1.
La gestión de los espacios públicos debiera basarse en la
profundización de los mecanismos democráticos de participación popular.
Transparentar los procesos y brindar información sobre la toma de
decisiones en torno a lo público debe ser una cultura de trabajo. El
socialismo brinda las mejores condiciones para que así sea, hay que
perfeccionar y profundizar todo cuanto se deba en esa dirección. En las
urbes latinoamericanas se mantienen en las periferias (físicas,
simbólicas y de toma de decisiones) grandes sectores de la población, ya
que las ciudades son reconstruidas y funcionan en sintonía con las
pautas de privatización y el ordenamiento que el mercado dispone. Hay
áreas urbanas completas cuyas dinámicas expulsan a todos aquellos que, a
pesar de ser habitantes de la ciudad, no ostentan un lugar privilegiado
en la estructura socio-clasista. Investigaciones informan cómo, no solo
es impensable que sean consultados sobre algo, sino que estas zonas de
clase media o clase media alta son inhóspitas para los jóvenes
residentes en áreas marginadas debido al alto grado de criminalización y
las violencias simbólicas de que son víctimas. Las ciudades
latinoamericanas son extremadamente violentas y exclusivas en el manejo
de los espacios públicos. Esa realidad es más compleja que la que se ha
estado discutiendo, lo cual no quita valor a los temas en cuestión.
2.
Resulta interesante la importancia que tiene la defensa del carácter de
lo social en el imaginario colectivo en Cuba, el derecho a decidir
sobre lo público. Por lo demás, veo a cubanas y cubanos expresándose
libremente, a favor y en contra del sistema político, en entornos tan
públicos como las redes sociales. En ese sentido, siempre me pregunto,
¿lo que se discute en las redes es representativo de las inquietudes y
del sentir de las cubanas y cubanos que viven en la isla de manera
general, o de círculos muy específicos de la población que, ya sea
estando en Cuba o fuera de ella, cuentan con recursos para hacer vida en
las redes, acceder a contenidos y/o elaborarlos? Las redes sociales no
son el país, pero comprender cómo van interactuando los diferentes
planos en que el país va produciendo sus modos de subjetivación sería
muy interesante.
3.
La “oposición” (la declarada o la disimulada) en Cuba, capitaliza cada
problemática para atacar a las instituciones e incentivar estados de
opinión adversos al gobierno y al sistema político, de manera general.
Lo que pudiera ser justamente presentado como la necesidad de una
revisión o debate en cuanto a la forma como se gestionan determinados
asuntos para, incluso, disparar un análisis más amplio que fortalezca y
perfeccione el sistema, es hiperbolizado para construir una imagen de
catastrofismo en torno a lo que pasa en Cuba, en que pareciere que todo
se hace mal, nada funciona y, lo que es peor, el socialismo no es una
alternativa. Las redes sociales seguirán usándose como armas de
desinformación, manipulación mediática y guerra psicológica. Cediendo
ante las presiones que se generan o desconociéndolas no son vías que
ayuden a resolver el problema. Las redes pudieran ser incorporadas
intencionalmente de manera estratégica como instrumentos que enriquezcan
la gestión del gobierno y la participación popular, creándose mejores
condiciones de canalizar insatisfacciones y construir alternativas ante
la labor de quienes quieran fabricar escenarios de caos y odio.
4.
Una estrategia integral de los medios de comunicación oficiales que
tome en cuenta el papel que van adquiriendo las redes sociales como
plataformas para el ejercicio del debate público sobre diversos temas de
la realidad nacional ayudaría a contrarrestar las campañas de infodemia
o desinformación que se articulan en torno a la realidad cubana y
crearía un escenario de diálogo con la ciudadanía que pudiera ser
efectivo.
5.
Es necesario educar para una cultura crítica en el uso de las redes
sociales. La idea de que ahora sí estaremos informados, porque el
entorno virtual es plural y las corrientes de opinión circulan en
igualdad de condiciones, es una ilusión que no tiene cómo sostenerse en
la actualidad. Analizando el comportamiento en las redes sociales se
evidencia que hay quienes obviamente reproducen contenidos con total
claridad y conciencia del manejo que están haciendo, en una dirección u
otra, sin embargo, determinados sectores de la población lo hacen sin
detenerse a constatar las fuentes de la información, sin tener idea
clara de la impronta ideológica de los medios o los actores políticos
que producen contenidos, sin conciencia de la responsabilidad que
adquieren cuando publican algo. Las estrategias de dominación cultural
están muy desarrolladas en la actualidad, nos llevan un tramo grande de
ventaja, hay que crear las bases de un pensamiento crítico, decolonial.
Eso es tarea de las organizaciones políticas, las instituciones, los
medios masivos de comunicación, los programas y planes de estudio en
escuelas y universidades.
6.
En última instancia, cada quien, desde donde nos encontremos, tenemos
la responsabilidad de tomar una decisión personal de carácter político
sobre qué queremos para nuestro país y desde ahí pensar cuál será el
derrotero ético de nuestro comportamiento en las redes sociales. Si
colaboraremos con análisis cada vez más críticos, sistémicos, en que
ponderemos los contextos, que aporten una visión compleja, donde las
diferentes aristas de un problema se pongan en perspectiva, o si, por lo
contrario, abonaremos el sendero del catastrofismo, el caos, la
desinformación y la mentira que se quiere construir sobre la realidad
cubana.
7. La defensa del bien común es importante y no se logrará si no se asume como una tarea de todas y todos.
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