La visita del presidente Barack Obama a Cuba: recordando un poema de Robert Frost.* ¨Por Nelson P. Valdés.
Las
historias de los Estados Unidos y Cuba están entrelazadas de muchas
formas y maneras. Cubanos y norteamericanos han vivido y aprendido mucho
unos de los otros. Y así ha sido no solo en la cultura, sino también en
la política, la economía y la sociedad. Es una larga historia.
En 1953 los revolucionarios cubanos
atacaban el cuartel Moncada en Santiago de Cuba. En esos días, una
escuela en Tennessee iniciaba clases para organizar y entrenar a
trabajadores por los derechos civiles, la mayoría negros. La
movilización ciudadana en la Cuba de los años 50 constituía una
expresión de una misma y paralela lucha por los derechos civiles en el
sur y norte de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, las luchas sociales y
políticas a nivel de base en Cuba y los Estados Unidos –aunque
separadas–, eran, a su vez, expresión de los procesos de descolonización
de África y Asia después de la Segunda Guerra Mundial. Los argumentos
que utilizara en su defensa Fidel Castro fueron muy similares a los
conceptos de derechos ciudadanos que la Corte Suprema de los Estados
Unidos reconoce en Brown vs. Board of Education, prohibiendo la
segregación de las escuelas. Estas dos tradiciones hacían referencia a
pensadores del siglo XVII y XIX, parte de una cultura netamente
revolucionaria.
Los cubanos, como los norteamericanos,
confrontan a las autoridades de sus respectivos países por violar su
respectivas Constituciones.
La acción de un pequeño grupo de
revolucionarios en Cuba, al igual que Rosa Parks y sus compañeros en
Montgomery, Alabama, incita a mayores acciones que serían consideradas
radicales, ilegales y revolucionarias. El movimiento revolucionario
cubano se inicia con demandas legales y poco después adopta métodos
armados. En los Estados Unidos el movimiento de derechos civiles
utilizaría métodos pacíficos, aun cuando el Estado lo agredía
violentamente. Y poco a poco un mayor número de instituciones sociales,
incluyendo las iglesias, apoyaron cada vez más a sus respectivos
movimientos en defensa de los derechos civiles de la población. En ambos
países, figuras cimeras del sistema judicial llegaron a identificarse
con esos movimientos, cada vez más populares. Mientras en los Estados
Unidos el movimiento de los derechos civiles y políticos tiene un
basamento constitucional y religioso como el del Southern Christian
Leadership Conference, en el caso cubano es netamente político aunque
muchos participantes eran católicos, presbiterianos y bautistas.
Por una parte, gobernadores estatales en
el sur de los Estados Unidos –en Arkansas y Mississippi, por ejemplo– y
el FBI y, por otra, el gobierno de Fulgencio Batista tratan de
desarticular por diferentes medios esa creciente oposición. Ambos
aparatos represivos emplearon la misma tecnología militar y los mismos
métodos. Y sin embargo, en los dos países surgen líderes carismáticos
que cohesionan al naciente movimiento de masas: Martin Luther King, Jr.
en los Estados Unidos y Fidel Castro en Cuba.
En Cuba, el movimiento triunfa y llega al
poder en 1959, no así en los Estados Unidos. El movimiento por los
derechos civiles y políticos primero, y el movimiento estudiantil y
contra las guerras coloniales después, solo logran algunas concesiones
civiles y políticas. Pero esa lucha continuó en los Estados Unidos y
parte de la población reformista y radical de jóvenes en el norte del
país fue al Deep South para ayudar a obtener derechos sociales y
políticos. El triunfo revolucionario tiene un enorme impacto entre los
luchadores por los derechos civiles. Y aun cuando utilizaron métodos
diferentes –la no violencia–, reconocieron las contribuciones y los
cambios de los cubanos.
El triunfo cubano se asumió como propio
por los luchadores y revolucionarios de los Estados Unidos. Además,
luchadores por los derechos civiles en los Estados Unidos presionaron al
gobierno para que no ayudara a la dictadura, “El gobierno de estados
Unidos es un socio del dictador de Cuba, Fulgencio Batista, en el
asesinato de cerca de 4,000 Cubanos hasta el momento, y ha llegado el
momento de largarnos ya” –declaró Adam Clayton Powell, congresista negro
norteamericano, el 20 de marzo de 1958 ante la Cámara del Congreso de
los Estados Unidos.
El triunfo de la rebelión tuvo particular
impacto en la población negra norteamericana. Durante los primeros
meses de 1959 muchos intelectuales, periodistas, líderes obreros,
congresistas, actores y escritores negros fueron a Cuba y defendieron el
proceso social recién iniciado. Entre estos se encontraban William
Worthy y Richard Gilbson [periodistas], James Baldwin, James Oliver,
Julian Mayfield, Leroi Jones, Harold Cruse, [escritores], John Henri
Clarke [historiador], Adam Clayton Powell, Malcolm X [políticos], entre
otros.
En septiembre de 1960 Fidel Castro viajó a
Nueva York para representar a la Revolución Cubana ante las Naciones
Unidas. Bajo la presión del Departamento de Estado de los Estados
Unidos, durante la administración de Dwight Eisenhower el establishment
hotelero le negó a la comitiva cubana acceso a los hoteles. Pero la
comunidad negra de Harlem abrió su corazón y sus espacios a los
revolucionarios cubanos. No fue solo el Hotel Teresa el que tomó esa
iniciativa. La comunidad negra, que en esos precisos momentos luchaba en
numerosos frentes contra el racismo, la exclusión social, la pobreza y
la explotación, también entendía que sus hermanos negros, mulatos y
blancos de la Isla comenzaban todo un proceso de destrucción de los
instrumentos racistas, segregacionistas y explotadores que se habían
enraizado en la “isla de la libertad.” Negarle al líder revolucionario
blanco el acceso a un hotel era un acto similar a lo que confrontaba la
población negra en general en Estados Unidos.
La lucha por los derechos civiles, de una
larguísima historia en los Estados Unidos, veía reflejada sus ilusiones
y esperanzas en la nueva Cuba. Aunque muchos no recuerdan o han querido
olvidar o no lo conocen, la realidad fehaciente es que el movimiento
por los derechos civiles, políticos, culturales, económicos y humanos
que se desarrollaba en el sur de los Estados Unidos tenía muchísimos
enlaces y conexiones con lo que estaba sucediendo en Cuba. Aún más
ilustrativo es que en septiembre de 1960 ya la Revolución Cubana había
nacionalizado una proporción grande de las corporaciones
norteamericanas. Y, sin embargo, Malcolm X declaraba en Harlem: “El
[Hotel] Teresa es hoy mas conocido como el lugar a donde fue Fidel
Castro durante su visita a las Naciones Unidas, y logro una Victoria
psicológica contra el Departamento de Estado de los Estados Unidos
cuando fue confinado a Manhattan. Nunca soñaron que Fidel se quedaría en
“uptown”, en Harlem, donde dejaría una enorme y positiva impresión
entre los negros.”
Un autor escribe: “Además, miles estaban
encantados viendo al comandante [negro] Juan Almeida entre los
revolucionarios. El 22 de Septiembre todo Harlem estaba alrededor del
Hotel Teresa congratulando, saludando, gritando por Fidel, sus
compañeros y la revolución. Almeida y los otros miembros del Ejército
Rebelde caminaron 20 cuadras enteras en Harlem. El 22 de Septiembre
Fidel Castro almorzó con los trabajadores del hotel. Y se reunió con
Malcolm x en el Hotel Teresa. Malcolm escribió entonces: “El Teresa es
ahora mucho más conocido como el lugar a donde Fidel Castro fue durante
su visita a las Naciones Unidas, y logró un golpe psicológico contra el
Departamento de Estado de los Estados Unidos cuando lo confinaron a el a
estar solo en Manhattan. Nunca soñaron que él se hospedaría en Harlem
donde dejaría una enorme impresión entre los Negros.” [1]
Y otro escritor nos informa, “… los
activistas de Harlem sugirieron, que las dificultades en encontrar donde
hospedarse se transformaran en una oportunidad única para expresar las
expresiones culturales y políticas de solidaridad y anti-racismo. Cuando
la delegación cubana acepto la amistosa bienvenida del dueño del Hotel
Teresa, Love B. Woods, los lazos ideológicos y políticos entre los
progresistas Afro-Americanos y los revolucionarios cubanos fueron
cultivados…. La reunión de Malcolm X y Fidel Castro en Harlem
simbolizaba una era de la post-II Guerra Mundial, de los movimientos
anticoloniales y a favor de la lucha por los derechos humanos de los
pueblos negros y del Tercer Mundo. Un periódico, el New York Citizen
Call, declaraba en esos días: “Para los oprimidos habitantes de Harlem,
Castro era el revolucionario barbudo que había expulsado a los bribones
y les ha dicho a los blancos de Estados Unidos que se fueran al
infierno.” [2]
El movimiento por los derechos civiles y
democráticos de los norteamericanos, particularmente de los negros, veía
el proceso revolucionario en Cuba con buenos ojos. Igual sucedía con el
movimiento estudiantil universitario que se iba configurando. Una
alianza de los revolucionarios de la Isla con los revolucionarios y
reformistas de los Estados Unidos se convertía en una enorme
preocupación para la estructura del poder norteamericano. Y en poco
tiempo, ambos lados cooperaban más.
En 1960 varios norteamericanos de
izquierda establecen el Fair Play for Cuba Committee en favor de la
Revolución Cubana y en oposición a la política de la administración
Eisenhower. Muchos de sus miembros también pertenecían a la lucha por
los derechos civiles de negros, blancos y trabajadores, entre estos el
escritor James Baldwin. Ralph Feathrstone, uno de los líderes del
Student Non Violent Coordinating Committee (SNCC), consideraba a Cuba
“una zona liberada”. El poeta negro, de izquierda, LeRoi Jones escribía,
“los Cubanos, y los otros nuevos pueblos (en Asia, África, América
del Sur) del mundo no nos necesitan, y lo mejor que podemos hacer es no
bloquearles el camino.” [Cuba Libre, 1960]. O sea, un sector
significativo de la población negra norteamericana reconocía y apoyaba
la autodeterminación, concepto que ya se defendía también en el sur de
los Estados Unidos. La organización de solidaridad Fair Play for Cuba
Committee existía contra la injusticia, y a su vez integraba a
norteamericanos de todos los colores. En sí el “fair play” es lo que
los sectores mas necesitados pedían para sí y para el mundo.
Pero la relación y cooperación entre los
movimientos progresistas norteamericanos y la Revolución Cubana fue
atacada desde el primer momento. Ambos movimientos confrontaban a un
mismo enemigo.
Poco a poco estas dos fuerzas fueron
aisladas por la invasión organizada por el gobierno de Estados Unidos
el 17 de abril de 1961 a Cuba. También la sistemática persecución de la
izquierda por el Congreso [House Un-American Activities Committee], el
FBI y muchas otras instituciones estatales tuvo sus efectos sobre esa
relación. Los propios liberales norteamericanos corrieron en dirección
opuesta a la revolucionaria. Pero la lucha por la justicia y por la
igualdad de derechos democráticos continuó en los Estados Unidos, si
bien cada vez más separada de la realidad cubana. La Crisis de los
Misiles, de octubre 1962, fue un parteaguas que abrió una mayor brecha
entre ambos movimientos. Ya a la Cuba revolucionaria se le definía como
un enemigo de los Estados Unidos, mientras que el gobierno demócrata
norteamericano de John Kennedy se identificaba con un sector reformista
del movimiento por los derechos civiles. Sin embargo, la relación
continuó a niveles menos conocidos. Pero no queda duda de que la
Revolución Cubana y la lucha por los derechos de los norteamericanos
tiene una larga y estrecha relación.
Esa historia, que sólo hemos tocado
someramente, revela que las relaciones entre los revolucionarios cubanos
y las fuerzas progresistas de los Estados Unidos tiene una larguísima
historia. José Martí vivió durante años en Nueva York y Tampa. Exploró
como pocos la historia de los Estados Unidos y la de Cuba, por separado y
en relación con los dos países. Entendió como pocos el sentido real de
lo que significa la independencia nacional. El movimiento progresista
negro de los Estados Unidos también comprendió esa lucha. Martin Luther
King fue clasificado por el FBI como un “hombre peligroso”. El gobierno
de Estados Unidos también le dio esa misma clasificación a Fidel Castro.
Ambos entendieron la relación estrecha entre la independencia nacional y
los derechos civiles y políticos. Un país imperial no puede ser
respetuoso de los derechos humanos y civiles. Y una colonia tampoco los
respeta.
El 22 de octubre de 1995 Fidel Castro
volvió a visitar Harlem. Dijo: “aquí en Harlem conocí a Malcom X, conocí
a otras muchas personalidades. Eran días difíciles, siempre son
difíciles los días, pero por delante estaba una lucha muy grande: las
grandes batallas de Martin Luther King por los derechos civiles; las
grandes luchas de las minorías negras, hispánicas, latinoamericanas de
todas partes, por mejorar sus condiciones de vida; la lucha de los
ancianos, los enfermos, todos.” [3]
El Congressional Black Caucus [CBC] de
los Estados Unidos ha tenido una posición amistosa y solidaria hacia el
proceso político y social cubano. Y ha representado el sector mas
progresista y favorable a la normalización de las relaciones entre los
dos países. Desde 1999 delegaciones y representantes del CBC ha
visitado Cuba y se ha reunido con Fidel Castro. Cuba, a su vez, ha
proporcionado becas a estudiantes norteamericanos con el apoyo de los
Congresistas del CBC. Ya Fidel Castro había señalado que las
circunstancias eran propicias para el mejoramiento de las relaciones
pues “era necesario utilizar este momento histórico en que coinciden un
Presidente negro en la Casa Blanca y una corriente de opinión favorable a
la normalización de las relaciones.” [4]
Cómo tendrían que hablar el
presidente de Estados Unidos y el ex presidente Fidel Castro sobre la
historia de ambos países. Ya uno de ellos dijo: “en la buena voluntad y
disposición de las personas hay infinitos recursos que no se guardan ni
caben en las bóvedas de un banco. No emanan de la política única de un
imperio.” [5] Bien vale recordar a Robert Frost:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, /Yo tomé el menos transitado, /Y eso hizo toda la diferencia.
———————————–
[1]See: Joy James, Review: Harlem
Hospitality and Political History: Malcolm x and Fidel Castro at the
Hotel Theresa, Contributions in Black Studies, Vol. 12, Article 12,
1994, Article No. 12. [http://scholarworks.umass.edu/cgi/viewcontent.cgi? article=1088&context=cibshttps://youtu.be/UAcgbsPgCbo
[2] L. Ralph, Fidel Castro and Harlem:
Political, Diplomatic, and Social Influences of the 1960 Visit to the
Hotel Theresa,” Afro-Americans in New York Life and History. See: https://www.questia.com/library/journal/1P3-494766291/fidel-castro-and-harlem-political-diplomatic-
[4] 4 Fidel Castro, “Los 7 congresistas que nos visitan,” Cubadebate (Habana), Marzo 11, 2014. http://www.granma.cu/granmad/secciones/ref-fidel/art113.html
Sugerencia de lectura:
Lisa Brock y Digna Castañeda Fuentes, Between Race and Empire : African-Americans and Cubans before the Cuban revolution, 1998.
*El texto del poema de Robert Frost – The Road Not Taken:
*El texto del poema de Robert Frost – The Road Not Taken:
Two roads diverged in a yellow wood,
And sorry I could not travel both
And be one traveler, long I stood
And looked down one as far as I could
To where it bent in the undergrowth;
Then took the other, as just as fair,
And having perhaps the better claim,
Because it was grassy and wanted wear;
Though as for that the passing there
Had worn them really about the same,
And both that morning equally lay
In leaves no step had trodden black.
Oh, I kept the first for another day!
Yet knowing how way leads on to way,
I doubted if I should ever come back.
I shall be telling this with a sigh
Somewhere ages and ages hence:
Two roads diverged in a wood, and I—
I took the one less traveled by,
And that has made all the difference
Two roads diverged in a yellow wood,
And sorry I could not travel both
And be one traveler, long I stood
And looked down one as far as I could
To where it bent in the undergrowth;
Then took the other, as just as fair,
And having perhaps the better claim,
Because it was grassy and wanted wear;
Though as for that the passing there
Had worn them really about the same,
And both that morning equally lay
In leaves no step had trodden black.
Oh, I kept the first for another day!
Yet knowing how way leads on to way,
I doubted if I should ever come back.
I shall be telling this with a sigh
Somewhere ages and ages hence:
Two roads diverged in a wood, and I—
I took the one less traveled by,
And that has made all the difference
Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;
Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.
Y ambos esa mañana yacían igualmente,
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.
Debo estar diciendo esto con un suspiro
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.
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