Los migrantes: los desterrados del mundo y la indiferencia por la vida humana
Oscar Martínez, y Valeria su hija de casi dos años, no sólo murieron tratando de cruzar el Río Bravo y huyendo del El Salvador… También los mató su país de origen, que sólo tenían pobreza y violencia para ofrecer… y la indiferencia en México y, especialmente, el racismo y la xenofobia del gobierno de Estados Unidos…La migración ¿un fenómeno de la globalización?
Una de las consecuencias de los procesos de reestructuración económica y política que implicó la globalización fue el incremento de la precarización de las condiciones de vida de gran parte de la población mundial. Lejos de una prometida inclusión y bonanza generalizada, estos procesos de libre mercado e integración regional sólo propiciaron el crecimiento/concentración de la riqueza en pocas manos y acentuaron una serie de problemáticas generalizadas: la desigualdad se incrementó de manera notoria, la pobreza aumentó de forma sostenida, el despojo y el intervencionismo de los países del norte global sobre los territorios y pueblos del sur continúa. En este contexto, la pobreza, la violencia (los conflictos bélicos y de diverso orden) y el despojo han producido un crecimiento en el número de migrantes (que ronda en cerca de los 260 millones según ACNUR). Asimismo, se han disparado las cifras de migrantes forzados y refugiados (que ahora son más de 60 millones), y también se incrementó el número de muertes y desapariciones (según la OIM de 2014 a 2018 murieron más de 32 mil migrantes, de los cuales cerca de 1600 eran niños). Para el 2019, la zona más mortífera continúa siendo el Mediterráneo, y, en segundo sitio, la frontera México Estados Unidos (EU). Particularmente y de 2014 a 2018, en la frontera México EU, se estimó en cerca de 1900 el número de migrantes muertos (buena parte de los cuales eran originarios de Triángulo Norte de Centroamérica). Y, desde 1998 a la fecha, y conforme a datos de la patrulla fronteriza de EU, el número anual de migrantes muertos es de más de 250 (y en varios años es muy superior a esa cifra).
Los migrantes centroamericanos, historias de violencia e indiferencia
La migración forzada de centroamericanos en tránsito por México es una de las más grandes, precarias y peligrosas del mundo. De acuerdo a ACNUR para 2015, y en los años siguientes, se estimaba en medio millón de personas. También el número de muertes, agresiones y desapariciones es considerable. Sólo en las últimas semanas, fallecieron cinco menores de edad en centros de detención de EU. Y recientemente perdieron la vida ahogados en el Río Bravo Oscar Martínez y su pequeña hija Valeria, intentando ingresar a EU. Los riesgos que corren estos migrantes, tienen causas múltiples (pobreza, violencia, desastres naturales), y, como gran denominador común, la estructural indiferencia por el valor de la vida de estas personas, tanto en sus países de origen, como en México y, sobre todo, en EU.
En sus lugares de origen, los gobiernos no ofrecen condiciones indispensables de existencia (trabajos, salarios bien remunerados, derechos sociales), ni seguridad (contra pandillas y el crimen organizado); ignoran a los futuros migrantes y los dejan a su suerte. En México, sufren múltiples agresiones por parte de grupos del crimen y algunas fuerzas de seguridad, y son vistos como delincuentes por partes de las autoridades. Finalmente, en EU, se les trata como criminales de alta peligrosidad y transgresores de la ley.
Lejos de estas prácticas y políticas xenófobas (y violatorias de los derechos humanos), los migrantes son personas que huyen de la adversidad y lo único que buscan es la oportunidad de una vida digna y con lo básico. Criminalizar a los migrantes sólo los expone a más riesgos y agresiones, y constituye un acto de violencia estructural e institucional.
Una de las consecuencias de los procesos de reestructuración económica y política que implicó la globalización fue el incremento de la precarización de las condiciones de vida de gran parte de la población mundial. Lejos de una prometida inclusión y bonanza generalizada, estos procesos de libre mercado e integración regional sólo propiciaron el crecimiento/concentración de la riqueza en pocas manos y acentuaron una serie de problemáticas generalizadas: la desigualdad se incrementó de manera notoria, la pobreza aumentó de forma sostenida, el despojo y el intervencionismo de los países del norte global sobre los territorios y pueblos del sur continúa. En este contexto, la pobreza, la violencia (los conflictos bélicos y de diverso orden) y el despojo han producido un crecimiento en el número de migrantes (que ronda en cerca de los 260 millones según ACNUR). Asimismo, se han disparado las cifras de migrantes forzados y refugiados (que ahora son más de 60 millones), y también se incrementó el número de muertes y desapariciones (según la OIM de 2014 a 2018 murieron más de 32 mil migrantes, de los cuales cerca de 1600 eran niños). Para el 2019, la zona más mortífera continúa siendo el Mediterráneo, y, en segundo sitio, la frontera México Estados Unidos (EU). Particularmente y de 2014 a 2018, en la frontera México EU, se estimó en cerca de 1900 el número de migrantes muertos (buena parte de los cuales eran originarios de Triángulo Norte de Centroamérica). Y, desde 1998 a la fecha, y conforme a datos de la patrulla fronteriza de EU, el número anual de migrantes muertos es de más de 250 (y en varios años es muy superior a esa cifra).
Los migrantes centroamericanos, historias de violencia e indiferencia
La migración forzada de centroamericanos en tránsito por México es una de las más grandes, precarias y peligrosas del mundo. De acuerdo a ACNUR para 2015, y en los años siguientes, se estimaba en medio millón de personas. También el número de muertes, agresiones y desapariciones es considerable. Sólo en las últimas semanas, fallecieron cinco menores de edad en centros de detención de EU. Y recientemente perdieron la vida ahogados en el Río Bravo Oscar Martínez y su pequeña hija Valeria, intentando ingresar a EU. Los riesgos que corren estos migrantes, tienen causas múltiples (pobreza, violencia, desastres naturales), y, como gran denominador común, la estructural indiferencia por el valor de la vida de estas personas, tanto en sus países de origen, como en México y, sobre todo, en EU.
En sus lugares de origen, los gobiernos no ofrecen condiciones indispensables de existencia (trabajos, salarios bien remunerados, derechos sociales), ni seguridad (contra pandillas y el crimen organizado); ignoran a los futuros migrantes y los dejan a su suerte. En México, sufren múltiples agresiones por parte de grupos del crimen y algunas fuerzas de seguridad, y son vistos como delincuentes por partes de las autoridades. Finalmente, en EU, se les trata como criminales de alta peligrosidad y transgresores de la ley.
Lejos de estas prácticas y políticas xenófobas (y violatorias de los derechos humanos), los migrantes son personas que huyen de la adversidad y lo único que buscan es la oportunidad de una vida digna y con lo básico. Criminalizar a los migrantes sólo los expone a más riesgos y agresiones, y constituye un acto de violencia estructural e institucional.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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