Artillería mediática internacional contra Venezuela
Que las empresas de la comunicación hagan política no es ninguna 
novedad. Que los grandes consorcios mediáticos de América Latina se 
articulen para perturbar el rumbo de gobiernos populares, tampoco. Pero 
que admitan que “están haciendo política” al hacer pública una campaña 
abiertamente conspirativa aporta un dato novedoso al –cada vez más 
protagónico- rol que vienen jugando los medios en los procesos políticos
 de la región.
En el marco de la nueva arremetida desestabilizadora de la oposición 
política y mediática contra la Revolución Bolivariana que lleva más de 
un mes, las tres principales asociaciones de diarios del continente 
lanzaron la campaña “Todos somos Venezuela, sin libertad de prensa no 
hay democracia”. La iniciativa, a la que ya se sumaron unos 80 medios de
 la región, contempla que cada periódico publica diariamente, bajo ese 
lema, una página con información elaborada por medios opositores 
venezolanos.
La operación fue idea de Gerardo Araújo, gerente del diario El Universal
 de Cartagena, e impulsada por la Asociación de Editores de Diarios y 
Medios Informativos (Andiarios), que agrupa a 53 periódicos colombianos,
 el Grupo Diarios de América (GDA), compuesto por 11 medios del 
continente y el grupo Periódicos Asociados Latinoamericanos (PAL), que 
nuclea a 18 grupos editoriales de 11 países. Vienen participando 
activamente grandes diarios como La Nación de Argentina, O Globo de 
Brasil, El Tiempo y El Espectador de Colombia, La Prensa de Nicaragua, 
El Heraldo de Honduras y La Prensa de Panamá, entre otros.
Hasta ahí, nada del otro mundo. Lo inédito de esta movida es su 
sinceramiento público. En una entrevista con la revista colombiana 
Semana, se le preguntó a Nora Sanín, directora de Andiarios y punta de 
lanza de la campaña, si no teme que se los acuse de injerencia y de 
hacer política en nombre del periodismo. Su respuesta eludió cualquier 
eufemismo: “En un sentido amplio de la palabra, nosotros estamos 
haciendo política. Y está bien que la hagamos, pues nuestra causa es 
defender un derecho universal: la libertad de expresión”. Andiarios, 
además, contempla enviar desde Colombia una donación de 52 toneladas de 
papel para las empresas venezolanas.
En un documento público, estos grupos mediáticos señalan: “Los cada vez 
más frecuentes ataques del gobierno de Venezuela contra periodistas y 
medios de comunicación tienen en jaque la libertad de prensa (…) La 
iniciativa busca mostrar al gobierno que la prensa del mundo entero se 
mantendrá firme en la defensa de la libertad de expresión y del derecho 
de los ciudadanos a recibir información”.
En una editorial, El Tiempo de Colombia destaca esta “importante 
cruzada” frente al “acoso que sufren los periódicos venezolanos, que son
 el último bastión de la libertad de expresión que persiste en ese 
país”.
Por estos pagos, en la nota titulada “Iniciativa para la defensa de la 
libertad de prensa en Venezuela”, Clarín reseña la coordinación de “los 
diarios independientes del continente” y asegura que “la razón es la 
restricción a la posibilidad de compra de papel para los medios críticos
 del régimen de Nicolás Maduro”.
Sin embargo, los pretextos que esgrimen estas grandes corporaciones de 
la prensa regional se derrumban ante el real panorama mediático en la 
Venezuela bolivariana, donde, a pesar del surgimiento de nuevos medios 
públicos y la proliferación de medios comunitarios, más del 86% del 
espectro radioeléctrico continúa administrado por empresas privadas, 
cuya enorme mayoría se opone abiertamente al gobierno. Además, desde que
 irrumpió el proceso liderado por Hugo Chávez a fines de 1998, los 
medios privados casi se triplicaron: las emisoras radiales pasaron de 
331 a 499, las publicaciones impresas de poco más de 100 a 334 y los 
canales de televisión de 36 a 67.
Consultado sobre esta campaña regional, Nicolás Maduro respondió: “Que 
saquen una, que saquen mil, que saquen un millón de páginas: la 
Revolución Bolivariana continuará su rumbo”.
Gerardo Szalkowicz / LibreRed.net
Gerardo Szalkowicz / LibreRed.net
 
 
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