Golpes blandos y silencios duros. Por Iroel Sánchez
Un comunicado del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) señala que el pasado 19 de mayo el Papa Francisco expresó a la presidencia de esa instancia que
“le
preocupan los conflictos sociales, económicos y políticos de Venezuela,
Brasil, Bolivia y Argentina…De pronto se puede estar pasando a un
“golpe de estado blando” en algunos países.”
En la actual
situación, en que los países mencionados ocupan las primeras planas de
los medios de comunicación, las declaraciones de Francisco sobre lo que
allí está ocurriendo deberían ser noticia. Sin embargo, solo medios
alternativos y la prensa pública de Cuba y Venezuela han reflejado las
palabras del líder espiritual de la mayoría de los latinoamericanos y
buena parte de Occidente calificando de “golpe de estado blando” lo que
está sucediendo.
El presidente boliviano Evo Morales acaba de viajar a Cuba. Poco antes de concluir su visita concedió una entrevista al periodista Oliver Zamora Oria de la televisión cubana,
donde abordó entre otros asuntos, su reciente revés en el referendo que
le permitiría un cuarto mandato presidencial y la reversión sufrida por
varios de los procesos progresistas que ha vivido Latinoamérica en los
últimos años. Evo apuntó al papel de los medios de comunicación privados
y las mentiras a través de las redes sociales en Internet amplificadas
por estos entre los factores claves en ese resultado adverso que la
realidad de la enorme mejoría de la vida de millones de bolivianos bajo
su gobierno no pudo vencer. El rol en ello del encargado de negocios de
Washington en La Paz, Peter Brennan, ha salido a la luz pero después que
cien días de mentiras mediáticas condicionaron el resultado del
referendo.
En entrevista con TeleSUR sobre el actual proceso de impeachment en
que se buscarán las pruebas aun no presentadas para destituir a la
presidenta electa de Brasil Dilma Rousef mientras que un informante de
la embajada de Estados Unidos en Brasilia ocupa el gobierno, el ex
presidente de ese país, Luis Inacio Lula da Silva, expresó:
“La prensa brasileña lo sabe: Ellos han sido los responsables de este golpe. La prensa estaba unánime contra Dilma”
Los aludidos
por Lula y Evo, que suelen enarbolar la libertad de expresión y el
derecho a la información, tampoco han recogido estas declaraciones de
dos de los más importantes políticos latinoamericanos del siglo XXI.
Pero tal vez
no se deba esperar que las denuncias de políticos de izquierda, ni de
los Papas que hablan de golpes de estado blandos en los que los medios
de comunicación tienen un elevado protagonismo deban ser publicadas por
los mismos acusados. Allí deben tener espacio analistas, economistas,
intelectuales… que aporten datos, cifras y elementos que contribuyan a
echar luz sobre lo que sucede y si critican a los gobiernos, entonces
mejor.
Luis Britto García, destacado intelectual venezolano, acaba de escribir el más lúcido análisis sobre las causas del desabastecimiento que vive Venezuela. Demostrando que si ni la importación ni la producción de alimentos han disminuido,
“sectores que hacen oposición al gobierno nacional para generar
desestabilización política y social, han hecho uso de métodos de no
cooperación económica, ya no por la vía de llamado a huelga, que
requiere el concurso de diversos y múltiples sectores políticos, sino a
través del boicot en el suministro de los bienes”, Britto García hace
una ácida crítica al gobierno por haber
“entregado la llave de su marcapasos al adversario económico capitalista al confiarle 60.000 millones de dólares preferenciales o más para que los disipe en importaciones fantasmas o en bienes que luego acaparará o que impedirá que lleguen al público.”
Pero ni así Luis Britto García conseguirá un espacio en El Nacional de Caracas, El País de Madrid o La Nación
de Buenos Aires porque lo que está denunciando afecta los intereses de
quienes pagan los anuncios, son accionistas en esos medios de
comunicación y pertenecen a la misma clase social que se beneficia con
un regreso de las políticas neoliberales a América Latina.
En sus declaraciones a la presidencia de CELAM, el Papa Francisco también ha dicho que
“Le
preocupan las elecciones en Estados Unidos por la falta de una atención
más viva a la situación social de los más pobres y excluidos.”
Una
situación social que difícilmente cambiará porque los pobres y excluidos
no aportan dinero a las campañas de candidatos políticos ni pueden
tener acciones o anuncios en la prensa que los promueve.