Los ‘brotes verdes’ existen en las grandes fortunas y su fotosíntesis patrimonial no conoce límites. En un año convulso en los mercados, con guerras comerciales por doquier y riesgos de inestabilidad en sus carteras de inversión como el Brexit o las tensiones entre las superpotencias, las ganancias de los 500 milmillonarios más ricos del mundo sumaron 1,2 billones de dólares a sus cuentas personales.
madrid
Los
ricos son cada vez más ricos. El ciclo de negocios surgido tras la
crisis de 2008 del artificio de los estímulos económicos y monetarios –y
de los procesos de socialización de las pérdidas que se emprendieron a
través de los planes de rescate y de la gestación de los bancos malos
con los que las autoridades políticas trataron de contener los efectos
del credit-crunch más destructivo desde el Crash de 1929– nunca ha conocido obstáculos. Año tras año, desde entonces, los beneficios de las grandes fortunas
han ido en aumento. En sentido inversamente proporcional al descenso de
las rentas de los estratos sociales menos pudientes e, incluso, de una
porción substancial de las clases medias, que han menguado sus censos en
la práctica totalidad de las latitudes del mundo. Los 500
milmillonarios con un mayor patrimonio acumulado han empezado 2020
siendo aún más poderosos desde el punto de vista monetario, según revela
el indicador que elabora la agencia Bloomberg.
El
ranking lo encabeza Bezos, con un patrimonio de 115.000 millones de
dólares; Gates es el segundo, con 113.000 y Arnault, tercero, con
106.000
En concreto, atesoraron 1,2 billones
de dólares más en sus cuentas personales, cifra similar al tamaño del
PIB español, lo que eleva sus riquezas conjuntas hasta los 5,9 billones de dólares –la suma conjunta de las economías de Japón, la tercera del planeta, y de Arabia Saudí, la decimoctava–,
un 25% más que al inicio del pasado ejercicio. El fundador y director
ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, la gran fortuna global, encabezó la
lista de ganancias. A la que se ha incorporado nuevos ricos, como Kylie
Jenner, que se ha convertido en la más joven multimillonaria después de
que su compañía, Kylie Cosmetics, firmase una alianza exclusiva con Ulta
Beauty, por la que se desprendió del 51% de sus acciones por las que
recibió 600 millones de dólares. O como el empresario de desguaces de
coches Willis Johnson, dueño de Copart, una red de venta de vehículos
con defectos mecánicos o de carrocería que opera en todo el territorio
estadounidense y que ha amasado 1.900 millones de riqueza personal.
La emergencia de nuevos grandes patrimonios
que se han acomodado por encima de la barrera de riqueza de los 1.000
millones de dólares ha sido una característica de 2019. A pesar de haber
sido un ejercicio dominado por la alta volatilidad de los mercados
–especialmente a lo largo de la primavera y el otoño, cuando arreciaron
los efectos de las guerras comerciales y se sucedieron los datos de
contracción en Alemania, Reino Unido e Italia, tres de las siete
economías del G-7 y se reveló el retroceso en la actividad del PIB
estadounidense– y la incertidumbre global por la proliferación de
riesgos geopolíticos de alta tensión en las que están involucradas, en
mayor o menor medida, las tres superpotencias en Oriente Próximo,
Venezuela o Corea del Norte, entre otros, y las dudas sobre el Brexit.
Debate sobre una transformación económica
Estas suntuosas ganancias de beneficios actúan de carburante para ahondar en la desigualdad social.
Quizás, el fenómeno más elocuente que ha dejado en la herencia de la
quiebra de Lehman Brothers. Sólo en EEUU, el 0,1% más rico controla una
porción del pastel de la riqueza de la gran economía global como nunca
visto desde 1929, lo que ha añadido argumentos entre candidatos
demócratas para acometer una reestructuración radical de la economía.
“La riqueza acumulada por los patrimonios más boyantes repercute
directamente en el coste de vida del resto de la sociedad civil”,
escribió Alexandria Ocasio-Cortez en un tuit del 12 de diciembre, el día
de las elecciones británicas, durante cuya campaña, el todavía líder
laborista Jeremy Corbyn arremetió contra una operación filantrópica de
la fundación Bezos recordando al presidente de Amazon que la mejor
contribución que podría hacer era pagar impuestos. En alusión a la fuga
de capitales que las multinacionales, especialmente las big-tech,
propician cada año a las arcas de los tesoros nacionales por sus
artificios fiscales y financieros para eludir sus obligaciones
tributarias a través del dudoso concepto de sede social.
La aspirante demócrata Elisabeth Warren se ha involucrado en la idea de que las fortunas personales superiores a los 50 millones de dólares sean gravadas
con un impuesto a la riqueza del 1%, y las que sobrepasen los 100
millones, el 2%, bajo el sólido argumento de que los empresarios que se
han enriquecido exponencialmente en sus negocios a lo largo del actual
ciclo de negocios se han beneficiado de recursos federales como los que
se han destinado a la educación, la sanidad o las infraestructuras. Corbyn no logró persuadir a los votantes británicos en su proclama de “reescribir las reglas de la economía” británica.
Mientras en Francia, donde algunos multimillonarios llegaron a pedir un
tributo del lujo como aportación a la salida de la crisis, la tercera
fortuna global, Bernard Arnault, a quien se ha señalado en varias
ocasiones en los últimos años como evasor fiscal y que es una de los
tres patrimonios que posee una cifra de millones de seis dígitos –más de
100.000– ha prometido que declarará sus ingresos en Francia. Después de
amenazar con sacar su riqueza del país por las sucesivas acusaciones de trasladar sus beneficios –es el dueño de Louis Vuitton– en varios paraísos fiscales.
La riqueza conjunta de las 500 mayores fortunas del planeta se eleva hasta 5,9 billones de dólares
El presidente de Amazon perdió casi 9.000 millones de dólares de su patrimonio. Pero debido al multimillonario coste de su divorcio con MacKenzie Bezos.
La multinacional de e-commerce acaba de admitir “ingresos récords”, de
decenas de miles de millones de dólares de beneficios, hace unas
semanas, antes de revelar los datos anuales definitivos. Al índice de Bloomberg
ya se han incorporado 172 milmillonarios estadounidenses, que
aumentaron en más de medio billón sus riquezas. Mark Zuckerberg, dueño
de Facebook, ganó 27.300 millones y Bill Gates, fundador de Microsoft,
otros 22.700. La representación china sigue escalando, hasta incluir a
54 ricos, tras EEUU. He Xiangjian, presidente de la firma que más aires
acondicionados exporta, elevó en un 79% su patrimonio.
Cuantitativamente, en 23.300 millones. Entretanto, las principales
fortunas rusas lo hicieron en 51.000 millones, un 21% más, debido
especialmente a los beneficios durante la parte final del año de las
monedas de los mercados emergentes, sobre todo el rublo. También en sus
valores bursátiles y en la rentabilidad de los bonos.
Todos ellos han sido los vencedores del año. Aunque hay perdedores.
Rupert Murdoch ha visto cómo su riqueza personal ha disminuido en cerca
de 10.000 millones por la entrega de activos a seis de sus hijos, a los
que ha hecho millonarios de cuna. O Adam Neumann, CEO de WeWork, a
quien las disputas corporativas internas le han restado 8.000 millones
al valor de capitalización de su compañía, valorada en cualquier caso en
47.000 millones de dólares. En este terreno, los expertos que gestionan
el índice señalan también a Thomas Peterffy, propietario de Interactive
Brokers, cuyo patrimonio perdió en 2019 más de 2.100 millones por la
pérdida competitiva que le inculcó su rival, Charles Schwab al eliminar
comisiones de intermediación a sus operaciones de cartera y adquirir
Ameritrade.
En la lista también destacan millonarios millennials,
como Mark Anthony Brands, dueño de Claw Hard Seltzer, la firma que
comercializa la bebida alcohólica de agua de seltzer, que añadió 3.600
millones a su valoración, o Jitse Groen, de Takeaway.com, que incrementó
en 1.500 millones su fortuna.
El ranking lo encabeza Bezos, con un
patrimonio personal de 115.000 millones de dólares. Gates es el segundo,
con 113.000 y Arnault, el tercero, con 106.000. El pódium de más de
seis dígitos. A continuación, Buffet, con 89.000 millones, Zuckerberg,
con 78.100 y Amancio Ortega (76.000). Los fundadores de Google, recién
jubilados de labores ejecutivas en la big-tech que fundaron en los noventa, Larry Page, con 64.000 y Sergey Brin, con 62.000, cierran el top-eight.
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