De cómo ser chavista en Venezuela y reformista de pro en la distancia
Suele aquejar a cierta militancia de izquierda la enfermedad de
alabar a los movimientos revolucionarios lejanos, pero aplicar en los
países propios políticas reformistas, políticas de paños calientes. El
argumento de que no son las mismas condiciones, los exime de la
transformación radical y los acerca a un pragmatismo que los lleva al
descrédito absoluto de una clase trabajadora que soporta una crisis sin
precedentes. En los años ochenta, en plena ebullición del movimiento
antimperialista guerrillero en Centroamérica, por ejemplo, las voces de
solidaridad de muchas personas con esa causa era directamente
proporcional a la negativa a ver el fascismo perdurando más allá de
Franco. Y así nos fue.
La muerte del Presidente Chávez pone sobre el tapete el panorama de la izquierda institucional española. No es muy conocido que los homólogos del PSOE en Venezuela, la Acción Democrática (AD), miembro de la Internacional Socialista, forma parte de la MUD, la oposición reaccionaria y pro-norteamericana que dirige Henrique Capriles. AD tuvo líderes de lamentable recuerdo como Andrés Carlos Pérez, amigo íntimo de Felipe González, que amasó una fortuna enorme con prácticas deleznables. Hugo Chávez tuvo claro desde el comienzo que el escenario político de su país estaba putrefacto, y que por tanto no eran tiempos de pactos con el menos malo, ni consensos para sacar adelante tal o cual ley, o negociaciones con la casta política, Era obvio que el futuro del país no pasaba tampoco por sindicatos que no fueran combativos, combativos hasta querer acabar con el régimen capitalista.
La contradicción de apoyar el camino al socialismo en Venezuela, que
ahora conducirá Nicolás Maduro, pero luego votar o pactar con la AD
española, es algo que la gente de izquierdas debería denunciar sin
dilación. Tanto, como esa prensa que publica crónicas de apoyo al
proceso bolivariano, y luego ve en la Cumbre Social de CC.OO-UGT y
aliados, una herramienta de lucha “contra la derecha”. Si saben de sobra
que el movimiento revolucionario venezolano tuvo que barrer a todos
para poner las bases de un país más justo, qué buscan a la sombra del
“progresismo”.
La muerte del Presidente Chávez pone sobre el tapete el panorama de la izquierda institucional española. No es muy conocido que los homólogos del PSOE en Venezuela, la Acción Democrática (AD), miembro de la Internacional Socialista, forma parte de la MUD, la oposición reaccionaria y pro-norteamericana que dirige Henrique Capriles. AD tuvo líderes de lamentable recuerdo como Andrés Carlos Pérez, amigo íntimo de Felipe González, que amasó una fortuna enorme con prácticas deleznables. Hugo Chávez tuvo claro desde el comienzo que el escenario político de su país estaba putrefacto, y que por tanto no eran tiempos de pactos con el menos malo, ni consensos para sacar adelante tal o cual ley, o negociaciones con la casta política, Era obvio que el futuro del país no pasaba tampoco por sindicatos que no fueran combativos, combativos hasta querer acabar con el régimen capitalista.
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