Ciertamente.
¿Cuántos líderes y lideresas sindicales de la USO han sido asesinados por paramilitares hasta el momento?
Han ocurrido 118 asesinatos de dirigentes de la USO. Este sindicato ha sido muy perseguido porque se ha convertido en un emblema de la lucha política e ideológica contra las políticas de Gobierno y de las trasnacionales.
Luego de tu liberación, ¿cómo saliste de Colombia?
A través de un Programa de Protección de la Central Única de Trabajadores de Colombia (CUT), en coordinación con las Comisiones Obreras de Madrid y el Ministerio del Interior de España, quienes me brindaron protección en ese país, debido a que mi caso fue emblemático porque en los 95 años de historia del movimiento sindical soy el segundo dirigente obrero colombiano que logra salir vivo de un secuestro paramilitar. De hecho, la razón de mi secuestro fue que a raíz del secuestro y desaparición de Aury Sará Marrugo, el 5 de diciembre del 2001, yo coordiné la paralización del bombeo en protesta, desafortunadamente luego nos lo entregan muerto y con señales de tortura junto a su escolta. El primer sindicalista que logró sobrevivir a una experiencia similar fue un compañero de Cementos de Antioquia, en la década del setenta.
Han pasado 16 casi 17 años de tu secuestro, ¿por qué tantos años después, cuando según dice el Gobierno colombiano ha logrado la desmovilización de los grupos paramilitares y los últimos tres presidentes de Colombia se han dedicado a denunciar las supuestas violaciones de DD.HH. en Venezuela, no regresas a Colombia?
Precisamente en el 2016 intenté restablecerme en Colombia. Volví invitado por la Feria Internacional del libro y la USO a presentar la tercera edición del libro que mencionaste junto a Vladimir Carrillo. De inmediato volví a enamorarme de mi país –como es lógico–, toda mi familia, mis hijos están allá. Quise retribuir toda esa solidaridad que la USO y los movimientos sociales me dieron durante todos mis años de exilio. Durante ese exilio me formé como defensor de DD.HH. y formador de la OIT, entonces quise quedarme en Colombia trabajando en esas áreas con la Escuela de Formación Sindical de la USO, Corporación “Aury Sará Marrugo”. Estuve un año y cuatro meses en el país, mientras tanto continuaban los juicios sobre mi caso, apresaron a otro paramilitar implicado y me convocaron a un careo con él. De inmediato comenzaron de nuevo las amenazas, los seguimientos, trataron de entrar a la Corporación en la que trabajaba y finalmente atentaron contra la vida de mi hermano. Por lo que me vi obligado a salir de nuevo de Colombia.
¿Viniste de inmediato a Venezuela?
Sí, vine como coordinador de campaña para la elección del representante internacional a la Cámara del Congreso colombiano. Así conocí Venezuela, vi de cerca el proceso social y me enamoré de este país.
¿Dirías que has conocido muchos colombianos y colombianas que viven en Venezuela?
Muchísimos.
¿En algún momento te has sentido rechazado por el pueblo venezolano por ser inmigrante colombiano?
Nunca, por el contrario, yo diría que hasta sería justo que me rechazaran por el trato que en Colombia le estamos dando a la migración venezolana, pero no ha sido así, yo me siento en mi casa. Salgo por las calles, las carreteras de Venezuela y siempre me siento bien recibido. Me siento en la Gran Colombia de Bolívar, la que esperamos que algún día reviva.
¿Tú que conoces tan de cerca a los paramilitares colombianos, dirías que tienen razón esos titulares de la prensa colombiana que por estos días andan burlándose de la denuncia que hizo el presidente Maduro sobre los grupos de mercenarios que se están entrenando en el norte de Santander para atacar a Venezuela?
Esas acusaciones del presidente Maduro realmente están bien enfocadas porque el paramilitarismo y los grupos mercenarios son parte de la realidad colombiana. El Gobierno de Iván Duque continúa apoyando a estas prácticas guerreristas orientado por el ex presidente Uribe.
Recordemos que, por ejemplo, ya a finales de la década de los ochenta el militar israelí Yair Klein y otros mercenarios israelitas, entrenaron grupos paramilitares en terrenos que les cedió la Texas Petroleum Company en Puerto Boyacá. En Colombia se siguen violando los derechos humanos, sólo este año han asesinado casi 200 líderes y lideresas sociales y hay más de 50 falsos positivos judiciales contra otros.
¿Entonces cuando la Cancillería colombiana responde al presidente Maduro diciendo que Colombia es un país que respeta el derecho internacional y los DD.HH., miente?
Pues falta a la verdad. Lo que más me duele es que se haga ese tipo de afirmaciones cuando ,por ejemplo, en Colombia también se han asesinado más de 88 hombres migrantes venezolanos y se han cometido 14 femicidios contra migrantes venezolanas y eso no se investiga, no lo dicen los medios. Además, esos supuestos refugios en Colombia son verdaderos campos de concentración donde tienen hacinados a los hermanos venezolanos y venezolanas.
¿Después de recibir tu refugio, tú dirías que en Venezuela se violan los DD.HH. o se respetan?
El Gobierno venezolano sí respeta los derechos humanos, son el intervencionismo internacional y la derecha venezolana quienes violan los derechos humanos de la población venezolana.
¿El presidente Iván Duque ha anunciado el cierre de toda su representación diplomática a partir del 10 de enero, eso no violaría los derechos constitucionales de los millones de colombianos y colombianas que vivimos en Venezuela?
Eso evidentemente sería violación a nuestros derechos.
Duque y los demás presidentes del cartel de Lima, por órdenes de los Estados Unidos, han venido amenazando a Venezuela con una intervención que incluso podría ser militar ¿Qué harías tú, como colombiano refugiado en Venezuela, en caso de que esa intervención se concretara?
La guerra sucia del Estado colombiano me obligó a vivir fuera de mi país. Yo me siento comprometido con Venezuela, no sólo por este refugio que me ha dado, que me hace sentir más venezolano que colombiano en este momento, sino por todo lo que este pueblo representa con su resistencia, su aguante, por todo lo que ha logrado hacer para no permitir que estas amenazas lo detengan. Y como parte del pueblo, aquí estaré defendiendo a la República Bolivariana de Venezuela.
La imposibilidad de que sus derechos fundamentales sean garantizados por el Estado colombiano, es la razón por la que Gilberto Torres decidió solicitar refugio en la República Bolivariana de Venezuela. Profundamente agradecido con este país, ahora forma parte de la gran comunidad de colombianos y colombianas que aún residen en Venezuela y que manifiestan su voluntad de defender la Revolución bolivariana contra todo intento de agresión extranjera, aún cuando esa acción pueda estar encabezada por las Fuerzas Militares del país en el que nació y luchó durante cinco décadas.
Sabemos que ayer se te concedió refugio en Venezuela, quisiera que nos contaras brevemente la terrible experiencia que viviste y que te llevó a salir de Colombia. ¿Qué se relata en el libro que nos obsequiaste?
Efectivamente en el año 2002, siendo trabajador de la empresa estatal Ecopetrol y Secretario General de la Unión Sindical Obrera de Colombia (USO), sindicato de la industria petrolera, fui víctima de un secuestro por parte de las Autodefensas Campesinas del Casanare, grupo paramilitar financiado por Ecopetrol y varias multinacionales petroleras, entre ellas British Petroleum, Total, Triton y TransCanadá, quienes pagaron a estos grupos para que me asesinaran y desaparecieran. Durante cuarenta y dos días me secuestraron, me internaron en la selva. Diez de esos días los pasé encadenado, amordazado y torturado. Esto generó un paro nacional petrolero de veinticuatro días, que llevó a que las grandes ciudades del país se fueran quedando sin combustible. Esas acciones de solidaridad nacional y la acción internacional obligaron al entonces presidente Andrés Pastrana a negociar con los paramilitares para que me entregaran pues de lo contrario la USO se negaba a abandonar el paro que ya le había generado pérdidas millonarias al Estado y a las empresas multinacionales.
¿Se comprobaron los vínculos entre las empresas multinacionales y esos grupos paramilitares que te secuestraron?
Efectivamente, a raíz del proceso legal que emprendí a partir del 2002 y que mi abogada Gloria Silva junto al Comité de Solidaridad con los Presos Políticos logran radicar en el 2010, se vincula a Ocensa Ecopetrol, en la planeación de la acción. Luego los mismos paramilitares confiesan en su juicio que esas multinacionales les pagaron cien millones de pesos para mi asesinato y desaparición.
¿Hubo algún indicio de que el Estado colombiano estaba de algún modo involucrado en esta acción?
Sí además de Ecopetrol. El día que ellos me capturan, todo el Municipio de Monterrey y la carretera por la que me trasladan estaba militarizada por parte de la Brigada XVI de Yopal.
¿O sea que estos paramilitares te trasladaron por una carretera que estaba tomada por las Fuerzas Militares de Colombia sin ser detenidos?
Así es, esto por el contrario, les facilitó el traslado. En los juicios, los mismos autores materiales confesaron que actuaron en connivencia, no solamente con las FF.MM., sino también con las autoridades políticas locales y regionales. Esto no sorprende, ha pasado en todo el país. Los paramilitares que se encuentran detenidos en Estados Unidos, por ejemplo, han confesado sus vínculos con el Gobierno colombiano, es lo que se llama ahora la “parapolítica”.
¿Todo esto ocurrió al principio del Plan Colombia?
Ciertamente.
¿Cuántos líderes y lideresas sindicales de la USO han sido asesinados por paramilitares hasta el momento?
Han ocurrido 118 asesinatos de dirigentes de la USO. Este sindicato ha sido muy perseguido porque se ha convertido en un emblema de la lucha política e ideológica contra las políticas de Gobierno y de las trasnacionales.
Luego de tu liberación, ¿cómo saliste de Colombia?
A través de un Programa de Protección de la Central Única de Trabajadores de Colombia (CUT), en coordinación con las Comisiones Obreras de Madrid y el Ministerio del Interior de España, quienes me brindaron protección en ese país, debido a que mi caso fue emblemático porque en los 95 años de historia del movimiento sindical soy el segundo dirigente obrero colombiano que logra salir vivo de un secuestro paramilitar. De hecho, la razón de mi secuestro fue que a raíz del secuestro y desaparición de Aury Sará Marrugo, el 5 de diciembre del 2001, yo coordiné la paralización del bombeo en protesta, desafortunadamente luego nos lo entregan muerto y con señales de tortura junto a su escolta. El primer sindicalista que logró sobrevivir a una experiencia similar fue un compañero de Cementos de Antioquia, en la década del setenta.
Han pasado 16 casi 17 años de tu secuestro, ¿por qué tantos años después, cuando según dice el Gobierno colombiano ha logrado la desmovilización de los grupos paramilitares y los últimos tres presidentes de Colombia se han dedicado a denunciar las supuestas violaciones de DD.HH. en Venezuela, no regresas a Colombia?
Precisamente en el 2016 intenté restablecerme en Colombia. Volví invitado por la Feria Internacional del libro y la USO a presentar la tercera edición del libro que mencionaste junto a Vladimir Carrillo. De inmediato volví a enamorarme de mi país –como es lógico–, toda mi familia, mis hijos están allá. Quise retribuir toda esa solidaridad que la USO y los movimientos sociales me dieron durante todos mis años de exilio. Durante ese exilio me formé como defensor de DD.HH. y formador de la OIT, entonces quise quedarme en Colombia trabajando en esas áreas con la Escuela de Formación Sindical de la USO, Corporación “Aury Sará Marrugo”. Estuve un año y cuatro meses en el país, mientras tanto continuaban los juicios sobre mi caso, apresaron a otro paramilitar implicado y me convocaron a un careo con él. De inmediato comenzaron de nuevo las amenazas, los seguimientos, trataron de entrar a la Corporación en la que trabajaba y finalmente atentaron contra la vida de mi hermano. Por lo que me vi obligado a salir de nuevo de Colombia.
¿Viniste de inmediato a Venezuela?
Sí, vine como coordinador de campaña para la elección del representante internacional a la Cámara del Congreso colombiano. Así conocí Venezuela, vi de cerca el proceso social y me enamoré de este país.
¿Dirías que has conocido muchos colombianos y colombianas que viven en Venezuela?
Muchísimos.
¿En algún momento te has sentido rechazado por el pueblo venezolano por ser inmigrante colombiano?
Nunca, por el contrario, yo diría que hasta sería justo que me rechazaran por el trato que en Colombia le estamos dando a la migración venezolana, pero no ha sido así, yo me siento en mi casa. Salgo por las calles, las carreteras de Venezuela y siempre me siento bien recibido. Me siento en la Gran Colombia de Bolívar, la que esperamos que algún día reviva.
¿Tú que conoces tan de cerca a los paramilitares colombianos, dirías que tienen razón esos titulares de la prensa colombiana que por estos días andan burlándose de la denuncia que hizo el presidente Maduro sobre los grupos de mercenarios que se están entrenando en el norte de Santander para atacar a Venezuela?
Esas acusaciones del presidente Maduro realmente están bien enfocadas porque el paramilitarismo y los grupos mercenarios son parte de la realidad colombiana. El Gobierno de Iván Duque continúa apoyando a estas prácticas guerreristas orientado por el ex presidente Uribe.
Recordemos que, por ejemplo, ya a finales de la década de los ochenta el militar israelí Yair Klein y otros mercenarios israelitas, entrenaron grupos paramilitares en terrenos que les cedió la Texas Petroleum Company en Puerto Boyacá. En Colombia se siguen violando los derechos humanos, sólo este año han asesinado casi 200 líderes y lideresas sociales y hay más de 50 falsos positivos judiciales contra otros.
¿Entonces cuando la Cancillería colombiana responde al presidente Maduro diciendo que Colombia es un país que respeta el derecho internacional y los DD.HH., miente?
Pues falta a la verdad. Lo que más me duele es que se haga ese tipo de afirmaciones cuando ,por ejemplo, en Colombia también se han asesinado más de 88 hombres migrantes venezolanos y se han cometido 14 femicidios contra migrantes venezolanas y eso no se investiga, no lo dicen los medios. Además, esos supuestos refugios en Colombia son verdaderos campos de concentración donde tienen hacinados a los hermanos venezolanos y venezolanas.
¿Después de recibir tu refugio, tú dirías que en Venezuela se violan los DD.HH. o se respetan?
El Gobierno venezolano sí respeta los derechos humanos, son el intervencionismo internacional y la derecha venezolana quienes violan los derechos humanos de la población venezolana.
¿El presidente Iván Duque ha anunciado el cierre de toda su representación diplomática a partir del 10 de enero, eso no violaría los derechos constitucionales de los millones de colombianos y colombianas que vivimos en Venezuela?
Eso evidentemente sería violación a nuestros derechos.
Duque y los demás presidentes del cartel de Lima, por órdenes de los Estados Unidos, han venido amenazando a Venezuela con una intervención que incluso podría ser militar ¿Qué harías tú, como colombiano refugiado en Venezuela, en caso de que esa intervención se concretara?
La guerra sucia del Estado colombiano me obligó a vivir fuera de mi país. Yo me siento comprometido con Venezuela, no sólo por este refugio que me ha dado, que me hace sentir más venezolano que colombiano en este momento, sino por todo lo que este pueblo representa con su resistencia, su aguante, por todo lo que ha logrado hacer para no permitir que estas amenazas lo detengan. Y como parte del pueblo, aquí estaré defendiendo a la República Bolivariana de Venezuela.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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